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Capítulo 11

THEO

—¿De dónde vienes? Estaba preocupado por ti. Con las cosas que hemos visto no es seguro andar solo.

No esperaba encontrar a Magnus en mi cuarto. Caminé por el edificio sin ningún destino fijo antes de decidir volver a la pieza.

Divagar sobre lo que ocurrió en la habitación de Derek me quitó más tiempo del estipulado.

Para mí descifrar sentimientos es más complejo que resolver cualquier examen. Es el problema más difícil que se me puede presentar. El GaoKao es una prueba sencilla en comparación a lo complicado qué es interpretar las emociones humanas.

Sin embargo, esa carencia no me había ocasionado demasiados problemas. Solamente me había convertido en un marginado, alguien a quien no se le daban bien las interacciones sociales, pero que no le preocupaba no contar con esas habilidades.

No me importaba... hasta ahora.

No puedo parar de cuestionarme cosas. Desde que con Derek nos hemos vuelto más cercanos me intereso más en querer comprender su sentir, así como lo que sucede en mi interior. Son sus contradicciones las que han despertado mi curiosidad. Derek es muy expresivo, y por lo usual sus gestos se contradicen con lo que habla.

¿Por qué?

¿Por qué si no ama a Febe se alteró tanto al vernos juntos?

—Insisto, estás muy raro conmigo. —Magnus me hace señas con sus manos para que reaccione—. ¿Es por Derek, no? Te está manipulando y no te das cuenta del juego que hace aquí dentro.

—No hables mal de él —digo, y tomo el cubo de Rubik para desestresarme.

Creí que al llegar podría dormir, que dejaría de sentir estos nervios. Pero escuchar su nombre me impide olvidar lo que sucedió allá en su habitación.

Por otra parte, estar en mi cuarto me recuerda lo incómodo que fue el actuar de Febe conmigo.

Necesito certezas. En un mundo regido por principios físico-químicos nadie es particularmente dueño de sus emociones. Incluso son las hormonas las que influyen en nuestro estado anímico.

No obstante, no llego a ninguna conclusión de qué es lo que me sucede.

«Tú me confundes» recuerdo mis propias palabras.

—¿Qué clase de brujería te hizo? ¿Por qué te fías tanto de él? No lo conoces de nada.

«¿Brujería? Qué cosas dice Magnus. Derek no tiene afición por las habilidades mágicas ni por el espiritismo».

Tal vez es ese malestar el que me hace encararlo.

—Magnus... ¿Por qué robaste un cuchillo de la cocina?

—¿Él te dijo eso? —Abre grande los ojos—. Qué mentira más grande. Te dije que juega a algo. Quiere que nos peleemos.

—¿Por qué querría eso?

—Quiere dejarte solo. —Camina de un lado a otro—. Te tiene envidia porque sabe que tú ganarás el programa. Derek te odia, se le nota en la cara.

Trago saliva. El sudor en las manos provoca que el cubo resbale un poco de estas, reacciono antes de que caiga al suelo.

Ya sé que me odia. Él mismo me lo ha admitido, pero escucharlo de boca de otra persona me causa un poco de tristeza.

—Theo ¿estás bien?

Asiento con la cabeza. Le pido a Magnus que no hablemos más de Derek. Estoy confundido, sé que Derek me odia por arrebatarle el primer lugar, pero también me ha dicho que si no fuera por ello seríamos amigos. Me dijo la verdad cuando tuvo la oportunidad en el juego y me ha demostrado más de una vez que puede haber confianza entre nosotros.

Magnus cede, y considera que es un buen momento para especular sobre la muerte de Quinn. Aunque al plantear lo sucedido centra su teoría en que Derek es quien está detrás de todos los asesinatos. Con Cosette ya habíamos llegado a un consenso de que él no está implicado en estos, pero Magnus insiste en lo mismo.

La hora pasa, y después de discutir algunas teorías decide irse a dormir.

Una vez que sale por la puerta me lanzo en la cama. Tengo una extraña sensación, en parte a las secuelas generadas por los asesinatos. Lo cual tiene lógica, nuestros organismos están constantemente en modo alerta por lo que está ocurriendo, y eso es agotador para nuestros sentidos.

Pero, estoy seguro de que también se debe a que he sentido la diferencia al estar primero con Derek y luego ver a Magnus. Sin importar de qué tema se trate, hablar con él me causa algo que no me pasa cuando estoy con Magnus, y no creo que se deba a la desconfianza que de pronto he empezado a tener hacia mi amigo.

Debo encontrar la razón de esa emoción. «Puedo hacerlo» me animo. Solo es cuestión de descifrar esa incógnita.





Despierto y me arreglo rápido. Me tomo unos minutos para estar en la terraza antes de que sea el horario de comida. Cuando ya queda poco tiempo, camino por fuera de las salas de estudio. Derek tiene unas pronunciadas ojeras, sigue con los libros abiertos.

—Pobre Derek. —Cosette me alcanza, quedándose a mi lado, haciéndome compañía—. O mejor dicho, pobre de nosotros. Tuvimos que ayudar en la cocina y estudiar. La verdad es que no pretendía usar las pastillas de "Proyecto 151", pero no puedo desperdiciar esta nueva oportunidad ¡Le debo la vida a Derek! Debería considerar hacerle un pequeño altar en mi cuarto, ¿No sería una buena idea?

Sonrío al hacerme la imagen mental. Creo a Derek le gustaría ver algo como eso.

—Me hizo feliz que te diera esos puntos. Merecías quedarte.

Cosette me abraza, es efusiva cuando se trata de demostrar su afecto. Conmigo siempre lo ha manifestado a pesar de la situación que envuelve nuestras familias.

—Theo... te debo una disculpa... Fuiste muy dulce conmigo cuando fue mi turno en el juego de la verdad, y yo mentí. —Desvía la mirada—. No quería hacerlo, así que ahora te diré la verdad. —Toma una gran bocanada de aire—. Greta... mi hermana... es inválida. Y no es que yo sienta vergüenza de que ella esté en esa condición, pero sí me siento culpable. No creo que exista un día en que pueda... dejar de creer que tengo responsabilidad en lo que le pasó. No preguntes, por favor.

No pensaba hacerlo, es un alivio saber que puedo confiar en Cosette. Me basta con lo que me ha explicado, no me gusta incomodar actuando insistentemente. Siendo honesto, solo necesitaba saber por qué había mentido.

—Nada ha cambiado. Confía en mí.

Cosette apoya su cabeza en mi hombro. Se acurruca suavemente.

—Si tuviera que elegir a una persona en quien confiar dentro de este grupo de criaturas, sin duda serías tú... Independiente de lo que pase, sé que jamás estarías involucrado en... todo esto. Los demás pensarían igual que yo, de eso estoy segura.

El llamado de "Proyecto 151" anticipa que no contaremos con la primera comida del día. Morgan reúne a todo el grupo. Anuncia que se mostrará la actualización del ranking en la pantalla. El número ya se encuentra en nuestras sudaderas, pero no le he dedicado tiempo a fijarme en la posición de cada uno.

La pantalla del salón se ilumina quedando ordenados de la siguiente manera:

N°1. Theo.

N°2. Derek.

N°3. Febe.

N°4. Félix.

N°5. Magnus.

N°6. Lou.

N°7. Nina.

N°8. Phineas.

N°9. Pax.

N°10. Cosette.

Morgan espera a que se acaben las celebraciones. Cuando el bullicio termina Derek se aproxima a ella.

—¿Cuándo será el siguiente examen? Solo nos dieron el temario.

—No habrá evaluación hasta próximo aviso —responde Morgan. Derek hace una mueca molesto—. Para dar inicio a esta parte del programa empezaremos con un desafío.

—Otro juego —murmura Derek.

Esos desafíos ya están siendo parte de la rutina.

Morgan sale del salón y cuando regresa sostiene en sus manos una caja negra. La caja cuenta con un orificio en la parte superior, y tiene medidas perfectamente proporcionales; 20x20x20 centímetros. Desde mi lugar aprecio las líneas en esta, la fascinación que sentía de pequeño por las figuras geométricas dudo la pierda.

—Quiero que cada uno de ustedes se acerque y saque un papel.

Por turnos hacemos lo que ha pedido. A algunos les toca una tarjeta de color rojo, a otros una de color azul.

Cinco y cinco.

¿Haremos equipos?

Los cuestionamientos comienzan. Morgan solo da la indicación de que las personas que tienen la tarjeta azul tienen la posibilidad de ir al comedor por el desayuno, igualmente podrán traer algún elemento importante de sus cuartos. Cuando Derek le pregunta a qué se debe esa medida Morgan solo permanece en silencio. Hastiado, camina hacia su habitación y yo le sigo el paso. Ambos hemos sacado una tarjeta de color azul.

Utilizo ese tiempo extra únicamente para comer algo rápido. No considero ningún objeto indispensable para llevarlo conmigo. En cambio, Derek lleva consigo uno de los libros que estaba estudiando previamente.

Cuando el grupo está nuevamente reunido Morgan nos hace señas para que la sigamos. Nos adentramos en un piso subterráneo que ninguno de nosotros sabía de su existencia. Tras bajar la escalera, detallo el oscuro pasillo que han preparado. La luz parpadea defectuosa, y una amplia habitación en condiciones paupérrimas se encuentra frente a nosotros. Cuenta con barrotes y dentro se pueden apreciar cuatro cadenas y baldes. Es una celda.

—Quienes obtuvieron la tarjeta azul serán los presos —anuncia Morgan—. Mientras que los que cuentan con la tarjeta roja harán de guardias.

—Me recuerda al experimento de la cárcel de Stanford —hablo en voz baja, más para mí mismo que para compartirlo, pero Derek voltea en mi dirección, me ha escuchado.

—Esto no es bueno —gruñe Derek.

Quiero comprender su molestia, así que hago un análisis del grupo, de quienes se han quedado con la tarjeta roja.

Magnus, Febe, Félix, Lou y el muchacho con el número 8.

La imagen de la pantalla llega a mi cabeza, en un segundo ya tengo su nombre, aunque no me había preocupado por retenerlo; Phineas.

—Morgan, no es justo. —Se impacienta Derek— ¿Debo creer que es una coincidencia? Los dos mejores del grupo son prisioneros. Es evidente que aprovecharán de descargar todas sus patéticas frustraciones con nosotros.

—Patéticas frustraciones como las que tienes con Theo —interviene Magnus—. Te habría encantado estar del lado de los guardias para joderlo.

—¡Cállate! ¡Me tienes cansado con tu enferma obsesión! —le grita.

—¿Tienes miedo, Derek? —se burla Félix haciendo sonidos de gallina—. Siempre creí que si debía enfrentarme a Theo y Derek no tendría oportunidad, pero esta situación es taaan ventajosa que me rio toda la noche.

—Otra extraña coincidencia —suelta Derek con ironía—. Que Félix quede del bando de los guardias. —Mira con recriminación a Morgan.

—Lucecitas, ha sido completamente al azar. Ustedes lo vieron con sus propios ojos. No hay truco. Piensen en la recompensa, saben que siempre hay un beneficio.

—¿Y cómo se termina? ¿Cuántos días serán? ¿Qué límites habrán? —inquiere Derek rápidamente.

—El tiempo máximo que puede durar la prueba son tres días, terminará antes si ganan los prisioneros. Ustedes —dice indicándonos—, ganan si consiguen escapar. No importa si no es el grupo en su totalidad, basta con que uno de ustedes logre hacerlo y llegue al interruptor rojo que se encuentra en el comedor. Ahí tendrán que responder correctamente una pregunta dando por finalizado el juego. Los guardias por su parte deben evitar que escapen, vigilarlos y mantenerlos en el piso subterráneo, si lo logran por el tiempo establecido entonces serán los vencedores. El grupo ganador quedará exento de dar la siguiente evaluación.

—¡¿Exento?! —Cosette habla enérgica— hermosas criaturas —se dirige a nuestro grupo—, si ganamos ninguno de nosotros será el siguiente en irse.

—Oh, mente brillante, creo que todos se dieron cuenta de eso —se burla Félix.

Cosette retrocede un paso, pero no por el comentario de Félix, sino por los trabajadores de "Proyecto 151" que ingresan acorralándonos y obligándonos a entrar en la celda. Son los mismos que se llevan a quienes han reprobado los exámenes.

—Esperen... —musito—. Hay una celda más.

No la había visto debido a la oscuridad del pasillo. Sin embargo, al acercarme más he logrado apreciarla. Se encuentra en el fondo de este.

—Muy bien —me felicita Morgan—. Habrá un compañero que se encontrará aislado en otra celda —explica—. Digamos que será el sacrificio. Esta persona no recibirá las porciones de comida que deben entregarles los guardias. Tampoco cuenta con el balde para ya saben, lucecitas... Este compañero será elegido por el grupo contrario, a no ser que alguien se ofrezca de voluntario.

—¡Yo lo haré! —grita Cosette de inmediato.

—¿Estás segura? —pregunto.

—Sí... Si ellos tienen la chance de elegir de seguro escogerán a uno de los dos. Y tú eres mi hermano —habla dulce—. Y a Derek debo agradecerle de alguna manera por darme sus puntos...

—¿No hay ninguna objeción? —inquiere Morgan al grupo.

Todos aceptan. No me agrada que Cosette vaya a estar en esas condiciones, pero ella misma se ha ofrecido a hacerlo, debo respetar su decisión.

El juego inicia ahora mismo. Morgan y los trabajadores de "Proyecto 151" salen después de encadenarnos a todos. Tras de ellos nuestros compañeros que hacen de guardias también abandonan el piso para ponerse de acuerdo en cómo proceder.

Mientras nos quedamos a solas, Cosette le pregunta a Derek cuál será nuestro plan. A pesar de que no está en la misma celda, la suya se encuentra próxima por lo cual su voz se escucha claramente.

—Debemos ser sumisos.

—¿Qué? ¿Querido Derek te encuentras bien? —se preocupa Cosette.

—Tenemos que hacer que se relajen y crean que lo tienen todo controlado. Para eso hay que actuar sigilosamente. Aguantaremos lo que haya que aguantar.

—No me gusta nada ese plan. El monstruo de Félix está en el otro equipo.

—¿Crees que me siento mejor con Magnus estando con ellos? —le responde—. Ese demente irá primero por mí. Me joderá y yo le daré en el gusto. Lo disfrutará. Haré que lo goce.

—Si necesitas ayuda, solo dilo. Haré lo que haya que hacer... —habla la otra chica del grupo, Nina.

—Derek ¿Qué haremos después? —pregunta Pax.

—Se darán cuenta en el momento, confíen en mí.

No alcanza a decir más. La puerta se abre, Phineas entra solo y hace el primer turno. No nos dirige palabra y las horas pasan con lentitud. Los demás se duermen rápidamente y por extraño que parezca yo me mantengo despierto. El cambio de circunstancias me debe tener alerta.

Apenas empiezo a pestañear cuando la puerta se abre nuevamente.

—Haré el segundo turno —anuncia Febe.

Camina despacio aproximándose a la celda.

—¿Cómo estás Theo?

Reparo en Derek, el único que también está despierto. A diferencia de lo que podría creer se encuentra tranquilo. Incluso toma el libro que trajo de su cuarto y comienza a leerlo. Por la poca luz que hay pienso que se le debe hacer difícil, o bien, que solo está fingiendo que estudiará.

—¿Por qué no me respondes? ¿Te pongo nervioso?

No estoy seguro de qué decir, así que me mantengo callado. Febe acerca sus manos a la cerradura, trae una llave consigo.

Abre la celda y se acerca a mí. Su manera de caminar se parece a la de ayer; un vaivén de caderas que me trae malos recuerdos. Retrocedo lo que me permite la cadena.

—¿Recuerdas lo que te propuse?

—Recordarás lo que te respondí.

—Es extraño que no te detengas ni un poco en mí... Los hombres no suelen funcionar así ¿Dejaste alguna persona especial afuera?

¿Así funcionan los hombres? ¿Es extraño que no me detenga en ella?

¿Así debería ser yo? ¿Y entonces por qué no pienso así?

—Febe. —La llama Derek.

—¿Sí? —Mantiene la vista fija en mí sin voltear en su dirección.

—Ven. —Deja el libro a un lado en el suelo.

Ella lo ignora, acortando aún más la distancia conmigo. Ya no puedo alejarme más, me lo impide el grillete.

No obstante, Derek se levanta, el sonido de las cadenas contra el piso alerta a Febe. Así y todo, no es lo suficientemente rápida. Derek la abraza por detrás.

—Te quiero, Febe —susurra.

Sus manos acarician despacio su cuerpo, y una vez más soy solo un observador del amor que otros se tienen; en la escuela cuando veía a parejas besándose, en "Proyecto 151" cuando Febe y Derek se fueron abrazados de la biblioteca, y así podría continuar.

Febe cede ante las caricias de Derek. Aparto la mirada, pero no puedo evitar escuchar los suaves gemidos que emite tan solo por cómo la está tocando sobre la ropa.

La incómoda escena no se prolonga demasiado tiempo. Febe lo besa antes de advertirle que en el siguiente turno vendrá Magnus. El ánimo de ella ha cambiado completamente, eso me dice la sonrisa que mantiene en su rostro. Y con esa misma sonrisa se despide de él, aunque antes de irse me guiña un ojo.

Me recuesto en el frío suelo en posición fetal, dándole la espalda a Derek.

Solo el tintineo de las llaves me hace reaccionar, abandonando la postura que había adoptado.

Derek tiene un manojo de llaves en su mano.

—¿De dónde sacaste eso?

—Distraje a Febe y se lo robé —responde como si nada.

—¿Solo lo hiciste para robarle las llaves?

Derek sigue comprometido en dar con la llave correcta.

—¿Y por qué más lo habría hecho?

—Yo... creí que...

—¿Qué? —pregunta cabreado.

Ninguna llave le funciona.

—¡Mierda! ¡¿Por qué no abre?!

—Tal vez solo son de las celdas. —Medito buscándole una explicación—. Lo cual de nada sirve si seguimos con los grilletes encadenados.

Derek se altera, se levanta únicamente para dar patadas al aire, y después clava su vista en mí.

—No perdemos nada. —Finalmente recapacita, y me lanza la llave—. Prueba si alguna te funciona.

Mientras hago el intento no puedo dejar de darle vueltas a lo que sucedió con Febe.

—Derek... lo que pasó antes... ¿Estás molesto conmigo? —pregunto en tanto pruebo con cada llave.

—¿Por?

—Por el comportamiento que Febe ha tenido por momentos conmigo. Prometo que no sé qué provocó que empezara a actuar así.

—Yo sé que no has hecho nada. Febe empezó ese juego para darme celos y probar que aún la quiero —ríe—. Me subestima demasiado.

—Pero... —No digo más. Utilizo la última llave que me quedaba. Ninguna ha funcionado.

Me paro para entregársela de regreso.

—¡Que haga lo que quiera! ¡Con cualquiera menos contigo! —grita alterado, y las llaves las lanza contra la pared.

No sé qué lo ha irritado más; que ninguna llave es la correcta o la situación con Febe.

—¿Tanto me odias?

—¿Tú que crees?

—Creo que actúas como si me odiaras, aunque no siempre.

—Es que no te odio, o sea sí, pero no. —Lleva las manos a su cabello y lo sacude con desespero.

—Podrías ser más claro, así nunca podré entenderte.

—¿Y por qué quieres entenderme?

—No tengo una respuesta a eso. Para mí es raro no tener la respuesta a una pregunta. Yo...

—¿Qué?

—Nada —digo acercándome— Solo pensaba. —Tomo consciencia de que los pies me han guiado hasta él.

Extremadamente cerca.

—Mírame —ordena. Inesperadamente sus dedos me sujetan del mentón—. No me apartes la mirada mientras me hablas.

Pese a la oscuridad puedo ver sus ojos, los suyos están fijos en los míos «¿Qué es esto?» Me siento extraño, me sudan las manos, el corazón lo tengo acelerado.

—No me des órdenes —hablo bajo, y quizá por primera vez agradezco ser tan inexpresivo.

Mi nerviosismo pasa imperceptible.

—¿Por qué no? He conseguido lo que quería, me has obedecido —sonríe triunfal.

—Arrogante. —Intento quitar su mano de mi rostro, pero no desiste.

—Te quiero pedir algo... —dice tomándome por sorpresa—, ignora a Febe cuando se te acerque... de esa manera.

—Eso he hecho —contesto rápido.

—Lo sé, solo quería que quedara claro que no me gusta verlos juntos.

—A mí tampoco me gustó verlos juntos aquí —admito—. Fue incómodo.

Derek finalmente me suelta. La mano que me sujetaba el rostro ahora la lleva a su cuello.

«¿Culpa?»

—Cuando dijiste que nunca habías amado a nadie... —dice de pronto— ¿Significa que no has estado con nadie, verdad?

Sé que nos vio a Febe y a mí fuera de mi cuarto, pero no pensé que hubiese alcanzado a oír lo que ella me dijo.

—Así es —reconozco—. Nunca he estado con nadie. Nunca he besado a nadie, nunca he hecho nada de eso. Te lo dije una vez, para mí no es fácil.

—Y sí, no cualquiera podría estar contigo, Theo. Es difícil estar con alguien que es tan sobresaliente. La mayoría de las personas son unos imbéciles que odian sentirse inferiores.

—Puede ser, pero también es cierto que al ser tan distante no sé si en verdad podría querer a alguien. Puedo decirte tantas cosas de la palabra "querer" incluso puedo dártela en distintos idiomas, pero nada compensaría ese déficit. No sirvo para ser querido ni para querer a alguien.

—Si te sirve de algo, yo tampoco, Theo. De hecho, le dije a Febe que solo soy un monstruo con ansías de poder, quería alejarla, pero también es lo que pienso de mí mismo.

—No lo eres. Eres...

Extrañamente se me humedecen los ojos. No recuerdo cuando fue la última que me sentí así. ¿Siquiera puedo definir lo que me sucede?

Agradezco que esté oscuro.

—Como te dije antes... Tú me haces descubrir emociones... cada vez más... ¿Crees que un monstruo podría hacer eso?

—Perfectamente. La intensidad de mis emociones quizá se te está contagiando. —Arrugo el entrecejo—. Piénsalo como si se tratara del funcionamiento de las neuronas espejo durante la infancia.

Suelto un fuerte suspiro.

—Si tú eres un monstruo, yo soy el robot con corazón que creó mi padre.

Derek inmediatamente niega con la cabeza.

—Theo Ashford... tú eres el puto genio, el ganador de Proyecto 151. La persona que yo quisiera ser. Te envidio.

—No deberías, tú tienes eso de lo que yo carezco.

—Entonces... dejaré a un lado el orgullo y te diré que no es genuina envidia lo que siento. Es más bien, admiración, admiro cómo eres.

—Solo dices lo que quiero escuchar.

Derek suelta un bufido.

—Para nada. Me gusta cómo eres, Theo. Eres el único que me puede seguir el hilo durante los juegos. Eres una persona muy interesante, y dado que soy yo quien te está diciendo esto, espero lo aceptes y agradezcas que alguien como yo crea eso de ti.

Una pequeña sonrisa se me forma en el rostro. «Sinceridad» recuerdo que fue lo que me ofreció darme.

Le agradezco como pidió, y luego, Derek propone que durmamos. Sin embargo, antes de cerrar los ojos tengo la necesidad de volver a hablarle.

—Lo que dijo Febe... de si había dejado a alguien especial afuera...

Derek asiente medio dormido.

—Creo que podría gustarme alguien de aquí. Solo que no estoy seguro, todo es nuevo para mí.

Por un instante me arrepiento de lo que acabo de decir. Derek permanece en silencio.

—¿Derek? ¿Te dormiste?

Espero atentamente a que me diga algo, la incertidumbre es algo que no acostumbro a sentir, y no sé cómo sobrellevarla.

—Por mí mejor. —Cualquier signo de somnolencia en su entonación no existe—. Ve por lo tuyo, no seas tímido. Claro, siempre y cuando no se trate de Febe...

—No es Febe.

—Bien, mientras más te distraigas más oportunidades de ganarte —su voz se escucha diferente; grave y seca—. Voy a dormir.

Suelto un último buenas noches, y demoro en sentir los ojos pesados. Ya voy entendiendo ese espanto del sueño. Me pone algo nervioso saber que Derek está durmiendo tan cerca de mí.

Sin duda ha sido un día de primeras veces, tan así que incluso me he olvidado del juego o de la incomodidad de estar encadenado.

Y todo se debe a él.

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