Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9 Saco de boxeo

El sonido de un golpe resonó en el baño del colegio, seguido por un grito furioso: "¡Hazlo ya!". Era la voz de Benjamín, el  tipo que había hecho de su pasatiempo favorito golpear a los más débiles o desobedientes, como Yael. Desde que Yael llegó a esa escuela cristiana a los 8 años , Benjamín,
  había decidido convertirlo en su saco de boxeo.

Habían pasado los años desde entonces. Yael ya no era un niño pequeño y, a pesar de todo, lo único en lo que pensaba era en anime, manga, y en formas de molestar a la gente.

Afortunadamente, los profesores no eran tan molestos con él. La madre de Yael había sobornado a la directora con una cantidad considerable de dinero para que le pasaran por alto sus excentricidades. Esto le permitía faltar a clases cuando quería y llevar el cabello pintado de cualquier color sin problemas. Su prima Camila y su hermano también disfrutaban de estos beneficios. Después de todo, no hay fanático religioso que no se venda por un poco de dinero.

Yael, Camila y su hermano otro Benjamín,  eran prácticamente los reyes del colegio, aunque como todo rey, tenían enemigos. Benjamín, en particular, lo había odiado desde el primer día que lo vio ya que era el único al que no podia intimidar ni con el dinero de su padre ni con sus puños ,y esa mañana no fue diferente. Lo había arrastrado al baño con su pandilla y le ordenó que ladrara como un perro.

—¿Un perro? —respondió Yael con una sonrisa sarcástica—. ¿Es porque tu perro es el único que no se aburre estando contigo?

La provocación solo enfureció más a Benjamín, que le asestó un puñetazo en la cara. Pero Yael no reaccionó. Había nacido con una condición que lo hacía insensible al dolor. Podía sentirlo, pero para él, un golpe era solo una ligera molestia.

—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló Yael.

Benjamín ordenó a sus secuaces que lo sujetaran, permitiéndole golpear a Yael en el abdomen. Cada golpe era más violento que el anterior, pero Yael apenas se inmutaba.

—Golpeas tan mal como haces cualquier otra cosa —le dijo con una risa burlona.

Después de un rato, Benjamín, frustrado, le dio una patada en el estómago antes de irse.

—No vales la pena —gruñó mientras salía del baño, dejando a Yael tendido en el suelo.

Yael esperó a estar solo para permitir que el dolor lo alcanzara. Se levantó con dificultad y se mojó la cara en el lavabo. No podía dejar que los demás lo vieran vulnerable.

Cuando salió del baño, se encontró con Camila.

—¿Qué pasa? —le preguntó, intentando sonar casual—. Si estás esperando para ir al baño, te informo que este es el baño de chicos, pero te entiendo si a ti tampoco te gustan las etiquetas.

—No seas idiota —le respondió ella—. Deja de fingir que estás bien.

Camila notó de inmediato los moretones en la cara de Yael. Lo llevó al patio y lo sentó en un banco, sacando una crema para la piel de su bolso.

—No deberías dejar que te hagan esto —dijo mientras comenzaba a cubrir los moretones con maquillaje.

—Tú sabes que no dejo que nadie me maltrate —respondió Yael—. Solo quiero saber de qué es capaz ese imbécil. Es divertido ver a cobardes creyéndose valientes.

Camila lo miró con una mezcla de frustración y preocupación.

—¡Lo sé! Pero también deberías pensar en cómo se sienten los demás al verte así.

—¿Los demás? A nadie le importa.

—A mí me importa, Yael —dijo Camila, dándole un pellizco con sus uñas pintadas de rojo.

Yael suspiró, sintiendo un pequeño alivio al escuchar eso.

—Bueno, tú no eres mi mamá.

Camila permaneció en silencio por un momento mientras terminaba de maquillar los golpes en su rostro.

—Al menos piensa en tu cara —dijo finalmente—. Si sigues dejando que te golpeen así, algún día dejarás de ser guapo.

—No importa —respondió Yael, esbozando una sonrisa pícara—. A las chicas les gustan los chicos que se meten en peleas, y a los chicos probablemente les gustaría proteger una carita tan linda como la mía.

Camila soltó una risa.

—Eres un idiota egoísta.

—Lo sé —respondió Yael con una sonrisa traviesa—. ¿Qué me dices de ti? ¿Vamos de compras? El día está agradable.

—Prefiero aprender algo hoy —dijo ella, dirigiéndose al salón.

—Seguro que solo vas porque crees que el profesor de matemáticas es lindo —la provocó Yael.

Camila se sonrojó un poco, pero no respondió. Mientras se alejaba, Yael decidió seguirla. Usaría la clase para pensar en cómo vengarse de Benjamín.

Antes de entrar al salón, vio a Isaac al final del pasillo, hablando con Sarah . Isaac había estado diferente desde que ese mismo Benjamín había empezado a extorsionarlo, algo que había descubierto hace poco. Verlo así, tan angustiado, le recordó a Yael que él no era el único que lidiaba con problemas en esa escuela.

Mientras Isaac desaparecía por el pasillo, Yael se prometió que no dejaría que Benjamín se saliera con la suya. Su venganza apenas estaba comenzando.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro