No Tan Conocido.
No sé qué hora es cuando despierto, me siento emocionalmente agotada, decido llamar a la madre de Max para preguntar si sabe algo.
Nada, ni siquiera contesta.
Bajo a la cocina, se que debo comer, así que cojo un par de galletas y me esfuerzo por morderlas, pero nada.
Puede que si me da un poco el aire logre sentirme algo mejor.
Me pongo unas mallas y una camiseta ancha de Max, me siento cómoda llevando algo suyo, cojo las llaves y mi móvil y me voy.
Son las doce y media cuando salgo por la puerta.
Me dirijo hacia el parque que hay tres manzanas más abajo de mi barrio, la música me relaja y siento como mi mente se centra poco a poco, me siento algo mejor.
Hay bastante gente en el parque para ser casi la una.
Me adentro en él, como si de un bosque se tratara, todo el mundo parece feliz, eso me da paz, llego al otro lado del parque, y me dirijo al pequeño puente donde me aislé de la sociedad el primer día que pasé aquí.
Un mensaje me sobresalta y miro el móvil, supongo que con la esperanza de que sean noticias sobre Max.
“¿No vienes hoy?”, es de Hailey.
No me apetece contestarle.
Parece que hay alguien en el puente, pero al ver que se marcha avanzo hacia él.
Ver como el agua del pequeño estanque fluye me hace sentir bien, me despoja de mis preocupaciones.
-Saltarse las clases está muy mal. -dice una voz a mis espaldas.
Genial, resulta que ahora me sigue.
-¿Qué haces aquí?
-Me gusta este puente , es una de las pocas cosas que me gustan de este sitio.
Dylan se acerca, y se apoya en la barandilla, me mira y sonríe.
-¿Sabes? No creo que seas de esas que escapan del instituto para ir a un parque.
-No he pedido tu opinión.
-Me refiero a que tendrás alguna razón para estar aquí.
-¿Y cuál es la tuya?
-Me aburría.
Su cara sigue magullada, no está tan hinchada como ayer , pero aún así tiene el ojo morado.
-¿Te duele? -pregunto tocándole el ojo amoratado.
-No, no mucho.-me mira fijamente , sus ojos grises se ven más claros que nunca con el sol, tiene una mirada distinta a cualquiera que haya visto antes, es profunda y esconde algo, me doy cuenta de que tiene una pequeña cicatriz en la parte superior de la ceja izquierda.
Por un momento veo algo distinto en él.
Aparto la mano y me giro , miro al estanque en silencio.
-Mi invitación a tomar algo sigue en pie.
-Y yo sigo negandome , pero gracias.
-Puedo saber ¿por qué?
-No me caes bien.
-Vaya, yo que estaba empezando a pensar que nos llevábamos bien… - sonríe.
-Pues no.
-Bueno, pero eso es por que no me conoces, puedo sorprenderte.
-Lo dudo.
-Creo que tienes una mala imagen de mí.
-Bueno, es la imagen que das.
-Sabes, me gustas.
-Pues tú a mí no, lo siento. - se echa a reír.
-No me refiero a que me gustes de gustar, es solo que me pareces divertida.
-Vaya, hace un momento querías quedar conmigo y ahora no te gusto...eres todo un rompecorazones.
-Oye, no me malinterpretes, pero mi intención no era esa, quería quedar por que siento haber sido un capullo contigo, pero no tendría nada contigo.
-Y¿ se puede saber por qué?
-No eres mi tipo.
-Pues estás de suerte, tú tampoco eres el mío.
-Entonces, ¿por qué no quedas conmigo? ¿Es que tienes miedo de enamorarte de mí?
-YA TE GUSTARÍA. Si no quedo contigo es por que me das asco, y no quiero perder mi tiempo.
-¿Estás segura? - se me acerca , sonriente, cierra los ojos y acerca su boca a la mía, me dejo llevar… - lo que yo decía… - Susurra a apenas medio centímetro de mis labios.
-Eres un gilipollas. -la cara me arde, me muero de vergüenza.
-Y tú una mentirosa, casi se te caen las bragas al pensar que te iba a besar. - sonríe, muy seguro de sí mismo, me pone enferma, le pego una bofetada con todas mis fuerzas.
-ERES UN GILIPOLLAS DE MIERDA, NO TE ME VUELVAS A ACERCAR EN TU VIDA.-digo mientras me alejo de ese imbécil con la poca dignidad que me queda.
-¡VOLVEREMOS A VERNOS! - le oigo gritar a lo lejos, sigue sonriendo, vaya un gilipollas.
Me muero de rabia, por mí volvía y le pegaba unas cuantas bofetadas más, que asco, le odio de verdad.
Intento pensar lo menos posible en lo que acaba de pasar, ese tío me pone enferma de verdad, no entiendo cómo puede ser así de estúpido, me dan nauseas solo de pensar que por un momento me iba a dejar besar por él, soy idiota.
Avanzo hacia la salida del parque, mi móvil vibra, alguien me llama, el número está oculto, al principio dudo en sí debería contestar o no, pero decido hacerlo.
-¿Sí?
-Alice, no hables, no digas mi nombre, simplemente escúchame atentamente ¿vale?
Asiento con la cabeza como si pudiera verme.
-Bien, solo quería que supieras que estoy bien, bueno, no bien, estoy en un lío enorme, y hasta que no sepa cómo salir de él me gustaría que no le dijeras a nadie que has hablado conmigo. No puedo hablar mucho más ni decirte donde estoy, lo siento, pero tendrás noticias mías pronto, te quiero, de verdad, y siento que tengas que pasar por esto.
Empiezo a llorar, me alivia saber que está bien, pero tengo tantas preguntas que no me siento tranquila.
-Aunque no hables, sé lo que piensas, igual que sé que ahora mismo estás llorando, oigo tu respiración, no te preocupes, te quiero, todo va a salir bien. Ahora tengo que colgar, volveré a contactar contigo.
Un pitido al otro lado de la línea hace que me dé un vuelco al corazón, y me quedo ahí, de pie, en medio de ese pequeño sendero, suspiro, y una pequeña sonrisa asoma entre mis lágrimas, Max está bien.
Me acerco a casa un poco más animada de lo que estaba al salir, el coche de mi madre y el coche de mi padre están en la puerta, hay un coche de policía en la puerta junto a otro coche que me parece haber visto en alguna parte antes, pero no logro recordar. Me apresuro en entrar para saber qué está pasando.
El salón está lleno de gente, hay dos agentes de pie enfrente del sofá, en el que se encuentran mis padres y mi hermano, hay una mujer al lado del sofá de pie, pero no logro verla, el enorme jarrón que nos regaló la abuela tapa la mitad de su figura.
Me acerco a ellos, y de repente un malestar increíble se apodera de mí al ver que la misteriosa mujer es la madre de Max.
El silencio reina la sala cuando se dan cuenta de mi presencia.
-Alice, querida. - la madre de Max es la primera en dirigirse a mí.
-Señora Davis, ¿qué hace aquí?
-Cariño, la señora Davis ha venido con la policía, quieren hacerte unas preguntas. - mi madre me mira con esa cara de compasión que pone siempre que le doy pena, no soporto esa cara.
-Ya le dije que no se nada de Max.
-Alice, siento ponerte en esta situación de verdad, pero creo que no me estás contando todo lo que sabes.
-Oye, Carlie, mi hija no es ninguna mentirosa, créeme que si supiera algo no dudaría en contarlo. - que mi padre llame a la madre de Max por su nombre de pila es señal de que no está de acuerdo con nada de esto.
-Perdona si me preocupo por mi hijo, ya sabes, aquel que ha desaparecido…
-Carlie, mi hija estaba a kilómetros cuando tu hijo desapareció, no entiendo qué tiene que ver con todo esto.-mi madre se une a la disputa.
-¡Han encontrado sangre de mi hijo en una gasolinera a 60 kilómetros de mi casa! ESTOY HARTA DE QUE ME TOMEN POR LOCA Y EXAGERADA.-al ver la expresión en la cara de todos doy por hecho que se suponía que no me tenía que enterar de eso, me siento mareada, y creo que todos se dan cuenta por que de repente mi hermano se levanta y me sujeta como si estuviera hecha de porcelana.
-¿Cuando han encontrado la sangre? -es todo lo que quiero saber, espero que la respuesta calme mis nervios.
-El dueño de la gasolinera la vió ayer por la noche al cerrar y avisó a la policía…-la voz de la señora Davis parece quebrarse a medida que las palabras salen de su boca.
Finalmente me siento algo aliviada, he hablado hace apenas media hora con Max, eso quiere decir que está bien.
-Oigan, cuanto antes comencemos con las preguntas antes nos marcharemos. - me miran en busca de aprobación y asiento con la cabeza.
Los dos policías me llevan a la cocina, y me miran fijamente, como analizándome.
-Serán sólo un par de preguntas, no te preocupes.
-Está bien.
Intento no pensar en Max, no me hace gracia mentir a la policía, y viendo el estado de la madre de Max le ayudaría mucho saber que su hijo está bien, pero si de alguna forma contar que ha contactado conmigo puede ponerle en peligro me callaré.
-¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Max? - la pregunta me pilla por sorpresa.
-Eh… MmmMmm… Hace dos días creo.-logro responder.
-¿Estás segura?
-Sí, segurísima, hace dos días que no se nada de Max.
-¿Era tu mejor amigo?
-Sí, ES mi mejor amigo. - pongo énfasis en el verbo en presente, no pienso dejar que hablen de él como si estuviera muerto.
-Claro… - Apunta todo en un cuaderno, me pone de los nervios.-Y… ¿nunca llegaste a considerarlo algo más que un amigo?
-No pretendo faltar al respeto, pero eso a usted no le importa y dudo mucho que eso tenga algo que ver con todo esto.
-La hermana de la víctima nos contó que eran algo más que amigos.
-Bueno, y ¿qué? No por eso le tengo secuestrado en mi sótano.
-Solo me aseguro de que no omita detalles por insignificantes que le parezcan señorita Brooks, ocultar información también se considera mentir.
-Mire, creo que están perdiendo el tiempo, no se que buscan pero yo no sé nada.
-Eso lo juzgaremos nosotros. - al fin abre la boca el otro policía.
-Mire señorita Brooks, nuestro trabajo consiste en seguir el protocolo, así que no lo haga más difícil.
Suspiro y asiento.
-Por lo que sabemos pasaba la mayoría de su tiempo con usted o con los compañeros del equipo, ¿no sabe de nadie más con quien pudiera haber quedado?
-Nadie con quien le fuera habitual quedar.
-Y ¿ le suena el nombre de Nathan Doile?
-No, ¿por qué?
-Este chico… - me muestra su foto, su rostro me es familiar, es un chico rubio, moreno y con bastantes pecas, y sus ojos marrones ofrecen una mirada que no teme a nada, tiene una cicatriz bastante particular en el labio, pero su cara sigue siendo bonita, no es una belleza común, es lo misterioso de su rostro lo que llama la atención.- Vieron a tu “amigo” Max con él dos días antes de desaparecer, y da la casualidad de que Nathan no aparece por el orfanato en el que reside desde hace dos semanas.
-¿Creen que pueden haberse marchado juntos? - respondo quitándole importancia a la forma en la que el policía ha entonado la palabra amigo.
-Así es.
-¿Sabe si Max había consumido o tenido en su posesión algún tipo de droga?
-¡No! Max nunca se drogaría, era un atleta ejemplar , el deporte era muy importante para él, no haría nada de ese tipo sabe perfectamente cómo podría afectar eso a la gente de su alrededor.
-Bueno, puede que no lo conociera tan bien como cree.
-¿Perdone?
-Tras su desaparición encontramos debajo de su colchón un paquete algo peculiar, lleno de LSD.
-¡¿Qué?! Eso es imposible.
-Era una cantidad importante, no se trataba de una dosis de consumidor, creemos que la vendía.
-No, tiene que haber una explicación.
-Estamos intentando encontrarla.-al ver que no digo nada prosigue.-creo que ya es bastante por hoy, nos pondremos en contacto contigo si necesitamos algo más.
Asiento, no me salen las palabras ahora mismo.
Evito entrar al salón, no quiero ver a la madre de Max, subo a mi habitación y cierro la puerta. ¿Max vendiendo droga? Imposible.
Oigo cómo se cierra la puerta principal y oigo marcharse los coches. Me sumerjo en mis pensamientos y miro el móvil, número desconocido, siento una impotencia enorme al tener que esperar a que vuelva a contactar conmigo, pero, ¿y si no lo hace? Intento borrar esa idea de mi cabeza y me tumbo mirando al techo, creo que me va a dar algo como siga pensando en ello. Mi madre me llama para comer, pero me niego, es lo último en lo que pienso ahora mismo.
Alguien llama a la puerta de mi habitación, no puede ser ni mi hermano ni mis padres, en esta casa nadie sabe lo que es la intimidad.
-¿Puedo pasar? -no puede ser quien creo que es.
-Emm...si.-rezo por que al abrirse la puerta la persona que tengo en mente no esté al otro lado.
Me doy cuenta de que mis plegarias no han sido escuchadas cuando al abrirse la puerta la camiseta negra y los vaqueros pitillo de Dylan aparecen por la puerta.
-¿Qué cojones haces en mi casa?
-Bueno, digamos que pasaba por aquí y ví a la policía.
-No me creo que te hayan dejado entrar, esto es increíble.
-Oye, estaba preocupado, pensé que te habías suicidado al ver que no sentía lo mismo por ti o algo. - vaya humor de mierda.
-Ni puta gracia.
-Ey, no vas a clase ¿y de repente la policía viene a tu casa? ¿Qué has hecho?
-Oye, esto se puede considerar acoso.
Se ríe.
-Vete de mi casa antes de que se me vaya la cabeza y te mate.
-Así que cuando estoy contigo se te va la cabeza… - se me acerca y siento que el aire me falta, esta vez me alejo yo, no pienso dejar que vuelva a humillarme.
-¿Qué narices te pasa? ¿Qué quieres de mí? ¿Te gusta humillarme? - me siento agobiada.
-No, es solo que…
-Vete. - le interrumpo y su estúpida sonrisa se le borra de la cara.- No estoy de humor para tus tonterías de verdad, así que déjame en paz, ¿es que no te das cuenta de nada? Acabas de ver salir a la policía de mi casa¿ y lo único que se te ocurre hacer es venir a humillarme aún más?
-Yo…
-Vete por favor, te dije antes que no quería volver a verte y lo decía enserio, no te conozco, no sé qué te hace pensar que puedes presentarte en mi casa así y encima con mis padres, eres un maleducado.
De repente me mira fijamente, creo que me he pasado un poco. Esta serio, deseo que diga algo, pero no dice nada, deja una cajita encima de mi escritorio y se dirije a la puerta, me siento mal, y le sigo, pero no sirve de nada porque no se me ocurre nada que decir.
De repente se gira, me agarra de la cintura y me acerca a él, me besa, no me da tiempo a reaccionar, no me aparto, una parte de mí lo estaba deseando desde lo del estanque.
Me suelta, me mira, una pequeña sonrisa asoma en su cara, se va.
Me deja ahí parada, sin saber qué hacer, qué decir o pensar, me quedo en blanco mirando a la puerta.
Genial, ahora no puedo sacarme de la cabeza a ese tío.
De repente salgo del trance y me dirijo al escritorio a ver que contiene la caja que ha dejado ahí.
La abro y una pequeña sonrisa se me escapa.
Una entrada para el cine y una nota asoman dentro.
“Siento ser un capullo, no puedo evitarlo, déjame compensarte, te invito a ver una peli, palomitas incluidas. Si decides no ir lo entenderé y te dejaré en paz.”
Miro la fecha, es para mañana, a las ocho.
Mi cabeza necesita procesar muchas cosas así que guardo la entrada y la nota en el cajón del escritorio y me tumbo en mi cama, pero esta vez no hay lágrimas, una sonrisa involuntaria domina mi rostro.
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