Décimo cuarto capítulo
Décimo cuarto capítulo
Al principio la vida había sido sencilla, tanto que para el Pete de ese tiempo no había habido demasiados contratiempos.
Es curioso como un simple hecho inocente e inocuo, puede cambiar la vida para siempre, y a veces, cuando caía en la vieja costumbre de regodearse en el dolor, ese instante volvía a la memoria para recordarle que no tenía derecho a ser felíz.
Ni siquiera podía recordar la fecha con precisión, fue alrededor de su cumpleaños número 14, lo que si estaba grabado en su cabeza era lo que estaba haciendo.
Pete recordaba haber caminado de la escuela a su casa, en ese momento tenía la cabeza perdida por un chico un año mayor, el calor en ese entonces se le hacía pegajoso y se le sumaba al sonrojo que parecía últimamente no abandonar sus mejillas. Entró y buscó con la mirada a su mamá, Earth, el pajarraco de su hermanito de seguro seguía en la escuela. El silencio le indicó que estaba solo.
Podía recordar que se estaba bañando, podía sentir el agua fresca sobre el cuerpo desnudo.
-Hey! -grito e intentó cubrirse con las manos de los ojos de quien había entrado sin cuidado.
-Oh... -se demoró unos segundos eternos- disculpa, tendrías que haber colocado la traba.
-Deberías haber golpeado -repuso con su bocota.
Nunca tendría que haber respondido, allí comenzó todo.
Se bañó apresurado, con el temor de ser otra vez interrumpido, se envolvió en una toalla y corrió a la habitación que compartía con su hermanito.
-Te has vuelto demasiado contestador -su voz provenía de la cama que había dejado tendida antes de salir en la mañana.
-¿Qué? -sostuvo la toalla con fuerza- ¡vete!
-¿Qué pasa Pete? -se incorporó y fue hacia él- estas bastante alterado el día de hoy.
-Vete! -pidió una vez más elevando mucho más la voz- vete o le digo a mi mamá!
El movimiento fue rápido sin darle mucho tiempo a reaccionar, al segundo estaba sobre él, una mano apretando sus mejillas, la otra sobre sus glúteos apenas cubiertos.
-¿A quien le vas a decir, niñito estúpido?
El intento de someterlo con su beso fue asqueroso y hasta el día de hoy podía sentir esa presión insoportable en los labios, el asco, las nauseas y el pánico lo inmovilizaron hasta el punto de quedar allí como un muñeco, frío y muerto.
El sonido proveniente del comedor hizo que lo soltara, la amenaza velada quedó flotando allí.
Esa noche ni siquiera pensó en unirse para comer con ellos, la bilis se acumuló en la garganta y por poco le dejaba respirar.
Se repitió cada vez que se encontraban solos, el miedo y la vergüenza quitándole la posibilidad de hablar. Primero fueron esos intentos de besarlo, le siguieron el tocarlo de manera accidental, hasta que cruzó todas las líneas y precauciones una noche al meterse en su cama y usar su cuerpo para darse placer.
Siguió viviendo, siguió respirando aún con el alma y el cuerpo destrozados, mil veces se culpó por no decir nada, por haberlo provocado esa primera vez, si tan solo hubiera cerrado bien la puerta, si no hubiera sido altanero al contestar. Más veces que las que no, quiso gritar, quiso sacar todo de adentro de su pecho, pero ¿Dónde irían?, ¿Dónde irían su madre y su hermanito? No había lugar para ellos, mil veces su madre lo había recalcado, nadie aceptaba hijos ajenos, las mujeres grandes no conseguían trabajos y solo les quedaba mendigar o vivir de la caridad ajena.
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-Pete, amor ¿pasa algo?
Maisha apareció en sus vidas cuando ya tenía dos años de vivir en el infierno, una de las pocas amigas que su madre había conservado a través de los años.
-Sabes, puedes decirme lo que sea...
