Capítulo 22
THEO
Me voy del cuarto mientras Derek sigue durmiendo. Es difícil saber a cabalidad la hora, pero intuyo qué es de madrugada. Camino hacia mi habitación. Sé que lo mejor es evitar alguna situación incómoda, que alguien nos encuentre juntos después de la escena de Magnus.
No obstante, antes de llegar a este la veo apoyada en la pared.
—¿Cosette?
—Tengo insomnio. —Se excusa. Ahora que está en el podio, su cuarto está junto al mío y de Derek.
—¿Querías verme?
—Quería saber cómo estabas.
Echo un vistazo rápido a mi apariencia. El disfraz desordenado, así como el cabello revuelto.
—¿Quieres comer algo? —pregunta.
—¿No es contra las reglas?
Cosette levanta los hombros restándole importancia. Ya la castigaron una vez por intercambiar comida, pero parece no importarle exponerse otra vez a una sanción. Me arrastra del brazo hasta el comedor. La cocina está cerrada, pero saca una llave abriéndola sin problemas.
—Me la quedé de cuando nos tocaba trabajar aquí con Derek. Hay que aprovechar antes que me la quiten. Así he robado comida del podio, evito hacerlo, no quiero que me atrapen. Pero ahora mismo necesitamos comer algo delicioso.
Entramos a la cocina, algunos alimentos se encuentran envasados sobre la mesa, platos y utensilios sin lavar están acumulados. Magnus no ha avanzado el trabajo.
Cosette saca el pastel de chocolate, sirve dos porciones, una para cada uno. Llevamos los platos al comedor, sentándonos frente a frente. Bajo otro contexto comer nos habría dado miedo, pero dado que las sospechas recaen principalmente en la carne, la comida del podio sigue siendo un refugio. Por algún motivo solo estarían drogando a quienes quedan bajo en las evaluaciones. Eso si lo que ha dicho Cosette es cierto.
—Soy toda oídos.
La escena del cuarto de Magnus. Las imágenes mías por doquier.
—Me dolió. No creo que pueda seguir siendo amigo de Magnus y eso es triste.
La amistad nunca volverá a ser lo mismo. Los recuerdos del pasado no puedo verlos de la misma manera. La relación se quebró. No he hablado con él, pero tampoco existe algo que pueda decir que cambie lo que ya vi.
—Siendo honesta, querido Theo, ya había pensado mal de Magnus.
Primero Derek, y ahora también mi hermana. Tal vez el único que no quería ver cómo era Magnus era yo.
—¿Cuándo?
—Bueno, esa vez que me asesinó con la mirada. Cuando se dio cuenta que nos conocíamos fuera del programa. ¿Recuerdas? No fue precisamente dulce. Temo que imaginó que era alguien que estaba interesada en ti, o algo por el estilo.
Recuerdo haberle preguntado si estaba molesto. Pude ver en su expresión que algo le había parecido mal, pero no creí que fueran celos.
Sí, es cierto que cambió su actuar cuando se enteró que era la hija de la pareja de mi padre. De inmediato desechó la idea de que pudiéramos ser algo más. Al parecer esos sentimientos estuvieron desde siempre. Si fuera más bueno leyendo a las personas me habría dado cuenta antes.
—Sí... nunca supe leer bien esas reacciones.
Cosette se acomoda el cabello, los mechones blancos los pasa por detrás de sus orejas. Trae el pijama del programa. Le debe parecer raro que aún esté con el disfraz, y en este estado... debe sacar sus propias conclusiones. No he pasado la noche en mi pieza.
—Hay alguien que me gusta mucho —confieso luego de unos minutos. Siento las mejillas calientes de solo decirlo en voz alta.
Mi hermana es un buen inicio. La primera persona que le diré sobre mí y Derek.
—¿Ah, sí? ¿Me estás dando una primicia acaso? ¿Quién?
Respiro profundo.
—Me gusta Derek.
—Oh, por Dios. ¡Oh, por Dios! —Le hago una seña para que baje la voz, lo peor sería despertar a alguien—. ¡Sí! ¿Mi fantasía se volvió real?
—¿Fantasía?
—¡Mi mente va a explotar! ¡Mi ship se volvió real!
«Ship» recuerdo la connotación que tiene.
—Había cierta tensión entre ustedes, que obviamente yo la capté —continúa—. Pero creí que eran cosas de mi cabeza, ya ves.
—Fue de a poco. Es la primera vez que me gusta alguien.
—¿Y qué tal? ¿Cómo ha sido? ¿Ya dieron algún paso...? Ese Derek tiene pinta de maquiavélico.
Más que un paso, pero contar detalles no parece apropiado.
—Solo diré que si no fuera por Magnus y Febe creo habríamos demostrado más abiertamente lo que pasaba entre nosotros.
—Magnus no se lo tomará bien.
—Lo sé.
Cosette de pronto se ve preocupada.
—¿Quieres que intente ayudar? Podría intervenir, no lo sé, ¿hablar con él? Recordarle que actúe como una persona normal, detenerlo de hacer una estupidez.
—¿Tú... harías eso?
Cosette levanta las comisuras de la boca; una sonrisa.
Recuerdo la primera vez que la vi, en casa. La facilidad que tenía para desenvolverse con tanta frescura y energía. Los trabajadores de papá hablaban de ella. No solo por su belleza, también por su desplante. Desde un inicio intentó acercarse a mí, pero jamás creí que podría terminar sintiéndome seguro a su lado. Contándole confidencias. Amigos, o un lazo de hermanos. Pensar en ello también es triste, ninguno de los dos está feliz con el compromiso de nuestros padres. Lo más probable es que si uno de los dos gana el programa se vaya lejos de la ciudad.
—Por supuesto que sí. Somos hermanos —responde.
—No de sangre.
—Somos hermanos —repite, como si para ella no hubiera diferencia.
Como un trozo de pastel, saboreándolo lentamente.
De pronto, se escuchan unas fuertes pisadas. Derek viene corriendo hacia nosotros. Angustiado. Si no fuera porque ahora trae el pijama de Proyecto 151, pensaría que ha corrido hacia acá inmediatamente tras levantarse de la cama. Su pecho sube y baja. Ni rastro de la tranquilidad con que lo vi la última vez.
—¿No escucharon el grito? —pregunta.
—¿Qué grit...?
Y ahí está fuerte y claro.
Me levanto de la silla, pero no doy ni un paso. Febe aparece del otro pasillo. Horrorizada.
Intercambia una mirada con Derek, mas no dice nada. Tras de ella viene Félix. Ambos traen poca ropa encima.
—¡Hijo de puta! ¡Eres un hijo de puta, Derek! —le grita. Nadie entiende nada hasta que alza en lo alto una... lengua.
Cosette se echa atrás en la silla vomitando el pastel en el piso.
—¿Fue tu manera de asustarme? ¿Me amenazas con cortarme la lengua y luego me dejas esta sorpresita? Das asco. ¿Te mueres de celos, no es así? No soportas que Febe ahora esté conmigo. Actúa de frente y sé hombre.
Le deja la lengua en su mano. Derek la sujeta en la palma de esta, la apretuja y suelta una horrible carcajada.
—Buena esa. —Sigue riendo—. Así que al asesino no se le ocurrió nada mejor que usar mi idea. Se lo tomó demasiado literal a decir verdad.
—¡Puto enfermo! ¿Cómo puedes reírte?
Derek lo ignora. Me desconcierta que pueda reaccionar de esta manera frente a la tensión. Sin embargo, intento tener presente de que no es más que un acto, que el Derek real es la persona que conozco en la intimidad, cuando estamos alejados de los demás.
—¿Sabes lo traumático que fue despertar con esta lengua en la cama? ¿Sabes cuánto gritó Febe? ¡Casi me rompe los tímpanos!
—Ni siquiera te importa de quién sea —habla Cosette bajo a mi lado.
—Tú cállate mejor —le contesta Febe.
Una alarma suena. Todos nos quedamos quietos, a la expectativa de qué es lo que ocurre. La discusión se detiene.
—Las cámaras —murmuro.
Aunque Derek no sería tan desprolijo. No hay signo de alarma en su rostro. Tal vez sabe el punto exacto dónde están las cámaras, y este está fuera de su radar.
Los tacones de Morgan suenan a una distancia corta. Calculo en unos quince segundos aparecerá frente a nosotros. Cuento mentalmente...
Trece...
Catorce...
Quince...
—Lucecitas.
Todos estamos tensos. Derek ha ocultado la lengua tras su espalda.
—El Sr. Ashford está aquí —dice en cambio.
Me quedo paralizado. Cosette avanza un paso, como si quisiera protegerme.
—Theo, vienes conmigo —sentencia Morgan.
Se me acelera el corazón.
«Papá». No había pensado en la posibilidad de que viniera al programa. Las noticias. Lo que ocurrió con Phineas debió haberle facilitado el paradero mío, de Cosette y Magnus.
—Morgan, no me quiero ir —pido.
Derek nos sigue unos pasos más atrás, intentando oír la conversación pese a lo peligroso qué es que se acerque a Morgan en este momento.
—Estamos haciendo todo lo posible, pero está amenazando con ir a la justicia. Pero sí, intentaremos llegar a un acuerdo, lo mejor será que hables con él.
Trago saliva. Convencerlo no será fácil. Debe estar desconcertado de que haya tomado la decisión de ingresar a una competencia de este tipo. Un premio en dinero, cuando acumula una gran fortuna en su cuenta.
—¡Theo! ¡Tú puedes! —me grita Derek. Volteo en su dirección. Me mira fijamente. La intensidad de sus ojos, el recuerdo de nuestras conversaciones. Busco fuerza en sus palabras.
—Y... Theo —me distrae Morgan—, creo que será mejor que te cambies de ropa antes de verlo.
Y sí. Aún sigo con el disfraz mal puesto.
Voy a ello. Morgan me espera fuera de la pieza. No obstante, mientras lo hago me tiembla la mano. No solo por tener que enfrentarlo, sino por la imagen grabada en mi cabeza de esa lengua humana cortada.
—Hola, hijo.
Ha pasado bastante tiempo de la última vez que escuché su voz. Nunca creí que cuando nos veríamos nuevamente sería en la oficina de Morgan.
Está de espaldas, sentado en la silla frente al escritorio. Distingo su cabello castaño, su espalda ancha.
—No quiero irme.
Arruga el entrecejo, le extraña que le hable de esa forma.
—Theo, tú no actúas así a escondidas. ¿Esto fue idea de Magnus o de Cosette?
—No fue idea de ninguno de ellos. Fue mi idea participar.
Oír el nombre de Magnus me pesa.
Morgan nos rodea, toma asiento frente a mi padre.
—Theo Ashford lleva un excelente registro —interviene—. Desde el inicio ha sido el mejor estudiante, su expediente es asombroso. Tiene muchas posibilidades de ser quien gane el premio que promete este programa.
—No le interesa nada de eso. Él ya tiene dinero de sobra.
—Postulé porque quería esto, sigo aquí porque quiero ganar —le debato.
Se me queda viendo fijo a los ojos.
—¿Puedo hablar con mi hijo en privado? —le pregunta a Morgan.
—No —niega—. Verá, mi responsabilidad es cuidar a los muchachos y velar por lo que ellos quieran. Theo ya habló así que me quedaré resguardando que eso se respete.
—Hablas como si fueras su madre.
—Pues, viendo cómo es me encantaría serlo.
Mi padre se queda callado. Morgan capta su atención.
Si mi padre tiene treinta y ocho años, Morgan calculo tiene unos treinta y uno. Y en especial hoy, su cabello guinda brilla más de lo normal, algo mojado, como si se hubiera dado una ducha hace poco. El aroma a perfume dulce impregna toda la sala. El traje ajustado a su cuerpo. Difiere por completo de mi padre. Trae una camisa, los botones superiores abiertos, pantalón de vestir y zapatos formales. Es extraño no verlo con su ropa de trabajo, la bata blanca.
—¿No tiene hijos?
—Nunca estuvo en mis planes. Al menos pasar por todo ese proceso... no estoy dispuesta. Creo hay otras maneras de ser madre. —Se acomoda un mechón de cabello pasándolo por detrás de su oreja.
—¿Sí? ¿Cómo cuáles?
Bien, nada tiene que ver el tema con la razón de por qué estamos encerrados aquí.
—¿Volvamos a la conversación? —interrumpo—. Papá, no me iré del programa.
Su atención por fin regresa a mí.
—Nunca hemos estado separados. Y no lo necesitas.
Advierto la prisa que tiene en irse, encerrarse nuevamente en su trabajo, que todo vuelva a ser cómo antes. Detesta que algo se salga de su esquema. He aprendido a leer a mi padre con los años.
—No me iré.
—Theo, ¿por qué complicarte la vida? Ya lo tienes todo. ¿Qué pasa con los demás que participan? ¿Qué tipos de vida tienen? Pueden necesitarlo de verdad.
Pienso en Derek. Fue el motivo de su odio en primera instancia. Si se trata de necesidad, sé que Derek y Febe lo merecen más que yo.
Me enfoco en las paredes, la simetría de la sala. El blanco que protagoniza cada pared antes de soltar esas palabras.
Una humillación.
—Por favor, deja que participe. Queda poco para que termine.
Se detiene pensándolo. Su rostro está serio. Una superficial marca en la frente mientras reflexiona en la idea. Está siendo más condescendiente de lo que habría imaginado, pero sé que se debe a que tenemos compañía.
Morgan también lo observa. Luego siento el peso de su mirada sobre mí. Con mi padre no nos parecemos físicamente, solo compartimos el color de ojos, azules. Su cabello es castaño, más oscuro que el mío, algunas canas asoman entre medio de este. Sus rasgos son más maduros y varoniles, una mandíbula más definida, y una incipiente barba, poco crecida y bien cuidada.
—¿Es seguro este lugar? —le pregunta a Morgan— ¿Qué pasó con ese muchacho?
—Fue un gravísimo error en el protocolo. Créame que aquí estará seguro. Puedo hacerle un tour por las instalaciones si lo desea. Mostrarle el cuarto dónde se queda su hijo, cómo se alimenta, un vistazo a sus resultados. Los exámenes que rinde. ¿Le parece bien, Sr. Ashford?
Mi padre no parece muy convencido. No obstante, después de unos segundos nos ofrece una sonrisa a ambos.
—Dime Laurent —le pide a modo de respuesta a Morgan.
Ir caminando con mi padre por la residencia es embarazoso, más cuando sé que es una prueba. Está decidiendo si me quedo o no. Cualquier cosa puede hacerlo cambiar de parecer.
Derek nos ve a lo lejos, se aproxima de manera desenfadada.
Los presento de inmediato.
—Mi padre —le digo a Derek, aunque ya sabe perfectamente quién es—. Mi amigo —le hablo a Laurent—, Derek.
Le ofrece la mano, saludándose en un fuerte apretón.
—Oh, hemos oído mucho de usted aquí dentro. Causó cierto revuelo la presencia de Theo.
Hago un intercambio rápido con Derek, no sé cómo podrían llevarse realmente. Solo sé que Derek lo odia.
—¿Quiere que le enseñe el comedor? —pregunta.
Papá asiente ante el retraso de Morgan.
Derek lo encamina mostrándole todos los platillos que le ofrecen a quienes están en el podio. Justamente estamos en el horario de desayuno, así que nos sentamos a comer en la mesa.
La tensión en el ambiente es alta. Hago un repaso del grupo que nos observa, de quiénes están presentes.
Falta Pax. Y eso debería ser lo que a todos nos preocupe en este instante, pero no lo parece.
La atención está puesta en Laurent Ashford, aunque tal vez es por miedo.
—Y Derek... —habla mi padre—, ya que eres amigo de mi hijo, me gustaría saber más de ti.
—Bueno, básicamente crecí en la miseria —le responde mientras bebe un café— ¿Conoce el vecindario La Naja? Oh, puedo ver por su rostro que ha escuchado de él. Pues, crecí y viví en ese sector, ya tendrá una idea de que es todo un logro seguir vivo hasta este entonces. Lo único peor que ese lugar es Villa Pradera. En fin, que tengo siete hermanos, mi padre nos abandonó. Los padres de los otros de mis hermanos tampoco se quedaron. La verdad es que tengo una vida de mierda, pero siempre he sido bastante inteligente, eso me ha salvado un poco. O al menos he creído que me hará salir de dónde estoy.
No sé qué me sorprende más. El hecho que no refleje ni un poco el odio que siente hacia mi padre. O que pueda hablar con tanta soltura pese a que solo hace un rato sostenía una lengua humana en su mano.
—¿Y todos aquí comparten una vida así?
—No. ¿Ve a la muchacha de cabello bicolor? —La indica con disimulo—. Ella es la única que comparte un poco ese mal vivir, aunque tuvo un poco más de suerte. No se preocupe, que en verdad soy el único pobre diablo aquí.
—¿Qué piensa tu madre de que estés aquí?
—No lo sé, no creo que sepa dónde estoy. Si lo supiera pienso que vendría a darme el sermón de la vida, aunque seguramente no la dejarían pasar como a usted. Ella... siempre ha pensado que hay que ser felices con lo que tenemos. Nunca hizo nada para sacarnos de la pobreza. Así que vería con malos ojos que yo estuviera haciendo esto, como si fuera demasiado ambicioso o algo por el estilo. Somos muy diferentes.
Mi padre lo escucha con mucha atención.
—Derek ha sido un buen amigo aquí —agrego.
—¿Ah, sí?
—Sí —interviene Derek—. Al inicio lo odiaba... Me gana en cada examen —explica—, y estaba acostumbrado a ser siempre el mejor. Pero luego lo fui conociendo, sacándome algunos prejuicios de la cabeza.
Junto a nosotros pasa Cosette y Magnus con sus bandejas, ambos con la cabeza gacha.
—Cosette. Magnus. —Llama mi padre, deteniéndolos— ¿Quién de ustedes arrastró a mi hijo a este lugar?
Detienen la marcha.
—Yo vine a acompañarlo —se atreve a responder Magnus. Me esquiva la mirada.
—Oh, ciertamente no nos pusimos de acuerdo. Solo ocurrió. Una casualidad —agrega Cosette.
—Claro —contesta mi padre—. ¿No quieres saber cómo está Greta?
—Greta... —La expresión de Cosette cambia a una de preocupación.
—Está bien... hace sus ejercicios —la calma.
—¿Mejoras?
Niega con la cabeza.
—Hace su mejor intento. Las ganas de avanzar las tiene. Te extraña, pregunta por ti.
Cosette se ve incómoda. Le causa malestar estar lejos de ella, aunque esté aquí precisamente para ayudar a su hermana. Para que su tía no tenga que casarse con mi padre.
Laurent conoce las habitaciones del programa. Compara los cuartos de los tres que estamos en el podio en contraste a quienes están bajo del ranking. Cuando entra a la pieza de Cosette, esta va por el teléfono. Le enseña las fotografías que ha sacado estas semanas. Antes de ello, le cuenta los conocimientos que demostré para ganarme el celular.
Aprovecho esa pequeña oportunidad.
—Derek... —murmuro—. ¿Qué pasó mientras me fui? ¿Pax...?
—No te preocupes, está todo controlado. —No se le mueve un músculo de la cara.
—Se lo pasan bien —comenta papá al ver las fotos.
Con pesar la interrupción me impide seguir indagando. Cosette le cuenta detalles de cada imagen, lo que estábamos haciendo antes de sacarlas. Todo sigue su curso hasta que llega a una fotografía que Cosette nos sacó a Derek y a mí. Esa esposados. No suelo sentir vergüenza, pero me invade superficialmente, como si de alguna manera pudiera saber lo que hice anoche con Derek.
Mi padre alza la ceja, pero no pregunta nada. Después suelta una risa.
—Sí que se la pasan bien ustedes. Está bien, son jóvenes, deben aprovechar esa chispa de energía.
—¿Dejará que se quede? —le pregunta Derek.
—¿Dejar que se quede? No soy ningún tirano. Si mi hijo quiere estar aquí, son sus decisiones. ¿Es lo que quieres, Theo? ¿Quieres estar aquí?
—Sí, eso quiero.
—Bien, no hay nada más qué decir.
Ve los números en nuestras sudaderas. Un brillo de orgullo al ver el que está sobre la mía, más que nada me creó para esto. Para ser brillante. Tal vez esa es la verdadera razón de por qué cedió, además de querer quedar como un buen padre frente a desconocidos. Demostrar que lo que sea que me haya hecho, me llevará al éxito.
Veo a mi padre siendo acompañado por Morgan, dirigiéndose a la salida. Solo escucho unas últimas palabras, de que si llegara a ocurrir algo que le avise primero a él, le deja una tarjeta con su número.
En ningún momento mira atrás. Tampoco se despide de mí.
—Uno identifica a los suyos. Tu padre es un manipulador de primera. Es como yo —sostiene Derek una vez que estamos solos en su cuarto.
Entonces se dio cuenta. Se dio cuenta que esa amabilidad no es para nada genuina. Siempre ha actuado de esa forma, frente a los demás es el padre perfecto.
—Necesito saber qué pasó —pido. No quiero seguir hablando de él.
—Ya te cuento todo. Nos diste tiempo la verdad.
—¿Para qué?
—Pues, encontramos a Pax, pero ya imaginarás en qué condiciones. Nos diste tiempo para actuar antes de que se dieran cuenta. Hicimos lo mismo de esa noche.
Cierro los ojos con fuerza. Pax no merecía nada de eso.
—Y en el cuarto de Magnus... Magnus obviamente negó todo. Dice que no tiene nada que ver, aunque la guadaña estaba a un lado del cuerpo, manchada con sangre. No creo quieras saber detalles de cómo lo encontramos. Punto a favor de Magnus es que cuando entramos estaba durmiendo. Pero en fin, que con eso se olvidaron de inculparme.
—Debieron... notificarlo.
—Siento contradecirte, ¿Pero preferías que tu padre se entere de lo que pasa aquí? Te iba a agarrar de la mano y te llevaría lejos.
«Es verdad». Suspiro.
—Hay que bajar cuánto antes al subterráneo.
—Lo sé. Pero antes de eso... —Muerde suave su labio inferior—. Me gustaría una recompensa de tu parte.
—¿Recompensa?
—Conocer a mi suegro fue toooda una experiencia. Solo quería besarte frente a él. ¿Sabes?
¿Una recompensa por haber aguantado a mi padre?
Su boca cerca de la mía. Se queda suspendido, apenas rozándome los labios, mas no reclama su recompensa. Un ligero ruido se escucha del otro lado de la puerta.
—Ya sabía que el siguiente sería Pax, pero comprobarlo... ¡Solo me hizo reafirmar lo que pensaba! —Repentinamente cambia el tema eufórico. Tomando distancia de mí—. Ya sé quién es el asesino —sentencia en una sonrisa.
¿Cómo? ¿Lo sabe? Pero... no me hace sentido. Me lo habría comentado de ser así. Menos de esta manera. Podría creer que se convenció de que es Magnus, si encontraron el cuerpo en su pieza cualquiera lo apuntaría como el principal sospechoso. Pero hace tiempo que Derek dejó de pensar en Magnus como el asesino.
—¿Me harías el favor, Cosette?
—¿Qué...?
Derek abre con brusquedad la puerta. Cosette está del otro lado.
¿Nos estaba espiando?
—¿Me harías el favor? —le pregunta nuevamente sin levantar la mirada. Esa sonrisa maliciosa aún presente—. Diles a todos que nos reunimos en una hora en la terraza. Que ya sé quién es el asesino y que... lo delataré frente a todos. Es que... me divierte pensar en la cara que pondrá.
—Yo... yo lo siento. No era mi intención escuchar. M-me gusta verlos juntos. Solo es eso. ¿Ya sabes? ¿Quién es?
—Eso lo diré en una hora. —Se va dejándonos solos, caminando de manos en los bolsillos.
Observo de reojo a Cosette preguntándome por qué estaba escuchando tras la puerta.
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