La siguiente noche de mi llanto sin control, pude hablar con el hombre que hace de mi mundo mejor aunque de a momentos yo no pueda sobrellevar la situación.

Explicarle por llamada que todo me sobrepasaba se sintió como desubicado pero, realmente, necesitaba que entienda que lo hago por mi, que lo hago por los dos.

Porque este huracán arrollador que puede ser un sentimiento de sumo afecto, también puede ser un agujero negro voraz. Y no puedo dejar que nos trague sin antes poder disfrutar y decidir yo, si me dejo tragar.

Jung Kook, parecía dolido al otro lado del teléfono aunque me dijera que no, aunque repitiera que entendía perfectamente la cuestión. Siempre con diversas palabras de afecto y con un profundo amor en su expresión.

Y no puedo decirles lo que me costó no llorar con la oreja pegada al maldito teléfono diciéndolo que lo necesito para no tener temor. Que todo lo que quiero y pienso es estar entre sus brazos para que me cuide del mundo alrededor, y que sin el reguero de sus besos soy un simple manojo de lamentos... ¡Pero no! Fui fuerte por ambos y lo despedí diciéndole que necesitaba un poco de espacio para reorganizar mi mundo alrededor y que bajo ningún concepto este espacio, significaba separación.

Y como se podría esperar de un hombre tan maravilloso como lo es mi amor, sus palabras fueron de total confort. Haciéndome sentir un idiota dependiente e incapaz de controlar sus emociones ante un hombre que sabe de sus límites y acciones.

Diosss, lo amo tanto pero tanto... que no sé si los otros ven el verdadero amor o solo parezco un adicto a la cuestión cuando me observan y ven solo a un niñato necesitado de su amor.

Mi querida Hana Teresa me habría advertido el otro día mediante un pequeño texto cuando le avisaba que seguiría con mi amor (aunque yo estaba ciego) que diera espacio a la razón, que nos diera tiempo de extrañarnos y que estar un rato separados no era el fin de la incipiente relación.

Y recuerdo enojarme como si se me hubiera juzgado sin percatarme que al paso que íbamos, estrellarnos era lo más probable aunque, tal vez, inevitable. Y lo asumo porque la suma de uno mas uno es dos y funcionamos como una simbiosis que no sabe sobrevivir sin estar tocándonos a cada rato.

Pero no es sano que no podamos hacer algo sin estar encima del otro. Y pude darme cuenta cuando mi agraciado y magnífico novio dejó de lado sus entrenamientos por estar a mi lado. Y si a eso le sumamos que explote como granada si alguno se atreve a insinuarme algo, creo que debemos reveer lo que está pasando.

Lo primero es ponerme yo mismo en contacto con algún profesional en mi ciudad que me ayude a reorganizar mis ideas, dejando escapar los demonios que me quieren atrapar y dándome valía por mi propia voluntad.

Pero como me pica el culo por no dejar suficiente tiempo pasar después de pasarme el domingo aguantando a mis padres y durmiendo culo para arriba sin parar, ya tuve una reunión virtual con mi vieja terapeuta a la cual le tuve que disfrazar el personaje que recordaba decir de JungKook por el gran hombre sin igual. Pero para mi agraciada sorpresa, ella sabía más del tema que lo que yo mismo le quería contar. Y dejó en mí, un deje de esperanza de que todo lo que siento tiene veracidad, que no voy consumiendo y ahogándolo en cada uno de sus momentos.

"¿Quizás? La química en el sexo es sin igual. Y eso hizo que su comienzo fuera avasallador en cada uno de sus momentos..." Habría dicho en un momento dado mi terapeuta virtual. Y ¿cómo le explico que desde que supe de su presencia no pude pensar si no era con la cabeza opuesta? Sin contar que desde que nos pusimos mano se despertó algo entre ambos que tiene todo lo que se necesita para no ser correcto o moral.

Algo le tuve que hablar sin entrar en demasiados detalles y decir que me puse colorado es escaso al sentimiento de implosión desde cada órgano interior cuando veía levantar la ceja de mi terapeuta al otro lado.

"Cómo que la libido se te despertó" habría enunciado. Y decir que se despertó suena raro cuando tengo ganas de follar a cada rato, y si no se puede, me mando mano.

Pero a la misma vez, me siento frustrado. Hoy no fui a la universidad para poder hablar con ella ya que podía conectarse a media mañana. Y ahora no puedo con la culpa de dejar el tiempo pasar o no cumplir con lo que siento que debo realizar.

Mi madre se fue a trabajar, mi padre de madrugada debía viajar y ahora, no puedo controlar mi cerebro que me dice que le escriba a Jung Kook preguntando si está todo bien o está todo mal.

¿Por qué estaría pensando en eso cuando lo único que me dijo es que deseaba, más que nada, que me sienta cómodo con todo lo que nos pasa?

Y lo dijo de una forma adulta y madura, ya que no ha mandado ni un puto texto. Seguro esperando a que yo de el primer paso. ¿Cómo sabe este muchacho que si lo escucho, no pienso?

Dios, debo ser fuerte pero a la misma vez me siento patético. Solo sé que no debo consumir sus espacios personales por más tiempo del necesario.

"Pautar momentos para vernos" sugirió la terapeuta... Yo quiero verlo pero en pelotas y después de comerle la boca delante de cualquiera aunque luego quiera esconder la cabeza en el suelo.

¡Ahh! Maldita e ingrata necesidad. Se que una ausencia no me va a influenciar en nada hacia mis notas así que no dejo que la culpa -nuevamente- me invada y me dedico a cocinar. Increíble pero real... Me encuentro haciendo un postre que espero que le guste a mi madre porque es su receta milenaria estropeada por mi necesidad de hacer otra cosa que no sea mandar sangre a la tercer pierna que no tiene pie en su extremidad.

Pero sobre que apago la cacerola y estoy a punto de hundir -nuevamente- la cuchara, el sonoro timbre de ingreso capta mi atención.

Y chupando mis dedos me dirijo hacia el acceso deteniendo todo movimiento sobre que observo por la mirilla de la puerta a mi caliente hombre en todo su esplendor...

Bueno, como que al pollito le dura un suspiro el "me alejo y luego lo veo". Y no lo culpo, yo me hubiera escapado para enterrarme en los brazos o el pecho de ese tremendo Dios griego. 😏

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