Capítulo 14
THEO
«Se quedó junto a mí toda la noche». Eso fue lo que me dijo la amable enfermera al despertar.
No sé cuántas horas he dormido, pero conociéndome debió ser bastante.
Al recobrar el conocimiento luego del último juego, le dije a la enfermera que no se preocupara. Me sentía con energía suficiente para continuar con normalidad. Sin embargo, quisieron dejarme en observación, chequeando que todo estuviera en orden. No había necesidad de que Derek permaneciera junto a mí. No obstante, quiso acompañarme.
«Conmovido» creo es cómo me siento, combinado con algo más.
No ha sido fácil para mí, pero creo estar convencido de qué es lo que siento. Solamente que es difícil externalizarlo en palabras. Peor aún intentar comprender los sentimientos de Derek. Un gesto cómo este me haría creer que siente lo mismo que yo, pero con Derek nunca se sabe.
—¿Ya despertaste? —Derek se friega los ojos.
Sonrío suavemente ante la preocupación que leo en su rostro. El ceño un poco fruncido y su boca ligeramente abierta. Se levanta del sillón dónde ha pasado la noche, estirando su cuerpo, y sacudiendo su ropa.
Siento algo de culpa de que haya dormido en esas condiciones.
—No debiste quedarte. No era necesario.
—No te sientas mal por eso. Ayer fue un día largo. Además no habría estado tranquilo si me hubiera ido. No confío en nadie —murmura en tanto yo me siento en la camilla—. La enfermera fue clara anoche al prohibir la entrada de cualquiera —agrega luego—, pero yo tengo mis métodos y logré persuadir a la del siguiente turno. Cuando Magnus se dé cuenta le dará un ataque.
—Magnus... —Llevo una mano a la cabeza. El dolor punzante continúa, aunque más leve—. El cuchillo... y Phineas... ¿Qué ocurrió después?
—Nos trasladaron de sede. Tranquilo, que ha pasado poco tiempo, dormiste profundamente durante el viaje.
Miro a mi alrededor. La sala se ve igual que la otra, en colores, dimensiones y estructura.
—¿Seguro no ha pasado más tiempo del que creía?
—No, lo que pasa es que Proyecto 151 hizo de las suyas. Nos vendieron un cuento patético. La escena del crimen ya estaba manipulada cuando quisimos volver —explica—. Supuestamente las cámaras captaron a alguien externo que se infiltró en el edificio. La policía nos interrogó a cada uno, y clausuraron el recinto. Pero, todo se sintió demasiado abrupto, breve y falso. Los tiempos y procedimientos no me calzan. Ignorando el hecho de que sabemos que fue alguien de aquí quien mató a Phineas obviamente... A lo que voy es que esa no era la policía, eran los mismos del Proyecto 151.
Proceso rápidamente la información. Estoy de acuerdo con él, sabemos lo que vimos y que hace tiempo dejó de ser solo un programa con un premio millonario.
Al pensar en los homicidios me invade el miedo.
—¿Magnus...? —pregunto. Sabe a lo que me refiero, no se puede ignorar el arma homicida junto al cuerpo de Phineas.
—No. El asesino pudo haber usado ese cuchillo precisamente para inculparlo —suelta Derek haciendo un gesto despreocupado.
—¿Por qué ahora no dudas de él? No te entiendo Derek...
—Porque es tu mejor amigo, supongo.
Detengo la vista en él, pero rápidamente desvía la mirada.
—Escúchame, sí, Magnus tiene sus cosas... pero siendo sincero no creo sea el asesino. Solo dije e hice ciertas cosas... porque él empezó con esa desconfianza hacia mí, y no me convenía que los demás me vieran con esos ojos.
Suspiro fuerte.
—Magnus siempre me defendió. Ha sido mi único amigo. Me dolería si estuviera involucrado, sentiría que nunca lo conocí realmente.
Derek inspecciona la habitación. Por dónde dirige su mirada creo busca si hay alguna cámara presente. Cuando termina esa tarea se acerca más a mí.
—Necesito saber... En la celda... ¿No escuchaste nada de mi conversación con Magnus?
Niego con la cabeza, cuando duermo caigo en un sueño profundo.
—¿Por?
—Solo preguntaba —responde—. Sobre Magnus... yo no me preocuparía demasiado —reflexiona—. Pienso que el verdadero asesino solo quería lapidarlo, lo que me hace deducir qué es alguien que sabía del cuchillo. Alguien cercano a nosotros, lo más probable. —Alza un dedo de su mano izquierda al pronunciar el primer nombre—: Febe o... —Esta vez levanta un dedo de la mano derecha—, Cosette... ¿Cuánto conoces a Cosette?
—¿De verdad vas a dudar de ella?
—No es que dude de ella, no por ahora. Solo hay que analizar a todas las personas que han estado cerca de nosotros. —Hace una pequeña pausa—. No es tú hermana de sangre y se conocen hace poco tiempo, o eso puedo suponer.
—Mm... Cosette siempre ha intentado que tengamos un buen trato. No le agrada mi padre ni que nuestras familias se unan, pero a mí tampoco. Cosette es buena persona, Derek.
—Todos en apariencia son buenas personas, Theo. Solamente el tiempo es el que demuestra si en verdad lo son, pero al parecer el tiempo sí te ha convencido de que ella lo es... ¿Qué me dices de su hermana? ¿No sabías nada de ella?
No estoy seguro de si es correcto que le confíe esto, pero quiero hacerlo. Me siento cómodo con él.
—No —niego—. Mi padre me dijo que era un asunto complicado, nunca quise incomodar. Pero después de la mentira en el juego de la verdad me explicó que Greta... es inválida. Estaba avergonzada y con culpa, se siente responsable de lo que le ocurrió. Eso fue lo que me dijo.
—Entiendo... Me llama la atención esa enemistad que tienen con Félix. Me puse a pensar... ¿Y si Cosette sabe algo y por eso Félix actúa así con ella? ¿Crees pueda ser una opción? Siento que Cosette sabe más de lo que dice.
—Podría ser... pero tiendo a creer que ella me lo diría finalmente. Así como tardó en decirme lo de su hermana, creo actuaría de igual manera, aunque ya sabes que no soy el mejor leyendo a las personas. Se te da mejor a ti... ¿Qué me dices de Febe?
—Sé que Febe es capaz de muchas cosas. Tuvo una vida difícil... Pero pensar que ella es la asesina, significa hacerme la idea de que fácilmente yo también lo sería. Todo lo que ella sabe lo aprendió de mí. Cuando nos volvimos cercanos era inocente, y yo le enseñé cosas que la cambiaron. Tal vez después de todo Febe y yo somos los asesinos.
No me gusta cuando dice esas cosas. Debe ser por ese sentimiento que creo identificar.
—No hables así, Derek. Si fueras el asesino lo sabrías.
—No necesariamente. Mi pasado no está limpio, no por completo... —divaga—. Cada vez nos acercamos más y no quiero contaminarte. No quiero cambiarte, así como pasó con Febe.
Su pasado no podría cambiar lo que siento ni la imagen que tengo de él. Derek es una persona genuina, y no está detrás de los homicidios, de eso estoy seguro. Por lo demás, el último fue llevado a cabo mientras estábamos encerrados juntos.
—Tú no me haces daño, Derek... ya te lo he dicho. Y lo que dices... bajo ese punto de vista, tú también desconfiabas en un inicio de mí ¿no? Tal vez mi padre terminó de arruinarme el cerebro con todos sus experimentos. Si fuera así, yo también podría ser el asesino.
—No lo eres...
Es lo único que alcanza a responder. De un segundo a otro la puerta se abre. Son Magnus, Cosette y Febe.
Están sorprendidos de vernos juntos.
—Uy, ¿Qué tenemos aquí? —suelta Cosette divertida—. Te nos adelantaste, Derek. ¿Cómo sigues Theo?
—Sí, ¿Qué haces aquí, Derek? —interviene de inmediato Magnus.
—No tengo por qué darle explicaciones a nadie —contesta—. Ni siquiera les debería sorprender, me preocupé por él desde que terminó el juego.
—¿No era tu rival? Oye, Febe, a tu novio se le está ablandando el corazón, ah.
Es incómodo tener a Febe cerca. Después de esas actitudes, no puedo verla cómo antes. Magnus también se mantiene apartado de ella, recuerdo que discutieron mientras yo estaba encerrado en la celda.
—No me da risa, estúpida.
—No pretendía ser graciosa, querida. Solo quería hacer notar el cambio de Derek con Theo.
Febe chasquea la lengua.
—¿Ustedes no estaban peleados? —inquiere Cosette.
—Estaba buscando a Derek, lo vi desde la ventana. Solo por eso entré, fue coincidencia que ustedes vinieran justo.
—Lo importante es cómo estás —desvía la conversación Magnus, apelándome directamente.
—Me siento bien, no quería preocupar, pero llevo un tiempo con dolores de cabeza —le respondo—. Tal vez me sobrepasó.
—Oh, ¿será el estrés? —interroga Cosette.
—Efectivamente —habla una voz ajena.
Un hombre de unos cuarenta y cinco años entra al cuarto seguido de la enfermera.
—Me llamo Henry. Soy el médico de Proyecto 151. Nos estaremos viendo seguido si tienen problemas.
—¿Problemas? —desafía Derek— eso se queda corto.
El médico ignora su intervención. Se acerca a mí sosteniendo una ficha en sus manos.
—Descuida, te hicimos los exámenes correspondientes y todo está en orden. Te dejaré este medicamento para la migraña. Si con esto no se te quita, entonces regresa conmigo. Solo debes avisarle a Morgan y vendré.
Derek mira con desconfianza el frasco.
Solo es acetaminofén, pero entiendo por qué el recelo.
Al no haber más preguntas el médico se retira de la sala, dejándonos solos. Todos parecen más tranquilos cuando se va.
—Me gustaría tener una conversación a solas con Magnus —digo.
Necesito sacar mis propias conclusiones de lo sucedido.
Lo muchachos hacen caso a mi petición, salen con calma de la sala. Me siento incómodo al ver cómo Febe se aferra a Derek. Sin embargo, eso no es importante ahora.
—Debes creerme, Theo —pide Magnus. Sabe de lo que quiero hablar.
—No me siento bien —admito.
—Yo tampoco... Anoche soñé con una canción... No creí que fuera posible soñar con una canción. —Parece algo ido—. La estuve tarareando al despertar, pero a los pocos segundos ya no podía recordarla. Eran violines creo... ¿Te ha pasado?
—Nunca... No desvíes el tema. Sabes que quiero hablar del cuchillo. Siendo honesto, por la reacción que tuviste la primera vez que pregunté quise creerte, estaba confundido, pero algo no me hacía sentido. Me mentiste, tú tomaste el cuchillo, el mismo con el que mataron a Phineas.
—No quería que dudaras de mí. Si lo tomé fue para cuidarme a ti y a mí. Yo no le hice nada a Phineas, el cuchillo lo perdí. Lo tenía guardado en el mueble del cuarto, alguien lo tomó. Perdóname por haberte mentido antes.
Me levanto de la cama y tomo el frasco de pastillas. Suelto un suspiro fuerte antes de continuar la conversación.
—No más mentiras, o solo empezaremos a dudar entre nosotros mientras quien está detrás de esto queda impune, y seguramente llegando a la final.
—Lo prometo.
Abre la puerta por mí, aunque no es necesario. Al salir del cuarto me sorprendo ante el parecido con el otro edificio. Las diferencias son mínimas.
Los colores, el aislamiento de las personas y de la luz del sol.
—En cualquier momento nos tocará dar la evaluación, a los que perdimos digo... Lou pidió que nadie le cediera sus puntos, no tuvo el valor para solicitar la renuncia, así que dejará la hoja en blanco.
—Aun así, que te vaya bien. —Le deseo suerte.
—Te demostraré que no tengo nada que ver en esto —agrega antes de marcharse apresurado a continuar estudiando.
«Cada vez menos estudiantes». Cuando Lou se vaya solo quedará Derek, Magnus, Cosette, Febe, Pax, Nina, Félix y yo.
Y entre ellos hay un asesino... o cabe la posibilidad de que sean dos.
Reflexiono sobre ello una vez que voy al cuarto nuevo que me han asignado.
Me entero de que la evaluación ha terminado cuando hacen el anuncio por el parlante. La siguiente expulsada es Lou. Derek y yo nos aproximamos a la sala de evaluación para despedirnos de ella. Lou intenta aparentar cierta tristeza para que no sea evidente que quería irse.
Los dos la acompañamos a recoger sus cosas, los organizadores nos siguen de cerca. Solo nos dan espacio cuando entramos a su cuarto.
—Si nos puedes echar una mano desde fuera lo agradecería —le susurra Derek—. Sé que sería difícil hacernos llegar algo, pero...
—Intentaré... —solloza Lou.
—Sabemos que el dinero es real, pero los homicidios también lo son —sentencia Derek—. Quiero saber qué está pasando con los cuerpos.
—¿Qué insinúas Derek? —se inquieta.
—Solo pienso en voz alta.
Lou asiente. Nunca fue muy comunicativa, pero se le ve buena persona.
Una vez que los guardias la escoltan a la salida, los demás del grupo nos disponemos a comer. Se altera el ranking únicamente para el grupo que rindió la evaluación, aunque al perder el juego anterior, los lugares se reparten desde el puesto N°6, es decir, quien sacó el mayor puntaje en la prueba se quedará con el sexto lugar pese a haber sido el mejor.
Nosotros tenemos reservados los cinco puestos, ordenados según en qué posición habíamos quedado anteriormente.
En la pantalla aparecemos enumerados de la siguiente manera:
N°1. Theo.
N°2. Derek.
N°3. Nina.
N°4. Pax.
N°5. Cosette.
N°6. Febe
N°7. Félix.
N°8. Magnus.
Por probabilidad, la posición de Nina y Pax tendría que alterarse después del próximo examen, pero aun así me pone nervioso ver a Magnus en el último puesto.
Coloco la comida en la bandeja actuando por inercia.
—Cosette, hablaremos cuando nos toque trabajar en la cocina —le advierte Derek, echando un vistazo disimulado a la carne.
—Como desee, mi salvador —agrega divertida Cosette—. No me miren así —les habla a los demás—, no podemos echarnos a morir por lo que está pasando. A fin de cuentas todos necesitamos el dinero, por diferentes motivos.
—Es francamente patético estar por debajo tuyo en el ranking —habla entre dientes Febe, que mueve el tenedor, jugando con la carne del plato.
Es primera vez que no le toca tener privilegios dentro del juego.
—Me sumo —interviene Félix—. Una mancha en el historial.
Félix luce calmado dentro de todo. No olvido sus gritos de que entre el grupo de prisioneros estaba el asesino. Sin embargo, él no sabe que es un patrón que viene repitiéndose hace tiempo. Derek solo se lo confió a Lou. Por lo tanto, hay más probabilidades de que haya creído lo dicho por la "policía".
—La envidia hace mal al corazón, hermosas criaturas.
—Tú forma de hablar a veces me recuerda un poco a Morgan —puntualiza Derek.
—Es lo único interesante que tiene Morgan. —Le guiña un ojo—. Seguramente me ha copiado el estilo ¡Hey, Félix! ¿Por qué no comes la carne ahora, ah?
—No pienso darte la razón, lunática —sostiene Félix y lleva un trozo de carne a la boca, saboreándolo.
—Dentro de todo, estamos bien a pesar de que... Phineas está muerto... ¿No era cercano a nadie? —pregunta Nina.
—No es que estemos bien —desmiente Derek— pero el dinero nos mantiene aquí. Es mucho dinero en juego.
—Yo hablaba a veces con él —comenta Félix— pero era muy reservado. Hablando de dinero, ¿para qué lo necesitan ustedes?
Derek está a un lado mío. Si no fuera porque Febe que está a su izquierda me atrevería a observarlo.
—Yo vengo de una familia pobre, como ya saben algunos de aquí —habla con soltura Derek—, vivo con siete hermanos y mi madre. Quiero cambiar mi vida, la mía y la de Jasmine, mi hermana pequeña.
—¿Y el resto de tu familia, no? —inquiere Nina.
—No.
Se gana la atención del grupo. No es lo usual que alguien admita tan fríamente algo como ello. Al menos no es algo que viera antes en otra persona.
—Mmh, mi caso no es así... —le contesta Nina—. Vengo de una situación económica normal, pero el premio sonaba tentador. Quizá no lo merezco como otros aquí.
—Pues yo... —interviene Cosette— necesito el dinero para el tratamiento de mi hermana, rehabilitación —explica—. Mis padres están muertos, todo recae en mi tía, quien estoy segura se casará con el padre de Theo únicamente por dinero. Quiero evitarlo a toda costa. No necesita hacer algo así para ayudar a mi hermana.
Tampoco me gustaría que mi papá contraiga matrimonio. Dudo que alguien pueda ser feliz a su lado.
—Yo también lo necesito para un tratamiento médico, para mi madre —murmura Pax—. Mi padre falleció hace años. Necesitamos el dinero.
Félix se aclara la garganta antes de hablar.
—Al igual que Nina yo vengo de una familia normal —dice—. Pero mi padre se llenó de deudas por juegos de azar. Vamos a perder todo lo que tenemos y no pienso permitirlo.
—Al menos supiste lo que era vivir bien. —Lo enfrenta Febe—. Yo vengo de los barrios bajos, al igual que Derek. Mi madre siempre se respaldó en distintos hombres, y bueno, mi padrastro mantiene la casa, pero no es una buena vida.
Un silencio incómodo perdura por unos segundos. Si los demás no saben qué decir, yo menos.
—¿Y tú, Theo? Sabemos de tu padre y... —pregunta con cuidado Nina.
No me gusta hablar de él, pero todos se están abriendo un poco. Los imito.
—Siempre tuve dinero, pero mi padre... —Busco las palabras adecuadas—. Sentí la necesidad de arrancar de él. Las cosas por las que me hacía pasar no eran normales. Sé que pueden juzgarme, incluso odiarme por mi apellido, pero no saben lo que tuve que pasar bajo su cuidado. Quiero independencia, por eso busco ganar el premio.
—Es cierto, su padre es maquiavélico, por eso no quiero que seamos familia —me respalda Cosette.
Magnus asiente con la cabeza.
—¿Y tu madre, Theo? —vuelve a preguntar Nina.
—No la conocí, murió cuando yo nací —contesto.
—Entiendo... lo lamento por preguntar.
No suelo hablar de ello, pero tampoco me molestó que preguntara. Cosette intenta ayudarme, pidiéndole a Magnus que dé su razón para ganar.
—Mi único motivo para estar aquí es eliminarlos a todos, quedar en la final con Theo y retirarme.
Se forma otro silencio incómodo. Sé lo que quería decir, pero los demás están serios.
—Ay, querido Magnus, eso no era lo más... indicado a decir dadas las circunstancias.
—Impulsivo o idiota —comenta Derek— o ambas, mejor dicho.
Derek sonríe al pronunciar esas palabras. Me gusta cuando lo hace de esa forma.
—Con eliminarlos me refiero a irle quitando el puesto a cada uno hasta que sean expulsados —se explica Magnus alzando los hombros.
—Oigan... —Pax no le presta atención a Magnus—. ¿Todos tenemos a al menos uno de nuestros padres muertos?
Qué extraña observación.
—No. —Niegan Febe y Derek al mismo tiempo.
—Mi padre está bien vivo, solo que formó una nueva familia lejos de mí.
—El mío nos abandonó, nunca más supe de él —finaliza Derek.
No logro descifrar si el sentimiento que tiene por su padre es indiferencia o resentimiento, pero su expresión cambia cuando habla de él. Quisiera saber qué es lo que en verdad le sucede.
Quisiera saber todo de él.
—¿Nadie siente culpa por estar lejos de su familia? —pregunta Nina.
Muchos niegan. Más de alguno se fue peleado con su familia, les daba inseguridad que participaran en un programa tan misterioso, pero pese a ello firmaron el contrato.
—¿Entonces todos tenemos la autorización de nuestros padres? —inquiere Félix.
No puedo evitar observarlo fijamente cuando ambos negamos. Solo los dos. Derek y yo.
—No. Falsifiqué la firma de mi madre.
Magnus intercambia una mirada conmigo. Él firmó por mí el contrato, haciéndose pasar por mi padre.
Terminamos la comida en silencio. Aunque no fuera completamente confortable, me agrada conocernos un poco más, es algo que jamás podría haber iniciado por mi cuenta. Las primeras confidencias las he tenido en este programa.
Me levanto de la mesa cuando poco a poco todos se van a sus cuartos. Quiero descansar, lo necesito.
—¡Ustedes no van lejos! —grita Cosette.
Al voltear me percato de que Derek está a escasos pasos de mí. Cosette nos grita a los dos.
Félix la sigue poco más atrás.
—¿Cómo dijiste una vez Félix? ¿Que si estos dos genios se unían estábamos perdidos? Parece que tenías razón. Mira lo que sucedió quedaste casi último.
—Ja, ja.
—¡Eso hizo que se me ocurriera una idea maravillosa! —Corre rápido hacia nosotros.
Me toma de imprevisto. No me percato de en qué momento quedo esposado a Derek.
—¿Qué carajos, Cosette? —la increpa Derek.
—Cosette, quítanos esto —le pido.
Mi mano derecha unida a la izquierda de Derek. Me pongo nervioso.
—¿De dónde lo sacaste? —gruñe Derek, alzando el brazo y haciendo que el mío también se eleve.
—De mi celda. —Se ríe Cosette—. Se ve que ya se llevan bien, pero me gustaría que ambos se acercaran aún más. —Con sus dedos forma una especie de cámara como si quisiera sacarnos una fotografía—. Oh, ¡cierto! Puedo sacar una real.
Saca mi teléfono, haciendo una captura del momento.
—Las llaves Cosette —le insiste.
—Tristemente no las tengo, querido Derek. Tendré que ver si Proyecto 151 me las da. Bye, bye.
Huye, dejándonos solos. Félix se limita a hacer un gesto desdeñoso, asegurando que Cosette está loca.
Una vez que quedamos solos, Derek propone que esperemos en su cuarto. Lo sigo hasta la nueva habitación, caminando a su ritmo para que no sea molesto.
Tomamos asiento en su cama. Agradezco que ni Febe ni Magnus se hayan percatado de la situación, o habría terminado en una pelea.
Derek se echa atrás, recostándose cuando ya han pasado varios minutos. Opto por hacer lo mismo que él para aligerar la tensión en mi muñeca.
—Espero Cosette no demore demasiado —murmuro.
—Sí... ¿Cómo te sientes? —me pregunta.
—Estoy bien, no te preocupes ¿Tú cómo te sientes?
—Bien. Mis problemas familiares son asunto superado, no pretendo que me estorbe —dice actuando relajado.
Cada vez me siento más nervioso, está tan cerca, es inevitable no sentirme así. Intento leer su lenguaje corporal, pero no consigo sacar una conclusión. Incluso parece molesto.
—Sigo pensando en lo que me dijiste.
—¿Qué cosa? —Me toma desprevenido.
—Lo que dijiste en la celda. De que te gusta alguien.
«¿Le importa?»
«Con todo lo que está pasando, ¿eso es lo que le preocupa?»
—¿En verdad quieres saber?
—Por algo te estoy preguntando... ¿Es Febe, no es así?
Niego de inmediato. No podría estar más equivocado.
—¿No me estás mintiendo o sí?
—¿Si es que fuera Febe, por qué te importa tanto si dices que no la amas? Es tan difícil entenderte. Aclaro nuevamente, no me gusta Febe.
—Es que... te percibo nervioso ¿Por qué te pones así? No puedo evitar pensar que me estás mintiendo.
Recuerdo sus palabras. «No seas tímido. Ve por lo tuyo». Sin embargo, Derek ni se imagina que se trata de él.
¿Qué se supone que debo decir?
—Derek, no soy el mejor con las palabras, lo sabes...
—Necesito saber.
Me siento en la cama, dejando reposar el brazo esposado al suyo. Él se mantiene recostado a un lado. Sus ojos están fijos en los míos, ninguno de los dos dice una palabra, pero no quita el contacto visual. Debería suponer que espera que responda, que es una manera de no darme alternativa de ignorar su inquietud, pero también la tensión del cuarto me hace creer mínimamente en una posible atracción.
—¿Realmente quieres saber?
—Sí, quiero y necesito saber.
No obstante, nunca podría decirlo. No sé explicar mis sentimientos. Y al tenerlo de esa manera, pienso en una opción, una que sea más fácil para decirlo sin necesidad de palabras.
La mano libre la dejo a un lado, a la altura de su cabeza, haciendo presión contra la cama, en tanto mi cuerpo queda sobre el suyo. Derek abre grande los ojos ante la repentina acción, abre la boca, pero no lo dejo hablar o me arrepentiré.
—Espero Febe me perdone —digo antes que él.
—¿Cómo?
Sin pensar en nada, solamente hago lo que no dejará duda alguna de mis sentimientos.
Es un riesgo, especialmente para mí que estaba acostumbrado a una vida monótona, carente de emociones.
Está claro que he cambiado, lo confirmo cuando uno mis labios a los suyos.
DEREK
Me besó.
¿Me besó?
Divago ante la sorpresa y confusión. Sus labios siguen pegados a los míos, haciendo cortocircuito ante el inesperado y repentino contacto. Una descarga de adrenalina se despliega por todo mi cuerpo. No hace mayor movimiento, como si estuviera pensando, demasiado confundido e inseguro.
Abro los ojos, y de inmediato sujeto con fuerza su brazo, alejándolo de mí.
Me detengo en la imagen que ofrece, haciéndome achicar ligeramente los ojos ante su pecho que sube y baja con rapidez, y su respiración agitada tan cerca de mi rostro cosquilleándome la piel.
Toma distancia con cierta frialdad, en un intento por ocultar sus nervios. Siempre aparenta vivir con estoicismo, pero esta vez el ligero rubor en sus mejillas delata lo que siente.
—Perdóname... fue un error.... solo necesitaba estar s-seguro... Identificar mis sentimientos.
Me quedo en silencio analizando sus palabras, así como el beso que sigue latente en mis labios en un rastro dulce.
—Dime algo Derek, te lo pido.
—Me besaste. —Me toco la boca despacio.
La huella de su beso perdura, así como el aroma a champú me invade por completo mis fosas nasales.
—Perdón, Derek.
—Me besaste... —repito—. No puedo creerlo...
—¿Estás enojado?
«Enojado» pienso. Estuve furioso en cada acercamiento con Febe. Los celos de verlos juntos me frustraban al no poder hacer nada para detenerlo.
«Ira» cada vez que me ha ganado. No hay ni un solo día que no haya pensado en él.
«¿Por qué tiene que ser tan jodidamente inteligente?»
«¿Y por qué siempre tiene que ir dos pasos más adelante que yo?»
No puedo evitar sentirme frustrado.
—Me besaste primero. —Tan despacio, y casi como un ronroneo las palabras salen a flote.
—¿Derek...?
Bajo la vista a su boca, y debo estar jodidamente desquiciado por desear otro beso de él. La sola idea es tan irrisoria, descabellada, así como increíblemente irresistible. Proyecto 151 me hizo perder la cabeza.
Repite una vez más mi nombre, esperando que diga algo.
Me dije a mí mismo una vez que alejado de los moralistas de mi familia me sentiría libre para hacer lo que se me plazca. Y en este preciso instante lo que quiero es besarlo. «Sí, quiero besarlo». Con la mano libre sujeto su nuca y bruscamente lo empujó hacia mí. El roce de sus labios es suave e inexperto.
Si se atrevió a besarme primero, ahora tendrá que lidiar con las consecuencias; no me queda de otra que hacerlo mejor que él. Theo se adapta fácilmente a mi ritmo, pero por más que aprenda rápido, yo soy quien tiene el control absoluto y eso me vuelve loco.
Junto mi lengua a la suya, provocando un leve jadeo. La tensión acumulada explota y se desborda de una forma que jamás imaginé.
Dejo de besar sus labios únicamente para pasar mi boca por su mandíbula hasta bajar a su cuello. La piel me arde, no puedo evitar explorar su nuca con los dedos subiendo poco a poco, llegando a su cabello, y sujetándolo de ahí con firmeza. Mientras lo hago regreso a sus labios, apoderándome una especie de hambre insaciable que me hace morderlo suavemente.
Quizá no fue un primer beso, pero ha sido el mejor segundo y tercer beso que alguien pudiera recibir.
Con toda la malicia del mundo me muevo, la fricción con su entre pierna desordena la cama, me altera los sentidos, y pretende arrebatarle un gemido ahogado que nace y muere en mi boca.
Estoy muy excitado. Apenas me reconozco. Soy una persona intensa en todo ámbito, pero este tipo de situaciones nunca han ocupado un lugar especial en mi cabeza, o al menos eso creía. Sin embargo, lo estoy besando con tal intensidad que cualquiera pensaría que me moría por comerle la boca.
—Derek... —Mi nombre sale entrecortado de sus labios.
—Así se siente un beso mío —hablo despacio en su oído—. Así te beso a ti.
Repentinamente lo empujo, dejándolo junto a mí en la cama. El crujido de la puerta es suficiente alerta para cambiar esa posición tan comprometedora.
—¡Ya me dieron la llave, chicos!
Cosette hace un análisis visual, nos recorre con la mirada, no solamente a nosotros, sino también al estado de la cama.
—Tuve que ser muy elocuente para explicar por qué me había quedado con las esposas del juego. ¿Estuvieron haciendo ejercicio? —pregunta después.
—Solo libéranos —ordeno.
—A sus órdenes mi salvador —agrega bromeando, aunque la sonrisa pareciera tener más que ver con sus propias deducciones de lo que hacíamos antes que ella entrara.
Lo peor es que eso no es lo que más me preocupa, sino que si fuera por mí echaría a Cosette de la habitación ya mismo.
«Theo Ashford». Un día le ganaré, de eso no tengo dudas, pero mientras se rehúsa a desprenderse del primer lugar, podría desquitarme de otras formas.
Después de todo, lo que él siente, yo también lo siento.
𖣠━━━━━━━➊➎➊━━━━━━━𖣠
Créditos banner: str4wygr_🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro