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Octavo capítulo

Octavo capítulo

-Vamos hijo...
-No!
-Vamos, mírame.
-No -sollozó el pequeño- no tiero.
-Vamos vida -lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su pecho- por favor, dime que te pasa.

Vio los puñitos apretarse con fuerza, o con toda la fuerza que un niño de casi cuatro años podía reunir.

-¿Quiéres contarme? -le dijo al oído mientras se sentaba al costado de la cama- la tía Maisha me dijo que estabas chinchudo.

Lo sintió asentir y respirar con fuerza.

-¿Estás enojado? -preguntó mientras se acomodaba entre los juguetes- ¿peleaste con alguien en el jardín?
-No...
-¿Alguien te molestó?
-No...
-Vamos Niko... me puedes contar...
-Papá...
-Dime.
-¿Tuándo va a volver papi?

Ae intentó que el nudo que se apretó en su garganta le diera espacio a seguir respirando.

-¿Le puedes decir te vuelva?
-Niko...
-Porte Lila dice te no tengo papi.
-¿Eso dice Lila? -repreguntó para darse tiempo a elaborar otra mentira.
-Ti.
-Niko -trató de razonar cuando todo lo que quería era llorar la tristeza de su hijo- es que Lila no conoce a papi, él está ocupado y no puede volver ahora.
-¿Pero va a venir? -la esperanza pintada en los ojos canela- ¿para mi tumpleaños?
-Falta muy poco para eso! -intentó desviar el tema- y no quiero que pelees con Lila, ella es tu amiga.
-No!
-¿Cómo que no?
-No la tiero más.
-No digas eso... -besó sus mejillas- no tienes que pelear.
-Pero ella dijo te no tengo papi...
-Solo fue un error, no es razón para que no sea tu amiga.
-Pero... -hizo un puchero adorable- tiero te papi venga, ¿le puedes decir?

Suspiró buscando fuerza que ahora no sentía.

-Tengo una idea, ¿Te cuento?
-Ti!
-¿Qué te parece si vamos de paseo?
-¿A donde?
-¿Qué te gustaría?
-La playa!
-Entonces iremos a la playa, pero tenemos que esperar unos días.
-Ti.
-Y tienes que dejar de pelear con Lila.
-Ti.

Por lo general, Ae sentía que ver crecer a Niko compensaba todo, con el tiempo la realidad de la vida había calado en él, pero sabía muy bien que la mentira con la que crecía su hijo no podía ser sostenida por siempre.
Al principio, en lo días posteriores al abandono, mantuvo la esperanza de que volvería, pronto estaría con ellos, un día llegaría del trabajo y Pete estaría allí, abrazando a su bebé, él lo besaría tanto, le daría tanto amor que todo lo demás pasaría a ser un mal recuerdo.
En las semanas que le siguieron, la desesperación comenzó a ser su compañera, rogó, imploró a Maisha, sospechaba que ella tenía algún dato, por lo menos necesitaba saber que estaba bien, que la depresión no había tenido peores consecuencias.
Cuando soplaron las velas de la primer torta de cumpleaños, albergó la esperanza de que lo vería atravesar la puerta para festejar con ellos, que compartirían la felicidad por el nacimiento de Niko. 
Cuando llegó el segundo año, terminó de ser tan ingenuo, su bebé había dejado atrás los pañales y mamaderas, ahora comenzaban las preguntas. Inventó la historia del viaje y la sostuvo. Sus vidas eran un campo minado por el cual intentaba transitar evitando que su hijo echara en falta a su otro padre, pero no siempre lo lograba, Niko era un niño de naturaleza curiosa, esa misma curiosidad daba luz verde a los custionamientos y exigencias a las cuales cada vez se hacía más dificil cumplir.
Dejó a su niño en el dormitorio para hablar con Maisha a solas, ella por lo general lo retiraba de la escuela y lo cuidaba mientras él volvía del trabajo. Sus vidas se habían ajustado un poco, pero lo estaban logrando.
Se sentó a la mesa y suspiró.

-Lo mismo de siempre -le dijo a la mujer.

Ella bajó la mirada, y a veces era mejor así, ni por un segundo dudaba de que sabía donde estaba Pete, ya había dejado de preguntar.

-Nos iremos unos días a la playa -comentó- tal vez eso lo distraiga un poco, las peleas se hacen cada vez más recurrentes, no encuentro la forma de aplacarlo.
-Tal vez se parece demasiado a tí -intentó bromear, aunque a sus oídos sonó más a una burla.
-Puede ser...

Maisha se retiró al poco tiempo, Ae a veces se resentía con ella y actuaba un tanto hostil aún sin intención de hacerlo y es que tenía mucho que agradecerle, sin ella ayudando en la crianza, habría sido casi imposible, en esos 4 años había cumplido el rol de abuela a la perfección.
Bañó a su pequeño, lo metió en la cama luego de comer y le leyó uno de sus cuentos favoritos. Mucho más tarde de que se durmiera, la boca en forma de corazón dejando salir sonidos divertidos, se quedó allí, observandolo, ya casi no pensaba en Pete, pero la nariz puntiaguda y las mejillas regordetas se le parecían tanto que dolía, ni hablar de los ojos de la tonalidad exacta que a veces lo miraban con la misma melancolía cln la que lo había mirado el otro.
Hace tiempo, posiblemente con las primeras peleas de Niko, dejó de idealizar un reencuentro, algo que posiblemente nunca iba a pasar y comenzó a admitir que esta no era la vida que Pete había querido, al fin de cuentas, su hijo había sido una sorpresa no deseada, esta vida no era la que había querido para él. Ahora lo entendía y estaba en paz con eso.
Y él tenía a su hijo, lo único importante, lo único que valía la pena.
Tal vez era hora de dejar el pasado atrás y rehacer su vida, dejar ir para siempre el recuerdo de algo que nunca había sido suyo en primer lugar.

〰️🖤〰️

Hola!!! Que tal gente?
Por esta parte del mundo días helados, justo como para quedarse en la cama y leer.
Aquí les traje un poco más, espero lo disfruten. Y si llegaron hasta aquí, dejen su hermosa estrellita y algún comentario. Gracias por leer.

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