Reencuentro
—Y eso fue lo que sucedió. Lamento mucho haber entrado sin avisar.
Kurumi en verdad estaba apenada. Una parte de ella quería seguir con Itsuka Shidou, pero la situación no estaba a su favor.
Kotori aún estaba procesando su historia. Tenía que creer en sus palabras, pero después de lo que hizo su original, era más que evidente de que ella terminaría de regreso en aquel sitio que se caía a pedazos.
Estuvo a punto de irse, cuando de repente la menor de los Itsuka habló—. Aún no he dicho que te vayas.
—¿Eh?
—Sé que eres su clon, pero aún no entiendo qué haces aquí, con Shidou.
—Yo-
—¡Por favor! ¡No me vengas con ese cuento de intentar ayudar a que esos dos dejen de ser un par de tontos! —exclamó la pelirroja, siendo muy explícita con su hermano mayor.
Kurumi intentó hablar, pero una vez más se dió cuenta de que no tenía palabra alguna que decir.
Tomó la decisión de venir hasta acá por ella misma. Su juicio siempre había sido muy distinto al de su original, razón por la cual era libre de vagar por el mundo sin tener clones detrás suyo.
Nadie le dijo que se escapara, mucho menos le pidieron intentar arreglar las cosas. Kurumi, como siempre, intentó buscar una manera de ser más fuerte para enfrentarse al Espíritu de Origen.
Estaba dispuesta a sacrificar su amor por Itsuka Shidou si eso evitaba su sufrimiento. Sin embargo, aquello sólo provocó una herida más profunda que iba mermando su energía.
Y estaba muriendo sin darse cuenta.
—Puede que entendiera sus sentimientos por Shidou—declaró—. Incluso ahora me siento igual a ese clon que se casó con tu hermano hace tiempo, pero de igual forma, siento que ya no soy Tokisaki Kurumi.
Llevó su mano al pecho, sintiendo un dolor que nunca antes logró percibir.
En un abrir y cerrar de ojos, su mente se llenó de recuerdos ajenos. Ese clon rebelde con el que Kurumi hizo una demostración de su crueldad, de alguna forma le envío sus memorias las cuales se repetían una y otra vez hasta que finalmente pudo entenderlo todo.
Itsuka Shidou era ese caballero que la rescataría de la oscuridad en dónde se sumergía.
—Esa boda... La recuerdo—susurró para sí misma, notando entonces sus ojos llenos de lágrimas—. Estoy llorando...
—Kurumi...
—Shidou-san... No, su Shidou.
Kurumi sentía una daga atravesar su pecho. Este chico, tan lindo a sus ojos, hace tiempo dejó de pertencerles cuando una versión suya buscó, aunque sea por un momento, la alegría de vivir.
—¿La sigues amando? —preguntó, mirando directo a esos ojos color caramelo que siempre intentaba ver en la mente de la original.
Shidou guardó silencio. Por un momento pensó en su boda con Kurumi.
Se veía tan linda en ese vestido, sus labios pintados de rosa hacían iluminar su rostro con una ternura que no recordaba haber visto en la vida. Sonrió con cierta nostalgia, era imposible olvidarla.
Ellos dos se casaron, eran marido y mujer. Kurumi lo había besado, sin embargo, ese momento, en su memoria, se detuvo por un instante, recordándole su-
—Me besó... Kurumi me besó...
Los ojos de Shidou se abrieron con sorpresa. Llevó sus dedos hacia sus labios, pasando la yema suavemente hasta llegar a la comisura.
—¿Shidou?
—¿Hermano?
Tanto Kurumi como Kotori se quedaron en extrañadas por lo que estaba pasando. Parecía como si Shidou-san hubiera recordado algo que sólo él...
—A partir de este momento, mi <ZAPHKIEL> es tuyo.
Aquellas palabras resonaron en la mente de Kurumi, guiándola nuevamente a través de los recuerdos que heredó de su hermana.
De un momento a otro, se encontraba de pie en esa capilla, acompañada de Itsuka Shidou, quien veía a lo lejos el nítido recuerdo de su boda con ese clon al que su hermana llegó a detestar por su obstinación.
—Así que esta fue su boda—susurró Kurumi, buscando la mano del chico con la suya.
—Fue nuestra boda—respondió él, sonriendo con algo de tristeza—. Ella en verdad quería cumplir ese sueño, aunque fuera por un breve momento. Es el sueño que la mayoría de ustedes tiene, ¿no es así?
—La mayoría de nosotras... —declaró ella con cierta alegría—, pero otras... Otras sólo quieren acabar con el Espíritu de Origen.
El recuerdo de Sawa pronto llegó a su memoria. Por un segundo, creyó haber visto a su amiga, al lado de ese clon suyo que siempre la intrigó.
Se veía exactamente igual a la última vez que pudo conversar con ella antes de volverse el recipiente del cristal de su ángel. Esa mirada alegre, que nunca juzgó su forma de ser, mostraba genuina alegría por el breve momento de alegría que su otro yo disfrutaba.
Únicamente existían dos cosas que seguían molestándola.
Que Sawa nunca más estaría a su lado y que Kurumi alejaba a la segunda persona que las ama tal y como son.
—Ella está confundida—dijo Shidou en un tono protector hacia su verdadero original.
—Ella no está confundida, está ciega—recriminó con desdén, después de la forma en que estuvo ignorando Shidou por semanas—. Es una tonta... ¡Baka, Baka, Baka!
El grito de Kurumi resonó a través de la capilla al mismo tiempo que la encargada tomaba esa fotografía que Shidou guardaba con recelo.
—Sawa en verdad está feliz por ella—susurró Shido, llamando así la atención de la peli negra—. No me imagino el dolor por el que pasaron.
—Ese dolor fue lo que nos llevó a la demencia... Al menos a ella sí la llevó—la forma en que su yo se comportaba antes distaba mucho de su forma de ser actualmente.
En un inicio, solía burlarse de Shidou al intentar intimidarlo con su manera de ser, llegando incluso a matar gente por las cuales sentía desprecio, incluso cuando estas tenían familias que los esperaban en casa.
—¿Crees poder perdonarla?
—Kurumi cambió, ya no es la misma de antes.
—Matamos a gente inocente que no sabía de nuestro poder. Merecemos que nos odies...
—¿Y eso cambiará lo que hicieron?
Kurumi desvío su mirada hacia un lado. Entendía perfectamente que nada podría remediar lo que hicieron.
Incluso cuando su original decía una y otra vez que ellos podían vivir nuevamente si derrotaban al Espíritu de Origen, nada les aseguraba que el pasado podría cambiar. Estaban intentando expiar su culpa, pero esta tarde o temprano las alcanzaría.
—Ya se fueron.
—¿Aquí acaba este sueño?
—No... Aún no.
La respuesta de Shidou la confundió un poco. De repente, ella se encontró con la mano del Itsuka extendida hacia ella—. ¿Gustas acompañarme?
Kurumi parpadeó un par de veces intentando entender lo que estaba por venir.
Tomó su mano con cierto temor, pero tan pronto su palma tocó la de Shidou, se encontró a sí misma usando un vestido similar al que su hermana usó en el Tanabata.
—¿Y esto?
—Me gustaría conocer a Kurumi, a todas ustedes—declaró Shidou—, pero al estar de pie, viendo cómo ella lloraba de alegría, me hizo entender varias cosas que en su momento jamás llegué a imaginar.
—Shidou...
—¿Qué pasa si te beso usando a <ZAPHKIEL>? —le preguntó él, dejándola sorprendida—. Existen dos caminos: Desapareces o...
—Paso a ser de Shidou-san...
Al final, el primer camino sólo era un rumbo sin sentido cuando ella ya era conocedora de dicha respuesta.
Su poder, el que ambas compartían, ahora también le pertenecía a Shidou-san. Sus otros ángeles, en su plena capacidad, terminaron de reparar las balas faltantes de su reloj, viendo por primera vez en mucho tiempo, a su ángel en plena forma.
—Después de esto... ¿Qué harás con ella? —preguntó, acercándose a Shidou para ser sellada en su alma.
—La salvaré. Y esta vez no va a ser una promesa vacía.
—Kijijiji... Parece ser que no estaba equivocada al enamorarme de ti, héroe.
Ahora que conocía los sentimientos de Itsuka Shidou, finalmente podía darse el lujo de ser sellada por el chico de forma plena para así ser de él.
Tan pronto sus labios entraron en contacto con los Shidou-san, ese mundo de ensueño se desvaneció y la oscuridad nuevamente intentó hacerla llorar...
—¡<ZAPHKIEL>! ¡Octava bala!
Y después, regresó al mundo con Shidou-san.
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