Epílogo
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuánto habían pasado juntos? ¿Cuántas cosas habían soñado con realizar en la compañía del otro? Aveces todos esos sueños se destruyen con el pasar del tiempo.
Muchas personas prometen una eternidad para solo darles unos meses o unos cuántos años a la persona que juraban amar para toda su vida. Eso era común ¿cierto?
—¿Que clase de hombre sería si te pidiera venir a vivir conmigo?— le pregunto mientras sostenía su mano fuertemente y la acariciaba con su pulgar
—¿A qué te refieres Eji?— le pregunto algo preocupada
Pero ellos no eran comunes. No seguirían a la multitud porque eso no iba con ellos.
El bullicio del nuevo restaurant de comida mexicana que se había abierto en la ciudad desapareció para ella, bajo su vaso de jamaica y los enfoco en su pareja. Cuando él la invitó a comer aquél día a almorzar no pudo evitar sentir su corazón saltar de emoción, estaba de visita en la ciudad por un par de días. Kirishima sabía cuánto amaba su novia la cultura mexicana, así que le pareció el lugar ideal para lo que haría.
En ningún momento la había dejado sola, ni siquiera cuando ella se mudó algo lejos de él, ni cuando estaba ahogada en estrés con un humor algo insoportable por no haber aprobado para la universidad que tanto anhelaba y Kirishima terminó viajando dos horas solo para ir a consolarla, y pasar la noche juntos, abrazados y acurrucados como dos tórtolos.
Ella tampoco lo dejo cuando su mamá murió, o cuando lo acusaron injustamente en uno de sus tantos empleos y casi le meten una demanda. No, ningún problema los alejo, ni siquiera los celos que sentían de repente por ciertas personas que habían entrado a su vida. Nada los había separado hasta ahora... ¿Pero acaso había llegado su final?
Shione sentía que todo iba perfectamente bien en su relación, pero esas palabras despertaron en ella un sentido de alarma que hace mucho que no sentía. Cierto, los últimos dos meses casi no habían podido pasar tiempo juntos como antes porque Eijirō se había conseguido por fin un trabajo fijo, y por qué ella había terminado sus últimos exámenes para por fin graduarse, pero no era nada grave ¿cierto?
—No sería un caballero si simplemente te pidiera venir a vivir conmigo, en unión libre sin nada más. Eso no sería responsable de mi parte y demostraría falta de compromiso ¿cierto?— la vió esperando su respuesta
—Perdón Eji, no-no se a dónde quieres llegar.— se puso nerviosa, y él lo pudo sentir
—Jaja... Ya veo... Querida, vivimos algo así hace unos años, ¿recuerdas? Cuándo ambos dudabamos de nuestros sentimientos y decisiones y casi nos hicimos daño.
—Sí, lo recuerdo, pero todo eso nos trajo hasta aquí.— alzó las manos de Kirishima que estaban sobre las de ella y les planto un suave beso de cariño, dejando un sonrojo y una sonrisa embobada en su hombre
—Es verdad, así que está vez no pienso perder el tiempo.— soltó sus manos y se levantó
—¿Perder el tiempo?— pregunto entre risas algo nerviosas, ¿que le pasaba hoy a su novio? Había actuando algo raro desde la mañana que la recogió de la casa de sus padres, le preocupaba un poco, ¿acaso le estaba sucediendo algo?
Pero esos pensamientos se vieron interrumpidos cuando escucho el toque de unas trompetas a los lejos, seguido de una guitarra y un violín, enseguida, una gruesa pero melodiosa voz se hizo escuchar.
Volteó a ver de dónde provenía la música así como el resto de los comensales que hacían. ¿Mariachis? Bueno, era de esperarse estando en un restaurant mexicano ¿No?
—¿Pero qué?— vió como se empezaban a cercar entre las mesas, y de repente se detuvieron a una distancia apropiada de ellos
—¿Shion?— escucho que Kirishima le llamaba para que volviera a prestarle atención
—¡Ah! Si, perdón es que...— se dió la vuelta pero se congelo al verlo de nuevo... Arrodillado al frente suyo, con un anillo en mano.
