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Capítulo 5

DEREK

Mierda. Morgan se aproxima cada vez más. A juzgar por la actitud de los demás, si espero a que reaccionen terminaremos descubiertos. Todo depende de mí, no puede ser de otra manera.

—¿Sí? ¿Morgan?

Theo, Magnus, Cosette e incluso Febe palidecen ante mi intervención.

¿Creen que soy estúpido? No le hablaría de no tener un plan en mente.

Ni asomo de que Morgan conteste. Tampoco oigo esos ridículos tacones.

«Vamos, Morgan, ¿Por qué te quedas callada? Simplemente no lo entiendo».

—Es muy tarde. Ese no es tu cuarto asignado —habla con cautela. El ruido de sus zapatos sigue sin hacerse presente—. Voy a entr...

Rápidamente suelto las piernas del sujeto. Me desordeno el cabello lo mejor que puedo y salgo al pasillo. Morgan se ha acercado, pero no lo suficiente como para tener acceso a la puerta. Ni mucho menos como para advertir las salpicaduras de sangre en el suelo.

—Una disculpa, Morgan. Supongo el ruido llamó la atención... Febe y yo somos novios y después de la fiesta una cosa llevó a la otra. Ya imaginarás.

Analiza mi estado; el sudor que me recorre el cuerpo, los pliegues en la ropa que gritan caos, desorden, diversión. Se lo compra sin problemas, su disgusto es más que palpable.

—Me decepciona. Eres uno de los mejores estudiantes.

Rechino los dientes.

¿Ha dicho "uno de los mejores estudiantes"? Soy y seré el mejor estudiante. Solo es cosa de darle tiempo al tiempo. Ningún genio se hizo de un momento a otro. A los más grandes les costó trabajo quedar en la historia, incluso en ocasiones el verdadero reconocimiento llegó una vez que ya estaban muertos. Ya verá, habrá un libro con mi cara en la portada, titulado: "Las extravagancias del millonario más controversial de la última década". Daré todo de mí para conseguirlo, incluso mi propia alma la dejaré en medio de esos libros de estudio de ser necesario.

Por lo demás, si ella está despierta a estas horas y usando esos incómodos zapatos, dudo que estos hayan sido lo primero que tomó luego de levantarse de la cama. Lo más seguro es que andaba deambulando, ya sea inspeccionando o vigilando y así escuchó el ruido. Es un dato interesante, significa que ella al igual que nosotros vive aquí, y si termina siendo como creo, existe la posibilidad de que también el resto de los trabajadores lo hagan. 

¿Y si lo que Cosette dijo fuera real? ¿Y si existen cámaras en cuartos y pasillos y nos están monitoreando todo el tiempo?

Dejo de darle vueltas a esa idea. Al menos por ahora.

—Sí, bueno, todos tenemos necesidades, supongo.

Entretención por ejemplo. Aunque no es cierto que estuve con Febe, cada vez que lo hacemos es porque me invade un profundo aburrimiento.

Ese es el rol del sexo cuando no estás encantado con la vida miserable que te ha tocado tener.

—Si se repite serán sancionados —me advierte.

—No se repetirá, Morgan. —Con descaro le dedico una sonrisa.

—Bien. —Un leve destello de preocupación queda grabado en su rostro.

No camina con la misma seguridad que cuando entra al aula, hay algo distinto, pero me basta con que nos deje solos.

Espero a que su silueta se disipe por completo para entrar al cuarto de Febe. Me basta dar un paso dentro para percibir el radical cambio en el ambiente, como si el pasillo estuviera pulcro y ajeno a la perversidad de estas cuatro paredes.

—Bueno, un problema resuelto. Ahora veamos...

Siento sus miradas sobre mí. Deberían agradecer que me hice cargo del problema, sino fuera por mí estaríamos metidos en un gran lío, pero su atención nada tiene que ver con el agradecimiento.

—¿Qué pasa?

—Nada. —Cosette agacha la cabeza. Le incomoda mi presencia y no es la única.

No es necesario que hablen, sé lo que están pensando. Sus miradas son acusatorias. Lo que pasó allá afuera les hizo cambiar su perspectiva de la situación.

—Bueno. —Me agacho, y todos quedan atentos a mis movimientos—. Tengo una idea de qué hacer con el cuerpo —anuncio para empeorarlo todo.

—Yo también.

—Te escucho.

Me sorprende que sea Cosette quien proponga una solución pese a advertir su aversión a mi presencia. Debe ser porque estamos en el mismo barco. Seguir más tiempo junto al cuerpo no solo es terrorífico por todo lo que implica, también nos pone en peligro.

El plan no es el mejor, pero no hay demasiadas opciones. Había pensado en lo mismo.

Ya había oído del día en que retiraban los contenedores de basura.

***




Han pasado tres días desde que nos deshicimos del cuerpo. El contacto del cadáver con mis manos sigue presente, así como la forma en que lo envolvimos en bolsas, mas intento desprenderme de esas imágenes por más difícil que sea. Al menos la mañana siguiente a esa catastrófica noche recogieron los contenedores de basura así que todo ya está hecho.

El estrés y carga académica y emocional es tan grande que es difícil soportar más tensión de la que por sí estamos obligados. Por lo mismo evitamos hablar de lo sucedido. Tampoco somos amigos como para tratar los problemas del otro, jamás lo seríamos al conocernos en esta competencia, ni mucho menos después de unirnos por algo tan oscuro.

Bueno, con Febe es diferente, estamos juntos, podríamos hablarlo en la intimidad, pero igualmente optamos por hacer de cuentas que nada ha pasado.

Febe tiene un serio problema con la sangre y todo lo que involucre la muerte. Debe creer que fui cruel al interpelarla esa noche, pero no puede juzgarme, su primera reacción no tuvo nada de natural.

Aun así, no me ha recriminado nada. Como decía, ha sido un consenso intentar olvidarlo.

Ahora mismo me arrastra al salón. Me dije a mí mismo que no iría a las clases que ofrece el programa, avanzo más por mi cuenta, pero Febe insistió en que la acompañe.

Al entrar me doy cuenta de que la gran mayoría asiste a estas. Me atrevo a decir que están todos menos Theo y Magnus.

Una voz robótica nos dirige la palabra. Creí que Morgan haría las clases, me siento ligeramente decepcionado. Quería evaluar su actitud. Han manejado la situación de un modo muy singular. Morgan no ha hecho acto de presencia desde la noche en que uno de nosotros pasó a mejor vida.

Por supuesto tuvieron que dar una explicación por su desaparición. Dijeron que voluntariamente había decidido marcharse. Opción de la que nadie había escuchado hasta ese entonces.

Los rumores cobraron vida y no se han esfumado por completo. El número catorce no tenía amigos, ni había hablado con nadie, pero muchos recordaban sus palabras en la fiesta, tenía miedo. Había sido el único que se atrevió a hablar mal del programa.

—Felicidades a los catorce que siguen en competencia. —Nos dan las congratulaciones.

Tuvimos evaluaciones seguidas, casi como si buscaran una manera de mantenernos con la mente ocupada. Ya vamos quedando menos, lo que también me ha ayudado a retener más nombres y rostros en la cabeza.

—¡Boom! De aquí directo a la cima. —Félix golpea la mesa con arrogancia— ¿Qué se siente que te haya arrebatado el quinto lugar? —le pregunta a Cosette que toma asiento poco más allá. En sus manos trae muchos libros—. No lo tomes personal, pero creo que a mí me vienen más los lujos ¿No lo crees?

—Oh, dulce criatura, ciertamente es un pequeño tropiezo. Pero ya verás como en poco tiempo estoy de regreso.

—Yo no estaría tan seguro, no has logrado repuntar, Cosette.

Félix es un engreído, uno con mucha energía. Al inicio no había notado su existencia, pero desde ese día en que me incitó a bailar a su lado no ha dejado de hacer acto de presencia.

Espero que Cosette logre recuperar su lugar en el ranking. Era más agradable convivir con ella que con él.

Tanto a Félix como a Lou los vigilo con cautela. No confío en que Félix no haya escuchado nada esa noche. Y tampoco me fío de Lou, una chica de pequeña estatura y cabello largo, lacio y rubio. Es demasiado escurridiza, en más de una ocasión he advertido que espía a todos los estudiantes.

La actitud de ambos se me hace sospechosa.

Un silencio abismal se forma en el salón cuando Theo y Magnus entran con prisa. Bueno, Magnus se ve que tiene apuro al tironear a Theo. 

Al igual que a mí, pareciera ser que lo han obligado a asistir. Es más, estoy seguro de que así fue, porque Theo toma asiento y deja descansar su cabeza en la mesa. Me molesta demasiado.

De pronto, un pequeño papel aterriza en mi pupitre. Está doblado y arrugado. Lo abro rápidamente, es una nota: "Después de clases nos juntamos en la sala de estudio de Theo".

Cosette lo ha lanzado. Le hago un gesto, moviendo un dedo que forma un círculo imaginario rodeándonos a mí, Febe, Theo y Magnus. Ella asiente, respondiéndome lo que necesito. Cuando dice "todos" se refiere a "nosotros". A hablar sobre esa noche.

Me muestro indiferente ante tal imposición. Si hay que hacerlo no hay de otra. Suelto una pesada exhalación y me enfoco en las diapositivas.

La clase sigue su curso; imágenes del cuerpo humano, acompañadas de palabras técnicas que explican las funciones y composición de cada órgano. Los recuerdos son inevitables. Seguro Febe, Magnus y Cosette también se sienten así.

Todos excepto Theo, que está sumido en un profundo sueño.



—Bueno, empecemos con las teorías —propone Magnus, quien toma asiento frente a mí. Me han acorralado entre los tres en la sala de estudio. Ya me había preparado para algo así.

Contra todo pronóstico no me abruman con un interrogatorio sino que optan por fingir que soy uno más para ellos.

Antes de decir cualquier cosa quisiera saber dónde diablos se metió Febe.

—Quiero escuchar tu opinión —me pide Theo. Está sentado a un lado de Magnus.

Cosette deja descansar su cabeza en el hombro de Theo. Tienen un vínculo familiar que los une, aunque no por ello Theo está cómodo con esa muestra de afecto. No es que le moleste, no creo eso, pero se nota que no le agrada el contacto físico.

—Yo quiero saber la tuya, prodigio —suelto con ironía, con resentimiento, con odiosidad. Ni te creas.

¿Por qué lo he llamado así? Si tan solo dedicarle esa palabra me revuelve todo.

Es mi sueño ser considerado un genio, ganar esta competencia. Cada día que él me vence me siento podrido por dentro. Pero cierto, fue con ironía, con burla. Solo debo aguardar, sé que la única manera de sacarme esa sensación es ganándole. Mientras no lo consiga no podré quitármela.

Sin embargo, no está siendo nada fácil. Debo combatir con nuestros orígenes. Desde un inicio tuvo ventaja. Debió asistir a las mejores escuelas, educación de excelencia, mientras yo iba a una escuela pública que no terminaba ni de pasar los contenidos obligatorios. Siempre tenía que complementar por mi cuenta. Los profesores no servían más que para calentar el asiento, nos dejaban "ser", y todos eran felices mientras se dieran un par de trabajos extra para subir notas que ya estaban infladas. Tampoco puedo culpar a esos maestros, con salarios tan miserables qué motivación podrían tener para entregar calidad a sus estudiantes.

Un círculo vicioso que no te permite salir de la pobreza, así está hecho el sistema.

Encima como si no fuera suficiente con todo lo que debo estudiar tan solo para alcanzarlo, además debo lidiar con cuestionamientos estúpidos.

Más vale que Theo hable primero.

—¿Seguro? —desafía. Percibe que mi alabanza no es más que mojigatería.

—Claro, imagino que a todos les interesa, según los números eres el más inteligente ¿no?

Theo se encoge de hombros, ni se molesta en referirse a ello.

—Pues la verdad, tengo mis motivos para...

—Creo que tú lo hiciste —digo.

—Desconfiar de ti —termina Theo, hablando al mismo tiempo que yo.

Magnus y Cosette clavan su atención en mí, como si quisieran grabarse mi reacción; el movimiento de cada pequeño músculo perceptible.

¿Qué acaba de decir? Si Theo pretende que duden de mí, entonces no pensamos tan diferente. Yo estaba por hacer lo mismo, mas con Theo Ashford es difícil. Él ya goza de una posición privilegiada al ser el primer lugar e hijo de un científico tan reconocido. Se posan sobre él expectativas y grandiosidad. En cambio a mí no me conocen de fuera.

No obstante, existe una manera de cambiar esa imagen, y no pienso dudar en hacerlo si él quiere arruinar la reputación que solo en pocos días he logrado construir.

Aunque no poseo la magnificencia de Theo, me he ganado la etiqueta de sujeto agradable y encantador. He intentado comprar a las personas con pequeñas acciones.

—¿Qué? ¿Yo? —Me llevo las manos al pecho en señal de ofensa—. Por favor, Theo, ¿es la mejor teoría que puedes tener?

Le resto crédito a la acusación de manera óptima. Si me desespero en probar que no he hecho nada será sospechoso, como si estuviera demasiado preocupado por defenderme. A su vez, si simplemente opto por ignorarlo, cualquier sospecha podría cobrar fuerza ante un mínimo error.

—Te observó esa noche —interviene Magnus—. Eres capaz de fingir muy bien. Lo hiciste cuando te subiste a la mesa e hiciste que todos te quisieran de un momento a otro —suelta con amargura.

La razón por la cual actúe así en esa fiesta fue porque el prestigio lo es todo. En casa solía hacerlo, repitiendo el modelo que mi madre y Dorian estimaban correcto. No me interesa realmente encajar, pero hay que hacerlo al vivir en sociedad y eso significa ceder muchas veces.

No quería volver a engañarme a mí mismo. Creí que podía ser libre en este lugar. No me di cuenta de un detalle importante, las veces que he actuado sin máscaras ha sido cuando Theo ha estado cerca mío. Solo ha sido en esas instancias.

Y a pesar de que no quiera acudir a la hipocresía, tendré que seguir bajo los parámetros del resto, bajo el cinismo. Seguramente ahora más que nunca.

—No sabía que ser popular era un pecado.

Nunca he sido popular.

Usualmente las personas tienen mala cara a mi alrededor, pero si le pongo voluntad le puedo dar una vuelta. Quería probar eso y salió más que bien, incluso me sorprendí de mí mismo. Me ayudó a escapar un poco de aquella frustración que Theo ha causado en mí. Por lo demás, no me pude contener cuando ese muchacho se atrevió a juntarnos en una misma oración, viéndonos como iguales. Esa fue mi principal motivación para aparentar ser otro tipo de persona.

—También actuaste diferente cuando Morgan casi llega a la habitación —musita Theo.

Endurezco la mirada ¿De verdad van a seguir con esto?

—Y así se me paga, eso lo hice para salvarnos a todos.

—Fácilmente podrías habernos controlado para que te ayudáramos a esconder lo que hiciste —insiste Magnus.

¿Y este de qué va? Solo habla su obsesión por él.

—Ya no sé si sentirme ofendido o halagado.

—Derek... —susurra Theo.

¿Solo eso dirá? Guarda tanto silencio, como si intentara entenderme, pero sus habilidades de deducción no son buenas ¿O es que acaso robo su atención por otro motivo?

¿En verdad está tan convencido de que yo podría matar a alguien? ¿Y de ser así por qué no muestra ni una pizca de temor? Si fuese así, tendría a un asesino frente a sus ojos.

—Bien. —Me recargo contra la silla— ¿Quieren oír mi teoría? Aquí voy. —No espero una respuesta—. Dicen que yo reaccioné de una manera que no se condice con lo que sucedió, pero analicen su actuar. —Apunto a Theo—. Theo se fue más temprano de la fiesta, lo sé porque nos encontramos en el pasillo. Además, lo vi irse a su habitación, que como sabemos se encuentra en la misma sección dónde está el cuarto de Febe. —Detenerme en él no causa el efecto que deseo, más que intimidarlo, yo soy el intimidado. No está feliz con mi acusación, aun así continúo—: Fácilmente en esas horas podría haber matado a alguien. Por otra parte, fue Theo el primero en aceptar que moviéramos el cuerpo, y... piensen en su reacción y la expresión que mantenía cada segundo previo a que actuemos. No había expresión, no había nada, como si estuviera acostumbrado a eso, o bien, le diera lo mismo. La verdad es que pareciera que todo le da lo mismo.

¿Quiere que piensen que fui yo? Entonces veremos quien cae primero.

Veía venir la reacción de Magnus. Quiere matarme.

—¡Hijo de puta! ¡Seguro fuiste tú el que mató a ese chico! ¡Eres un enfermo! —grita, acercándose precipitadamente. Si no me golpea es porque Theo intenta detenerlo.

—¡Yo no he hecho nada!—gruño— ¡Por lo mismo debo defenderme!

—¡No te estás defendiendo! —Theo y Cosette lo sostienen desde atrás— ¡Solo estás culpando a Theo! ¡Él jamás sería capaz de lastimar a nadie! ¡Mucho menos matar! ¡Solo quieres tapar lo que hiciste! ¡Si le haces algo a Theo te las verás conmigo! ¡¿Creíste que sería fácil?! ¡Estoy aquí solo para asegurarme que Theo gane! ¡Que nadie le haga daño!

Demasiado exaltado a mi gusto.

—¿Sabes qué? Tienes razón. Ahora veo que el único agresivo eres tú, Magnus.

—Hey, tranquilos —nos calma Cosette. Ambos lo sueltan. Magnus respira profundo y cuando se percata de que Theo luce cabizbajo cambia por completo su actitud, volviéndose apacible. Toma asiento nuevamente. Los demás lo imitan—. ¿Cómo... podría decirlo, querido Derek? —reanuda Cosette una vez que los ánimos se han apaciguado—. Por instantes pareces ese tipo de persona que es capaz de todo con tal de conseguir su objetivo.

—Dime, Cosette, si yo fuera el asesino, ¿Por qué mataría a alguien que estaba tan bajo en el ranking? ¿Qué peligro representaba para mí? Todos ustedes deberían dar por hecho que si yo fuera el asesino, iría por Theo. Tú lo dijiste, Theo, si no fuera por ti yo sería el mejor en este lugar.

—Tal vez eso lo haría demasiado evidente. Quieres confundirnos —me responde Cosette.

—Yo no necesito matar a nadie para ganar esta competencia. Jamás haría trampa, porque solo podría sentir satisfacción si gano por mi intelecto.

Espero a que Theo diga algo, pero está empecinado en su papel de oyente. Saca de su bolsillo un cubo Rubik y juega con este en tanto los minutos siguen su curso.

Cuando Cosette y Magnus se levantan de sus asientos doy todo por terminado. Reacciono al advertir que Theo permanece quieto en su puesto. Es ahí cuando Cosette explica que ellos interrogarán por separado a Febe en la sala de al lado, ahora entiendo todo. Se despiden de nosotros, no sin antes recibir una última advertencia de parte de Magnus.

—Prometo que si le tocas un pelo...

—Yo no necesito protección —Theo habla con firmeza, Magnus se paraliza por un segundo—. Si Derek se atreve a intentar algo, ya sabe que le responderé de la misma manera.

—Ya lo escuchaste. —Magnus se va a regañadientes, y lo disfruto. Vaya que lo disfruto.

Me quedo callado en tanto espero a que Theo revele la razón para quedarnos a solas. El cubo lo deja sobre la mesa perfectamente resuelto. No me mira a los ojos al dirigirme la palabra.

—Hay otra opción —se atiene a esa inexpresividad—. Cosette tiene la sospecha de que formamos parte de un experimento. Suponiendo que esa hipótesis cobrara fuerza, cabría preguntarse si acaso esa noche el destino de Morgan hubiese sido la habitación de Febe y qué implicaría si esa suposición fuese correcta.

—Que ella estuvo involucrada —contesto de inmediato— que incluso ella fuera la culpable y su regreso al cuarto era para terminar lo que había hecho... —medito—. Lo que no me calza es que cuando estuve con ella en el pasillo no vi nada fuera de lo normal ¿Además por qué hacerlo en el cuarto de Febe? —Theo enrolla sin parar un mechón de cabello en uno de sus dedos—. No tiene sentido que el asesino haya dejado el cuerpo ahí a la deriva, pretendía regresar y deshacerse de él, o bien, era alguien que quería incriminar a Febe. De cualquier manera, es extraño que nos mientan. Dicen que el chico se fue por voluntad propia, cuando podrían haber manifestado preocupación por su desaparición. Nada tiene sentido.

—Y justo después de que dijera que nos trataban como animales, aún no entiendo esa expresión —agrega—. Ya somos animales sociales.

—Era una manera de decir. Ya ves lo que ocurre con la ganadería industrial.

—Ah, entiendo. Nunca he querido ver esos procedimientos, ignoro esos videos.

—No son agradables de ver. Es como si de un momento a otro solo fueran carne, sacrificados para nuestro consumo.

Sus ojos se apagan. La boca le queda entreabierta, y parece sumido en sus pensamientos. Aprovecho eso para regresar al punto que nos llevó a estar en estas cuatro paredes.

—Yo no lo hice.

Esta vez no lo acuso. Me quedo tranquilo esperando su respuesta.

—En verdad quiero creerlo.

—¿Sí? ¿Y por qué?

—Porque el único motivo por el que cedí con tanta facilidad a esconder el cuerpo fue por ti —admite—, por cómo te vi. Y por lo mismo, me dio tanta rabia reaccionar. Darme cuenta de que tú lo podrías haber hecho.

—No debería importarte lo que yo sienta, lo que me preocupa. O al menos no tomar decisiones en base a eso. No lo hice, Theo —repito— la verdad me molesta que me crean tan poca cosa como para ganar únicamente de esa forma. Está bien, no he logrado superarte, pero eso no me convierte en un homicida.

Aunque somos rivales quiere creerme. Se relaja un poco.

—Esa noche... —habla despacio— dijiste que si quería dormir que no lo viera.

—Sí, lo recuerdo.

—¿Ya te habías dado cuenta de cuanto valoro dormir?

—Bueno, sería un idiota si no me diera cuenta, te duermes en todas partes ¿A qué se debe? —Me entra la curiosidad.

Theo se mantiene quieto, demasiado quieto, como si incluso su respiración se hubiese detenido.

—¿Sabes qué pasa si una persona se queda días sin dormir?

—A partir de las setenta y dos horas comienza el riesgo de padecer alucinaciones, además de malestares físicos. No se sabe con certeza cuantos días en vigilia podrían llegar a ser mortales, pero creo haber leído sobre una persona que hizo un récord de once días.

Me escucha con detención mientras hablo. Se acerca un poco más a mí, permitiéndome sentir el aroma a champú y jabón del establecimiento. Por algún motivo a él se le queda impregnado como si formara parte de su esencia.

—Cuando era niño morí por unos segundos —cuenta. No tengo dudas de que habla en serio.

—¿Tú... llegaste al límite?

Suena impensado en alguien como él. Literal creo que sería capaz de quedarse dormido en cualquier parte, incluso de pie.

—¿Eras sujeto de observación? ¿Tú padre... te sometía a pruebas? —inquiero.

Es la única deducción lógica.

—Solía hacerlo.

Le afecta. Independiente de lo pragmático qué es, de su corta y nula expresividad y acentuación, sus emociones están ahí. No es que me sorprenda, es el dolor lo que nos hace humanos después de todo. Pero ahora me pregunto si lo he juzgado mal.

—Entonces... por eso estás aquí, para hacer tu propio camino aparte de tu padre ¿La vacante en el extranjero la ocuparías en caso de ganar?

Se sorprende ante mi pregunta. Lo sé, es extraño que haya dejado a un lado la rivalidad con la que estoy obsesionado. No me agrada pensar en un escenario en que se quede con mi sueño. De hecho, lo detesto. Sin embargo, necesitamos este paréntesis.

—Sin duda. Tengo una base considerable de conocimientos en todas las materias, pero mi afición es la biología. Quiero estudiar medicina, anhelo hacer grandes descubrimientos y salvar tantas vidas como sean posibles. Me convencí de esto último ahora luego de lo que sucedió. ¿Y tú? ¿Qué quisieras hacer?

—Siendo honesto, aún no lo tengo claro. Solo... sé que quiero cambiar mi vida. Eso es todo.

No quiero hablar de más. Me levanto y camino hacia la puerta. El agarre en mi espalda es suave y ligero. Veo por encima del hombro, el pliegue de mi ropa en medio de sus dedos. Una expresión vacía, pero que esconde algo más. Creí que no le gustaba el contacto físico, aunque pensándolo bien yo parezco ser la excepción a ello. 

—Yo tampoco lo hice. No puedo obligarte a que me creas, ni evitar que sientas esa... enemistad.

—Tú tampoco me crees por completo. Y no, no puedes. Supongo que así será hasta que finalmente caiga quien tenga que caer.

Theo libera su mano.

—Pero... fue agradable conversar contigo —digo y no me reconozco.

Abro la puerta. Theo me sigue pocos pasos más atrás. Febe, Magnus y Cosette salen de la sala de al lado.

—¡Nuestra querida Febe ya está exenta de sospechas! —grita Cosette. Intenta abrazarla, ella toma distancia.

—No intentes tocarme, idiota.

—Ay, Febe, ¿sigues resentida?

—Pues no es nada agradable que te culpen de algo que no hiciste. Menos si se trata de la muerte de una persona.

—En fin, en fin. Hermosas criaturas, es mejor mantenernos unidos, no quiero desconfiar de ninguno de ustedes. Pero ciertamente era necesario tener una plática ¿No es así, Magnus? ¿Theo?

Ambos asienten, aunque Magnus de mala gana.

—Habrá que mantener los ojos muy abiertos —comento colocándome las manos en los bolsillos.

—Y además repuntar en mi caso, o temo que seré la siguiente en irme.

Febe por primera vez sonríe. Magnus se percata de ello, nos mira a Febe y luego a mí con odio. Theo está distraído como si en cualquier momento fuera a dormirse.

Mientras caminamos una idea cruza por mi mente efímeramente. Si es que acaso cinco personas tan particulares podrían llegar a ser cercanas.

No, imposible. Tal y como dije a este lugar no vinimos a hacer amigos.

Menos lo seríamos entre nosotros.

Porque a pesar de lo que dijo Cosette, lo que prima entre ella, Febe, Theo, Magnus y yo es la desconfianza.

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