Décimo primer capítulo
Décimo primer capítulo
Caminó por la casa apagando las luces, solo el resplandor que atravesaba las ranuras de la puerta de la habitación de Niko rompía la oscuridad. No quería entrar y mirar, pero necesitaba torturarse para que algo tuviera sentido.
Pete estaba allí, en la misma cama del niño que había abandonado, del niño que lo amaba de una manera desmedida aún sin conocerlo. Entreabrió para espiar, el cuerpo de su hijo relajado, una sonrisa dulce en sus labios, Pete con los brazos a su alrededor, los ojos fijos en la naricita, por la tensión de su cuerpo, sabía que estaba allí esperando a que se resolviera dar la cara y pasó más de media hora antes de que se decidiera a salir.
Lo miró con interés, ya no era el mismo Pete, había algunos detalles que lo hacían diferente pero no podía
saber a ciencia cierta cuales eran ni a que se debían. El pelo mucho más corto, las mejillas menos prominentes, el brillo casi desaparecido.
Frente a frente no sabía que decir ni que hacer, las intenciones de sacudirlo hasta sacar algo de verdad de sus labios estaban allí.
-Es maravilloso -habló mientras limpiaba las lágrimas con las palmas de la mano- simplemente maravilloso.
-Bueno... gracias, hice lo que pude.
-Ae...
-¿Vas a decirme todo? ¿Vas a decirme la verdad?
-Yo...
El cuerpo encorvado estaba allí y supo que no sacaría nada de él, ni siquiera una mentira que creería sin pestañear.
-¿Tan poco nos querías? -intentó no ahogarse con las palabras- ¿Tan infelíz te hicimos?
-No es así...
-Y cómo es! Maldita sea! Dime como es! No me amabas, bien, puedo entenderlo, pero Niko era un bebé inocente y él te necesitaba.
Escuchó el llanto y eso lo enfureció al punto de levantarse y agarrar a Pete por la ropa. Quería golpearlo, destrozarlo, sacarle una verdad de los labios. No hizo nada de eso. En cambio se aferró a él y lloró sobre su hombro, lloró por el abandono y el desamor, por la tristeza de su hijo, por las esperanzas rotas, por la amargura de sentir que su amor no fue suficiente para mantener unida a su pequeña familia.
-Llegué a pensar que estabas muerto, luego pensé que solo necesitabas tiempo -trató de que el agua de la nariz no llegara a la ropa pero fue imposible- solo necesitaba una palabra, solo una, la que fuera.
-Lo siento...
-¿Lo sientes? -levantó la mirada y la clavó en las pupilas canela- ¿Qué es lo que sientes? Qué nos abandonaste? Qué dejaste un bebé de meses? Qué ni siquiera tuviste el valor de despedirte?
-Lo sii...
-No lo digas! No me digas que lo sientes porque en verdad no sientes nada! Eres una piedra Pete, eres insensible y cruel. ¿Viste su carita? Miles de veces pidió por ti, desde que descubrió que faltaba alguien en su vida, y fue mi error mentir en tu nombre porque no lo mereces.
-Lo se...
-Claro que si... y ahora vuelves ¿a qué? Si ni siquiera puedes decir una verdad.
-No quería...
-Claro, no querías, y aún así, aquí estás.
Se alejó unos pasos para sentarse a una distancia prudencial, Pete no se movió de lu lugar, los hombros caídos mientras el llanto atravesaba su cuerpo. Permanecieron allí sin decir ninguna palabra, los pensamientos de cada uno llevándolos a su propio infierno.
-¿Vas a quedarte? -el mutismo lo estaba volviendo loco.
-Si no te incomoda...
-Ya sabes donde está la habitación, dormiré con Niko.
No le respondió y levantó una mochila que no había notado antes de caminar hacia el interior sin otra palabra.
Caminó a la habitación de Niko para espiar, dormía en profundidad, siguió hasta su habitación para buscar una muda de ropa con la que dormir. Ver a Pete sentado en la cama sacó lo peor de sí. No era racional.
Avanzó y se colocó a su altura, los ojos haciendo contacto. Era lo más enfermo que había hecho en su vida y se arrepentiría una y mil veces. Avanzó con un beso castigador que Pete respondió con una sumisión absoluta, con los dedos tocándole timidamente los hombros. Mordió con fuerza, el labio inferior siendo castigado, mientras unos sonidos sutiles eran liberados.
-Te odio -le dijo al separarse un poco.
-Lo sé -respondió antes de cerrar los ojos y buscar un beso más.
No pensó mucho más desde allí, en minutos lo tenía boca abajo, apenas le había bajado el pantalón y llegado a su entrada para prepararlo con diligencia y algo de crueldad.
-Pideme que pare -habló con la poca cordura que tenía- pideme que pare, huye una vez más.
-Por favor -el susurro salió entre los labios hinchados- sigue.
Entrar en Pete fue lo peor que podría haber hecho, se movió con rabia, con el deseo de hacerle doler tanto como le dolieron esos cuatro años. El orgasmo fue el peor de su vida, el más amargo y triste. Al retirarse no pudo mirarlo a los ojos, corrió a esconderse en el baño y llorar la amargura allí.
La ducha quitó algo del aroma de su piel, al salir del baño pudo ver el cuerpo a contra luz, estaba tumbado de lado, una colcha liviana cubriendolo.
Quería decir algo, pero la vergüenza no se lo permitió.
-No me arrepiento -la voz del castaño retumbó entre las cuatro paredes- y espero que tampoco te arrepientas.
No respondió y se escabulló como un ladrón en su propia casa para meterse en la cama de su niño.
-Shhhhh, duerme...
-¿Papi?
-Está descansando.
-Tiero te venga
-Niko...
-Papi!!! -gritó y saltó de la cama golpeando con sus piecitos descalzos- Papi!
-Niko...
-Papi! -volvió a llamar casi con desesperación- papi...
Pete apareció en su camino.
-¿Papi? -sollozó- treí no tabas.
-Acá estoy amor -lo llevó a su pecho- acá estoy.
Con la mirada pidió permiso para llevarlo con él y no hubo razón para decir que no, vio su espalda cuando avanzó por el pasillo con Niko en brazos.
Maldito, mil veces maldito. Se necesitaron cuatro años para empezar a recomponerse y solo unos minutos para volver al mismo dolor del principio.
〰️🖤〰️
Hola gente.
A que no esperaban actualización el día de hoy.
Espero no se les haga pesada esta historia, a veces se hacen demasiado personales y agradezco que lo compartan en los comentarios.
Gracias por leer! Pronto tendremos más.
Saludos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro