Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 11(*)

"Tantos cuentos de hadas y princesas encerradas en castillos y ni uno habla de la princesa que se tortura para salir."

—¿En qué diablos estabas pensando al hacer eso? —Inquiere Diamond cerrando la puerta del baño al que me acaba de meter a la fuerza. —Es que no usas la puta cabeza ¿cómo se te ocurre tocar esa mierda? ¿Estás loca?

Le lanzó una mirada fulminante.

—A ti qué te importa eso ¿eh?, si me metía en algún problema era asunto mío, no tuyo maldito imbécil —me acerco a él. —Y no te atrevas a tratarme como a una puta niña.

Resopla.

—Así es exactamente cómo te comportas ¡como una maldita niña de seis años! ¡¿Qué tienes problemas mentales?!

Me enfurezco.

—¡Probablemente no tan graves como los de Devon! —le gritó sin poder controlarme.

—¡Maldita sea! ¡¿Por qué lo se lo dices directamente cuando le haces ojitos o cuando lo tratas mejor que a mí y a Dominik?! —explota completamente. —¡Te retó a que lo hagas, Phoenix!

—¡Por supuesto que lo hago! —intento pasarle por el costado. —¡Apártate de mi maldito camino, Diamond!

A estas alturas nuestras respiraciones agitadas y descontroladas se mezclan una a la otra. Estamos tan cerca que si doy un paso hacia delante mi cabeza podría apoyaste en su pecho ¿por qué no hacerlo? ¿Descansar todo mi cuerpo en el suyo? Apostaría lo que sea a qué debe de sentirse como una maravilla estar apoyada de Diamond.

Pero es un idiota.

—No, no me apetece dejarte salir.

Mis ojos se oscurecen por culpa de la rabia y la maldita irritación que me causa la puta indiferencia de Diamond. Lo detesto como todo mi ser.

—Si no te apartas ahora te juro que...

Enarca una ceja mientras su comisura se alza formando una sonrisa ladina.

—¿Qué? —reta. Sus manos sorpresivamente se apoyan de mi cintura. Mis nervios se disparan mientras me acerca más a su cuerpo. —¿Qué piensas hacer, Phoenix? —susurra. Su aliento rozando mis mejillas.

No contesto, ¿cómo lo haría? Estoy completamente paralizada, solo puedo recorrer su rostro con mis ojos. Anhelo y deseo sé mientras en sus pupilas, sus ojos grises se oscurecen. Mierda, si no fuera tan idiota podría aceptar que es jodidamente hermoso.

Sonríe con la maldad pintando su rostro.

—¿Qué pasó? De un momento a otro te quedaste muda, ¿te sientes mal?

Trago saliva sin poder contestarle a causa de la maldita intensidad de su mirada. Maldita sean las miradas de los Steiger, tan malditamente jodidas como para hacerte sentir que eres de su propiedad, dándoles el acceso completo a tú comente y cuerpo.

Maldita sea.

—Diamond, déjame ir —logro suspirar, pero no le importa.

Tomándome por sorpresa me levanta del suelo. Suelto un gemido de sorpresa. Por inercia envuelvo mis piernas a cada lado de su cintura, mientras suavemente deja caer mi cuerpo en la base plana del lavamanos.

—Justo así es como te quiero, Phoenix. —mi cuerpo se contrae al sentir en suyo como encaja con el mío perfectamente. Su bulto malditamente rozando peligrosamente mi entrada, que como era de esperarse, está palpitando.

—Diamond —jadeo cuando la fricción de su bulto se entierra en mí.

Sonríe.

—Su hubiera sabido antes que tus palabras se detienen con solo tenerme cerca, no tendría que haber perdido tanto tiempo soportando tu boca imprudente —Me estremezco cuando vuelve a moverse. Estoy tan sensible que apenas si puedo pensar. —Me encanta ponerle control a tu cuerpo, Phoenix.

Me detengo, aún conteniendo los gemidos ¿Cómo se atreve a decirme eso aun cuando estoy peleando por mi propio control? Por inercia a sus palabras, cierro aún más mis muslos a su alrededor de su cintura ancha. Lo acerco tanto hasta que de verdad siento completamente su polla.

