Capítulo 35
DEREK
Curvo hacia arriba la comisura de la boca. Si hay algo que me gusta es hacer creer que me han derrotado cuando tengo un as bajo la manga.
Siempre estoy pensando en lo que sigue. Mi mente se encarga de juntar todos los datos reunidos para luego armar un plan improvisado, pero sólido. Ella y su perfecta parejita dejarán de reírse muy pronto.
Corro repentinamente, pero no hacia la puerta, sino hacia ese cuello. Aparto con facilidad a Félix, y alcanzo a Cosette. Uso la fuerza bruta para aprisionarla contra mí. Luego, con la otra mano saco de mi escondite la maravillosa pistola que sabía me haría falta.
Tal como predije, las risas se acaban, porque así de fácil se ha dado vuelta todo. Yo tengo el control, y cuando lo tengo las cosas suelen tomar un rumbo bastante interesante.
Sin compasión sostengo la pistola a la altura de su cabeza.
—Espera... —pide Félix—. No le hagas nada, por favor.
La ama, de una manera que no puedo entender, pero es su realidad. Esos ojos verdes se ven tan desesperados, como si estuviera al borde de quitarle su única razón para estar con vida.
—Oh, claro, tendré misericordia si me das la información que quiero.
«Esto es error tuyo, Cosette. Te equivocaste cuando dijiste que Félix haría cualquier cosa por ti» pienso, y la apretujo más fuerte.
—Derek no lo va a hacer ¡No seas estúpido! —le advierte a Félix.
—¿Sería una pena, no? Tanto tiempo invertido en planificar esa estúpida venganza, y luego que ella muera justo en mis manos. ¿A que no sería patético? —Se me escapa una carcajada—. P-perdón, apenas puedo hablar. —Me lloran los ojos de la risa—. Es inevitable.
Sé que lo he provocado. Se debate entre lo que le pide esta, y lo que le dicta el corazón. Quien diría que Félix tenía uno. Vaya.
Y una mierda. Si le dedicaron meses a este plan, es imposible que no le afecten mis palabras. Sería demasiado patético morir a manos de quien odias, y él sabe cuánto me odia Cosette, aunque eso no tenga razón ni lógica. Puede echarme la culpa de lo que quiera, pero eso no cambia su puta realidad.
Lo único cierto es que Greta estaría mejor lejos de ella, lejos de Laurent Ashford y de Morgan.
—Dime dónde está Theo, y lo que queda de dinero. Si lo haces prometo darle en una zona dónde pueda salvarse.
Al inicio quería el dinero, después lo conocí a él. «Lo siento Laurent Ashford, pero quiero a tu hijo y tu fortuna, ¿es mucho pedir? Dudo que lo sea, considerando todo lo que nos has hecho, me parece hasta un castigo pobre».
«Hijo» la palabra queda flotando en mis pensamientos, mas no logra perturbarme. Mi padre me abandonó hace mucho tiempo, y ese fue el único padre al que conocí.
Este señor nunca significará nada en mi vida.
—¡No seas imbécil, Félix! —continúa Cosette.
—Oye, Cosette... ¿Tan segura te sientes? Porque... ¡¿Por qué no le dispararía a una maldita traidora?! —le grito como enfermo.
Por primera vez Cosette tiembla bajo mi cuerpo, y se siente tan jodidamente satisfactorio que los papeles se hayan invertido.
—Conversemos —ruega. Su respiración entrecortada—. Tal vez me excedí en matar a Febe.
Que lo diga así de fácil solo es una burla. Artemisa tenía mucho por dar aún, murió a los dieciocho años sin conocer lo que era una vida mejor. Tampoco se pudo ir en paz, pasó hasta el último suspiro sufriendo.
—Sí... dijiste que usaste agua azucarada, ¿no?
Mira por arriba de su hombro solo para conectar con mis ojos. La mirada sombría que le dedico en este instante.
—Temo que nunca te perdonaré —le murmuro en el oído.
Y sí, Artemisa fue la única amiga que tuve. Sabía sus sueños, sus motivaciones. Conozco su historia de vida, y me da un puto asco imaginar que ahora su madre y su padrastro vivirán con el dinero obtenido por su muerte. Me enferma.
—Si vas a hacerte el bueno ahora, parte siendo honesto. ¿Por qué te molestas en preguntar primero por Theo? Irás corriendo por el dinero.
Ya no habla dulce, con esa forma de hablar que tanto encanta y horroriza a la vez. Significa que está asustada, no hay espacios para la burla de "Querido, Derek". Oh, no, ahora está entre la espada y la pared. Le gustan los juegos, sí, pero siempre y cuando ella vaya ganando.
Me gusta que sea directa al hablar. No me gusta que nuevamente me pinte como el malo en este rollo. Puede meterse con lo que quiera, pero dudar de lo que siento por Theo públicamente no está dentro de las alternativas, aunque ese público sea un sicario sin voluntad.
—Ah, te equivocas.
—¿Y si está muerto? —Félix me jode sacando esa posibilidad a la luz.
—A ver, Theo está vivo ¿Motivos? Muy simple. Él me aseguró que sobreviviría. Además debe decirme algo. ¿Y saben? Ya me estoy aburriendo de esta charla, quiero respuestas. —Acaricio la cabeza de Cosette con la pistola. Me empieza a sacar de quicio no dar con lo que espero.
Aguardo unos cuantos segundos, siendo el silencio la única respuesta que obtengo.
—Muy bien, como quieras, Félix. —Golpeo a Cosette en la cabeza con la pistola. Presiono con suavidad el gatillo, apenas una leve presión. Ahí reacciona de inmediato.
—¡Basta! ¡Basta! —suplica en medio de lágrimas—. Te daré lo que pides.
Así está mejor.
Sus palabras son música para mis oídos, Félix cumple su palabra dándome la información que necesito. Bajo la pistola y hago lo prometido. El perturbador sonido que inunda la habitación imagino haría que las aves salieran volando de aquí si es que estuviéramos al aire libre y el bosque fuera nuestra compañía. Una por ella, una por él.
Y mientras están en el piso temblando y quejándose del dolor advierto que se toman la mano en el suelo. A fin de cuentas, sí que se creen la parejita del siglo. Supongo que son tal para cual.
THEO
Toso desesperadamente, y con dificultad intento recuperar el aliento.
Solo estoy vivo gracias a que encontré un pasadizo en el último minuto. Nadé con todas mis fuerzas pensando en que debía cumplir mi palabra. Pero ahora esa palabra duele, porque siento un miedo horrible de que en cualquier instante se actualicen los lugares y Derek esté fuera del juego. Esto último no fue una prueba académica, sino de supervivencia. No comprendo por qué hacer una evaluación final de este tipo, pero solo puedo desear que Derek se encuentre bien.
Decirle que nos separemos fue muy difícil. Nos hemos mantenido juntos incluso en los escenarios más adversos. He aprendido tanto de él, que cuestionarme si sigue vivo o ya no, es la prueba más horrible que me ha obligado a pasar este programa. Eso, y la muerte de personas tan valiosas...
Quiero que ese final entre los dos aún sea posible, que la última evaluación no sea a muerte, que cada uno demuestre sus conocimientos y gane el mejor. Tener la oportunidad de empezar una nueva vida junto a él independiente de quien se quede con el dinero, pero no es momento para pensar en esos nuevos sueños que han surgido en este tiempo.
No con tanta muerte dolorosa... «Cosette...» «Artemisa...»
Visualizo mi alrededor en busca de alguna pista para continuar mi camino.
Dejo un rastro de agua con cada paso. La ropa me incomoda, estoy completamente empapado.
Me olvido de esa incomodidad, y me guío por mi intuición hasta llegar a un camino con unos símbolos en el suelo; flechas rojas. Pienso en las alternativas, podría tratarse de una trampa, pero retroceder tampoco me llevará a nada. Si quiero reencontrarme con Derek y terminar con esta competencia debo seguir adelante.
Mentalmente llevo la cuenta de cada paso que doy con sigilo, así como reparo en cada pormenor grabándolo en mi memoria. Mi cuerpo está tenso ante cualquier indicio de peligro. Si me distraigo pueden enviar algo de último minuto con el objetivo de matarme.
A medida que me voy acercando a la puerta siento una vibración que solo se va acrecentando. Al principio me asusto, después advierto que se trata de una canción.
Sigo avanzando, pero me quedo paralizado cuando alcanzo la manilla de la puerta. Fría y metálica, me retrotrae el recuerdo de años atrás. Especialmente cuando los violines se hacen presentes. La armoniosa melodía que me cautivaba de niño.
Una conversación se queda en mis pensamientos, como si la pieza musical fuera un detonante. «Soñé con una canción» había dicho Magnus.
Esa canción es...
La danse macabre.
La puntada en la cabeza se agudiza, y sin necesidad de que mueva la manilla la puerta se abre para mí.
Dentro, todos los trabajadores de mi padre, incluido él, me están aplaudiendo.
La pantalla en el fondo, y solo un nombre en ella.
Estoy solo.
Estoy completamente solo.
El nudo en la garganta se forma cuando quiero llorar y las lágrimas no fluyen al tenerlos a mi alrededor.
De pronto, vuelvo a ser ese niño encadenado.
*En principio, solo quedan dos capítulos y el epílogo. Estoy emocionada❤️ Muchas gracias por la oportunidad.
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