Estaba en la punta de la lengua, allí, hablaría y Maisha lo ayudaría, tal vez hasta lo llevaría a vivir lejos de todo.
El crash de un plato al caer de la mano de Earth lo volvió a realidad, hace un tiempo había empezado a sospechar que su mamá no era tan ajena a lo que sucedía cuando salía de casa, y aún así la amaba, nunca podría dejarla.
-Todo esta bien tía -respondió en cambio- todo está bien.
Y un día, como si nada, así como empezó, terminó. Siguió atento, los oídos aguzados a los movimientos fuera de la habitación, al patrón de sueño dentro de la casa, pero dejó de oírlo merodear fuera de la habitación o en el living fingiendo ver televisión. Pasados unas semanas por fin pudo respirar en profundidad.
Y así como se le dio la paz, se la arrebató de la forma más atroz posible.
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Esa tarde se había quedado un poco más en la biblioteca, con el tiempo la lectura había sido su refugio.
Avanzó perdido en las mil cosas que imaginaba para su futuro, una vez terminados sus estudios trabajaría y su mamá ya no estaría atada a ese imbécil. En el camino paró por un pequeño pastel para Earth, la debilidad por los dulces era compartida. Equilibró la mochila y la confitura hasta llegar a casa, logró alcanzar la puerta con la llave e ingresar usando bastante ingenio.
Las luces apagadas y el televisor prendido no le dijeron nada, ni una señal de que el mundo se iba a caer definitivamente.
Si miraba atrás, podía ver que nunca se le había dado bien interpretar las pequeñas señales que el destino dejaba por aquí o allá.
El lloriqueo apenas perseptible provenía de la habitación, un sonido cruel y lastimoso que le hizo helar la sangre y correr en su búsqueda.
Los recuerdos después de eso eran un tanto borrosos, tal vez porque todo lo que podía ver era sangre, sus manos corrieron en búsquedas de las tijeras que su madre tenía a mano para los trabajos de costura, solo podía pensar en quitar a ese monstruo de arriba del cuerpo de su hermanito que lloraba aterrorizado, golpeo una, dos, tres... docena de veces, clavó con una fuerza sobrehumana, una tras otras haciendo saltar sangre y restos de carne que le empaparon el cuerpo y la ropa. Golpeó con el odio acumulado y la culpa de haber dejado a su pequeño a merced del pedófilo que destruyó su vida y ahora le arrebataba la inocencia a su hermano.
Cuando los brazos dolieron por el esfuerzo se detuvo, Earth estaba a un costado, la ropa desarreglada, el rastro de lágrimas en la piel transparente.
El grito de horror lo volvió a la realidad, la miró y en lo único que podía detenerse es que ella corrió al cuerpo sin vida tendido en un charco, dejando a los dos olvidados. Como recuerdo de esa escena, el detalle del pantalón desprendido y a medio bajar de ese hijo de puta lo atormentó miles de noche, si él no hubiera sido descuidado, su hermanito nunca tendría que haber pasado por algo así.
-Lo mataste! -gritó en un estado de histeria desconocido- asesino! ¡Lo mateste!
-Él... él -balbuceo- él... Earth...
-Muérete! -gritó entre lágrimas- maldito asesino!
No daba crédito, se levantó y trató de llegar a Earth, su madre lo impidió a golpes mientras seguía con los gritos que alertaron a los vecinos que comenzaron a llegar y entrar sin permiso.
Corrió desde allí, y después de ese momento no fue más que correr y ocultarse, hasta el día que apareció Ae en su vida y una vez más, el destino estaba poniendo las cartas delante de él, pero siempre fue tonto al interpretarlas.
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Diosssss, por fín la verdad. Es horrible y cruel, y hace meses que ese pasado está esperando a salir.
Espero sus comentarios, lo que piensan, lo que se les ocurre.
Gracias por estar aquí, aún cuando mis historias siempre traen mucho dolor y algo de verdad.
Saludos.
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