Un sencillo pero hermoso anillo de plata, con una franja de pequeños diamantitos incrustados, uno rojo y otro de palo de rosa que se alternaban por todo el frente.
—¿Te casarías conmigo?
Un silencio se hizo presente por todo el restaurante que quedó en silencio, a la espera de la respuesta de la muchacha de 22 años.
Su silencio duró un par de minutos, minutos que le parecieron una eternidad al joven de cabello oscuro con puntas teñidas de rojo. Una gota de sudor se escurrió por su cien, sentía como sus piernas se empezaban a entumir, pero la chica solo tenía una cara de asombro, casi en estado de shock.
¿Había sido demasiado? ¿Acaso se apresuro mucho? ¿Le diría que no?
Su cabeza estaba empezando a dar vueltas hasta que vio como ella saltó hacía él y ambos cayeron al suelo, él sentado y ella de arrodillada mientras la abrazaba con fuerza por encima de sus hombros.
—¡Claro que sí! ¡Sí, sí, sí!— estaba que no cabía en sí.
Los gritos y ovaciones de los comensales se hicieron oír y los mariachis enseguida empezaron a tocar nuevamente una de sus canciones favoritas de Pedro Infante. Petición específica de Kirishima que ya conocía sus gustos como si fueran los de él.
Él rió alegre y la abrazo con fuerza. Ambos se levantaron algo avergonzados y por fin, le puso el anillo, seguido de otro abrazo.
—Gracias Eji... Gracias. Te amo.— confesó pegada a su cuello
—Y yo a ti, linda.— colocó su mano en la nuca de su ahora prometida y la separó un poco de él, para entonces, besarla con cariño
Ella le respondió y lo rodeó por el cuello, permitiéndole a él poner sus brazos por su cintura y alzarla mientras le daba un par de vueltas sin despegarse de sus labios.
Sus amigos se acercaron a ellos, estaban ocultos grabando todo como siempre.
El resto de la tarde se la pasaron todos juntos, riendo y disfrutando el momento.
Pero aunque todos parecieran felices, había alguien que no se veía del todo "ahí".
Kirishima le dedico un vistazo a su amigo, algo perdido en sus pensamientos, moviendo ansioso su pierna y tomando agua a cada rato, lo veía cada tanto ver hacía afuera.
—Hey, bro, ¿estás bien?— le pregunto después de seguirlo al baño
—No lo se...— murmuró bajo lavándose las manos
Vaya que había cambiado esos últimos años. Bakugō ya no era el mismo.
—¿Qué ocurre?— se acercó a él, apoyándose en la pared
—La vería en unas horas... En eso habíamos quedado... Lo prometimos.
Y el "foco" de Kirishima se encendió, ya sabía a quién se refería. Hacía tiempo que no la mencionaba.
—¿Y que paso?— mostró su interés, después de todo, no era algo que tomarse a la ligera, sabía cuánto le importaba a Bakugō ese tema
—Creo que ya no sé podrá.— lo vió con semblante decaído y su ceño fruncido de preocupación
—¿Por qué lo dices? ¿Qué le dirías?— se despegó de la pared manteniendo su mirada en su amigo, casi hermano para él
—Olvídalo. No quiero arruinarles el momento.— se encamino pero el pelinegro se puso en su camino, preocupado —Has feliz a Shione.— le sonrió de lado y puso su mano en su hombro, animandolo con una cansada sonrisa —Tengo que irme, idiota. Despideme de todos, espero mi invitación para la boda.
Paso a su lado y salió de ahí.
—Jaja... Cuando quieres sabes hacerme preocupar cabeza de chorlito.— negó divertido con la cabeza y salió de baño. Ya no había Bakugō a la vista.
Camino a su mesa de nuevo, viendo reír a la mujer que sería su esposa.
No importaba nada de lo que pasará a su alrededor, solo podría amarla a ella, y ella solo podía amarlo a él. Estaba convencido.
—Seamos felices.— le dijo apesar de saber que ella no lo oía, pero eso fue como una promesa que se puso, una que disfrutaría cumplir.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro