Bueeeeeeeno. Hace mucho que no agradezco a nadie (que egoísta, ¿verdad? Ja, ja).

Pero creo justo hacerlo ahora.

Le doy gracias a mi madre que soportó mis horas de conjeturas, reuniendo evidencias y soltando alaridos porque me volvía loca y quería hacerle justicia a los temas que traté en esta historia.

A algunas de mis amigas (manas, cuánto me soportaaaaan) que hasta hoy se han autonombrado mis managers y le ven futuro a este mundo tan bello y tan complejo.

A mí misma porque, mami, ¡LO HICISTE! ¡ACABASTE UNA BENDITA TRILOGÍA! ¡¡¡ERES TREMENDA!!!

Como todo en esta vida que sin Él no podría hacer, a ti, Dios, que siempre has sido fiel conmigo y le das a esta cabecita extraviada las ideas y los soportes para colocar cada una de mis historias. Eres grande y si yo soy un poquititito grande, te lo debo a ti.

Y a ti, que leíste esta historia por primera vez, te la calaste y espero disfrutaste entera. Gracias.

Liana