Nos volveremos a ver
ALICE
No sé a dónde narices voy, pero trato de visualizar el futuro de la forma más positiva posible.
''No les ha pasado nada'', intento convencerme a mí misma.
Corro por en medio de la carretera, siguiendo las líneas blancas, como si realmente me indicaran el camino, como si supiera dónde estoy cuando, realmente, no tengo ni idea.
No me doy cuenta de mi propia desesperación hasta que noto como ruedan las lágrimas por mis mejillas.
-Esperadme... por favor...- susurro de forma casi inaudible, a la nada y, a todo a la vez.
De repente el claxon de un coche hace que me gire y comience a correr.
Ese idiota...
Dylan me sigue con el coche.
-¡Detente! Sólo te quiero ayudar.- me grita desde la ventanilla.
-Vete.- le digo.
-Sé hacia dónde te diriges, y ya no están ahí.
Me detengo.
Detiene el coche.
Baja y se me acerca.
-Están en el hospital.
Ahogo un grito de horror.
-¿Qué...?
-Me acaban de avisar... yo...
-Te odio.
-¿Por salvarte? ¿Por evitar que intentaran matarte a ti también?
-¡HA SIDO TU PUTO PADRE!
-PARA QUE TE ENTERES, HA SIDO TU PUTO NOVIO NATHAN.- grita a apenas cinco centímetros de mí.
-¿Qué..?
-Sí, lo siento, pero las apariencias engañan.
Le abofeteo con todas mis fuerzas.
Voltea la cara.
-Porque me pegues eso no va a cambiar.
Esta vez sí que rompo a llorar de verdad.
No puedo detener las lágrimas.
-Te llevo al hospital si quieres...- susurra con aire de culpabilidad.
-¿Dónde está Nathan?
-En comisaría.
-Llévame ahí.
-Está bien.
Me monto en el coche y me mantengo todo el camino en silencio.
JAKE
La furgoneta se detiene y con ella mis esperanzas de que alguien nos ayude a salir de aquí.
No sé qué hacer o qué pensar, simplemente rezo por que Alice se encuentre bien.
Pienso en ella, en nuestros padres y en el revuelo que debe haber causado nuestra desaparición.
Nate ya casi no respira y me siento solo.
-Nate..., lo siento, siento no haber podido ayudarte.
Pierdo la esperanza y me dejo llevar, se acabó.
Cierro los ojos, dándome por vencido pero, un estruendo me distrae y decido abrirlos de nuevo.
Unas sirenas...
¿La policía?
Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos cuando veo que la puerta trasera de la furgoneta se abre y un agente se asoma tras la puerta.
Me siento débil aunque les ayudo como puedo a sacar a Nate de ahí.
-¿Estás bien chico?
-Yo..., sí, ¿y mi hermana?
-¿Tu hermana?
-Sí, ella me estará buscando, estoy seguro.
-¿Cuál es tu nombre chico?
-Jake Brooks.
-¿Tú eres el hermano de Alice Brooks?
-Sí, ¿ella está bien?
-Bueno...
-¿Le ha pasado algo?- digo a punto de volverme loco.
-Hijo... tus padres denunciaron vuestra desaparición, esta mañana.
-Pero, ella...
-No sabemos nada aún.
Siento que el mundo se me viene abajo.
Se llevan a Nate al hospital y a mi junto a él, insisten en la necesidad de hacerme una revisión.
Revisión que yo repito que no es necesaria.
Sólo quiero correr y buscar a mi hermana, asegurarme de que está bien.
Sólo quiero ver a Alice.
(:::)
La llegada al hospital es algo ajetreada, todo el mundo corre de un lado a otro para atender a Nate y a mi me produce mareos el exceso de preguntas que se están llevando a cabo.
Finalmente el ruido cesa y me tumbo en la cama que me han asignado, no me siento del todo bien.
Me olvido del resto por un segundo y cierro los ojos.
-¡HIJO!- solloza una voz familiar.
Abro los ojos e inmediatamente se me inundan las mejillas.
-Mamá...- mi voz es apenas un susurro.
Se abalanza sobre mí, me abraza con todas sus fuerzas y yo rompo a llorar, segundos después, mi padre aparece.
-Jake...- susurra mi padre a la vez que se une al abrazo.
-Alice...- susurro.
-Seguro que está bien allá donde esté, no te preocupes, tu hermana es fuerte.
Me aferro a esa mínima esperanza, no podría soportar perderle.
No quiero tener que hacerlo.
Unos golpes en la puerta hacen que mis padres desvíen su atención por un momento.
-Sentimos molestar, pero nos gustaría mantener unas palabras con su hijo.- dice un agente a la vez que les muestra la placa a mis padres.
-¿No puede ser en otro momento? No creo que se encuentre en condiciones para hablar sobre nada ahora mismo.- responde mi padre por mí.
-Siento insistir pero, me temo que es un asunto de extrema urgencia.
Mis padres me miran de forma compasiva.
-Estaremos fuera si necesitas cualquier cosa.- susurra mi madre de una forma un tanto dulce.
Asiento con la cabeza y abandonan la habitación, dejándome a solas con el agente.
Este se aproxima a mi cama y toma asiento en la butaca que está situada a mi izquierda.
-¿Cómo te sientes chico?
-Estoy bien.
-Bien..., bueno, tengo varias cosas que preguntarte así que mejor vayamos al grano.- abre una pequeña libreta y coge un boli.- Primero quiero saber hasta que punto de esta historia estás involucrado, ya que sabemos que por lo menos tu hermana ha mantenido contacto tanto con el fallecido Dylan Woods, como con el desaparecido Nathan Doile e incluso ya conocía a Max.
Desvío la mirada hacia otro lado.
-Cuanto antes me respondas antes podremos investigar la desaparición de tu hermana.- dice tomando nota de algo en la libreta.
Le miro y suspiro.
-¿Por dónde quiere que empiece?
-Por el principio.
-Dylan Woods no está muerto.
NATHAN
Asiente sin moverse del sitio.
-Entiendo, ¿eres consciente de que llevas años ocultando delitos de una categoría penal incalculable?- dice de forma impasible.
Aparto la mirada, sé que tiene razón, pero no soporto la idea de tener que asimilar a lo que me enfrento.
-Es imposible evitar que vayas a la cárcel, hay varios delitos que has cometido que te llevarán de cabeza.
-Entonces, ¿qué haces aquí? ¿Para qué has venido si sabes que no hay solución?
-Para ayudarte a huir.
-¿Qué?
-Lo que oyes.
-No..., no sé si eso es lo mejor que podría hacer.
-¿Prefieres ir a la cárcel?
-¿Sinceramente?
-Ven conmigo.
Se deshace de mis esposas y me indica que le siga hacia la puerta.
-¿Cómo piensas sacarme de aquí sin que nadie se de cuenta?
-Ponte esto.- dice a la vez que me lanza una sudadera.
-Pero...
-Hazlo, no tenemos todo el día.
Decido hacer lo que me dice, no creo que pueda caer más bajo de lo que ya lo he hecho.
Se asoma a la puerta, vuelve dentro, cierra y coge su móvil.
Llama a alguien, no sé a quién.
-Estamos listos, cuando quieras.- dice y cuelga de forma inmediata.
-¿Has venido con alguien?- le pregunto.
-Cállate y prepárate.
Me quedo en silencio observándole, sin saber qué esperar.
De repente las luces se apagan y una alarma me saca de mi ensimismamiento.
-Corre.- dice indicándome que le siga.
Le sigo sin rechistar, no entiendo como puedo confiar en él tras todo lo que ha pasado.
Salimos entre toda la gente, el alboroto hace que pasemos desapercibidos.
Una vez fuera veo como un coche de policía derrapa de forma peligrosa para detenerse justo en la puerta, frente a nosotros y doy todo por perdido.
ALICE
-¿Qué narices está pasando ahí?- dice Dylan aparcando el coche algo lejos de la comisaría.
Hay un gran alboroto, parece que dentro no hay luz.
Un coche patrulla ha parado de forma brusca frente a la puerta, dos figuras salen corriendo y paran frente al coche.
-Es él.- digo de forma pasiva.
Es Nathan.
Él.
El causante de todo.
Abro la puerta del coche y corro hacia la escena sin pensármelo dos veces.
Veo como alguien sale del coche y se acerca hacia ellos.
No es un agente, o al menos no lleva uniforme.
Nathan me mira, fijamente, me detengo, me quedo helada, como si su mirada fuera suficiente para parar el tiempo.
-Alice...- musita.
Le pego una bofetada tan fuerte que siento un ligero pero doloroso picor en la palma de mi mano.
Vuelve a posar sus ojos sobre los míos y esta vez noto como mis mejillas se humedecen, paso la mano por ellas, ''no llores'', intento contenerme pero me es imposible.
-Lo siento.- es lo único que sale por su boca.
No es que tuviera expectativas sobre este momento, ni que tuviera idea alguna sobre lo que podría llegar a decir, pero por algún motivo lo único que dijo fue eso, como si eso lo arreglara todo.
-¿Por qué?- es lo único que se me ocurre decir.
-Yo...
-No tenemos tiempo para gilipolleces Nathan, ¿te vienes o te quedas?- suelta de repente el otro individuo que le acompaña.
Nathan me mira y aparta la mirada, juraría ver caer una lágrima por su mejilla.
-Nos volveremos a ver.- dice y se mete en el coche.
Me quedo atónita, me es imposible moverme o gesticular de forma alguna, me he quedado paralizada.
Se va, se marcha, sin más, lo ha provocado todo y me ha dejado sin nada, sin Jake, sin Max, sin Allen, y ahora, sin él.
Me dejo caer al suelo, junto con mi desesperación.
El coche arranca y toma rumbo a la salida del parking y siento que todo va a cámara lenta.
-¿Alice?- una voz me saca del trance.
Me giro.
Es el padre de Allen.
-Dios mío, tus padres se alegrarán mucho de saber que estás aquí, ¿estás bien? ¿Te han hecho daño?- intenta ponerme la mano sobre el hombro pero me aparto de forma brusca.
Retira la mano lentamente y le hace una señal a uno de los agentes que hay alrededor.
-Avisa a los Brooks de que su hija está aquí, por favor.
-Sí, señor.- asiente y se marcha.
Me levanto y me seco las lágrimas como puedo.
Intento marcharme pero el padre de Allen me sujeta el brazo.
-Suéltame.
-No puedes marcharte, estás bajo investigación.
Intento zafarme de él, pero de repente alguien tira de mí y me ayuda como si se tratara de un milagro.
-¿Qué haces tú aquí? Te dije que no volvieras, estás muerto.
Dylan se acerca a él.
-No le pongas una mano encima nunca más, asesino.
Les miro sin entender nada.
El señor Clark pone una cara indescifrable.
-No te atrevas...
-¿A qué? ¿A decir la verdad?
-Detente...- dice acercándose aún más a Dylan.
-¿De qué está hablando?- me interpongo entre ambos y les separo.
Noto la tensión entre ambos, no me siento emocionalmente estable como para recibir una mala noticia más pero, no puedo seguir viviendo en la ignorancia.
-Dylan, dímelo.
-¿Recuerdas a la madre de Max?- dice tras un suspiro.
Asiento.
-Cierra la boca.- dice Clark.
-Él fue quien la mató.
-¿Qué?- digo sin llegar a creérmelo.
-Nos traicionó, tanto a mi padre como a mí, e incluso a vosotros.- dice mirándome.- Fue él quien la mató, nosotros no tuvimos nada que ver.
-Pero.. ¿Por qué?
-Todo tiene una explicación.- musita el padre de Allen.
-Eres un asesino más.- digo sin pensármelo dos veces.
-Sabes quién os delató aquel día, ¿no?- suelta Dylan de repente.
Lo sabía, de hecho ese era nuestro plan desde el principio.
El padre de Allen alza el arma y apunta a Dylan.
-¿Qué? ¿Quieres acabar lo que la última vez no lograron tus matones?
-¿Qué?- me digno a decir.
-Fue por su culpa por lo que tuve que fingir mi muerte, fue él quien envió a aquella gente a intentar acabar conmigo.
-¿Por qué?- pregunto atónita.
-No lo entenderías aunque quisieras.- responde el padre de Allen.
-Pero... ¿y Allen?- digo casi sin voz.
-Daños colaterales.- una tormenta de pensamientos, sentimientos e ideas se forma en mi mente.
''Daños colaterales'', su hijo está hospitalizado y, para él, eso son daños colaterales.
-Estás enfermo.
-Tú no lo entiendes...
-No hay nada que entender.
-Me lo ha quitado todo, absolutamente todo, me amenazaba con quitármelo todo, a mí, no podía dejar que lo hiciera, tenía que demostrar que yo también podía darle donde más le duele.
-Estás loco...
-No, no es así, te dije que no lo entenderías.
-¿De qué te ha servido matar a alguien? Allen ha salido dañado igualmente.
-Atraparé a Hirch.
-Sigue soñando.- susurra Dylan.
-Y tú me ayudarás a hacerlo.- dice apuntando con su arma a Dylan.
.-¿Y si no quiero qué?
-No tienes más remedio.
-¿De verdad te vas a arriesgar a perder aquello, por lo que tanto te enfrentas a mi padre, disparándome aquí? ¿Delante de todos? No lo creo.- dice Dylan a la vez que aprovecha para quitarle el arma de forma rápida.- Vamos Alice.
-¿Vas a darles este disgusto a tus padres?- pregunta el padre de Allen con una sonrisa un tanto siniestra.- Él no tiene nada que perder, pero tú sí.
Trago saliva.
Miro a Dylan, dispuesto a traicionar a su padre para salvarme.
Aparto la mirada hacia el que parecía el perfecto agente de la ley Clark, el que ahora me parecía un asesino degenerado.
No iba a olvidar que Dylan me había utilizado y engañado todo este tiempo, me había hecho daño de una forma inimaginable, sin embargo, no quería quedarme ahí, y mucho menos marcharme sola.
Decido coger la mano de Dylan y marcharme junto a él.
El padre de Allen hace ademán de seguirnos, aunque algo le detiene.
-Jefe.- uno de los agentes le llama.
-El sospechoso ha huido.
-¿Qué?- dice incrédulo.
Dylan tira de mi brazo y salimos corriendo en dirección al coche.
Entro y cierro mi puerta.
-Ponte el cinturón.
Asiento y hago lo que me dice.
Arranca y nos marchamos, dejando atrás el caos que se ha formado en la comisaría.
-Woow, que subidón. ¿Estás bien?- dice Dylan, parece orgulloso de lo que ha hecho.
-Tengo una pregunta, bueno, varias.
-Dispara.- dice colocándose el pelo mientras se mira en el espejo retrovisor.
Le miro de una forma un tanto extraña.
-Lo siento, quería decir, ¿qué quieres saber?
-Pues...
-Si...
-Aquel día, cuando bueno... ya sabes...
-¿El día que morí?
-Sí.
-Me habían disparado de verdad.
-Yo, te, bueno, estaba ahí y... estabas muerto de verdad.
-Sufrí un paro cardíaco, puede que por un momento estuviera muerto, pero aquella gente que vino a por mí en la ambulancia no vino realmente del hospital.
-¿Qué?
-Hirch me vigila Alice, sabe dónde y con quién estoy en cada momento, les envió a por mí, a sacarme de ahí.
-Pero...
-Me contaron cómo reaccionaste.
Aparto la mirada.
Noto cómo aparta la mirada de mí para centrarla en la carretera.
-Lo siento.- suelta tras un largo silencio incómodo.- Por todo.
Me mantengo en silencio.
-No sé cómo compensarte lo que hice.
-No tienes que darme explicaciones.
-Sí, y siento haber traicionado tu confianza al llevaros a ver a mi padre aún sabiendo lo que iba a ocurrir.
-Dylan...
-Siento haberme acercado a ti de esa forma y en esas condiciones.
-Para.
-Pero quiero que sepas que sea cual fuera el motivo que me hizo acercarme a ti, lo que siento no es falso.
-...
-Te quiero Alice, me importas, tú y tu seguridad, por eso desafié a mi padre, por eso estoy aquí contigo.
-Dylan yo...
-Ahora podemos irnos, juntos y...
-CÁLLATE.
-Alice...
-No puedo, no puedo más, no puedo irme Dylan.
-Pero...
-No puedo dejar a mi familia, no así, y mucho menos ahora.
Detiene el coche.
-Entonces, ¿es esta la última vez que nos vamos a ver?
-No, claro que no, no tiene por qué ser así.
-Alice, no me puedo quedar, he de marcharme, huir ahora que puedo, no me queda nada aquí.
-¿Y Owen?
-Owen ha muerto Alice.- dice apartando la mirada.
-¿Qué? Yo...
-No me queda absolutamente nada Alice, a diferencia de ti, solo tengo dos opciones, huir durante el resto de mi vida, o morir bajo las órdenes de Hirch.
No sé qué decir, es más que obvio que no quiero que se marche, pero no puedo irme con él.
Mi familia me necesita, y yo necesito estar junto a ellos.
No quiero insistir en que se quede, no sería feliz aquí ni aunque quisiera.
-Si te vas...
-Nos volveremos a ver.
-Prométemelo.
-Te lo prometo.- me acaricia suavemente la mejilla.- Esto está sonando a despedida.
Sonríe, pero aún así puedo apreciar un ápice tristeza en su mirada.
Acaricio su mano de forma leve, como si fuese a hacerse añicos con el simple tacto de mi piel.
Intento contenerme pero una lágrima amenaza con descender por mi rostro.
-Vamos.- digo apartando su mano de mi cara a la vez que desvío la mirada hacia la ventanilla.
Arranca el coche sin decir absolutamente nada y avanza de nuevo.
-¿Dónde quieres que te deje?- dice de repente.
Me quedo en silencio, no lo sé.
¿Es que no podemos seguir conduciendo de por vida? Él y yo.
No.
''Alice aclárate'', me digo a mí misma.
-No es por alarmarte pero, llevamos tanto conduciendo que como podrás observar estamos fuera de la ciudad.
-Lo sé.- me di cuenta hace tiempo, no sé por qué no le dije nada, supongo que es porque en el fondo no quiero que desaparezca de nuevo, no ahora, ahora que hemos aclarado las cosas de alguna u otra forma.
Supongo que ha comprendido de alguna forma lo que estoy pensando, se mantiene en silencio y sigue avanzando sin detenerse.
-Agárrate.- suelta de repente.
Le miro, una sonrisa reina su expresión, qué guapo está.
-¿Preparada?
-No, ¿qué pasa?- no sé qué va a hacer así que me aseguro de llevar bien puesto el cinturón.
De un momento a otro acelera de una forma exagerada.
-¡DYLAN! ¡NOS VAMOS A MATAR!
-¡DAME LA MANO!
-¡NO!- veo como suelta el volante y pisa aún más el acelerador, el corazón se me para.
-¡DAME LA MANO!
-¡DYLAN AGARRA EL VOLANTE POR FAVOR!- siento como la adrenalina amenaza con explotar en miles de pedazos mi cuerpo al completo, me gusta, me olvido de todo, le agarro de la mano y me dejo llevar.
-¡GRITA!- me exige Dylan, que ahora sujeta el volante con una mano.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!- grito, tal y como me dice.
-Vuela.- me susurra.
Le miro, le veo distinto, me siento distinta, libre, un subidón enorme se ha apoderado de mí.
Siento como si todo lo que me rodea no fuera nada más que un suspiro que puedo exhalar en cualquier momento, deshacerme de ello ahora parece fácil.
Dylan me suelta de forma suave la mano.
-Agárrate.
Me agarro como puedo al asiento y me mantengo lo más rígida posible.
Derrapa de forma peligrosa, se detiene al lado de un descampado enorme que hay en un desvío de la carretera.
Respiro de forma agitada, en mi cara una sonrisa enorme que me es imposible de controlar.
Estoy, ¿feliz?
Me hace feliz.
-Te quiero.- le digo, sin pensarlo, pero no sin sentirlo.
Lo que digo le pilla por sorpresa, me mira y una de las sonrisas, a mi parecer, más bonitas del mundo aparece en su rostro.
-Yo sí que te quiero Alice Brooks.
Me besa.
Lenta pero apasionadamente.
Un beso corto pero no en cuanto a sentimientos.
Esta vez le beso yo.
Me agarra, me acerca a él aún más de lo que los estrechos asientos de su coche nos permiten.
De repente se detiene.
-Quiero que me recuerdes así.
-¿Cómo?
-Como aquel subidón de adrenalina, aquel viaje en coche que nunca quisiste que terminara, quiero ser eso para ti, un escape de todo lo que te rodea, un lugar en el que puedas ser tú misma.
-Dylan...
-No pienso despedirme de ti, ya que no hay despedida entre aquellos que se volverán a ver, sólo quiero que sepas que aunque pasen semanas, meses o incluso años, seguiré ahí, fuera, esperando el momento para volver.
-Yo...
-Estoy loco lo sé, y aún así me haces sentir el hombre más cuerdo del mundo.
Suspira.
-Eres una de esas personas que por poco tiempo que pasen en tu vida te la marcan, joder, eres una puta sanguijuela en mi mente, todo lo que hago es por y para ti desde que te conozco, no sé qué has hecho conmigo, no me gusta pero no puedo evitarlo y mucho menos cambiarlo.-su voz tiembla y mira hacia el techo del coche con una sonrisa.- Todo lo mal que lo paso sin ti se compensa cuando te veo o paso un sólo minuto junto a ti.
Estoy llorando, de impotencia, de dolor, de felicidad, de...
¿Por qué me duele tanto oír algo que a cualquier persona haría sentir la más afortunada del mundo?
No sé, no sé lo que siento, lo siento todo y no siento nada a la vez.
Siento que ahora mismo sé exactamente lo que quiero y a la vez no sé absolutamente nada.
-Quédate.
Me mira, con los ojos llenos de lágrimas, no muy distintos a los míos.
-¿Por qué?
Ahí está.
Esa pregunta que nunca me había formulado a mí misma.
¿Por qué debería quedarse?
¿Por qué quiero que se quede?
¿Qué puedo hacer por él?
-¿Y por qué deberías irte?
Sonríe.
-No eres capaz de responder a una pregunta tan simple, no eres capaz de exponer lo que realmente sientes o piensas, ¿eh Ally?
-Es que...
-¿Cómo es posible que te conozca tan bien sin haber pasado apenas tiempo junto a ti? De igual manera, no me queda nada aquí Alice, sólo dolor, no quiero dar explicaciones a nadie de lo ocurrido, a ojos de todos estoy muerto, y lo creas o no, eso me hace sentir más vivo que nunca.
-Me marcho.
-¿Qué dices?
-Me marcho contigo, allá donde vayas.
-No puedes hacer eso.
-Sí que puedo.
-No.
-Sí.
-No digas tonterías.
-No son tonterías, sé que suena a locura, de repente, pero tengo claro que me quiero ir contigo, lo haré.
-Alice...
-¡Hazme caso, joder!
-Yo...
-Si te vas, me voy contigo.
-No puedo dejar que le hagas eso a tu familia, Alice, yo estoy muerto, tú estarías en constante huída de por vida.
-Y yo no puedo dejar que desaparezcas de mi vida otra vez.
-Está bien.
-¿Sí?
-Sí.
Algo en mí se libera, me siento feliz, la angustia ha desaparecido.
-Pero, he de ir al hospital primero, he de ver a Max, Jake, Nate y Allen.
-Te acercaré.
Asiento y ponemos rumbo a la ciudad.
Dylan me coge de la mano, aprieto con fuerza, no quiero que me suelte.
-Dylan...- digo de forma confusa tras ver que alguien corre en nuestra dirección.
-¿¡Pero qué!?- exclama Dylan a la vez que gira el volante para no atropellar a esa persona.
NATHAN
El coche de Dylan.
Lo reconozco, pasa por delante de nosotros, esa...
Alice, va con él.
-Sígueles.
-¿Qué? Debes estar loco.
-No pienso marcharme de aquí sin hablar con ella.
-No podemos hacer eso.
-Hacedlo.
-No eres nadie aquí Nathan.
-Bien, pues iré tras ellos y me entregaré a la policía.
-Con todo lo que nos ha costado sacarte de ahí, no lo harías.
Me bajo del coche.
-Nathan, ven aquí.
Corro, están en el descampado.
Corren para atraparme pero les llevo ventaja.
El coche de Dylan se pone en marcha de nuevo, gira, viene de vuelta, hacia mí.
No me detengo ni me desvío, necesito que se detengan.
De repente el coche gira de forma brusca y se detiene a un par de metros de mí.
Dylan baja del coche.
-¿Es que eres gilipollas o qué coño te pasa?
-Necesito hablar con Alice.
-Lárgate si no quieres que te parta la cara.
-Necesito aclararlo todo Dylan.
Se acerca a mí de forma brusca.
No quiero pelearme con él, pero si hace falta lo haré.
Dylan se detiene, a menos de un metro de mí.
-Necesito que vuelvas a la ciudad.- me dice de repente.
-¿Qué?- es lo único que se me ocurre decir.
-Alice se quiere marchar conmigo, no voy a permitir que lo haga, sé que sólo te hará caso a ti.
-No es verdad, me odia.- suspiro.- Además, no podré hacer mucho desde la cárcel.
-No irás a la cárcel, confía en mí.
-¿Cómo puedes pedirme que confíe en ti?
-Me importa una puta mierda tu vida.
-Vaya, digno de confianza...
-Pero en lo que a Alice respecta nunca podría hacerle daño.
Asiento.
-Nathan...- oigo a Alice musitar desde la puerta del coche.
-Tengo un plan, solucionaré todo de una vez por todas, no puedes dejar a Alice sola, te necesitará.- dice Dylan con lágrimas en sus ojos.
-Ahí estaré.- digo tendiéndole la mano en señal de acuerdo.
Me pega un puñetazo en la mandíbula.
-¡Dylan para!- grita Alice a la vez que viene corriendo.
-¡Joder!- grita Dylan, y tras pegarme un empujón se dirige al capó de su coche.
Una vez que llega se apoya en él y se enciende un cigarro.
-¿Qué haces aquí?- dice Alice entre lágrimas.
-Lo mismo me pregunto yo, ¿qué coño haces Alice?
-¿¡QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA CUESTIONARME!?- dice a la vez que se acerca furiosa.
Pretende pegarme, pero le agarro los brazos, ella forcejea entre lágrimas.
-Estás jugando a las fugas con un delincuente mientras tu familia y la gente que realmente te quiere está sufriendo.
-¿Y me lo dices tú? Tú eres la principal razón por la que están así.
-Créeme cuando te digo que pesa sobre mi conciencia.
-Tú no tienes de eso.
-Ojalá no tener, de verdad, ojalá me importara una mierda todo.- su mirada emana odio.
-Ojalá no haberte conocido nunca.- algo en mí se rompe al oír eso.
-Ojalá hubiera sido así, todo sería más fácil.- digo, sin más.
Me duele, quiero gritar que no fue mi culpa, que todo fue una trampa, que yo no hice nada, pero prefiero que me odie, ya que odiarme a mí mismo no me es suficiente.
-Ni siquiera te esfuerzas por disculparte.
-¿Me perdonarías si te dijera que lo siento?
-Te odio.
-¡NATHAN!
Aquí están.
-Eres un puto crío irresponsable.
-Marchaos.
-¿Qué?
-Que os vayáis, me quedo.
-¿Eres gilipollas? No hemos llegado hasta aquí para marcharnos sin ti.
-No me voy a ir.
-No te reconozco.
-Hace mucho que ni yo lo hago.
-Suerte.- se gira y se marcha.- Solo espero que no te arrepientas.
-¿Qué haces?- suelta Alice de repente.
-Me voy a entregar.
-¿Qué dices?
-Es lo que querías, ¿no?
-Yo...
Mi única oportunidad de huir se marcha, se aleja para subirse al coche y desaparecer para siempre.
No sé por qué me encuentro tan tranquilo si mi vida se encuentra en manos de una de las personas que más problemas me han causado.
Me aparto de Alice y me dirijo hacia Dylan.
-Pásame uno porfavor.- digo mirando el cigarro que tiene en la mano.
Me tira el paquete y acto seguido un mechero.
Cojo un cigarro y me lo enciendo.
-¿Cuál es el plan?- digo exhalando el humo.
-Voy a hacer dos llamadas.
-¿Y?
-Hirch va a venir.
-¿QUÉ? ¿ESTÁS LOCO?
-Shhhh...- me indica que me calle a la vez que señala a Alice, que se encuentra sentada a un lado de la carretera, con la mirada perdida.
-¿En qué nos va a ayudar que Hirch venga?
-Céntrate, lo único que debes hacer es proteger a Alice.
-Sí, pero...
-Cuando te de una señal correrás hacia el bosque y llevarás contigo a Alice, no salgáis de ahí bajo ningún concepto.
-¿Y tú?
-Sabré manejar la situación.
-¿Estás seguro?
-Sí.
-Me parece un disparate.
-Nadie ha pedido tu opinión.
Suspiro.
-Voy a hacer las llamadas.
-Una es a Hirch, ¿y la otra?
-Todo a su debido tiempo.
Tira el cigarro al suelo y se marcha a un lado de la carretera con el móvil en la mano.
Me cuesta decir esto pero, parece que siempre tiene todo bajo control.
Sólo espero que esta vez no falle.
Alice se levanta y se dirige hacia mí.
Se apoya en el capó del coche, junto a mí, sin decir palabra alguna.
Se mantiene largo rato en silencio, yo tampoco digo nada, no quiero estropear el momento.
-¡NATHAN!- grita Dylan de repente.- ¡Ven!
Me dirijo hacia él.
-¿Qué ocurre?
-Están al venir.- se le nota angustiado.- Coge esto, quiero que cuando lleguen los dos llames a la policía.
-¿Los dos?
-Sí, por favor, haz lo que te digo.
Asiento.
-En cuanto veas que llega la segunda persona llama.
-Lo haré.
Saca un arma de la cintura de su pantalón.
-Lárgate, y llévatela contigo.
-Suerte.- digo justo antes de girarme para alcanzar a Alice de nuevo.
-Nathan.- su voz me detiene.- Eres un buen tío.
Sonrío.
Corro hacia Alice.
La cojo de la mano y tiro de ella.
Se niega a moverse.
-¿Qué haces? No voy a ningún lado.
No tengo ganas ni paciencia para darle explicaciones.
Decido cogerle por la fuerza.
-Lo siento.- digo justo antes de cogerla y cargarla a mis hombros.
-¡SUÉLTAME!- grita y patalea.
Corro como puedo con ella en brazos.
Me adentro en el bosque y busco un lugar en el que no seamos perceptibles.
-¿A dónde me llevas?
-Cállate.
-No me da la gana.
-Ufff...
-Bájame ahora mismo.
Llegamos a un lugar en el que creo que no podrán visualizarnos y la suelto.
-Gracias, ahora me marcho.
-Estate quieta por una vez en tu vida.- digo agarrándola del brazo.
-Si me explicaras qué narices está pasando lo haría.
-Lo verás con tus propios ojos si cierras la boca y te quedas quieta.
Su expresión se torna seria.
Por sorprendente que parezca me hace caso.
Se mantiene en silencio y fija su mirada al frente.
Sostengo el móvil que me ha entregado Dylan previamente y espero, ansioso, a la llegada de ambas personas.
Pasa el tiempo y empiezo a angustiarme.
Hasta que de repente...
La primera persona llega.
Hirch está aquí.
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