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Capítulo 27

DEREK

Estamos próximos a la clase de repaso. He decidido asistir, jamás me perdería cualquier instancia que me ayudara a mantener mi lugar. Ahora que por fin he alcanzado la cúspide, la adicción a gozar de esta posición es demasiado placentera. La frustración es capaz de sacar lo peor de las personas. A mí me tenía en un estado patético del cuál no me siento nada orgulloso. 

Aunque a decir verdad, si lo pienso bien no fue del todo malo. 

Es difícil verlo en el momento, porque cuando te quitan algo que dabas por sentado es duro, te deja desconcertado. Pero ahora pienso que es mucho más gratificante este empate antes que una victoria fácil. 

Siempre me gustaron los retos. 

Quizás lo olvidé por lo mucho que me obsesioné con la idea de ser el mejor, de obtener esa admiración que pensaba iba a tener asegurada dentro del programa. Sin embargo, por más bueno que creas ser en algo, lo más seguro es que mientras más escales más probable que termines llegando a un grupo de personas igual o mejores que tú.  

En la escuela habré sido el mejor, pero bastó que me movieran a otro grupo para que eso dejara de ser una realidad. Siempre habrá alguien mejor que uno, y yo no estaba preparado para ello, mi ego era demasiado grande para asimilarlo. Asimilar que podía haber alguien mejor que yo. 

Saboreo esta victoria con todas las ansías acumuladas desde el día uno, pero también reafirmo que admiro a Theo. Lo que nos diferencia son precisamente sus fortalezas. Si intentara imitarlas seguramente sería mejor persona, aunque no sé si podría serlo si solo finjo serlo. Para en verdad ser una, tendría que nacerme de forma genuina. 

¿Pero... ahora me importa ser buena persona?

No sabría decirlo. Solo reflexiono en la actitud que tuvo Theo cuando lo alcancé. Se levantó, me ofreció su mano, tal vez demasiado frío, puede ser. Pero mientras todos estaban a mi alrededor, yo solo podía pensar en el mar de diferencia que hubo entre nuestras reacciones. Siento vergüenza de mi comportamiento, de cada vez que estallé en ira. 

¿Así criticaba a Magnus?

¿Qué pasaba conmigo?

A medida que los minutos pasan, los demás empiezan a entrar a la sala. Apenas somos seis. Alguna vez los asientos eran ocupados en su totalidad. Ahora parece un desierto. 

Entran uno por uno. Febe con Félix. Cosette junto con Magnus, y Theo por su cuenta en solitario. Es algo extraño verlo en estas sesiones, cuando asistía era arrastrado por Magnus, pero ahora parece ser que por propia voluntad ha deseado venir. 

Se sienta a mi lado pese a que seguimos distanciados. Siendo sincero aún no me entiendo. Tengo rabia, mucha rabia de no sentirme libre de hablarle como antes. Tal vez más rabia me da el hecho de que yo mismo lo haya provocado. 

Abro la boca con toda la intención de romper esta ley del hielo, pero me gana el robot que hará la clase. Nuevamente Morgan demuestra quedar ajena a estas labores. 

Tan pronto comienzan las diapositivas a correrse oigo el rápido movimiento a mi lado. Theo está despierto; concentrado en cada palabra. Anota sin falta cada detalle de la lección. 

«¿Qué está pasando?» Muevo el lápiz táctil mientras reflexiono en ello. 

¿Por qué repentinamente siente la necesidad de hacerlo? No. Esto lleva unos días. Ciertamente ayer lo vi pasar con varios libros en la mano en dirección a la biblioteca. Theo está estudiando. 

Y así como ahora él está enfocado yo también debería hacerlo. Retomo la atención y dejo a un lado cualquier pensamiento sobre Theo Ashford. 

Una vez termina la clase se anuncia que habrá una ronda de preguntas. Estas serán anunciadas por el parlante. No significan ningún beneficio en el programa, ya quedamos pocos así que estos son cada vez más limitados. No obstante, siento la necesidad de participar. 

Apenas termina de revelarse el ejercicio levanto la mano, dando la respuesta confiado en mis conocimientos. Sin embargo, me interrumpen casi de inmediato.

—Eso no es del todo correcto —susurra Theo—. Verás, hiciste bien, hay que usar la segunda ley de Newton para que el sistema esté en equilibrio. Sin embargo, durante el procedimiento te quedaste a la mitad, te faltó reemplazar en la ecuación... y al reemplazar y despejar queda finalmente...

Parece absorto mientras habla, empecinado, como si hubiera bebido mil tazas de café. Por un segundo me pregunto si no habrá roto su promesa. Después recuerdo que en su caso nunca necesitaría recurrir a esas prácticas. 

Anota en la tablet, proyectando su resultado para todos los demás. 

«Vale». No tengo ni que escuchar la resolución por el parlante. Por supuesto que le ha acertado de maravilla. 

Con que con esas estamos. ¿Me va a corregir frente a todos? Puedo oír la ligera risa de Félix. Claro, antes me felicitó, pero Félix en verdad no está de parte de nadie, solo se burla de todos.

Magnus se levanta de su puesto con la intención de felicitarlo, pero se arrepiente al dar pocos pasos. Al parecer ellos ya han hablado las cosas. Los últimos días no lo he visto persiguiéndolo por todas partes. Mentiría si dijera que no es gratificante ver que Magnus ha quedado fuera de la vida de Theo. No es que su presencia me generara celos o algo por el estilo, sino que no lo dejaba respirar. «Acosador».

Eso e ignorando el hecho de que me haya tirado barro sin siquiera conocerme bien. Habla en base a lo que cree de mí, y sé que lo hace porque está obsesionado con Theo. 

Digamos que no es precisamente el más indicado para juzgarme. 

¿Aunque ahí no me estoy justificando? Como considero que él es peor, entonces no puede decir nada de mí. Las cosas no funcionan así, ciertamente este mundo no funciona así. A todos les gusta hablar de los demás, y no exactamente de las cosas buenas. Eso no es interesante ni disfrutable, no genera morbo ni entretención. 

Me he quedado estancado en esa conversación, cuando lo único que quiero es volver a estar con Theo.

La sala se queda en silencio. El único ruido es la desesperante risa de Félix. 

—Ya basta —le pide Cosette—. Debemos apoyarnos entre todos, recuerden que somos una familia.  

—¿Una familia? —se burla— ¿Vas a seguir con eso?

Cosette intenta calmar las aguas. Al menos de mi parte no pienso armar un escándalo ni con Félix por su actitud fastidiosa, ni con Theo por corregirme. «Debo esforzarme más» esa es la única conclusión. 

Esta guerra fría me ha saturado. 

Tal vez es porque lo extraño. 

Sin embargo, cuando comienza la siguiente lección, la historia vuelve a repetirse. Theo otra vez me corrige. Una y otra y otra vez. La confianza que tenía en un principio va disminuyendo, me vuelvo más lento y pienso más antes de responder. 

No solo se vuelve una competencia de quién contesta correctamente, sino además de quién lo hace primero. 

La tensión en la sala aumenta. De pronto, siento calor con este conjunto, quisiera salir de la sala y quitármelo de una vez. No obstante, la rabia no aflora. Más bien, es euforia, euforia de que Theo esté jugando sus cartas. 

«Que gane el mejor». 

Desvío la atención a su puesto. Sus ojos fríos y azulados no se percatan de inmediato que reparo en él. Sin embargo, debo haberme pasado de la cuenta, ya que nuestras miradas terminan conectando. 

Su boca se abre ligeramente, tal vez piensa que estaré maldiciendo por dentro. No es así, está equivocado. Se lo demuestro cuando le dedico una sonrisa. Esto solo podría emocionarme. 



Llega el almuerzo y otra vez opto por las comidas que suele elegir Theo. El objetivo de ello comienza a difuminarse, más parece una forma desesperada de tenerlo presente en mi día a día. Como si no fuera suficiente con verlo todos los días, pero bueno, su ausencia a un nivel más íntimo. 

Cosette debe estar en la celda. Febe y Félix comen juntos unas mesas más allá. Magnus está por su cuenta, al igual que Theo. Los ánimos no son para nada buenos, pero poco me importa que Magnus no me quite el ojo de encima cuando ve que me acerco a Theo. 

Tomo asiento en su mesa. 

—Has empezado a estudiar —le digo. 

—Estamos en una competencia académica —contesta sin levantar la cabeza, concentrado en el plato—. No debería ser una novedad que lo haga. 

Me inclino en el asiento y me cruzo de brazos. 

—Tú sabes que sí es una novedad, aunque pensándolo bien, tienes razón, no lo es. No me sorprende que lo hicieras, como te alcancé cambiaste. Una vez te dije que tu inercia se debía a que no veías que nadie fuera una amenaza. Ahora sentiste lo que yo sentí cuando te conocí. 

Theo deja de comer. Enrolla un mechón de cabello con uno de sus dedos en forma compulsiva. 

—¿Sabes que es un mal hábito hacer suposiciones constantemente?

Tiene razón. Es un mal hábito, pero no quita que en este caso sea una verdad. 

—¿Estoy equivocado?

—Te encanta tener la razón —me responde con indiferencia. 

—¿Di en el clavo sí o no?

No contesta. Su calma me inquieta, porque no estoy seguro de si es porque está molesto conmigo, o porque simplemente ha perdido interés en mí. Se suponía que el hecho de que lo alcanzara haría que las palabras de Magnus se perdieran en el viento. 

—Me esforzaré —sostiene finalmente, y entiendo a lo que se refiere.

«Entonces por ahí va la cosa». Theo Ashford ha despertado después de un largo sueño. 

—Más vale que lo hagas, Theo. Si me vas a ganar, entonces que sea dando tu máximo potencial. Destrúyeme. —Me levanto de la silla.

—Te gusta ser dramático.

—Te gusta que lo sea. 

—Tal vez me gustaba —musita.

—¿Ya no?

Me invade el miedo de que lo esté perdiendo, de que este distanciamiento haya sido demasiado extenso. 

—Theo... hablemos —susurro antes de irme—. Hablemos de todo. 

La única forma de recuperar la confianza es con la honestidad. Por más miedo que me dé, debo abrirme por completo a él. 

—¿De todo? —Su mirada pensativa. 

—Solo hablemos... 

Este lugar no es el indicado, pueden escucharnos, necesitamos privacidad. Pese a ello, no me atrevo a proponer algo, no si no dice nada más.

Por un segundo dudo en si cederá, pero finalmente obtengo la respuesta que anhelo. 

—Estaré en mi cuarto. 



Las luces se vuelven algo intermitentes mientras camino solo por el pasillo del sector del podio. Es una falla extraña, por lo general todo suele funcionar a la perfección en este lugar. 

Toco la puerta de Theo, aunque no obtengo respuesta. Insisto un par de veces, luego termino desistiendo. Tal vez está durmiendo, o quizá no quería hablar y me mintió. «No». Eso no sería posible, Theo habla con la verdad, si dijo que me esperaría es porque lo haría. 

No debe estar dentro. Podría ver si la puerta está sin seguro. No obstante, suena invasivo, y no quiero caer en eso. 

Me rindo. Me digo a mí mismo que volveré después de unos minutos. Camino despacio hacia mi cuarto. 

La intermitencia comienza a marearme. Me siento algo inestable, y de un segundo a otro, tengo la necesidad de detenerme y apoyar una mano en la pared. Una extraña puntada me invade fuerte la cabeza. «Qué raro». Quedo medio descolocado.

No alcanzo a pensar mucho en ello. 

Caigo al suelo. Un golpe cobarde me impacta por detrás, haciéndome desplomar y golpearme contra la fría cerámica. 

—Te estaba esperando —sonrío a pesar del hilo de sangre que me corre de la nariz—. ¿Te costó prestarme atención? ¿Debía ser el primero para al fin conseguirlo? —Finjo que no estoy hecho un manojo de nervios. No me lo esperaba, no ahora, no tan pronto. 

Nuevamente me levanta del cabello para impactar mi rostro contra el suelo. Su peso se recarga contra mi espalda. 

—¿Sabes qué fue un error, no? 

Intento ganar tiempo, que caiga en la conversación y se delate solo, pero sería demasiado fantasioso que lo hiciera.

—Q-qué descuido... Por tu fuerza... puedo asegurar sin ninguna duda que eres un hombre —continúo. 

El dolor me consume, siento amoratado todo el rostro. ¿Así será? Estoy adormecido, pero nada tiene que ver con el golpe. Es como si me cuerpo me estuviera traicionando, no puedo entenderlo. En el comedor me sentía más que bien. Intento arrastrarme, quitármelo de encima, pero nada funciona. 

Y si es un hombre... ¿Me equivoqué en mis sospechas? ¿Cosette no es la asesina?

 ¿Esto será todo? ¿Voy a morir? ¿Son mis últimos minutos con vida? Solo puedo arrepentirme de no haber arreglado antes las cosas. «Demasiado tarde». Ahora no quedan más que lamentos. Ni siquiera el dinero es el principal pensamiento que me amarga.

No he pensado ni un maldito segundo en el dinero. «Theo». Theo y todo lo que quedó inconcluso, lo que podría haber sido toma protagonismo en mi cabeza. 

¿Theo... me importa más que el premio?

«Volveré» le prometí a Jasmine. Se quedará esperando, así como yo me quedé esperando a mi padre. 

Si estos son mis últimos pensamientos no pueden ser más patéticos. Miserables. 

Intento enfocar la vista. El manojo de una puerta moviéndose, una última esperanza. «Sí» pienso para mis adentros. Sin embargo, no soy el único que se da cuenta, también mi atacante. 

Me suelta y oigo sus pasos alejándose. «¡No!». Debo saber de quién se trata, debo voltear, levantarme, hacer algo. No obstante, el cuerpo no me responde, y lo último que veo es a Theo. 

¿Será en verdad él? ¿Estaré soñando?

Creo que lo escucho gritar antes de perder el conocimiento. 

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