Dios mío, es tan grande que me nubla la mente. Caigo en cuenta de que si estoy así de caliente aún con la ropa puesta, ni siquiera me quiero imaginar cómo sería sin ella.

Pero se siente tan excitante sentirlo tan cerca y tan tortuoso tenerlo tan lejos. Sentir como gruñe por lo bajo hace que me nuble los sentidos y que mi pulso se acelere. Su respiración también se vuelve agitada, pero no hace nada para apartarse es como si también sintiera la necesidad de sentirnos, de complacernos mutuamente. Sé que esto le gusta tanto como a mí.

—No te veo hablando —digo. Con mi pecho subiendo y bajando. —¿Qué pasó, te quedaste mudo?

Gruñe en respuesta, pero cuando estoy por hablar mis palabras se atascan cuando sus manos bajan hacia mis jeans e intenta bajarlos.

Entre jadeo y gemidos su boca se conecta con la curva de mi cuello. Lamiéndolo y succionando mientras sus manos hacen el trabajo de bajar mi pantalón. Jesucristo, esto es demasiado para una sola persona, tanto deseo no puede ser normal. Sintiendo cómo le consume por todas partes, es tan intenso que mis gemidos no pueden ser contenidos un minuto más.

—Haz lo que quieras conmigo, Diamond —suelto, presa del deseo y la intensidad que me consume. —Destrúyeme por completo.

Sus ojos oscurecidos se conectan con los míos.

—Eso no tienes que pedirlo. —dice, mientras sus ojos se detienen en mis labios entreabiertos. —Jesús, Phoenix, serás mi fin.

Y entonces sus labios chocaron con los míos. Sus labios son cálidos y exigentes, y tal vez es por todo el éxtasis que me consume, pero se siente como si me estuviera reclamando.

Este beso es tan feroz como todo lo demás sobre él. Su agarre en mi cabello, sus caderas golpeando dolorosamente entre mis muslos, pero aun cuando solo es fricción de nuestros cuerpos, se siente jodiamente bien. Se siente como si fuera de su propiedad.

Por primera vez en toda mi horrible vida suelto mi control solo para dárselo a otra persona que apenas y me cae bien cuando no está haciendo gritar. Pero se siente increíble. Maravilloso.

—Diamond ―jadeo, abriendo más mi boca para él.

Cuando su lengua se desliza dentro de mi boca, y pruebo su sabor... Maldición, Dios, puedo saborearlo, pruebo lo que ha tomado, lo que le he dado, y me hace sentir más salvaje que nunca.

—Phoenix ―Sus caderas golpean contra mí―. Mi jodida pelirroja terca―. Se aleja un poco mientras lame mi boca―. Eres mía nuestra ahora. Ese dulce jugo fresa en tus labios ahora en mío. ―Su cabeza se inclina y profundiza nuestro beso aún más, nuestros dientes chocan juntos, nuestras lenguas se enredan―. Te arrancaré esta maldita ropa y no volverás verla.

Mis gemidos que salen amortiguados por su boca son descontrolados. Yo estoy sin control, Diamond me hace despojar de todo mi puto control. Pero eso justo ahora no me interesa, ni siquiera es importante.

Lo que realmente importa es como nuestra burbuja lujuriosa se explota en nuestra cara cuando unos toques en la puerta hacen que nosotros nos separemos. Rápidamente alejo a Diamond mientras subo mis jeans a su lugar, él solo se queda ahí mirándome con sus ojos consumidos por el deseo.

—No digas ni una sola palabra. —susurro.

Me gruñe, mirándome con esos ojos de querer volver a tocar mi cuerpo. Apostaría a que esa mirada le está costando no mandar a la mierda los toques en la puerta del baño para venir y terminar lo que desgraciadamente empezó.

No lo pienso negar, el mío todavía no ha ido, pero caí en cuenta de algo, acabo de besarme con Diamond, el tipo que más odio desde que pise este lugar. Le cedí todo el control de mi cuerpo y mi mente, y todavía no encuentro ese gramo de remordimiento.

—No puedes con toda tu ropa llena de sangre, Phoenix. —dice.

Asiento.

Me observo en el espejo encontrándome con el desastre que Diamond ha hecho en mi cabello. Mis mejillas están sonrojadas, por no decir que todo mi cuerpo también. Una sonrisa se pinta en mi rostro y al mirar hacia él, lo encuentro mirándome con seriedad, pero con un brillo extraño en sus ojos.

Los toques constantes en la puerta harán que mi paciencia se vaya a la mierda.

—Abre la puerta.

Niega.

—Si la abro te irás y fingirás que esto no acabada de pasar. No pienso correr ese riesgo contigo, Phoenix.

Sonrío mientras me volteo para encararlo.

—Hacer como si esto no pasó es justamente lo que haré, quieras o no, Diamond, no puedes cambiar eso.

—¿Me estás retando a acaso?

Trago saliva.

—No, es que...

—¡Phoenix, si estás ahí abre la maldita puerta ahora! —grita Lea.

Corro hacia la puerta apartando a Diamond de ella mientras veo la decepción en sus ojos. Apenas abro la puerta, su rostro se vuelve una máscara fría al ver a Lea. Sale sin decir una palabra dejándonos sola.

Trato de encubrir mi tristeza e ira por ser una estúpida frente a Lea.

—Toma, ponte esto—Me pasa una bolsa con uno de sus vestidos ceñidos al cuerpo. —Vi cuando te caíste en el charco de sangre. Por cierto ¿estás loca? ¿Por qué demonios tocaste eso?

Pongo los ojos en blanco mientras me libero de los jeans y la sudadera de Luke. Lástima, tendré que atacar su ropa de nuevo.

—Ya me preguntaron lo mismo, no hace falta que lo hagas tú también. —me visto con el vestido. —Además, tengo mucha curiosidad por saber quien es ¿sabes?

Arruga el entrecejo luciendo dudosa.

—¿Curiosidad?

—Así es. —Me volteó hacia el espejo. El vestido de un color naranja pálido hace que mis curvas se vean muy pronunciadas, es de un corto muy provocador. Pero me queda fabuloso. —Veré si puedo examinar el cuerpo ¿sabes cuanto tiempo tardaron el llevárselo a la morgue?

De nuevo, se muestra dudosa a contestarme.

—Hace diez minutos lo llevaban el equipo forense. —Da un paso hacia mí. —¿Phoenix, que estás planeando?

Dejo de peinarme las ondas de mi cabello largo pelirrojo para mirarla fijamente.

—Nada de lo que tengas que preocuparte, hermanita. —Me agacho para terminar de ponerme las botas. —En serio, no te preocupes.

—¿Pero a dónde vas? —Inquiere al verme ir hacia la puerta.

—Ya te dije, a examinar el cadáver encontrado, Lea. Tranquilízate.

—No creo que te permitan hacer eso.

Sonrío.

—No hace falta que lo hagan.

Dejándola sola en el baño salgo hacia los pasillos. Me encuentro con las típicas citas amarillas que marcan la escena del crimen, aunque es demasiado sencillo para ser la escena auténtica. El charco de sangre todavía sigue en su lugar, pero si hace una hora había muchas personas apenas queda el recuerdo.

El tacón de mis botas hace eco con cada paso que doy por el pasillo desolado de la universidad. Está completamente oscuro. Debería tener un poco de miedo al recordar lo sucedido de ayer, pero simplemente hace que mi curiosidad se encienda.

Al salir al estacionamiento caigo en cuenta mi maldita suerte. Justo cuando llegan mis autos decido venir con el de Dominik ¿de dónde se me ocurrió esa mierda?

Con impaciencia saco mi celular de la mi mochila que cuelga de mi hombro. Llamo a Norman y rápidamente contesta. Sonrío ¿qué nunca tiene algo que hacer?

—Emergencia —empiezo.

Escucho como resopla en respuesta.

—Una emergencia tengo yo aquí en el baño. —bufo una risita. —Vamos, mujer, dime qué quieres.

—Necesito que vengas a recogerme al estacionamiento de la universidad, tengo algo importante que hacer.

—Crees que soy tu puto chofer personal —suelta. Le contesto que si para luego escucharlo suspirar. —Llego en cinco, no te muevas.

Sonrío. Y lo espero pacientemente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro