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Capítulo 15

DEREK

Ya han pasado algunas horas, pero esos besos siguen grabados en mi cabeza. No he podido pensar en nada más que en él. El roce de su cuerpo con el mío, su respiración, la sensación de sus labios en mi boca.

Mis instintos me hacen querer ir a su habitación, a continuar aquello que interrumpió Cosette.

Salgo del cuarto con ese propósito en mente. Sin percatarme de la persona que me espera fuera. 

—¿Buscas a Theo?

Bajo la cabeza, prestándole atención a la dueña de dicha voz.

—¿Qué dijiste, Cosette?

—Solo bromeo. —Cosette suelta una carcajada—. Veo que tenías algo de prisa... Morgan me llamó, tristemente tenemos que trabajar en la cocina.

No tengo cabeza para trabajar. Sin embargo, la sanción por ese intento de intercambiar platos sigue vigente. Claro, unos pueden matar como si se tratara de cambiarse el par de calcetines, en cambio otros, tienen que pagar por acciones tan insignificantes. 

«Y es que ahí está el punto» pienso. No era algo insignificante. Morgan vendió el cuento de que debía promover el sacrificio, mantenernos motivados para estar en los primeros puestos. Pero el premio tendría que ser una razón más que suficiente para estudiar y aprobar los exámenes con los mejores puntajes. 

Hay algo en este programa que no termino de descifrar, siento como si constantemente estuviera pasando algo por alto. 

Sigo a Cosette a la cocina. Al entrar en esta cierro la puerta, dejando apoyar mi espalda en la madera.

Debo enfocarme en el juego.

Esta puede ser una buena oportunidad.

—Tenemos una conversación pendiente —digo, al ver que extrañamente está más colaboradora que en otras ocasiones. Toma la iniciativa en lavar la vajilla.

—Sí... —murmura. Junta los platos para comenzar a fregarlos—. Imagino qué es por lo que dije de la carne.

Me acerco más a ella, de manera que pueda escucharla mejor, sin que su voz sea aplacada por el ruido del agua corriendo.

—Cosette, ¿Cómo sabes tanto?

Su atención deja de estar en la porcelana blanca, y pasa a mis ojos. Hay miedo en su mirada.

—¿C-Cómo dices?

—Estaba pensando en lo que dijiste. Ninguno de nosotros cuenta con los conocimientos ni instrumentos para analizar la comida. De ser cierto lo de la carne, significa que o viste algo sospechoso, o alguien te pasa información. 

—Me duele que desconfíes de mí, querido Derek. —Cierra la llave del agua. 

Francamente se le ve devastada, como si los lazos forjados aquí fueran sólidos y no se acabaran una vez que uno de nosotros se quede con el dinero. 

¿En verdad me aprecia? ¿O es el miedo a ser descubierta?

—Recuerdo cuando todos dimos nuestras teorías por los asesinatos... —reflexiono—. ¿Sabes? Tú eres la única que más de alguna vez ha insinuado que este lugar es más de lo que aparenta. 

—Derek... es cierto, pero no entiendo la desconfianza. Todos hemos tenido diferentes teorías...

Negación. Muy bien, no esperaba otra cosa, pero para su mala suerte yo no desisto fácilmente. 

—¿Por qué Félix te odia tanto? —continúo.

Independiente de lo que diga, Félix es la clave de lo que oculta Cosette. Está nerviosa, a mí no me engaña. Su mano tiembla ligeramente, así como sus ojos idos muestran inquietud. 

—Eso deberías preguntárselo a él. Félix siempre se burla de mí, la agarró conmigo y ni sé qué le hice. Ha sido duro para mí lidiar con sus provocaciones. Yo se la devuelvo o me rio, porque es la mejor forma de enfrentar a personas como él, al menos eso me decía siempre Greta. Que si alguien quería humillarme riera, que no le diera en el gusto, pero no quita que me duela el corazón, y quizá me duele más al saber que tú sospechas de mí. Ni siquiera a Febe le agrado. 

—No te estoy acusando de nada. Solo pienso en voz alta, porque necesito llegar al fondo de esto. Dices estar agradecida conmigo por los puntos que te di, entonces dime lo que sabes. Tú y yo sabemos que algo descubriste. Quiero toda la verdad. Págame de esa manera.

La tengo. La he convencido de hablar, y lo compruebo cuando adrede tira los platos de la mesa.

—¡Qué torpe! ¡Ayúdame! —grita. 

Le sigo el juego en la actuación. No sabemos qué lugares están libres de cámaras. Yo había hecho un sondeo anteriormente, pero al estar en otro edificio todo puede estar cambiado. 

Me hace sostener la pala en tanto ella barre los trozos de vidrio que han quedado en el suelo. No es más que una distracción para que pueda confesar lo que se ha estado guardando. 

—No puedo decir mucho... Derek —musita—. Solo estuve en el lugar incorrecto a la hora incorrecta. Tengo mis sospechas, pero hay cámaras por todas partes.

—Escúchame, si me tienes de tu lado no tienes nada que temer. 

No creo completamente en su inocencia, pero si todo esto fuera cierto, entonces tiene miedo, necesita sentir que alguien la protegerá ante cualquier eventualidad. Y en ese caso, tal vez no cuento con el poder del "Proyecto 151", pero dentro del grupo soy el que más ha demostrado audacia. Confío en que eso la hará creer en mí.

—Está bien, diré lo que sé, aunque no es mucho. También hablaré con Theo después... Yo... oí a Morgan, hablaba con uno de los organizadores sobre las porciones de comida, específicamente de la carne destinada a los peores lugares. 

Mueve con habilidad los pedazos de vidrio mientras habla. 

—Hablaban sobre una sustancia mezclada en la comida. Quedé en blanco mientras escuchaba. Sabes que casi siempre he estado en los últimos puestos ¿Cómo podría dar un bocado si sabía que iba a terminar drogada? —Unas pequeñas lágrimas resbalan por su rostro. Disimuladamente las limpia—. Desde entonces he intentado comer lo menos posible... aunque me sienta débil. Robo un poco de la comida del podio para quedarme más tranquila, aunque nada me asegura que igualmente contenga algún componente extraño. 

—¿Pero qué decían? ¿Una droga dices qué es?

—Sí, por lo poco que entendí altera el comportamiento.

—¿En qué sentido?

—Alucinaciones, agresividad, alteración de la realidad...

—¿Y crees que eso tiene que ver con los homicidios? 

—No puedo asegurarlo, pero es una opción.

Sin embargo, no logro contemplarlo como una verdadera alternativa. Vimos el dinero, el premio existe. Las evaluaciones son por un motivo, nadie sería tan ocioso como para inventarse todo esto. Y si el programa es real, ¿Cuál sería el sentido de drogar la comida de un grupo de participantes?

¿Por qué a los que quedan bajo en el ranking? 

—¿Y si era otra cosa? —indago—. No lo sé, algo para la concentración como las pastillas que nos dieron la otra vez.

—No lo sé, Derek. De la conversación entendí otra cosa, por algo me da miedo hablar de ello.

—Hiciste bien en contarme —susurro—. No olvides que estamos del mismo lado. 

Continuamos las tareas en silencio. Ya me dijo lo suficiente, ahora solo queda analizar bien la información que me ha brindado. Por más que no sea demasiada, la única forma de encontrar respuestas es estudiando todas las aristas. 

Al terminar me voy directo a la sala de estudio. Mañana tenemos evaluación, quedamos pocos, pero no he olvidado mi objetivo. No caeré en dudar inmediatamente del dinero, lo vi con mis propios ojos. Y siendo mi mayor sueño el salir pronto de la pobreza, un comentario no hará que deserte tan rápido en esa ilusión. 

Los libros de historia universal se despliegan sobre la mesa. El examen de mañana contempla el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Hago un resumen en una hoja en blanco, me sé la materia perfectamente, pero de esa manera repaso los contenidos. Llevo al menos unas tres horas en ello, cuando tocan la puerta. 

—¿Sí?

El pulso se me acelera ante la expectativa de verlo otra vez. Únicamente no fui a su cuarto, porque sabía que Cosette lo buscaría para hablar. Además mis ansías de ganarle no me harían descuidar mis estudios. No obstante, no puedo negar que no he dejado de pensar en él ni un maldito segundo. 

—Y... tanto tiempo, si no voy por ti, no me buscas. 

Febe.

Se queda parada junto al marco de la puerta. Está seria, muy seria, como si ya supiera todo y hubiera visto con sus propios ojos cómo Theo y yo nos besábamos en mi cuarto. 

—¿Qué quieres?

—¿Que qué quiero? Somos un equipo, pero te has olvidado de nuestro pacto. Me traicionaste... 

El suspenso en sus palabras me hace temer que ya esté enterada de todo. 

—Le contaste a Magnus lo de Theo —suelta, y libero un suspiro de alivio de inmediato—. Sabes cómo reacciona cuando se trata de él y aun así lo hiciste. 

Cierto, fue una actitud cobarde. Fui impulsivo, me dejé llevar por los celos. Febe sí consiguió que mis sentimientos salieran a flote, solamente que no hacia ella.

Sino por él.

—¿Qué te hace creer que yo tengo algo que ver? —Me defiendo—. Tal como dices, tenemos un trato. 

—Porque te conozco. Tú eres así, actúas por detrás.

Cierro los libros bruscamente.

—¿Insinúas que soy cobarde?

—Insinúo que eres inteligente. Sabes cómo hacer las cosas, pero te recuerdo que a mí no me vas a engañar.

—Ya me quedó claro que no debo subestimarte, me lo has demostrado muchas veces. 

Febe se acerca lentamente. Se queda frente a mí en la mesa, acercando su torso en espera de un beso. Lo que significa que ni está molesta ni está segura de que yo la delaté. 

—Estoy estudiando —digo.

—Eso antes nunca nos detuvo. Estoy algo aburrida, creo. 

—Pues yo estoy estresado.

No me cree ni un poco, tampoco la culpo por ello. Debería terminar con ella, sé que tendría que haberlo hecho hace mucho tiempo. Solamente que no encuentro la instancia oportuna para hacerlo, o tal vez solo estoy excusándome. 

Salgo de la sala de estudio con Febe abrazándome. 

Me molesta, pero me siento más contrariado cuando lo veo a él fuera de la sala. Se ha quedado unos pasos más allá, pero sé que esperaba verme; levantó la cabeza en cuánto nos vio salir. Dudo que Febe se haya percatado de ello, aunque tampoco me importaría demasiado a decir verdad. 

Seguro Theo está pensando mil cosas al vernos así. Y por algún motivo me importa, quisiera acercarme a él. 

Voy a acercarme a él. 

—Febe adelántame —digo, quitándome su brazo de encima.

No me hace mayores preguntas. Camina despacio, aunque siento su mirada por encima del hombro, al menos una vez. 

—Lo siento, si tenías que ir con ella... no quería int..

No lo dejo terminar, pero en teoría solo es devolverle la mano. La primera vez me tomó por sorpresa, ahora es su turno. 

Junto mis labios a los suyos acorralándolo contra la pared. No se lo esperaba, pero cae rendido. No hay resistencia, tampoco intenta apartarme. 

«Necesario». Absolutamente necesario. Mañana, mañana voy a ganarle, pero ahora, ahora en este preciso momento necesito otra cosa. Sostengo su mano con fuerza, y me deleito de su boca. Inevitablemente muerdo sus labios con suavidad, Theo reacciona soltando una pequeña risa que se ahoga con nuestro beso.

Me gusta. Un disparo de adrenalina me impacta y recorre ante el contacto. Lo había estado deseando desde que tuvimos que separarnos por Cosette. 

Acaricio su cabello cuando nuestras bocas se separan. El silencio nos invade, siendo el único ruido presente el de nuestras respiraciones algo agitadas. 

No hemos hablado de esto, de esto que ha pasado entre nosotros. 

—Te buscaba para hablar de Cosette... —murmura—. Pero no puedo decir que no me gusta est...

Lo interrumpo antes de que pueda continuar. 

—Eso que tanto necesitabas descifrar, esos sentimientos... —Ladeo la cabeza, vislumbrando el magnífico desorden que he dejado en su cabello—. ¿Ya descubriste qué era? 

Permanece quieto. Aprovecho esa calma para acercarme a su cuello, invadiéndome de su aroma. 

—¿Ya sabes? —insisto, hablando despacio contra su piel. 

—Sí... —responde finalmente—. Creo que te has esmerado bastante en que me termine de quedar claro. De aclarar cualquier duda.

Es un puto subidón escuchar su voz entrecortada. Quebradiza, y que sutilmente sube unos cuantos tonos.

Por mí.  

Levanto la mirada manteniendo una sonrisa maliciosa.

—Bien, porque siento lo mismo que tú. 

Su boca se abre un poco, lo suficiente para que vuelva a desear mordisquear ese labio inferior. 

—Pero no creas que por esto tendré compasión —ronroneo—. Cuando solo quedemos tú y yo, ganaré. Te ganaré en este juego, Theo. 

—No esperaba que eso cambiara. Te conozco. Me gusta eso de ti.

—¿Ah, sí? ¿Y qué más te gusta?

Siento la imperiosa necesidad de tocarlo. Jugar poco a poco rozando sus dedos. 

—¿Quieres que agrande más tu ego, Derek?

—¿Crees que necesito agrandar mi ego?

Theo ríe por lo bajo. 

—No —niega—. Creo que no lo necesitas. 

—Claro que no, soy la personificación del ego, de la confianza y determinación. 

Y así podría seguir y seguir, pero esa risa que vuelve a hacerse presente me enloquece.

Romper la tensión se convierte en un camino irresistible. Con cada beso no consigo tener suficiente de él. Al contrario, nuevas ideas llegan a mi cabeza, mas sé que no es el momento. 

Al menos no ahora. 

Primero romperé con Febe. Es lo justo, tanto para ella como para mí, aunque este punto prefiero guardármelo por ahora. Tal vez debería mencionárselo a Theo, mentiría si dijera que no siento una emoción intensa cada vez que estamos solos. Sin embargo, no me gusta sentir que le debo explicaciones a alguien, aunque esa persona sea él. 

—Vamos a mi cuarto —sugiero— ¿Querías hablar de Cosette, cierto?

Abre grande los ojos al acertar perfectamente en sus intenciones. Luego, saca sus conclusiones; yo ya sabía lo de Cosette, más que nada estuvimos juntos hace solo unas horas. 

Le saco una pequeña ventaja, caminando unos pasos por delante de él, con la deliciosa sensación de que él me sigue; despacio, poco a poco.

Al entrar a mi habitación tomo asiento en la silla junto al escritorio. Theo se queda en mi cama. 

—La carne... —empieza— al parecer nos están drogando. 

—A nosotros no —corrijo. 

—No podemos saberlo.

—Tampoco podemos saber si es cierto lo de la carne. 

—¿Dudas de Cosette?

—Solo ponte en el caso de ser otro tipo de persona, sin las capacidades para llegar a la final. Quizá te inventarías un cuento para que los mejores estudiantes desconfíen de la veracidad del programa. Luego, querrían escapar ante una amenaza inminente, y así te quedarías último y disfrutando de tu fortuna. 

—Pero los asesinatos son reales, Derek. Sí hay una amenaza. Tú lo sabes.

—Pero esa amenaza no tiene por qué venir necesariamente del programa. No lo descarto, solo pienso que si fuera una mentira es muy conveniente. En el sentido que, es muy oportuno hacer creer que quien está matando a diestra y siniestra no lo hace por voluntad propia, sino por una droga. Si fuera una mentira... ¿a quién crees que beneficiaría?

Theo debe pensar que me contradigo solo, pero no se trata de eso. Hay que evaluar todas las opciones, porque la persona detrás de los homicidios es alguien astuto. Puede ser que "Proyecto 151" siempre ha estado detrás de las muertes, sí. 

Pero nuevamente tiendo más a creer que son unos putos sádicos. Testigos de los asesinatos, callando la boca sobre quién se está burlando de nosotros únicamente por diversión. 

Por ver hasta dónde llega el hombre cuando se trata del dinero.

—Al asesino... Desviaría la atención, al menos por un tiempo. Pero hablamos de Cosette, Derek. Además no olvidemos cómo fue la primera muerte. Morgan iba al cuarto de Febe.

—Solo fue la primera vez, más parece una coincidencia. 

—No quiero desconfiar de Cosette. —Luce cabizbajo.  

—No digo que lo hagas, solo creo que hay que darle una vuelta a las cosas antes de creerlas ciegamente. Por ejemplo, la conversación con el grupo en el comedor. No me creo que casi todos tengamos vidas trágicas. Quizá no lo ves a simple vista, pero muchos van a querer quedar últimos a cualquier costa, incluso apelando a la lástima. Si tienes la remota duda de que haya un asesino entre nosotros —explico—, querrás quedar como una víctima, alguien que no merece morir. 

Sus ojos azules me observan fijamente. 

—¿Ocurre algo?

—Nunca te lo dije, pero esa vez que nos mostraron el premio lo conté.

—Eso sí me lo dijiste en el momento. Tú y esa habilidad tuya de poder contar a distancia, ni siquiera puedo explicármelo.

—Creo que no daba la suma prometida. Había menos dinero. Por supuesto que pude equivocarme, pero diría que acierto el 98,5% de las veces. Preferí callarlo, porque sigue siendo una buena cantidad, y como te digo, dejé un margen de error.

—¿Menos dinero?

Está bien, esto sí me preocupa. Confiando en las habilidades de Theo, ese 98,5% es un 100%. Dudar y olvidarse del asunto únicamente por ese insignificante porcentaje restante, solo me dice lo estructurado qué es para ciertas cosas. 

—Como te digo, solo fue una impresión que me quedó, preferí no darle importancia. Creo haber contado 1400 millones de dólares para ese entonces, en vez de los 2000. 

—No lo entiendo... ¿Tendría alguna relación con el juego de esa semana?

—No lo creo, tuvimos que analizar el dilema del prisionero, fue cuando gané el teléfono. Quedábamos catorce en ese entonces.

Divago ante lo que ha dicho. No tiene demasiado sentido, pero un leve presentimiento se apodera de mí, así también como el apremiante miedo que intento aplacar de inmediato.

—Necesito ver el premio de nuevo. Necesito saber cuánto hay ahora, ¿Quedamos ocho, no es así? —Asiente con la cabeza—. Significa que se han ido doce, o bueno, doce han caído por distintos motivos. 

—No entiendo a dónde quieres llegar, Derek. 

—Ni yo. Solo necesito saber si se han reído de nosotros. —suelto una carcajada, pero es una risa algo nerviosa, rencorosa y vengativa a la vez—. El juego de la verdad una puta mentira habría sido, aunque siendo honestos, ¿Qué fue lo que dijeron una vez que se acabó? ¡Conservaron el monto! —grito eufórico—. Conservaron el monto —repito, medio desquiciado—. Nunca dijeron de cuánto era el monto. 

Me levanto, y comienzo a caminar intranquilo por todo el cuarto. Theo intenta calmarme, que conserve el temple. No comprende del todo lo que pasa por mi cabeza, sigue siendo una buena cantidad después de todo. El punto es que por primera vez el dinero me ha causado una mala corazonada durante el juego, y solo puedo creer que se debe a que este se me está escapando de las manos y yo ni enterado.  



Pese a todas las incertidumbres paso la noche en vela. La obstinación por ser el mejor, escuchar mi nombre en medio de alabanzas y tener el N°1 en mi sudadera sigue siendo una exquisita obsesión a la que me aferro a toda costa. Aunque la competencia no fuera más que una ilusión, igualmente una pequeña victoria como esa, me daría energía para enfrentar a "Proyecto 151". Porque sí, eso ocurriría si es que confirmara que esto no fue más que una broma, una fantasía en la que caí como si aún fuera un niño. 

Mi reacción no fue un arranque de locura, fue la nada misma a cómo actuaría si en verdad me enterara que "Proyecto 151" es mi enemigo. Nadie se burla de mí, ni de mis sueños. Quien lo hace paga, y de la peor manera posible. De eso ya me encargaría de ser necesario. 

Sin embargo, me obligo a serenarme. Hago ejercicios de respiración varias veces. No hacen efecto en mí, pero es mejor que no hacer nada. 

Sigo leyendo los libros. Las horas pasan, y a ratos oigo pasos en el pasillo. Estoy atento a si atacan a alguien nuevamente. Quedamos pocos y eso también hace que la lista de sospechosos se reduzca, eso bajo la hipótesis de que el asesino sí esté entre nosotros. 

Por lo peligroso que está siendo atacar dudo que actúe pronto. Aguardará a sentirse confiado en que no se delatará solo. 

Una vez más nos ofrecen pastillas en las salas de estudio. Con Theo llegamos a un consenso de no tomar ninguna píldora que pudieran ofrecernos. Ni siquiera las que le prescribieron por la migraña. Medidas inútiles si es que en verdad nos drogan con la comida, pero supongo que algo es algo mientras no podemos confirmar ni descartar nada. 

Morgan anuncia por el parlante que en dos días regresaremos a la sede principal. Internamente pongo un grito en el cielo, porque al volver pienso recorrer todo el maldito edificio. Incluido ese subterráneo el cual estaba mojado con aquella agua de dudosa procedencia. 

Esta vez iré preparado, usaré la linterna del teléfono de Theo, y no pararé hasta encontrar el centro de control de este programa. El lugar dónde ven todos nuestros movimientos, dónde están nuestros expedientes y el premio. 

Me repito todo lo que he planeado para darme un último impulso. Distraigo la cabeza leyendo todos los contenidos a evaluar. Por un segundo se siente como un lugar seguro en medio del caos, ese lugar dónde sé que soy bueno. Pero no me satisface como la sensación de tener a Theo cerca. 

Mis pensamientos son un vaivén que van de un lado a otro. Tengo la mente hecha un desastre, no sé cómo no me he vuelto loco. 

De pronto, un horrible ruido me despabila de cualquier divagación. Salgo abruptamente de la sala de estudio, encontrándome con el origen de la turbación. 

Magnus está sobre Pax. Tiene el puño alzado en lo alto, al borde de estrellarlo contra su rostro. Pax grita pidiendo auxilio. Félix es el primero que llega en su ayuda. Muchos quedan de simples espectadores al igual que yo. No quiero ir de inmediato, porque debo analizar un poco la situación. 

Las pupilas de Magnus están dilatadas, su rostro ligeramente enrojecido. El puño le tiembla, y susurra incoherencias. 

Cosette se asoma a ver la escena, intercambia una mirada conmigo a la distancia. 

Y por su expresión es como si dijera: "Te lo dije". 

Como si quisiera que recordara sus palabras, "a los peores lugares los están drogando". 

«Alteración de la realidad, alucinaciones, agresividad». 

Me detengo en la sudadera de Magnus, el número inscrito en esta. 

El último puesto, el N°8. 

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