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Capítulo 28

THEO

—Creo que hemos cambiado de roles —oigo su voz.

Pestañeo suavemente. Me restriego los ojos, tomando consciencia de la luz blanquecina. La sala de enfermería. 

—Derek... estás...

—Despierto —termina por mí—. Hace una hora más o menos. Te vi dormir. 

Me incorporo rápidamente de la silla. Su expresión se suaviza cuando ve mi reacción tan repentina. Dejo descansar la cabeza con cuidado cerca de su rostro. Unos pocos centímetros para no causarle daño.

—Estás... bien... —Suelto una pesada exhalación—. No vayas a tocarte...

Lo primero que hace es justamente tocarse su nariz vendada. 

—Eso mismo. —Tomo distancia, cruzándome de brazos.

Derek de inmediato se arrepiente de haberlo hecho, mas ya es tarde. 

La mueca de dolor se hace presente en su rostro. Le doy su espacio mientras se recupera y se queda vagando en sus pensamientos analizándome. Ha pasado cierto tiempo de la última vez que estuvimos así de cerca. 

De pronto, sacude su cabeza. 

—¿Quién fue? —inquiere, su voz más grave— ¿Félix o Magnus?

Me habla como si estuviera seguro de que yo tendré la respuesta a esa interrogante. 

—¿Qué?

—¿No alcanzaste a ver?

—Cuando te encontré estabas solo. No había nadie más. 

Nunca creí encontrarlo en ese estado. La imagen difícilmente podré olvidarla. 

—Puedo asegurarte de que fue uno de los dos —responde rápidamente—. Sentí todo el peso sobre mi cuerpo, y el golpe... Es imposible que haya sido Febe o Cosette. 

—Yo también descarté a Cosette... estaba encerrada cuando pasó todo. Pero... no quiero pensar ahora en eso, quiero saber cómo estás.

Con el pasar de las horas su aspecto ha mejorado considerablemente. Ya no está pálido ni demacrado. Presiona el interruptor para levantar la camilla, al hacerlo las sábanas caen dejando ver parte de la bata blanca propia de los hospitales. 

—Duele, pero no es nada del otro mundo. No te habrás asustado... ¿cierto? No por un perro de la calle.

Suspiro, tomando asiento al borde de la camilla dónde se encuentra. Regresamos a este punto, aunque tal vez es necesario para avanzar. 

—Magnus dijo eso. Yo jamás lo creería, jamás te he visto así ¿Puedes... creerme? 

El silencio se hace presente. Lo miro de reojo. Me asusté tanto cuando vi toda esa sangre cubriéndole el rostro. Creí que había llegado tarde, tuve miedo de perderlo. 

—Me dolió... —comienza a hablar. 

—No te fuerces... Quizás no es el momento.

Me fulmina con la mirada, así que cedo dándole su tiempo para que se anime a hablar. 

—Me sentí tan frustrado y emputecido que no podía pensar en nada... En nada más que en taparle la boca... Y ya sé lo que dirás, que soy una decepción... que solo lo hago por los demás, ¿y qué? Esto soy. Siempre he sido así, pero no creas que soy superficial, porque no lo soy. Lo que tengo es una herida que cargo desde que era niño. Y los demás no tienen la culpa, lo sé, son mis problemas, pero no puedo resolver toda esa mierda de un día para otro. Te necesitaba, pero cuando al fin hablamos me lanzaste todas esas verdades, que era una puta decepción, y tal vez me dolió porque era cierto, era jodidamente cierto. Pero te necesitaba... necesitaba que me dijeras que valía más que un perro de la calle. Que el hecho de que Magnus me viera así no cambiaba nada... —Se detiene unos segundos, con la vista algo perdida—. Me encerré a estudiar... y sí, siempre fue mi objetivo ganarte ¿Pero a qué no es penoso que mi principal motivación fuera demostrarle a alguien tan patético como Magnus que estaba equivocado? ¿Que yo sí podía estar a la altura para estar con alguien como tú?

Sus ojos se llenan de lágrimas. 

—Perdóname, estaba herido. Mi ego estaba tan herido... Creí que iba a morir, y solo podía pensar en ti. En que no arreglé las cosas. 

Está siendo honesto otra vez. Como al inicio, cuando aparecieron estos sentimientos. 

—Derek... Yo también estaba... lidiando con mis problemas. No quería aceptar cuánto me afectó ver a mi padre de nuevo. También te necesité, y cuando te vi más enfocado en acusar a alguien, dejarme a un margen de ello, ir solo al subterráneo... me sentí muy solo. 

—¿Puedes confiar en mí? —Su mirada es fija y penetrante. 

Desvío la mía únicamente para recuperar la serenidad. 

—Nunca he dejado de hacerlo —musito. 

—Por supuesto que no... —Lleva una mano a sus ojos tapándolos—. Tú y esa obstinación tuya de creerme.

—Tú y esa obsesión tuya de querer ganarme. 

Derek sonríe sutilmente. Es esa expresión amable que rara vez se le ve, pero que suele hacerla cuando estamos juntos. 

—Perdón por no haber estado cuando más lo necesitabas —dice luego de unos segundos. 

Me acerco a él, sosteniendo su cabeza entre mis manos, con lágrimas finalmente deslizándose por mis mejillas hasta resbalar por su rostro. 

—No quiero más disculpas en estos momentos, solo quiero vivir el alivio que tengo de que estés vivo —contesto. 

La puerta se ha abierto hace unos segundos. Febe, Félix, Cosette y Magnus están frente a nosotros. Los que aún no sabían de nuestro nivel de cercanía terminan de comprenderlo todo. No me importa, sujeto con más fuerza a Derek. Febe especialmente mantiene los ojos muy abiertos mientras nos observa juntos. 

—Era Derek... —dice a modo de respuesta a la conversación que alguna vez mantuvimos. 

Y yo cierro los ojos asintiendo levemente con la cabeza. 

«Era Derek». 



—No nos permitían verte. Llevamos días con la competencia suspendida —comenta Cosette quien se balancea con sus pies.

Así fue. Derek se quedó en observación mientras monitoreaban su recuperación, y en tanto él estaba en ese estado los exámenes fueron suspendidos. La única respuesta oficial dada fue que sufrió un accidente. Todos sabemos cuál es la verdad. 

Afortunadamente Derek se recuperó con rapidez. Morgan habló con él a solas y le preguntó si estaba en condiciones de rendir el siguiente examen, igualmente se le dio la oportunidad de abandonar el programa lo cual rechazó de inmediato. Hizo su mejor actuación para que todo volviera a la normalidad. Mañana le deberían retirar los puntos y con ello ya no quedará rastro de lo sucedido.

Ahora mismo se para frente a nosotros con la misma osadía de antes. Nos reunimos en el gimnasio. 

—Quiero que hagamos una votación... —Camina despacio de un lado a otro—. Propongo liberar a Cosette. Sé que la acusé, pero necesitaba descartar esa hipótesis y ya lo he hecho. Levanten la mano quienes quieren liberarla.

Pensé que propondría algo como ello. Sin embargo, pese a que también desearía que Cosette no esté involucrada y las pistas parecen dejarla a un lado, creo que fue demasiado rápido tomar una decisión. Derek se olvida de que es posible que hayan dos personas detrás de los asesinatos. Si se analiza cada muerte, incluso su propio ataque la forma de operar ha sido diferente. Pese a llegar a un consenso sigue haciendo caso omiso de esa realidad. No creo equivocarme. Casi nunca me equivoco. 

Febe y Derek levantan la mano al mismo tiempo. Magnus se les une. 

Félix se limita a fulminar con la mirada a Febe por su decisión. 

Siento la necesidad de decir lo que pienso cuando las miradas se posan sobre mí, incluida la de Cosette. 

—No me malentiendan. Solo pienso que nadie está considerando que exista más de una persona involucrada. Lo que más querría es verte fuera —le hablo a Cosette— solo pienso en esa posibilidad. 

Derek se me queda viendo fijo. No es que le lleve la contra. Solo quiero asegurarme de que estemos yendo por un buen camino. 

—Podría ser, pero de ser así, creo que esa persona no intentaría ayudarnos —me responde—. Tengo mis dudas sobre la comida, y eso es darle un punto a favor a Cosette. Me sentí muy extraño antes de que me atacaran... No lo sé, puede ser que Cosette haya dicho la verdad. 

—La dije, chicos —asegura Cosette. 

—Bien, y así es como todos caen en los truquitos de esta —suelta Félix. 

Es el primero en cuestionar la decisión. Fue inesperado que Febe haya respaldado a Derek. 

—Si tienes un buen motivo para sospechar de Cosette este es tu momento —incita Derek—. Habla ahora o calla para siempre ¿Por qué la odias tanto? ¿Por qué piensas que ella es la asesina?

Félix se toma unos segundos antes de hablar. 

—Me intentó atacar hace unas semanas. 

Todos volteamos a ver a Cosette esperando que dé una explicación. 

—No te intenté atacar. Solamente fue un pequeño susto, hice lo que muchos habrían querido hacer. 

—¿Qué le hiciste? —inquiere Derek. 

—Pues... quizás le espanté algunas conquistas las primeras semanas. ¿No deberías seguir resentido, no? Tú lo empezaste el día que te burlaste de mí, querida criatura. 

—Eso no es un ataque, Félix. —Derek se ve frustrado.

—Es un ataque hacia mi persona. Andaba metiéndose dónde no la llamaban. 

Francamente todos lucimos cansados. Sin embargo, es la actuación de Félix lo que termina de eliminar sospechas y llegar a un consenso: Cosette ya no tendrá que pasar más tiempo encerrada. Ella se pone eufórica e intenta abrazarnos a todos en agradecimiento. Somos pocos los que cedemos ante esa pretensión. 

Una vez comienzan a regresar cada uno a sus habitaciones, Derek me hace una seña para que lo siga a su cuarto. 

—Debo admitir que ver ese número en los dos es... simplemente fascinante —agrega Derek con cierta arrogancia y elegancia apenas entramos. 

—Sí, pensé que te gustaría mucho. 

Lo deseó hace mucho tiempo, y finalmente lo consiguió. Me gustaría vivir algo como ello; tras una larga espera conseguir lo que anhelo, y voy a hacerlo. 

—¿A ti no? —pregunta de repente. 

—Me generó sentimientos contradictorios en un principio, pero... me ha hecho mejorar. 

Se queda en silencio observándome con curiosidad. 

—¿Sigue siendo igual? —Y creo se refiere a mis sentimientos—. Vi cómo me declaraste la guerra en el comedor.

—¿Declararte la...? —Medito unos segundos— Ah, entiendo. Sí —admito—, lo hice. No quiero seguir viviendo cómo lo hacía. Me esforzaré al máximo. Ahora comparto lo que dijiste tiempo atrás... En el aula... somos enemigos. 

Voy a luchar por mi sueño. Independizarme de mi padre, ser un gran médico y salvar tantas vidas como sean posibles. 

—Y aquí... —Derek me distrae—. Aquí somos algo más —repite sus palabras, acercándose poco a poco a mí.

Me aprisiona contra la pared, se detiene en mis ojos, luego en mi boca sin hacer nada más que observarme. Lo acerco sujetándolo de la sudadera uniendo nuestros labios en un beso. Suelto un gemido ahogado cuando nuestras lenguas finalmente se juntan. Estuvimos demasiado tiempo separados. 

—Te extrañaba, Theo —murmura contra mi boca.

Yo también lo extrañaba, aunque no lo expreso. Solo me quedo disfrutando el momento, la intimidad entre nosotros. Sus manos me sostienen del mentón apasionadamente. Siento calor a medida que los segundos pasan sin poder separarnos. Sus caricias suaves provocan que mi temperatura corporal aumente.

—¿Debería irme? —pregunto.

—¿Ahora te pondrás tímido?

—Ya todos lo saben... Febe... ¿No te ha dicho nada?

—Ya no estamos juntos no tendría por qué.

—Pero igual... no lo sé. Antes dijiste que teníamos que hablar de todo... ¿Queda algo más que debas decirme?

—Sí, pero ahora mismo no puedo pensar en ello —responde, capturando nuevamente mis labios. 

 Caemos en la cama, y me doy cuenta de que he aprendido a leer a Derek, porque en esta ocasión sus caricias se sienten diferentes y creo saber la razón.

DEREK

La emoción de tenerlo cerca luego de haber creído que no tendría otra oportunidad no puedo desperdiciarla. Es como si todo el tiempo distanciados fuera un peso que se acumuló como una bomba de tiempo y que necesita explotar cuánto antes. 

Mientras lo beso, mis manos juegan con su ropa quitándola con habilidad. Es un alivio que ya todos lo sepan, nunca me dio pudor que supieran de nosotros. Sin embargo, sé que para él es un respiro que así sea. 

Las mejillas de Theo enrojecen cuando se da cuenta de mis intenciones. No obstante, solo delatan que lo quiere tanto como yo. 

Aprovecho la instancia para confesarle algo que me he estado guardando desde que desperté y lo tuve frente a mí. 

—Theo... diré algo, pero que sepas que después lo negaré. Lo negaré de aquí por siempre. 

Frunce el ceño sin entender de qué le hablo. 

—Puede ser que me importes más que el premio —confieso mis últimos pensamientos antes de creer morir. 

Decírselo me tranquiliza, así y todo he decidido exponerme con los ojos cerrados.

—Insisto, no volveré a decirlo. Así que espero lo hayas escuchado fuerte y claro. 

—Lo he escuchado fuerte y claro —confirma. 

Entreabro los ojos percatándome de la sorpresa en su expresión. Después una bella sonrisa se le forma en el rostro. 

—Aun así da lo mejor de ti, quiero ganarme el primer lugar —habla con convicción.

—Ni lo dudes, prodigio. Te haré sudar. 

Mis besos bajan por su cuello, mientras le quito la poca ropa que le queda. Veo la petición silenciosa cuando me ve sacar lo que Félix me dio aquella vez en el subterráneo. Lo único malo es que haya sido él quien me lo diera, casi ese pequeño recordatorio podría arruinar el momento. Pero no lo hace, creo que nada podría estropear este instante de intimidad entre ambos. 

Si es con Theo nada podría ensuciarlo. 

Su respiración se agita a medida que los besos se vuelven más intensos y profundos. Sus ojos entrecerrados como los míos y nuestra saliva entremezclándose.

Poco a poco baja por mi cuerpo. «Ya hiciste mucho antes, ahora es mi turno» pareciera decir. Su lengua húmeda me recorre el miembro. Verlo como se la mete toda en la boca me agita por completo. Saborea mi excitación despacio, con pausas intermitentes, masturbándome con su mano, imitando la forma y ritmo de la vez que yo se lo hice. Siento el semen escurriéndose, cómo me sujeta y me hace chorrear. Sentir su lengua, y tener sus labios alrededor mío debe ser la imagen más erótica que he visto en mi puta vida. Todo mi cuerpo se contrae.

—¿Me... dejarías? —pregunta nervioso al detenerse.

—Sabía que eras un pervertido, Theo Ashford.

No había considerado esa alternativa. De pronto, los nervios también se apoderan de mí, pero no puedo negarme a lo que él quiera. 

—Es primera vez que... así que... —balbucea.

Advierto sus mejillas aún acaloradas. El cabello desordenado y sus ojos azules penetrantes. 

—Puedo decir que de cierta forma también es mi primera vez, pero miedo no está en mi vocabulario. —Theo ríe. Entiende a lo que me refiero. 

Solo espero que esa risa anticipe que tendrá cierta consideración a la hora de moverse. Si sobreviví no fue para morir apenas unos días más tarde.  

Me vuelvo loco cuando desliza sus dedos, mas sé que debo adaptarme, solo es la antesala a lo que viene. Me siento otra vez como si fuera un aprendiz. La novedad ante algo que jamás creí que anhelaría abruma y despierta mis sentidos de la manera más exquisita que podría hacerlo. 

Esa catarsis aumenta cuando lo siento a él. 

—Ahh... mierda, mierda. —Jadeo. 

Duele, pero la unión de mi cuerpo con el suyo, la excitación que desborda en cada gemido y en el movimiento de sus caderas sobrepasa cualquier malestar. Cada presión hace que mi erección se endurezca. Me vuelve jodidamente loco. Formamos un baile que ha partido despacio, pero que en este preciso instante me está matando más rápido de lo que quisiera admitir. 

—Derek... 

Escucharlo gemir mi nombre me transporta a otro plano. Y cuando sus labios se unen a los míos una última vez, la invasión que hace su lengua en mi boca hace que me corra mientras sigue dentro mío. Se detiene en la eyaculación que me ha ensuciado el cuerpo solo para después moverse más intensamente acabando y robándome la respiración.  

Yo comencé este juego, pero sin duda Theo ha marcado otra victoria en el tablero.  

Caemos agotados. Quisiera decirle alguna palabra, todo lo que me hace sentir, pero en vez de ello nos abrazamos suavemente en la cama. 

Los minutos pasan en tanto disfrutamos la tranquilidad de compartir juntos. 

—Perdón por decir que eras igual a mi padre... —murmura de pronto.  

—No fue del todo falso... —Su respiración tan cerca de la mía—. Entre nosotros nos reconocemos. 

—No es cierto... Tú eres muy diferente a él... Agradezco tanto haberte conocido... Estar lejos de él... Nunca volveré a su lado —sentencia.

Las caricias continúan en una conversación que se vuelve cada vez más íntima. Y esa confidencialidad únicamente termina cuando nos quedamos dormidos.



Al despertar advierto que Theo sigue con los ojos cerrados. Me levanto con cuidado, apenas han pasado unos segundos y siento su mano sujetándome, impidiendo que abandone la cama. 

—No me dejes... 

Me agacho y beso con suavidad su nariz. 

—Nunca lo haré. 

Theo sonríe mientras sus dedos acarician los míos. 

 Un sentimiento fuerte empieza a cobrar fuerza. Lo sentí cuando creí que moriría, lo reafirmé cuando lo vi en enfermería. 

Sé que no es un simple querer o capricho, se ha convertido en algo más profundo que no había sentido antes. Una vez me preguntó que se sentía amar a alguien y no encontré la respuesta a esa interrogante. Sin embargo...

—Theo...

—¿Sí?

Ese rostro curioso, y el brillo en sus ojos...

Estoy por decirlo, cuando la puerta se abre repentinamente. 

—¡Ay! ¡Perdón! ¡Perdón! —grita una y otra vez Cosette mientras se tapa los ojos—. En verdad los andaba buscando, pero no pensaba encontrarlos en esta posición tan comprometedora. Vamos a tener examen y son los únicos que no se han presentado. 

—Aún falta para el examen. No ha sonado el anuncio por el parlante —respondo con brusquedad. 

—Sí, pero Morgan andaba preguntando por ustedes... 

«Morgan» ¿Por qué no me sorprende?

—Ya vamos... —asegura Theo mientras yo ya he tomado asiento en la cama. 

—A todo esto... ¡Miren lo que descubrí! —Cosette se acerca al mesón. En este hay un control que permite regular las luces dentro del cuarto. Es exclusivo de quienes se encuentran en el podio. 

—¡Se puede programar la habitación para tener la proyección de nuestros cuartos! —continúa— ¿No es genial, queridas criaturas? Pensé que se limitaría a solo esa ocasión, pero podemos hacerlo cuantas veces queramos. 

—¿Y en qué momento lo descubriste? No estás en el podio. 

—Por supuesto que lo descubrimos con mi amiga Febe en su cuarto. 

—¿Así que ahora son amigas?

—Pues... diría que no exactamente, pero al menos hablamos —me responde Cosette con dulzura. 

Theo se levanta repentinamente al ver otra vez ese cuarto que no trae buenos recuerdos. 

Cosette inspecciona cada objeto sobre lo que sería la repisa. 

—¡Ese tocadiscos! Admito que lo veía de lejos cuando pasaba por fuera de tu habitación. ¡Me encantan las cosas antiguas...! Reece Ashford... —Cosette mantiene la vista fija en la inscripción a un lado tallada en la madera. 

La mirada de Theo se vuelve distante.

—Es importante para mí. Siempre lo conservaré. 

Los minutos pasan volviéndose incómodo el ambiente. Por suerte se anuncia la próxima evaluación.

—¿Listo para que te gane? —inquiero ante el llamado abrupto del parlante. Theo alza la cabeza, su semblante cambia. 

—Más que listo para ganarte —me responde. 

Me gusta esa energía. 

Será como lo hablamos antes de quedarnos dormidos. 

Primero rendir los exámenes pensando cada uno en conseguir sus sueños. 

Y después iremos juntos al subterráneo.

A ver si dos cabezas piensan mejor que una. 

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