La culpabilidad del inocente
ALICE
Abro los ojos lentamente, la cantidad de luz que me alcanza me ciega, me siento desorientada, y tengo un dolor de cabeza bastante notable.
Pestañeo de forma incesante tratando de acostumbrar mis ojos a la luz.
"¿Dónde estoy?", me pregunto.
Miro a mi alrededor, una silueta se mueve a mi alrededor, de forma inquieta, de un lado a otro.
-¿Dónde...estoy?
-Al, estás despierta... ¿Cómo te encuentras?
-Yo...
De repente lo recuerdo, Max, Allen, Jake...
-¿¡Qué narices hago aquí!?- digo levantándome de forma brusca.
-Tranquilízate, te lo explicaré todo pero tienes que confiar en mí.
Le empujo y salgo del coche mirando a mi alrededor.
-¿Dónde están Max, Allen y Jake?
-Yo...
-¿Por qué me has traído aquí?
-Por tu bien.
-¿Qué quieres de mí? Déjame en paz.- noto una ligera intención de acercarse a mí en su mirada.
Me muevo de forma brusca y alzo mi mano en señal de advertencia.
-Alice...
-Ni se te ocurra acercarte a mi o siquiera pensar en la estúpida e ingenua idea de tocarme.
-Joder...- se pasa las manos por la cabeza en una muestra de exagerada desesperación.
Veo como se acerca sin tener en cuenta mi advertencia, me quedo helada, no sé como actuar ni qué narices pensar.
-Aléjate...- murmuro cuando lo noto a apenas unos centímetros de mí.
-Me tienes loco, no sé qué pensar, hago estupideces cada vez que pienso en ti, quiero hacerte daño de mil formas distintas pero sin embargo no permitiría que nadie te pusiera un dedo encima.- me agarra del pelo de forma brusca e incluso un poco dolorosa, inclina mi cabeza hacia atrás y me mira fijamente.- ¿Qué me estás haciendo?
Trago saliva, no aparto la mirada, no sé que siento, solo puedo recordar una y otra vez todo lo ocurrido hace apenas unos días, la rabia, el dolor, me siento vacía, rota, y de alguna forma siento que él representa la mayor parte de toda la frustración y la decepción que siento.
-No lo entiendes, no quieres entender el peligro que corro por haber hecho esta estupidez, ¿verdad?- dice de repente.
-No te he pedido que me ''salves'', no necesito tu ayuda.- digo apartando su mano de mi pelo, consiguiendo apartarme de él.
Doy un paso atrás, pero en cuestión de segundos lo tengo de nuevo agarrándome de forma brusca, como si no pudiera evitar odiarme.
Le miro desafiante.
''No te tengo miedo'', dicen mis ojos.
''Para de jugar conmigo'', gritan los suyos.
Suspira y yo no trato de apartarme, me mira y tras mover su cabeza en forma de negación me besa, de forma brusca y apasionada, se abre camino con la lengua entre mis labios y yo le dejo, en un principio no sé por qué no me aparto, pero el miedo a sentir algo por él hace que despierte de mi ensimismamiento.
Me aparto de forma rápida y casi involuntaria y como de forma automática le propino una bofetada con todas mis fuerzas.
Se toca la mejilla, sin más expresión facial que la mayor frialdad que he visto nunca.
''Se acabó'', pienso.
Decido marcharme de ahí.
-No sé de qué se supone que me quieres salvar, pero no te tengo miedo ni a ti ni mucho menos a aquello que tú tanto temes, así que me marcho a plantarle cara a lo que haga falta con tal de recuperar a la gente que quiero, y si quieres detenerme mátame, porque será tu única forma de conseguirlo.
-No te marches...- su voz esta vez no suena ruda, sino que deja entrever algo de vulnerabilidad.
-Lo siento.- digo y paso por delante de él, dispuesta a marcharme.
Me agarra del brazo y me giro.
-Me arrepiento de haberte conocido Alice Brooks.- dice con los ojos enrojecidos y una pequeña sonrisa.
-Yo sí que me arrepiento de haberte conocido Dylan Woods.
NATHAN
Miro mis manos con nerviosismo pero al mismo tiempo con una indiferencia que me sorprende.
Me encuentro en el centro de una comisaría, acusado de asesinato, de uno que esta vez yo no he cometido, y aún así lo único en lo que puedo pensar es cómo están tanto Max como Allen y Alice, al parecer ya no soy un egocéntrico que solo se preocupa por sí mismo, parece que estoy madurando.
Vuelvo a la realidad, saliendo de la profundidad de mis pensamientos al ver que la puerta se abre.
Una cara familiar entra por la puerta.
-Bien, ¿por dónde se supone que debo comenzar?
Le miro, con curiosidad, se le ve preocupado.
-¿Por qué?
-...- me mantengo en silencio.
-¿Por qué has vuelto a hacerlo?
Me toma por sorpresa.
-¿Qué..?- murmuro tratando de entender qué hace él aquí.
-¿Cómo se supone que he de demostrar que no eres culpable cuando todo lo que te rodea te une y enlaza a cada uno de los crímenes cometidos hasta ahora?
-...- sigo sin entender nada.
-Tenemos no una sino dos armas con tus huellas, una testigo que dice haberte visto previamente con Alice Brooks, estabas en el lugar del crimen rodeado por tres víctimas, y por si fuera poco dos personas desaparecidas con las que casualmente has tenido contacto justo antes.- suspira.- Y para colmo ya tienes antecedentes por violencia, ¿quieres que me vuelva loco?
-¿Qué haces tú aquí?
-Ya veo que no me has echado mucho de menos.
-Solo vienes cuando hay problemas.
-¿Acaso es mi culpa que no sepas nada más que meterte en líos enano?
-Lárgate.
-No podrías sobrevivir si no fuera por mí.
-No, no... esto no puede ser verdad...
De repente la puerta se vuelve a abrir y tras ella aparece un agente.
-Bien, muchacho, estás en un gran aprieto.
-Ya le he dicho que yo no he hecho nada.
-Y yo te he dicho que puede que digas la verdad, pero es prácticamente imposible de creer.
-Pues es la verdad.
-Todo apunta a que eres culpable, y aunque supieras de un culpable te niegas a delatarlo, ¿cómo pretendes librarte de esto?
Me mantengo en silencio, pienso en Hirch, en como sabía que no le delataría, en cómo me tiene entre la espada y la pared, en como me ha cargado el muerto de todo, sabe demasiado sobre mí, y aunque yo sepa mil y una cosas sobre él nunca estaré a su altura, e irá miles de pasos por delante de mí.
-Soy culpable de muchas cosas, pero no he hecho nada de lo que me culpan.- suspiro.- Aunque si todas las pruebas indican que el culpable soy yo, no puedo hacer nada, ¿no?
-Me desespera la indiferencia con la que tratas todo esto, como si no tuvieras nada que perder.
-Nunca he tenido nada que perder.
-...- ladea la cabeza en forma de negación.
Se gira y mira a Steve, que se mantiene apoyado en la pared con los brazos cruzados.
-¿Por qué narices está él aquí?- pregunto.
-¿Acaso crees que alguien se arriesgaría a defenderte ante un juez? Todos dan tu caso por perdido, es el único que se ha ofrecido voluntariamente.
Miro a Steve, este me sonríe, y con ese solo gesto recuerdo las decenas de veces que me ha sacado de líos, desde que era pequeño hasta día de hoy.
Recuerdo cuando abandonó el orfanato, el único amigo que tenía, un hermano para mí.
''Volveré a por ti'', dijo justo antes de salir por la puerta, promesa que hizo en vano ya que no lo volví a ver hasta el día de hoy.
-Bien, sé que es difícil para ti, pero voy a necesitar que me cuentes todo, absolutamente todo.- dice Steve de repente.- Comenzando desde el día de tu desaparición.
Suspiro y le miro.
JAKE
Abro los ojos de golpe, "mierda", pienso, "me he vuelto a dormir", miro a Nate, aún respira, de forma débil y apenas inapreciable, pero sigue vivo.
No sé que hora es, pero parece ser que ya es de día, llevo toda la noche dando cabezazos, tratando de no dormirme por si Nate despertaba.
No sé cuánto tiempo más aguantaré aquí.
Me duelen las muñecas y los tobillos, siento que me mareo y estoy agotado.
Miro hacia la puerta, me pregunto si podrían haber tenido la estúpida idea de dejársela abierta.
Utilizo mis últimas fuerzas en tratar de levantarme y alcanzar el pomo.
Me acerco a la puerta y me giro con tal de abrir con las manos estando de espaldas.
De repente un ruido me da a entender que ha sido una mala idea cuando tras él se abre la puerta.
-¿A dónde ibas?- reconozco la voz del matón.
Una patada en la espalda hace que caiga al suelo de cara, noto un ligero sabor a sangre en la boca.
-Wels, deja de jugar, tenemos que irnos.- una voz desconocida se une a la del matón se une a la estancia.
-Es verdad, no es momento de jugar chavalín, tenemos que marcharnos.
Siento como me coge de un brazo para levantarme del suelo.
-Ya me encargo yo del enfermo.
Veo como la otra figura se acerca al cuerpo inerte de Nate.
-¿A dónde nos lleváis?- pregunto sin esperar respuesta alguna.
-Ya lo descubriréis.
Nos sacan al jardín de forma rápida y casi desesperada, nos arrastran y nos empujan dentro de una furgoneta cuya matrícula trato de memorizar, como si de algo me sirviera.
Cierran las puertas y tras montar en ella comienzan a avanzar.
-¿Han muerto los cinco?- oigo de repente.
-No, alcanzaron a tres, pero la chica no estaba.- logro escuchar.
-¿Y Nathan?
-Laura no fue capaz de hacerlo y ahora lo tiene la policía.
-No quiero ni imaginar lo que le espera a esa chica...
-Lo que nos espera a todos si nos quedamos aquí.
-¿Dónde se supone que debemos dejar a estos?
-Allá donde tarden un tiempo en descubrir sus cuerpos.
Trago saliva, este es el fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro