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Capítulo 8


No me estaba volviendo loca, ¿no?

A ver, espero que no, pero cada día lo dudo más.

Nagore, la misma Nagore que hace dos días estaba enfadadísima conmigo, ¿me está sonriendo?

Parpadeé algo confusa y me froté los ojos.

En efecto, Nagore me seguía sonriendo. O sea, no eran cosas mías.

-¡Alii!- dijo ella, y se acercó y me abrazó. ME ABRAZÓ.

Sinceramente, cada día me confunde más esta chica.

Le devolví el abrazo, aún algo confusa, y cuando se apartó se fue a saludar a Jaidy, quien la recibió con el entusiasmo que tenía ella siempre. Es decir, poco y menos. 

Luego, miró a la pantalla de la televisión, donde ponía que Jaidy me había ganado una partida.

-¿Estáis jugando al Mortal Kombat?- preguntó. Estuve a punto de responderle con sarcasmo, pero me contuve. -¿Puedo jugar?

Jaidy asintió y nos sentamos todas en el sofá a jugar.

Jugamos un par de rondas (yo perdiendo casi todas porque aún estaba bastante confusa con la situación) hasta que llegó la hora de comer.

Nagore hablaba sin parar, y yo me dedicaba a escuchar. Estaba hablando de cotilleos del instituto que, sinceramente, me daban igual, pero estaba tan feliz de que Nagore estuviese bien por un día conmigo que la escuché sin rechistar. La que no parecía muy conforme era Jaidy, ya que no tenía ni idea de la mitad de las personas que Nagore nombraba, pero tampoco se quejaba.

Terminamos de comer y Nagore siguió charlando sin parar del instituto. Me daba lástima Jaidy, así que decidí cambiar de tema.

-Jaidy, ¿sigues jugando al juego ese de miedo del que me hablaste la última vez?- me daban pánico los juegos de terror, bueno, cualquier cosa que se relacionase con el terror, pero lo hice para cambiar de tema.

-Sí- dijo ella con una media sonrisa.

-¡Qué bien! ¿Jugamos?- mi cara pasó de ser una sonrisa a ponerse seria por completo. No me gustaba nada ese juego, y Nagore lo sabía. ¿Por qué había hecho eso?

Jaidy asintió y se fue a por la consola. Suspiré y cogí mi teléfono mientras me ponía en el otro lado del sofá.

Ellas llegaron y me miraron.

-¿No quieres jugar?- negué con la cabeza y Nagore se encogió de hombros.

-Bueno, como quieras- y, acto seguido, se pusieron a jugar.

Estuvieron jugando a ese juego el resto de la tarde, y yo estuve con mi teléfono jugando a juegos que tenía instalados o hablando con Sam.

Llegó la hora de irse, y me despedí de Jaidy con un abrazo y de Nagore también. Al menos, mañana tendría un día tranquilo, ¿no?

Odio la regla. Me hace sentir que no tengo ganas de seguir viviendo.

Tampoco me gusta educación física. No me gusta el ejercicio (excepto natación) en general, soy muy vaga.

Pero, ¿sabéis que odio más? Hacer educación física con la regla.

¿Qué clase de tortura es esa? Te estás muriendo de dolor, lo único que quieres es tumbarte, y, para colmo, tienes a un profesor gritándote que no pares de correr.

Bueno, pues eso me estaba pasando a mí ahora.

-¡Alisha, no pares!- me gritó la odiosa profesora que tenía. Solté un suspiro lastimero y seguí corriendo.

Le había dicho a la profesora que tenía la regla, pero me había ignorado por completo. 

-Te juro que no puedo más- murmuré.

Sam y Taylor miraron hacia atrás y, al ver que la profesora no miraba, se pararon en seco. Yo hice lo mismo.

Ah, y sobra decir que Nagore estaba enfadada conmigo por motivos que, palabras textuales, "ya debería saber".

Qué maravilloso día estaba teniendo.

Taylor me dio una palmadita que en teoría debería reconfortarme en la espalda, y yo la sonreí.

-¡Chicas, ¿qué hacéis paradas?! ¡A correr!

Sam le hizo una peineta cuando no miraba y seguimos corriendo toda la hora.

Cuando llegamos a clase, me dejé caer en la silla, suspirando. Bebí de mi botella de agua con desesperación y, cuando se me acabó, me crucé de brazos en la mesa y reposé mi cabeza en ellos.

Miré a Nagore disimuladamente. Se estaba riendo de algo que habían dicho Sam y Taylor.

Suspiré y aparté la mirada. Se veían mucho más felices sin mí.

-¡Hola!- pegué un respingo cuando Damian apareció a mi espalda.

-Me has asustado- dije con una sonrisita divertida, y unas mariposas que antes no estaban ahí se instalaron en mi estómago.

-¿Qué haces?- me preguntó con curiosidad.

-Morirme- Damian soltó una carcajada y yo sonreí. Su risa era muy bonita.

-Tampoco ha sido para tanto- dijo él encogiéndose de hombros.

Claro, eso lo dices porque no tienes la regla y no te estás muriendo de 4554 formas distintas

Me tragué ese comentario y me encogí de hombros también.

Justo entonces, el profesor de geografía y Damian tuvo que irse corriendo a su sitio para que no le regañasen. Sonreí de medio lado y me centré en la aburrida clase de geografía.


Este día no podía ir a peor.

Ha habido un examen sorpresa de historia, y no había tocado el libro. Normalmente llevo al día todas las asignaturas, pero es que estudiar historia me da tanta pereza...

Me ha salido horrible. Me he inventado bastantes cosas que, para mí, tenían sentido y me sonaban mínimamente sobre el tema.

Me pasé las manos por la cara. Iba a suspender, y me iban a matar.

Yo normalmente sacaba notas de ocho a diez, y rara vez un siete y medio o un siete. En resumen, mis notas eran bastante buenas.

Pero este examen lo había suspendido. Lo tenía claro.

-Eso dices, pero luego sacas un diez- Sam me miró con un poco de rencor.

-Te prometo que este examen lo he suspendido, Sam. Me ha salido horrible.

-¿Qué nos apostamos?- dijo Taylor.

Estuvimos hablando un poco sobre el tema hasta que llegó Nagore, cogió a Taylor y a Sam de los brazos murmurando que tenía que contarles algo y se fueron.

Hundí los hombros y me encaminé a la puerta de clase para ir a comer.

-¡Eh, Ali!- me llamó Kyle. -¿Comes con nosotros?

Sonreí y asentí con la cabeza.

Me pasé el resto del día con ellos. Me comí un poco de su comida (a mí me gustaba y a ellos no, así que no me importaba) y me volví a casa.

Me preparé para la clase de natación una vez estuve allí y me fui con la bolsa con una sonrisa.

Pasé una tarde bonita. Me encantaba nadar, me ayudaba a desestresarme así que pasé la tarde feliz.

Me fui a la cama, pensando que todos los días serían iguales a partir de ahora. Nagore enfadada conmigo, yo intentando con todas mis fuerzas que me perdone para pasar tiempo con las chicas y vuelta a empezar.

Puse una mueca en el instante que lo pensé. Sonaba bastante triste.

Si tan sólo fuera mejor amiga, esto no me estaría ocurriendo, ¿verdad?

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