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Capitulo 9(*)

"En algunas ocasiones debemos dejar morir algunas partes de nosotros para salvar otras"

—Para empezar, todavía me siento como medio traumado ¿sabes? —Hago un sonido de confirmación mientras él continúa. —El caso es que cuando salí del estacionamiento unas camionetas gigantescas empezaron a seguirme. No me pregunta es porque, todavía estoy descubriendo esa parte.

Suelto una risa.

—¿Y que se supone que haga con eso?

—¿Como que qué harás?, pues obviamente nada. Pero te lo estoy contando porqué es muy extraño.

—¿No tienes más amigos por ahí? —suelto.

Escucho como se ríe sin pudor.

—Ninguno que me meta la lengua como tú, lindura —continúa con altanería. Suelto una risa. —¿Ves? Nadie se compara a tu risa de animal herido.

Imbécil.

—Ya cállate. —Lo reprendo, sin poder ocultar mi risa. Sin duda, presiento que este chico se va a convertir en mi fiel amigo. —Me iré a dormir, pero te llamaré en unas horas para contarte una historia menos creíble que la tuya.

Resopla.

—Imposible.

—¿Quieres apostar? —sugiero.

—Vamos, si ganas te llevare de compras y yo pagaré todo. Pero si yo gano, tendrás que decirme cada cosa que hagas con los Steiger.

Oh, mierda. Mi sonrisa se borra inmediatamente al escuchar eso. Ayer apenas los vi en la mañana, luego de dejarlos en la cafetería no volví a verles el rostro, ni a saber de ellos. Pero no debería estar pensando en unos malditos psicópatas con complejo de ser mis dueños y que probablemente asesinos.

Dios, de verdad este pensamiento de que ellos mataron a ese chico espero de verdad que solo sea eso. Un puto pensamientos porque de no ser así...

Mejor no tentar al demonio.

—Hecho. Creo que tendré mucha ropa.

Bufa.

—En tus sueños.

Cuelgo la llamada. Al salir del baño me encuentro a Lea de pie en medio de mi habitación. Intento disimular mi sorpresa y olvidar que hace rato la escuché hablar de deshacerse de una persona con más personas en medio de la madrugada.

—¿Qué haces aquí? —inquiero suavemente. —¿Necesitas algo?

Niega dejándose caer en el colchón de mi cama.

—No, solo no logro conciliar el sueño. —Se encoge de hombros. —Suelo padecer de insomnio después de lo que pasó.

La observo con pesar. Sabía que eso pasaría, apostaría mis piernas a que todos padecen de eso desde que escapamos. Justo por eso no quiero preocuparlos por mí, aunque no somos las mejores personas del mundo el tiempo que pase con ellos en ese infierno hizo que una especie de lazo se creara entre nosotros.

Por eso no prefiero guardarme mis problemas para mí.

—¿Has probado las pastillas para dormir? —inquiero dejándome caer a su lado en mi cama. —No son la mejor solución, pero ayudan un poco.

Suspira con pesadez.

—Las he usado, Phoenix, no sirven de nada. Cuando duermo con Magnus es la única manera de conciliar el sueño.

—Oh, eso es un avance. —suelto bromeando. —Por cierto, ¿cómo va tu relación con el fortachón?

Su rostro se ilumina apenas formulo la pregunta. Me da gracia lo sonroja que se pone su piel pálida al mencionarlo.

—Es lo mejor que me ha pasado —se acomoda. —Desde que lo conocí se ha propuesto hacerme olvidar todo lo que he pasado ¿sabes? Quiere que supere todo eso, pero tú misma sabes que no es fácil.

Entrecierro los ojos. Probablemente se esté autopresionando olvidar y superar, lo cual haría que su proceso sea aún más difícil e imposible para ella. Unos traumas así nunca se logran olvidar del todo, pero siempre puede seguir viviendo con eso.

Acostumbrarse a que siempre su mente le juegue una mala jugada por culpa de sus recuerdos tormentosos.

—¿Qué tanto sabe el de lo que pasó?

—Nada, Phoenix, sabes que nunca hablaría de eso con nadie. —confiesa con seriedad. —Si sabe que no he vivido cosas fáciles, pero nunca me ha presionado para contarle y no lo pienso hacer.

Muerdo mi labio inferior, pensativa. Le creería lo que sea a Lea en cuanto se trate de esto, cuando huimos la primera que pidió confidencialidad fue ella. De todos modos, me asegure de que a ninguno de ellos se les ocurra decir algo al respecto por accidente.

—Bien, porque no puedes hacerlo ¿entiendes?, cada día qué pasa es más peligroso para nosotros que el anterior...

Niego repetidamente.

—Los destruimos y punto. —se levanta, indicándome qué acaba de ponerle fin al tema. —Todas tus cosas llegaron en la mañana, te ayudaré una vez que hayamos llegado de la universidad.

Asiento.

Una vez que sale de mi habitación, me apresuro a darme una ducha para vestirme e irme, ya que, las horas pasaron más rápido que Ethan devorando las pastas que hace Axel. Por suerte, solo me demoro unos minutos en ducharme y vestirme con unas botas de tacón, unos jeans y una de las sudaderas góticas que había robado del armario de Luke.

Me va a matar cuando me la vea puesta.

Al bajar por las escaleras, la voz de Dominik hace que detenga mis pasos. Maldición, tan temprano tenían que venir a revolotearme las hormonas ¿es que no descansan?

Ingreso en la cocina dirigiéndoles una mirada furtiva. Ugh, como odio lo lindos y guapos que se ven con sus chaquetas de cuero puestas. Parecieran que van a matar gente sin compasión que a la universidad a joderme más las neuronas que ya estaban jodidas.

—Esa no es mi sudadera favorita ¿verdad? —Inquiere inmediatamente Luke.

Le sonrío con inocencia mientras abro el refrigerador para coger mis frutas, pero no las veo por ningún lado.

—¿Dónde están mis frutas?

Diamond resopla.

—Aquí están —dice, mientras le lanzó una mirada penetrante. —Me contaron tus hermanos que siempre desayunas con frutas y que luego apenas comes en la universidad. Phoenix, eso puede perjudicar tu salud.

Arrugo el entrecejo caminando hacia su dirección.

—¿A ti qué demonios te da mi puta salud?

—Joder, amor, esa boca —suelta Dominik llenándose a la boca una de mis fresas.

Maldito hijo de puta...

—Dominik, jodiamente cállate ¿quieres? —suelto, contendiendo la ira. Vamos, que no es difícil lanzarle un cuchillo a su hermosa cabeza.

Me volveré loca. ¿Cómo carajo se atreven a comerse mi maldita fruta? ¿Cómo?

—Phoenix —La voz suave de Devon me saca un poco del trance de ira. Sus ojos hipnotizantes hacen que me paralice y relaje mis hombros. —Yo te hice un desayuno saludable, cómelo.

Trago saliva. Apenas puedo replicar ante su orden, ni siquiera formuló una pregunta, pero me siento incapaz de contradecirlo así que solo asiento con la cabeza. Me regala una sonrisa sincera que me hace sentir tan... incómoda y cómoda al mismo tiempo.

Es tan anormal la forma en la que me hace sentir, como poderosa pero imponente.

—A él si le haces caso ¿eh? —ruge Diamond con diversión.

Le muestro el dedo medio.

—Ojalá te atragantes con esas moras.

Su sonrisa de maldad pura hace que un escalofrío se cuele por mis huesos.

—Ojalá supieras con lo que de verdad anhelo atragantarte.

Mis ojos se abren mientras mis palabras se atascan. Luke decide hacer que no ha escuchado nada mientras yo mejor me ocupo de terminar el desayuno que Devon preparo para mí.

En el momento que Ethan, Axel, Logan y Lea bajan las escaleras listos para irnos, yo estoy dándole las gracias a Devon por el desayuno.

Los chicos terminaron obligándome a irme con Devon, Dominik y Diamond. Extrañamente no me resistí lo suficientemente como para no ir con ellos. Si, los detesto, pero hay algo extraño cuando estoy con ellos. Es como si hubiera una conexión, ¿de qué? Buena pregunta, todavía intento descifrar esa parte.

En el camino, hice todo lo que pude para mantenerme callada. Con ellos a mi alrededor mis nervios se disparan como Blas de cañón, y cuando estoy nerviosa suelo decir cosas son sentidos, así qué hice lo mejor que pude hacer. Ignóralos por completo, como si ellos no me estuvieran asfixiando con sus diferentes olores. Cómo si yo no los hubiera inhalado como una puta adicta.

Así que al llegar a la universidad y ver a todas las personas aglomeradas en la entrada mis sentidos se pusieron alertas. Problemas o no, cuando mi curiosidad se enciende no existe nada que la apague.

—¿Qué está pasando? —inquiero observando por las ventanas polarizadas.

Dominik se muerde el labio inferior antes de contestar mientras todo mi cuerpo se contrae al verlo. ¿Por qué está tan bueno?

—No lo sé, creo que se trata de un asesinato o algo así. Esta mañana cuando pasamos los policías tenían todo despejado.

Mis ojos se iluminan con tan solo escuchar asesinato. Aquí, un cadáver.

—Escuché que las cosas pueden ponerse feas sí... Phoenix no salgas, espera—Antes de que Devon pueda detenerme salgo de auto mientras cierro la puerta con fuerza. —maldición.

Mezclándome con la multitud de personas horrorizadas, mis pasos no se detienen aún cundo varias personas abalanzan mi cuerpo hacia delante. Sigo caminando. Mi respiración se va acelerando a medida que voy avanzando mientras pierdo el control de mis piernas, impactando mis rodillas en el piso sucio. Al alzar la vista mi cuerpo se paraliza.

Cuando lo vi, mi estómago cayó y me quedé helada. El escalofrío que me subió desde los pies hasta la cima de la cabeza persistió y no soltó su dominio sobre mi cuerpo.

La sangre estaba derramada por todo el piso en el que yo estaba apoyada teníamos. Tanta que casi no podía creer lo que veían mis ojos y yo estaba toda embarrada. Justo frente a mí yacía un cadáver totalmente irreconocible, tanto que parecía un pedazo de carne y hueso gigante en vez de una persona. De pronto, mis dedos empezaron a picar, ansioso de querer tocar al cadáver mutilado.

Estiro la mano para tocar su costilla visible. Las personas jadean a mi alrededor, totalmente sorprendidas a causa de mi falta de tacto. Su hueso se siente pesado bajo mis manos, es normal, ya que el cuerpo está en proceso de descomposición, pero su rostro es...

No puedo seguir con mi inspección cuando unos brazos fuertes y musculosos envuelven mi cuerpo por detrás, y mientras me arrastra hacia fuera de la multitud a mí no me queda de otra más que intentar zafarme pero es inútil. Sus brazos son demasiado fuertes.

—¡Basta, déjame en paz! —gritó. Pero no sirve de nada, me ignora rotundamente.

Para mí se vuelve imposible soltarme de su cuerpo, así que lo único que me queda es dejar que un desconocido me arrastre por toda la desolada universidad Daughtler.

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