—Parece que tenemos muchas sospechosas— Midoriya estaba mordiendo la punta de su bolígrafo—Una amplia lista de mujeres que lo han reportado por acoso sexual, todas ellas tienen el móvil.

—¿Crees que una mujer podría matar a alguien de esta forma? — el tono burlesco de Shoto le crispó un poco los nervios a Izuku—Una mujer no sería capaz de estos actos.

—¿Acaso, Sho-chan no hace bien su trabajo? — su voz sonó infantil, pico la mejilla ajena con su dedo y luego la pellizcó—Aileen Wuornos, ¿debo explicar lo que hizo? Todo el mundo lo sabe—Las mejillas de su compañero se tiñeron de rojo, avergonzado de no saber de qué le hablaba—No subestimes a las mujeres, pueden ser mortíferas

—No, lo siento— miró los expedientes de los reportes contra Mineta —Debemos investigarlas.

—Para nuestra suerte he reducido un poco la lista— le pasó una hoja con nombres escritos a mano—ya que traté de relacionarlas también con los otros asesinatos, así es como logré hacer que sea viable resolver también el asesinato de Monoma Neito y Yo Shindo, las mujeres en esta lista han convivido con las víctimas, recuerda que el modus operandi fue el mismo con ligeras variaciones.

—Excelente, nunca dejas de sorprenderme, Izuku.

Se dividieron a las sospechosas para terminar más rápido, cada quien tomó su auto para salir, suelen compartir el de Shoto, pero ahora eso no se necesitaría. Izuku llegó a su vehículo, pero antes de abrir la puerta del piloto, se quedó parado, viendo el vidrío de la ventana de atrás, se giró y se recargó en la puerta.

—¿A qué se debe tu visita? — lo dijo en un tono claro, lo suficientemente elevado para que la persona al otro lado de la calle le escuchara.
Katsuki frunció un poco el entrecejo, creyó que no sería descubierto, cruzó la calle y se recargó al lado de Izuku.

—Sólo quería saber si estabas disponible.

—No lo estoy—se recargó en el auto—Voy de salida.

—Mala suerte— se miraron fijamente

—Incluso si no lo estuviera, no puedo salir con personas involucradas en el caso— Entró en el asiento del piloto y bajó el vidrio para mirar Katsuki—Mejor búscame cuando cierre este caso.

—Si es que puedes— aquello sonó demasiado burlón, incluso le había sonreído de lado.

—No me subestimes Bakugou— subió su vidrio y arrancó bruscamente, haciendo que el contrario trastabillara por la repentina perdida de equilibrio.

La primera mujer en su lista era Momo Yaoyorozu, en el seguimiento a su denuncia por acoso se estableció que estaba tan disgustada y asqueada que cuando tuvo la oportunidad, lo golpeó hasta que se cansó, Izuku lo entendía, cualquiera habría hecho aquello, era una dama de sociedad, no parecía alguien a quien le gustara manchar sus manos con la sangre de un asqueroso acosador.

Pero no sólo se relacionaba con Mineta, sino también con Monoma, siendo el ex contador de su empresa, estafándola con miles de dólares y Shindo fue amante de su ex marido antes de que se separara, conectaba con todos ellos, sólo faltaba ver si podía ubicarla en los escenarios del crimen.

Llegó a la mansión de la mujer, el portero le dejó entrar y lo condujo hasta la sala, pocos segundos apareció el mayordomo, le pidió que esperara en lo que llamaba a la señorita.

—¿Puedo ofrecerle algo? — la sirvienta se acercó.

—No, estoy bien, ¿usted saber por qué la señorita no fue hoy a su oficina? —La mujer pareció dudar un rato.

—Se sintió mal ayer por la noche, ha estado durmiendo toda la noche, hoy fui a dejarle su té Bourgeons de Yunnan, nunca se lo pierde, pero ni siquiera me hizo caso—frotó sus manos nerviosa—¿La señorita está en problemas?

—No, sólo estoy aquí como protocolo de investigación.

Antes de que la mujer pudiera decir otra cosa, el grito desgarrador del mayordomo resonó en toda la casa, Izuku subió las escaleras rápidamente, la mujer estaba totalmente drenada, su piel era como el papel y bajo las cobijas, una manguera yacía conectada en la muñeca de su mano izquierda, aunque a simple vista se podían ver diversas fisuras que debieron servir para extraer la sangre. Sacó su teléfono.

—Sho-Chan—dijo cuándo el contrario le respondió—Tenemos un cuerpo más.

Era claro que las muertes estaban conectadas, pero seguían sin nada, las otras chicas en la lista eran obsoletas ahora, pues ninguna conocía a Momo, se sacudió cuando una corriente de viento acarició su cuello, se giró en su dirección, viendo así la ventana abierta de par en par, se acercó hasta allí y analizó el lugar. Parecía difícil llegar a esa altura, el asesino debía ser bueno escalando, pues la fina madera no parecía arañada por ningún instrumento.

—¿A qué hora fue la última vez que la vieron? — preguntó.

—Alrededor de las nueve de la noche, después de que cenara—Respondió la sirvienta entre lágrimas.

Torció la boca, la mujer estaba rígida, mucho para lo normal, apostaba que su dolor de estómago no fue natural tampoco, pero para eso tenía que esperar a que analizaran el contenido estomacal. Suspiró al verse de nuevo en el punto inicial de la investigación, pero nada era imposible, él haría lo que mejor sabe hacer, resolver crímenes.