Si Miguel y Hiro tuvieran todos los tatuajes que han querido en su vida, en total tendrían 14 tatuajes. 

Si fuera por ellos sus primeros tatuajes hubieran sido a los 12 años. En ese entonces Hiro se quería tatuar un Pikachu en la pompa derecha y Miguel un Bulbasur en el mismo lugar. Cuando la abuela de Miguel lo escuchó decir tan reverenda pendejada, le metió un chanclazo y le dijo que mejor se rayara las nalgas. Hiro simplemente no se lo hizo porque se dio cuenta de que no iba a ser un gran tatuaje.

Lo que si tenían ambos eran tatuajes en los tobillos. En el caso de Hiro eran un par de alas en los tobillos que simulaban las zapatillas del dios griego Hermes. No había un mayor significado detrás de ellas, simplemente a los 22 años se le hacían muy cool y decidió unirlos a su colección de tatuajes. Miguel tenía tatuada una pequeña bota marca Rivera en el tobillo derecho mientras que el del lado izquierdo tenía la partitura inicial de Recuerdame. Eran un recordatorio que quienes lo impulsaban era su familia , que siempre iban a ser los que guiarán sus pasos.

Otros tatuajes frustrados que nunca llegaron a hacerse fueron unas jacarandas para Miguel y un gato de la suerte para Hiro. El tatuaje de las jacarandas siempre fue un deseo pero un gran problema por el tamaño que debía de ser el árbol si quería que luciera y se rehusaba a hacerse solo una rama. La solución hubiera sido un gran tatuajes en su espalda pero siempre le sacó al dolor que significaría. El gato de la suerte se lo quiso hacer Hiro en honor a su tía cuando se mudó de casa pero la mujer le había dicho que prefería que la fuera a visitar al menos una vez cada dos semanas. Prefirió entonces tener una cena inmovible con ella todos cada 14 y 28 de mes.

Ambos tenían tatuajes que se hicieron en sus respectivas graduaciones de la universidad cuando ya se conocían. Hiro se hizo dos tatuajes ese día, una línea del código binario de Baymax y el nombre de Tadashi sobre su corazón. El robot le había dicho que le gustaba mucho su tatuaje y sus amigos de BH6 le dijeron que seguro a Tadashi le hubiera dado un infarto de ver que se había tatuado su nombre. Miguel por su parte se tatuó una pequeña calaverita de azúcar en el interior del muslo para recordar su casa.

El primero tatuaje de Hiro fue el logo del BH6 que acordaron hacerse todos los miembros del equipo en cuanto el menor cumplió los 18 años. Era sumamente especial ya que Honey y Wasabi habían ideado una tinta que les daba la localización de la persona. La idea había surgido después de que la mitad del equipo fuera secuestrada y les arrancaran los GPS de los trajes. Lo único que salvó a Gogo, Fred y Hiro esa vez fue la suerte y se rehusaban a que les volviera a pasar.

El primer tatuaje de Miguel fue la patita de Dante cuando dejó su casa para irse a la universidad a San Fransokyo.  Iba a extrañar a su familia y su pueblo pero le dolía que a Dante no le podía explicar que se iba a ir por su educación y que lo quería mucho. Aunque lo iba a ver en vacaciones sabía que el perro iba a resentir no verlo y podía llegar a pensar que ya no lo quería. Para consolarse se fue a tatuar la huella de su patita para no perder el contacto con su guía espiritual. Curiosamente después de hacerse ese tatuaje desarrolló la extraña capacidad de sentir a Dante a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. 

Los últimos tatuajes que se habían hecho hasta el momento Hiro y Miguel tenían que ver con el otro. 

El mexicano se había tatuado por su primer aniversario con su novio un poema en japonés que le recordaba a él. Hiro le había gritado por sus impulsividad para quedarse callado cuando vio lo que decía el texto. Entonces lo había tomado en un tierno abrazo para recordarle que tenía que lavarlo con cuidado si quería que siempre estuviera en buen estado. 

El poema decía lo siguiente:

Nizi tachite/ Tachimachi kimi no/ Aru gotoshi

El arcoiris se postra

En un momento

Como si estuvieras aquí

Por último Hiro había decidido tatuarse su anillo de bodas con Miguel. Su laboratorio era un lugar algo arriesgado para usarlo y sabía que si se lo quitaba y ponía varías veces en un día se le iba a perder tarde o temprano. Entonces prefirió tatuarse una pequeña banda negra en su dedo anular que nunca se le perdería ni se le borraría.