Esto no está resultando.

¿Por qué es que empezamos a pelear desde el principio? ¿Era mi molestia? ¿Tiene que ver con la manera en la que Eliseo me hace sentir pese a mis negaciones, a lo mucho que me he negado a sentir de esta forma? Por fuera todo está ok. Puedo manejar mi cuerpo, lo puedo sentir de formas alarmantes para otros pero he aprendido a entenderlo y hacerme con él de manera que una dolencia la veo venir antes que un sentimiento como... este.

Inadecuado.

No debería estar ahí, fastidiando como un hermano latoso. Y tengo tres de esos.

Tal vez se deba a una subida de adrenalina. Es una posibilidad y prefiero las posibilidades a las realidades entre nosotros. No se sale con los jefes, por muy buen jefe y amigo que sea.

Y por encima de eso: no tengo la intención de que aquello suceda.

—A mí me parece natural que esto esté pasando —comenta Eliana con tal desenfado que pude haberla mal interpretado.

—¿Natural? ¡Estoy saliendo con alguien!

—No son novios... Me has dicho que aún no se han besado; cosas raras, Ellie.

—Por una razón a la que no acabo de llegar parece ser que el momento... jamás llega.

—No es tan complicado.

—Tu ayuda no ayuda.

—Pero aún así me llamaste, es decir que esto te está carcomiendo la mente y tal vez un poco de tu ordenada conciencia. ¿O me equivoco?

—No sé qué responder.

—Que no me equivoco, podría ser —dice, sobrada en razón por su tono—.  La ayuda siempre es buena aunque te empeñes en ignorarla porque no te guste. Un hombre como Eliseo y una mujer como tú, en mi mundo, es perfectamente natural que se gusten. En tu mundo siempre es más sencillo ignorar la posibilidad.

—Perdóname por tomarme en serio aquello de que las relaciones interpersonales pueden transformar un área laboral.

—Me hice novia de Carlos en un set de grabación. ¿Vas a decirme lo que es atravesar lo laboral a lo personal? ¡Tengo licenciatura en ello!

—Tengo derecho a ser injusta.

—De lo que no tienes derecho porque no voy a permitírtelo es a que deseches la idea, o no... Mas bien la real realidad de que está pasando algo con él, algo a lo que debes hacerle frente antes de ponerle la etiqueta de <<serio>> a aquello que no es todo lo serio que tu te empeñas en creer.

—No juego con las personas, Eliana.

—¿Pero sí juegas contigo misma? 

La llamada no dura mucho más. Ella está en una reunión de lectura de libreto y yo estoy escondiéndome como gallina.

¿Qué me pasa?

Es recordar cómo Eliseo implementa de manera eficiente y con un estilo propio las reglas en el ring y siento calor, como estar siendo abrazada por alguien enorme y la firmeza, la certeza de qué siento, una experiencia que tuve alguna que otra vez en mis años mas tiernos, sobretodo en la secundaria. No fui una adolescente enamoradiza, pero los que me llegaban a gustar de veras obtenían de mí reacciones distintas. A esta es sencillo identificarla porque ya la viví, pero la que no logro entender es a la otra...

Tiene que ser miedo, porque no dejo de analizarlo.

Me gusta que se preocupe por mí y no le importe cuál vaya a ser mi respuesta a su preocupación dada en una acción. Me gusta su sentido del humor, solemos tener pareceres cercanos y es respetuoso con mi opinión así sea dispar a la suya, lo que trae debates y a mí me encanta debatir desde temas triviales hasta lo que podría llamarse temas de importancia mundial. Me gusta que se ría de sí mismo, solo o acompañado y que no se tome tan en serio en esos casos, pero en los que es necesario que él sea quien vaya al frente, lo hará, sin dudarlo...

Y estar pensando en qué me gusta de Eliseo es respuesta suficiente a la duda de mi cuñada.