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Tercer capítulo

Tercer capítulo

-Ohhh dioses, ¡mira esa hermosa sonrisa!

Pete intentó disimular con una mueca pero le fue imposible, Maisha era quien más lo conocía y no podía ocultarle la sensación cálida que de a poco iba adueñándose de su ánimo.

-Ni siquiera lo intentes -le dijo la mujer- me encanta verte sonreír, hace años que no veía algo así.
-Exageras -le restó importancia mientras terminaba de lavar los platos al finalizar el turno.
-¿Tiene nombre?

Dejó caer un suspiro, no tenía sentido negarlo.

-Ae, pero no hay nada, solo somos amigos.
-Por ahora...
-No creo que lleguemos a algo más.
-Porque no te lo permites, Pete, pero ya es tiempo de hacer tu vida.

Se secó las manos, se apoyó en el mueble donde había dejado los platos y la miró a los ojos.

-No es fácil.
-No, no lo es, pero tampoco es imposible, hace cuatro años estás aquí atrás, vives en el pueblo, pero apenas sales, es hora de que dejes todo atrás y empieces a vivir realmente.
-Y si...
-Y si... y si muchas cosas, no hay certezas de nada, aún así es hora de que salgas al mundo -le tomó las manos- no lo digo por ese chico, él es secundario, lo digo por tí, porque aunque amo tenerte conmigo, quiero verte hacer algo más de tu vida, no puedes estar siempre entre cuatro paredes asustado del próximo paso.
-Lo pensaré.
-¿Ves? Ese es un paso adelante, que algo entre en esa cabeza dura.

〰️〰️〰️

-¿Cómo fue el turno?
-Tranquilo -caminó al lado de Ae, los dedos tan cerca que por poco estaba unidos.
-¿No pensaste en cambiar el horario?
-La verdad que no, me siento a gusto, se que puede parecer un poco incómodo pero funciona para mí.

Avanzaron cuadra tras cuadra hablando del día, en el mes que pasó desde que Ae se presentó por primera vez algo se había colado en él, un anhelo cada vez más grande que se le hacía imposible contener.
No lo pensó mucho y evitó sobreanalizarlo.

-¿Quieres subir? -se sintió tímido al preguntar.
-Pensé que nunca preguntarías.

Lo guió a través del pasillo que daba a varias puertas, cruzando un patio cubierto estaba su habitación, la puerta de madera oscura dando la entrada al pequeño mundo en el que vivía. Lo dejó entrar y le dio la espalda, la intrusión de pensamientos negativos le dejó un gusto amargo hasta que sintió las manos del morocho tocarle los hombros.

-¿Prefieres que me vaya?

¿Eso quería? se preguntó y negó con la cabeza. Se dio vuelta con lentitud hasta mirarlo a los ojos.

-Se que decirte que eres hermoso puede sonar superficial -le acarició las mejillas- pero es así como te veo.

No respondió, y en un segundo de valentía inició un beso suave, la lengua barriendo los labios contrarios que le devolvieron un pequeño mordisco.
Las manos de Ae fueron a su cintura y se ajustaron allí, las suyas se aferraron al pelo oscuro dando pequeños tirones que generaron escalofríos que no fueron disimulados.
Se movieron sin pensarlo, los pies llevándolos al borde de la pequeña cama, los cuerpos acomodándose sobre ella, dando y entregando con los besos más de lo que podían poner en palabras.
Pronto el calor era incendiario, los dedos de cada uno rozando la piel ajena bajo la ropa, hasta que fue necesario quitar las primeras prendas.
Pete dejó que los labios de Ae comenzaran a bajar por su cuello, los pezones pelliscados mientras seguía un recorrido tibio hasta el ombligo.

-¿Puedo? -lo escuchó gruñir y solo asintió.

El pantalón desapareció muy rápido.
Y ese fue el click.

-No no -se cubrió la ingle con las manos- no.

Observó a Ae acomodarse de rodillas entre sus piernas, una mueca en su rostro.

-¿Fuí demasiado rápido?
-Lo siento Ae...
-¿No quieres?

Bajó el rostro, las lágrimas a punto de caer.

-¿Confías en mí?
-Si.

Las manos fueron a sus rodillas y acarició allí, desde su posición podía ver el boxer bajo el pantalón, la erección era evidente.

-¿Quieres que me vaya?
-No, solo dame un segundo.
-Eso puedo hacerlo.

Perth buscó en el borde de la cama y alcanzó una sábana con la que lo cubrió antes de acostarse a su lado.
Sintió los dedos pasar por su pelo, recorrerle las orejas y llegar a sus labios.
Tomó aire y lo dejó salir en pequeños soplos, desde la cercanía podía ver cada detalle del rostro del mayor, las pequeñas marcas y cicatrices, contra todo pronóstico, su cercanía le generaba paz.

-No se si voy a poder... -admitió.
-¿Pero es algo que quieres?
-Mjmm.
-Iremos más despacio.
-Está bien.

Los besos de Ae volvieron a su cuerpo, la lengua recorrió el caracol de su oreja mientras y bajó hasta llegar al hombro donde depósito algunos besos.

-¿Puedo quitarme el pantalón?
-Si.

Al instante el cuerpo del otro estaba sobre el suyo, apenas separados por una sábana, los labios dejandole surcos calientes, los dedos imprimiéndole huellas que sentía arder. Continuar fue natural, roces incendiarios, placer acumulándose a lo largo de su columna.

-¿Continúo?

Como respuesta quitó toda barrera, su cuerpo expuesto como nunca antes había querido.

-Tienes algo...
-Solo crema para manos.

Perth la buscó sobre la mesa ratona y colocó sobre sus dedos antes de llevarlos a su entrada.

-Intenta relajarte.

Sintió los dedos entrar de a poco, la quemazon haciendo retroceder su excitación.

-¿Paro?
-No, estoy bien.
-Voy a parar en el momento que me lo pidas.

El ardor fue mayor que lo esperado, los besos de Ae no podían hacer olvidar el dolor de sentirse invadido por el cuerpo ajeno, su mente tomando el control dejando poco lugar al placer.

-Pete... -lo llamó una vez enterrado en profundidad- vuelve aquí, vuelve conmigo.
-No puedo -susuró- pero necesito que sigas.

Así lo hizo, el cuerpo meciéndose generando fricción, los gemidos llegaban a su oídos pero los sentía ajenos, casi lejanos, el gruñido de Ae al liberarse marcando el punto de no retorno.
Se sintió inútil y vacío, las lágrimas deslizándose libres.

-Te lastimé -la angustia en las palabras- perdona... perdona.
-Estoy bien -trató de sonreir- no me lastimaste.

Hizo una mueca cuando el pene abandonó su cuerpo, su erección totalmente perdida.

-No lo disfrutaste.
-Esta bien...
-No, Pete -le besó el ombligo- esto era para los dos.

Pensó que sería imposible, pero la boca caliente y húmeda envolviendo su miembro lo volvió a exitar.

-Te quedas allí -le indicó acomodándose entre sus piernas.

Apenas podía mirar, porque la tibieza de la lengua lamiendo con ansias lo tenía llevando a mover el cuerpo de un lado a otro, una mano lo sostenía con fuerza mientras la otra había vuelto a su entrada donde dos dedos iniciaron un vaivén que tocaba algún punto desconocido y exquisitamente placentero.

-¿Quieres más? -preguntó dejándolo caliente.
-Ae...

Miró una vez más, la cabellera oscura desapareciendo a la vez que una sensación nueva y desconocida lo abarcaba todo.

-Así...

Gimió levantando la cadera mientras la lengua intentaba entrar en él, una mano bombeando su pene arrancando el placer de una manera impensada, el semen haciendo un desastre en el abdomen.

Se sintió caer a la vez que era tan liviano que flotaba, solo los brazos de Ae podían sostenerlo.

〰️🖤〰️

Hola aquí!
Como están?
Aquí ya trabajando y volviendo a la vida de locos.
Espero les haya gustado este capítulo, espero muy pronto tener más, tenganme paciencia!
Gracias por leerme y seguir apoyando mis historias. Saludos




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