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Capítulo 2


En las siguientes semanas, lamentablemente no pudieron ir con su tío por el trabajo y la escuela, no tenia como comunicarse con Noé, era increíble lo mucho que lo extrañaba, eso hizo que Matías tomara una difícil decisión.

Cada año, sus madres se tomaban una semana libre en las vacaciones de verano para ir a la playa y pasarlo en familia, era lo que mas anhelaba y lo que lo motivaba a enfrentar los exámenes finales, sin embargo, esta vez tenía otro plan, quería pasar el mayor tiempo posible con Noé, está vez pasaría las vacaciones de verano con él, en el rancho.

Aunque sus madres parecían un poco decepcionadas y hasta le hicieron un pequeño drama de broma acabaron accediendo, comprendiendo que su hijo estaba creciendo y ahora su prioridad era el amor, aunque Mati aun no lo admitiera, lo conocían y podían imaginarse que algo estaba naciendo en el corazón de su hijo.

Finalmente, apenas pasó la primera semana de vacaciones sus madres lo dejaron con su tío, de ahí ellas partirían al aeropuerto dado que quedaba cerca.

Le fue difícil despedirse de ellas ya que nunca se había separado más de dos noches, después de muchos besos y abrazos partieron dejándolo ahí, su tío lo recibió sonriente.

—Milagraso que te quieras quedar conmigo.

—Necesitaba cambiar de aires, la ciudad está muy contaminada— se excusó.

—Sinceramente, entre el rancho y la playa preferiría lo segundo.

—Pero eso es por que vive aquí—le respondió con una sonrisa, ante ese razonamiento no pudo decir nada.

Al día siguiente de su llegada fue a buscar a Noé, lo encontró igual que la otra vez bajo el árbol, esta vez sin hacer ruido se sentó a un lado de él.

—Matías—lo saludó de la misma forma.

—Hola.

—Hacía mucho no venías—comentó aun con los ojos cerrados.

—Estaba en exámenes finales—explicó.

—¿Vienes de visita? —preguntó Noé.

—Mi estancia será más prolongada esta vez. —eso hizo que por fin volteara a verlo.

—¿En serio? —inquirió con una evidente emoción en su tono de voz.

—Acabé con la escuela, así que pasaré las vacaciones aquí.

—¿Es lo que haces cada año? —quiso saber.

—A decir verdad, no, usualmente voy con mis mamás a la playa.

—Playa—saboreó—¿Preferiste este pueblo olvidado del señor al mar? —cuestionó extrañado.

—Quería pasar unas vacaciones diferentes—dijo sin querer admitir que en realidad el motivo había sido él—. ¿Podemos pasar el verano juntos? —quiso saber sintiéndose nervioso, temía que se negara.

—Soy una persona muy aburrida—admitió.

—No lo siento así.

—Bueno, entonces no encuentro alguna razón para no hacerlo.

Matías se sintió feliz con su respuesta, pocas veces era él quien buscaba la amistad de las personas, en general era al revés, pero con Noé había tenido el valor de pedir primero su amistad aun pese el vergonzoso primer encuentro.

Con el paso de los días comenzó a conocerlo mejor, aunque se mostraba serio podía tener su lado divertido.

—No puedo creer que nunca jugaste a corretearse—exclamó Matías agitado después de jugar por un buen rato, Noé se sostenía de un árbol tratando de jalar aire.

—Ya te dije que no pasé una infancia convencional—se dejó caer en el piso, Matías lo imitó.

—¿Puedes contarme? —había sido bastante reservado respecto a su vida personal y el ansiaba por saber más de él.

Noé antes de responder soltó un largo suspiro.

—Toda mi vida me la he vivido en hospitales, desde muy pequeño he estado enfermo, aunque llegaba a recuperarme volví a recaer, hasta que finalmente logré pasar más de un año bien y pudieron darme el alta.

—¿Por eso nunca te había visto?

—En efecto, mi madre vive en la ciudad, pero me cansé de sentirme sobreprotegido, no me dejaba hacer nada en absoluto, en cambio mis abuelos no me tratan como alguien débil, aquí me siento libre.

—¿Nunca tuviste amigos?

—Solo las enfermeras o los doctores.

—¿Qué deseas hacer?

—¿Ahora? Solo tomar limonada.

—Quiero decir ahora que estas sano.

Eso hizo que se quedara pensativo.

—Aún estoy encontrando esa respuesta, por el momento solo deseo disfrutar lo que nunca he podido disfrutar—concluyó.

—¿Otras carreritas? —lo retó.

—Si que tienes energía—respondió sonriente, sin avisarle se puso de pie y comenzó a correr.

—¡Noé! ¡Estás haciendo trampa!

Aunque ambos se podían considerar mayores para estar jugando juegos infantiles lo disfrutaban mucho, corrían, jugaban al escondite, trepaban árboles, iban a un arroyo cercano, ninguno de los dos había disfrutado tanto de cosas tan simples.

Matías se sentía en paz, seguía teniendo el sentimiento de que había recuperado a alguien muy querido, los sueños habían cesado, no entendía que sucedía, pero se sentía extremadamente feliz.

Creyó que sus alucines habían terminado pero hubo un día en que se dio cuenta en que no era así, jugaban como siempre a corretearse hasta que Noé pudo atraparlo pero fue tal la rapidez con la que iba que acabó abrazándolo, sus miradas quedaron muy de cerca y de nuevo tuvo una visión, deja vu o ya ni siquiera sabía cómo llamarlo, cuando miró esos ojos color miel verdoso sintió como si ya los hubiera visto antes, a su mente vinieron en ráfaga muchas imágenes que solo enfocaban aquella mirada que se le hizo familiar.

—¡Lo siento! —exclamó sintiendo su corazón latir a mil por hora y no precisamente por haber estado corriendo, se alejó con rapidez de Noé.

—Si yo fui quien casi te tacleo ¿Por qué te disculpas?

—Lo siento—volvió a disculparse y corrió a refugiarse al establo. Se quedó ahí hecho un ovillo cuando la puerta se abrió, Noé lo había seguido hasta ahí.

—Mati ¿Estas bien?

Nadie más que sus madres sabían acerca de esas constantes alucinaciones, aunque prefería llamarles sueños.

—¿Tienes algún secreto que no me hayas contado? —preguntó de forma repentina. Noé lo miró extrañado, se acercó y se sentó a su lado.

—¿Tú tienes un secreto? —le devolvió la pregunta, Matías asintió con la cabeza. —Está bien ¿Si te cuento me cuentas tú?

Era un trato justo así que accedió.

—Bueno como ya te conté, he pasado casi mis 20 años enfermo, pasando la mayor parte del tiempo en hospitales, entre recaídas y mejoras. Pero hubo un punto en que quise darme por vencido, en verdad desee que ya acabara y no por que el dolor fuera insoportable al menos no el físico, me destrozaba ver a mi madre sufrir por mí, viendo como agonizaba, tenía la idea de que al menos si moría solo sufriría por un tiempo y después podría salir adelante y hacer su vida que dejó de lado por mí. Todas las noches rezaba para no despertar, y una vez en que creí que finalmente me habían concedido el milagro, tuve un sueño donde aparecía una persona, no pude ver bien su rostro sin embargo su presencia me dio las ganas de seguir luchando, sentía que debía vivir por esa persona, y tras reanimarme tres veces regresé a la vida. Después increíblemente comencé a recuperarme hasta que pasé más de un año sin recaídas y me dieron de alta. Desde entonces tengo esa desazón de que alguien me falta, no sé de quien se trate, jamás he convivido con otras personas que no sean las del hospital, quizás creerás que estoy loco. —concluyó, Matías le sonrió para su extrañeza.

—Si estás loco entonces yo estoy demente—Noé lo miró sin comprender. —yo también he tenido ese sentimiento de que alguien me falta, desde los 12 años más o menos comencé a soñar lo mismo casi cada noche—Matías le contó su sueño del grito desgarrador y alguien llamando a otra persona—creían que quizás era algún problema neurológico, pero nada, así que aprendí a vivir así, hasta que te conocí—reconoció sintiéndose completamente apenado.

—¿Qué? —preguntó Noé totalmente atónito.

—Desde el día que te conocí no he vuelto a soñar de esa forma

—Acaso...—empezó a conjeturar.

—Quizás el psiquiatra debió indagar más acerca de mi salud mental —concluyó—lo mejor es que vayamos a cenar—dijo levantándose como resorte, Noé quería decirle algo, pero no encontró palabras así que lo siguió.

Cada uno se fue a su casa, Matías apenas cenó algo y se fue a acostar sin conciliar el sueño, pudo notar que Noé tampoco podía dormir ya que desde su habitación podía ver la suya y aun tenía su luz encendida, decidió ir a verlo, en silencio salió de la casa y tocó la ventana de su vecino, este se asomó mirándolo asombrado.

—Mati ¿Qué haces aquí?

—No podía dormir ¿y tú?

—¿Quieres entrar? —le preguntó sin responder, el asintió así que le abrió la ventana y lo ayudó a entrar.

Ambos se quedaron parados sin decir o hacer algo, Matías se puso a observar la habitación y de repente nuevamente le dio una crisis, en que no supo de si, sentía que se asfixiaba, ese cuarto por alguna razón le daba terror, aunque nunca había estado ahí, cayó de rodillas tratando de respirar.

—¡Matías! —exclamó asustado—voy a llamar a mi abuela—pero no se lo permitió, lo detuvo agarrándole la pierna, no le quedó de otra que agacharse a su lado—¿Qué pasa Matí?

No podía responderle, sentí a la garganta cerrada, dejó de mirar el cuarto como era actualmente, solo podía apreciar una cama con un escritorio y pinturas regadas por el piso, alguien se reía como si estuviera pasando el mejor momento de su vida.

Sintió un brazo que rodeaba sus hombros haciendo que volviera a la realidad, Noé lo sostenía frotando su espalda en un intento de que volviera en sí, cuando miró sus ojos nuevamente sintió un remolino de emociones.

—Eres tú— exclamó alterado—eres tú a quien he estado esperando—gritó.

Noé no podía entender sus palabras, no tenían sentido.

—Mati—dijo preocupado, este se le aferró aún más y se soltó a llorar, no le dijo nada solo siguió pasando su mano por la espalda reconfortándolo hasta que sintió que comenzó a calmarse.

—No tiene sentido, perdóname. — se disculpó alejándose de él quedando hecho un ovillo en la puerta.

—Mati, quizás mamá Marta tenga razón—eso hizo que abriera los ojos de forma desorbitada, en algún momento le había comentado sin darle mucho contexto acerca de las creencias de su madre acerca de la reencarnación.

—¿De qué hablas Noé?

—No pude comprenderlo, pero ahora lo veo. Desde el día que te conocí me he sentido en paz, como nunca en mi vida, era como si volviera a mi...

—Algo que había perdido hacía mucho tiempo—terminó la frase.

Ambos se miraron atónitos y después se abrazaron, aun pese a la incómoda posición ninguno se movió, permanecieron de esa manera hasta que el sol comenzó a quemarles el rostro.

Pasada la emoción, decidieron que averiguarían lo más posible acerca de ese lugar, quienes habitaron con anterioridad, toda la información posible.

Matías interrogó a su tío hasta que lo cansó, en cuanto terminó corrió con Noé quien aún estaba hablando con su abuela, esperó debajo del árbol donde solían sentarse, cuando comenzó a quedarse dormido al fin apareció.

—Mi Abu sabía mucho—le contó mientras se sentaba—me dijo que antes había vivido una familia hace muchos años atrás, pero que hubo un problema con la propiedad y tuvieron que mudarse, entonces se lo vendieron a mis bisabuelos, mi abuela tenía 10 años cuando llegó aquí, aunque creo que antes vivió otra familia, pero de eso no sabe.

—Mi tío dijo que un señor cuidó por mucho tiempo el lugar, que antes vivía otro señor muy anciano que nunca se casó ni tuvo familia hasta que falleció y él, cómo era el cuidador, se quedó a cargo hasta que se vendió.

—¿Cómo hace cuánto que se murió el don?

—Uff hace mucho, por lo que le dijo a mi tío ya llevaba fallecido más de 20 años.

—Entonces... ¿Es posible? —se miraron algo asustados, pensar que tuvieron una vida antes de esta y que se habían conocido era bastante aterrador.

—Sigamos juntando más informacion—era algo que se lo atribuía a mamá Marta, no podía quedarse con una sola fuente de información, siempre debía buscar más allá.

La abuela de Noé los llevó al pueblo donde pudieron acceder a la biblioteca, que era apenas dos estantes, en ella encontraron algunas noticias de ante año. Se mencionaban principalmente las guerras que hubo. No encontraron gran cosa así que se resignaron a volver.

Comenzaban a aceptar a quedarse con la duda hasta que un accidente los llevó a un descubrimiento que cambiaría todo.

Matías corría por la casa para ir al encuentro de Noé que le dijo que le enseñaría a jugar damas chinas, cuando su pie de repente se hundió en el piso de madera haciéndolo caer de bruces, por fortuna metió las manos y solo alcanzó a golpeárselas ligeramente.

Volteó hacia donde su pie estaba aprisionado, buscando la razón de su tropiezo, con trabajo logró sacarlo, se acercó a ver el hueco que se había hecho cuando notó algo gris que parecía ser un sobre, el espacio era suficiente para meter la mano logrando alcanzarlo.

—¡Mat! ¿Estas bien? —cuestionó su tío al verlo en el suelo.

—Creo que necesita renovación el piso—le dijo mientras trataba de ponerse de pie, él le ayudó.

—¿Qué traes ahí?

—No lo sé, lo encontré una vez que saqué el pie.

—Ah la ventaja de estas casas viejas es que guardan muchos secretos—le sonrió mientras palmeaba su hombro—¿seguro estas bien?

—Solo un poco adolorido— reconoció.

—Está bien al rato te doy un ungüento para el dolor, voy a ver a los animales.

—Si tío, yo voy con Noé.

Cada uno tomó su camino, Matías estaba a punto de salir cuando tuvo un presentimiento, algo le decía que debía ver el contenido del sobre a solas.

Se sentó en la mecedora y contempló lo que tenía en sus manos, en efecto era un sobre excesivamente viejo, temía que no pudiera leerse su contenido por fortuna la hoja que tenía dentro parecía intacta, comenzó a leerla.

Querido Cali.

Si estás leyendo esto es porque lamentablemente no pude regresar de la batalla, me hubiera gustado conversar acerca de aquel encuentro, pero nuestras familias lo volvieron algo imposible.

Quisiera decirte tanto mi amado, en primer instancia que jamás quise verte con desprecio me vi orillado para evitar más penas a mi familia, aunque no entienda como el amor puede serlo.

Creí que mi mundo se derrumbó cuando nos separaron, sin embargo, cuando realmente así fue, fue cuando salí seleccionado para servir por mi país, es todo un honor, pero no soporto la idea de estar lejos de ti, al menos aquí puedo verte y saber de ti.

Me aterra pensar que puede que no regrese nunca, no quiero verte destrozado mi amor, quiero verte lleno de vida, por ello te escribo esta carta que sé que la hallarás en el momento justo.

Si un día te falto, recuérdame solo con lo bello, con las tardes cálidas y esos panecillos con el aceite extraño de tu madre, los días en el establo donde el mundo era nuestro.

No me recuerdes con aflicción por que tu sonrisa siempre será mi fortaleza.

No puedo despedirme de ti porque tengo la fe en que un amor tan grande como el nuestro, podrá tener otra oportunidad para amarnos con libertad.

Con todo mi amor, tu queridísimo Heriberto.

Pd. Si la memoria no te es suficiente podrás encontrar nuestros recuerdos en aquel árbol donde solíamos pasar las tardes debajo de su sombra.

Siempre estarás en mi corazón, tu recuerdo jamás se marchitará.

Terminaba firmando con esas palabras que ya había escuchado con anterioridad, en el sobre había una flor hecha de periódico bastante aplastada, sentía que algo se quebraba en él, las lágrimas escurrían por su rostro de manera descontrolada.

No entendía quién era Heriberto ni mucho menos a quien iba dirigida la carta, sin embargo, la apretó contra su pecho. En algún momento en que ni siquiera se enteró, entró Noé que trataba de llamarlo, pero seguían sin responderle, no fue hasta que sintió que lo abrazaba que comenzó a volver en sí.

—Noé—dijo con hilo de voz, lo miró un instante y después lo abrazó con fuerza, como si fuera la primera vez que lo hacía después de mucho tiempo, el solo lo sostuvo consolándolo hasta que se calmó un poco.

—¿Qué sucede Mati? —preguntó aun mirándolo preocupado.

—Encontré... encontré...—su voz temblaba, no se sentía en la capacidad de contarle ni menos enseñarle la carta—¿El árbol a donde vamos siempre es el más viejo? —preguntó de repente.

—Según mi abuela si —respondió demasiado confundido.

—Vamos—dijo levantándose de golpe, Noé no comprendía que pasaba, pero no lo cuestionó, tomó su mano y salieron hacía ahí.

Matías lo miro de arriba abajo, caminó a alrededor buscando algún hueco o algo, pero no encontró algún lugar para esconder nada, al menos no de manera evidente.

—¿Qué buscas?

—Aquí hay algo escondido—le respondió.

—Voy por una pala—dijo sin más, si bien no entendía que sucedía no quería llevarle la contraria.

Mientras esperaba a Noé, siguió examinando el gran árbol aun aferrando la carta en su mano, después de algunos minutos regresó y comenzaron a escarbar.

Hicieron varios hoyos sin éxito alguno, Noé estaba a punto de resignarse, pero Matías seguía insistiendo así que no le quedo más que seguir cavando hasta que finalmente la pala chocó con algo duro.

—¿Son piedras? —preguntó nervioso Matías.

—Lo dudo—siguió escarbando hasta que sacó una caja de madera de tamaño mediano—¿Qué es esto? — se cuestionó asombrado.

—Ábrelo—le pidió sin acercarse, no se sentía capaz, temía que hallaría ahí.

Noé al notarlo tan conmocionado decidió seguir obedeciendo sin rechistar, al hacerlo encontró dentro papeles ya amarillentos por el tiempo, no comprendía como algo de un material tan delicado había permanecido casi intacto, se puso en cuclillas para poder vaciar la caja en el pasto.

Parecían ser cartas lo que contenía, y debajo de este había un dibujo demasiado realista de dos jóvenes mirándose de frente, podría parecer hasta una fotografía.

—¿Qué es? —preguntó Matías, aun sin acercarse, no obtuvo respuesta así que no le quedó de otra que agacharse frente a Noé, si ya de por si estaba desconcertado al verlo ahí hincado llorando a lágrima viva lo dejó peor—Noé, Noé ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? Noé— lo llamó angustiado, el otro su única respuesta fue enseñarle el dibujo, lo contempló y un nudo en la garganta se le formó, tomó un papel de los que había regado y lo abrió para leerlo.

Feliz Navidad mi amor, mi querido Cali, espero que esta bufanda te abrigue en tu largo viaje que emprenderás, a su vez que me lleves siempre contigo.

Con todo mi amor, tu Heriberto. Siempre estarás en mi corazón, tu recuerdo jamás se marchitará.

Esos nombres volvían a repetirse al igual que la despedida, también había una flor de papel, tomó otra hoja más.

Feliz cumpleaños mi amado Heriberto, no hay día más bello que en el que naciste tú, deseo pasar eternamente a tu lado, creciendo.

Con todo mi amor, tú Calixto.

Siempre estarás en mi corazón, tu recuerdo jamás se marchitará.

Era lo mismo, parecía ser que todos esos papeles guardaban un amor imposible que sucedió años atrás que sin embargo estaban conectados de alguna forma, Matías abrazó a Noé que esta vez se aferró a él.

Un nuevo sueño vino a su mente uno que jamás había tenido, no podía ver nada, pero escuchaba la respiración de dos personas.

—Un día estaremos juntos sin ninguna dificultad—aseguró una voz masculina muy suave.

—Querido, eso es imposible—le respondió otra voz con un aire de tristeza.

—Me gusta pensar que en este basto universo existe un lugar donde nuestro amor no es pecado.

—Sigue soñando mi amor, ojalá un día exista una utopía así.

A sí como se fue, a sí como regresó a la realidad, Noé parecía haber logrado calmarse, ya no lo abrazaba, pero lo tenía agarrado con ambas manos de los hombros.

—Mati—le dijo con un hilo de voz, entonces comprendió, todo lo que le había parecido desconcertante en todos esos años ahora tenía sentido.

—Eres tú Noé, eres tú. —aunque por un momento lo miró asombrado, él asintió con la cabeza volviendo a llenársele de lágrimas los ojos.

—Después de tanto tiempo, Mati—se le lanzó a los brazos, se estrecharon con fuerza como si no quisieran soltarse nunca.

Ambos sintieron por fin una paz y una calma no solo en su corazón, si no en su alma entera, por fin habían encontrado aquel universo del que sus almas pasadas hablaban, por fin pudieron coincidir en un tiempo y espacio en el que su amor no era un problema.

Después de ese momento tan impactante, ambos se sentaron recargándose en el árbol, con las manos entrelazadas.

—Noé—lo llamó con timidez, el giró a verlo y le brindó aquella sonrisa que aún seguía haciendo latir su corazón tal como la primera vez que la conoció. —¿Esto es real? —cuestionó dubitativo, él chico lo miró con algo de tristeza.

—¿Por qué lo cuestionas?

—Bueno, acabamos de vivir un momento muy conmocionante, y así ha sido desde que te conocí—le explicó, Noé apretó su mano.

—Si, quizás todo ha sido muy perturbante, pero te puedo asegurar que desde el momento en que un supuesto sonámbulo me abrazó en el establo, mi corazón regresó a mí.

Sus palabras estaban llenas de dulzura, sin embargo, Mati aun lo miraba inseguro.

—Mati, no estoy hablando ni por Calixto ni por Humberto ni por alguna otra alma, te lo digo desde aquí—señaló su pecho. —es poco lo que nos conocemos, pese a eso, con estas pocas semanas me he sentido más vivo que en mis 20 años de existencia.

Esas palabras lo reconfortaron, dejó caer su cabeza en el hombro del otro chico.

—¿Me quieres? —preguntó con una suave voz.

—Te quiero— respondió con la misma suavidad—¿Me quieres?

—Te quiero— contestó Matías mientras una sonrisa se le formaba en el rostro.

Pasaron el resto de las vacaciones creando nuevos momentos, dejando de lado la vida de aquellas personas que se enteraron de su historia, no deseaban perturbar su relación con recuerdos de una vida pasada, lo único importante era el presente, uno que estaban compartiendo juntos.

Viviendo de esa forma esperaban que lo que aún existiera de Calixto y Humberto encontraran la paz sabiendo que parte de su esencia habían nacido en un mundo mejor donde podían amarse con total libertad, no habría nadie que pudiera separarlos esta vez, Noé y Matías escribirían una nueva historia y de ser posible, sin ningún final.

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