Jazmín estaba a punto de cumplir 14 años, y la insistencia de su familia para celebrar su cumpleaños era inminente. Habían pasado tres años sin una fiesta, y para una familia italiana como la suya, el evento era casi una tradición sagrada. La cocina de la casa de los Castelli estaba en plena ebullición, con su madre y su padre preparando una serie de platos italianos que iban desde pizzas recién horneadas hasta una variedad de postres caseros. Los aromas de salsa de tomate, albahaca y masa crujiente llenaban el aire, creando un ambiente de anticipación y festivo.

Desde que Jazmín se había distanciado de Sarah e Isaac,  su círculo de amistades se había quedado prácticamente vacío,  considerablemente, no estaba segura de a quién invitar. La ausencia de viejos amigos la hizo dudar, pero decidió anunciar la fiesta en el colegio, esperando que al menos algunos de sus compañeros acudieran.

El día de la fiesta llegó, y para sorpresa de Jazmín, la respuesta fue mucho mejor de lo que había imaginado. No solo aparecieron Sarah e Isaac, que habían venido con una mezcla de nostalgia y curiosidad, sino que también llegaron Fé, Cami y Yael. La presencia de estos personajes,  algunos de los cuales no había visto en mucho tiempo, llenó la casa de una energía inesperada.

Mientras los invitados se acomodaban, el salón se llenó de risas y conversaciones animadas. Los viejos lazos parecían reavivarse mientras compartían historias y recuerdos. El calor de la cocina y la compañía de amigos traían un aire de calidez que Jazmín había echado de menos.

Sarah, Isaac, Fé, Camila  y Yael, con sus personalidades diversas y peculiares , se integraron perfectamente en el ambiente festivo. La mesa estaba llena de pizzas, pasteles y cannoli que mostraban el esfuerzo y el amor de la familia Castelli. Cada bocado estaba acompañado de sonrisas y elogios, y los viejos amigos parecían disfrutar cada minuto.

A medida que la noche avanzaba, el momento culminante de la fiesta se acercaba. Jazmín, rodeada de sus amigos y familiares, se preparaba para el tradicional "Cumpleaños Feliz". La sala se llenó de voces armoniosas mientras todos cantaban para ella, y el brillo de las velas en el pastel reflejaba en sus ojos, que se llenaron de lágrimas de felicidad.

Esa noche, Jazmín sintió una mezcla de gratitud y alegría. La celebración, que al principio había temido que fuera una mera formalidad, se transformó en una de las mejores experiencias de su vida. La compañía de amigos y la calidez del hogar hicieron que el día de su cumpleaños fuera especial, recordándole que, a pesar de las distancias y los cambios, los lazos de la amistad y la familia podían hacer que incluso el cumpleaños más sencillo se sintiera como una verdadera fiesta.