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➡️Cap.64🔙

Me encuentro perdido en el calor de los grandes y tintados brazos de mi adonis personal, en cuanto escucho a mi padre refunfuñar -quizás- un poco demasiado. Y mientras mi madre le suelta severas miradas como dándole a entender de que no es el momento indicado para iniciar su teatral papel, yo me deshago en el confort del ansiado tacto de mi amado.

Pero como mandarse mano frente a tus padres está sobrevalorado, (y quiero tenerlo conmigo luego de todo el circo de presentación y formalidades) me separo lentamente... ¡Mentira! Solo asomo los ojitos como un indefenso animalito, mientras dejo que el calor corporal de Jungkook me envuelva por completo en el sagrado manto de sus brazos.

—Un gusto señor Park, soy Jeon Jungkook —suelta mi adorable belleza, extendiendo su mano en el proceso de saludar a mi progenitor mientras firme me sostiene con su otro brazo.

Pero lejos de dársela fácil, mi querido padre le suelta mientras toma su mano: —¿Así que tú, eres el responsable de semejante crecimiento personal? —cuestiona —. También deberías estar al tanto de todo lo que le sacaste por años —inquiere con su ceño fruncido y me quiero matar.

Una cosa es hablarlo por teléfono con mi progenitor, diciendo que ya lo pude superar, y otra bien diferente es que increpe a Jungkook dándole todo el peso de lo que no pude ser capaz de hacer por todos estos años.

—¡Papá!

Sale exasperado y rodando mis ojos mientras mi madre le cuestiona al que me anotó, que no es el momento ni las formas. Pero lejos de lo que pensamos los que compartimos lazos, mi adonis personal acota: —Estoy más que al tanto señor. Y estoy dispuesto, de ahora en más, a solo marcar sonrisas en su agraciado rostro. Sé que fui un tonto que se asustó de todo y sé que eso no justifica mi accionar. Porque pude ver como otros se burlaban y preferí callar. Ya sea por miedo al que dirán, por bronca al sentirme raro ante el suceso y cobarde... Cobarde porque me hizo verlo y ya nunca nada fue igual...
Pero, a pesar de todo, y con el debido respeto señor; solo me importa lo que él piense y diga. Porque si él me acepta con todo lo que tengo para dar y se siente feliz de compartir conmigo cada lágrima de tristeza o de felicidad... Seré el hombre más afortunado del planeta.

Silencio... Ensordecedor silencio se percibe en el ambiente mientras noto a mi nuez de Adán, moverse angustiosamente.

Lo amo... ¡Maldita sea que lo amo! En cuerpo, alma y corazón. Lo amo con cada porción de lo que tengo y lo que soy.

Y mientras mi sonrisa ilumina todo alrededor, sintiendo mis lágrimas agruparse sobre la naciente de mis ojos, algo llama mi atención.

Mi progenitor... Nada menos que mi querido padre, que entre sollozos nos da un intenso abrazo a los dos mientras mi madre se ríe y le dice que no puede creer que sea tan sensible y llorón.

—En hora buena que te callaron querido. Porque si hay que hablar de abandono, al primero que hay que señalar no es al sexi y semental novio de tu hijo.

Suelta mi Hana Teresa con toda su intención de cantar verdades por broma. Y así es como, al rojo tomate listo para la cosecha de mi progenitor, no le queda otra que cambiar de tema de inmediato. Diciendo que no puede creer que mi madre sea capaz de referirse a Jungkook de semejante manera.

—Si hubieras escuchado las cosas que yo he escuchado, me darías la derecha. —anuncia mi querida madre cómo si nada mientras observo a JungKook, colorear sus cachetes de repentina manera.

Lo siguiente fueron risas y alguna que otra grosería de parte de mi querida Hana Teresa, que teniendo la oportunidad de pegarle con cultas palabras a mi padre, lo que menos hizo fue quedarse callada.

—Espera aquí, ¿quieres? Me cambio y vamos —suelto hacia mi agraciado novio en tanto me regala un acogedor toque de labios sobre la coronilla de mi blonda cabellera.

—¡Dios¡ Estás tan hermoso cariño, que me dan ganas de mimarte por años —anuncia sobre el lóbulo de mi oreja y en anticipación, me estremezco de pies a cabeza.

—¡Bueno, bueno, que todavía están frente a nosotros! —larga totalmente intencional mi progenitor, y ahí es donde mi madre aprovecha.

—¡Pero si ya se han revisado hasta las amígdalas querido! Mejor, prepárate palomitas, porque éstos enseguida meten primera y se mandan la succión de sus vidas.

Y ante la cara de horror de mi progenitor y las risas de mi madre, aprovecho para escaparme del calor de sus brazos. Dejándolo ahí, mientras trata de subsistir ante el inminente cuestionario de mi padre, porque si lo llevo hasta mi cuarto; no nos vamos un carajo.

Ya cambiado con mi apretado pantalón de símil cuero, me observo al reflejo que me devuelve el espejo y escucho un fuerte y claro: —Rubito, estás condenadamente sensual...

Y les juro que por poco no me reconozco en cuanto esas palabras se me escapan de mis labios. Solo espero que el encuestado, se emociono tanto como yo.

Un poco de bálsamo de labios... ¿Desde cuándo? Desde que dije: ¡A la mierda el resto, me importan todos un carajo! Una acomodada a mis alborotados y rubios cabellos, finalizando por una maldita pelusa alojada en mi pequeño ombligo. ¡Porque claro! Un sensual crop top deja al descubierto, un camino para marcar minuciosamente con sus grandes y venosas manos.

¡Dios! Ya me estoy calentando y ni siquiera me puso una mano. A este ritmo, tendremos que cenar en casa porque la carne que me pienso comer, no me llenará un carajo... Ya me veo en la portada de todos los diarios: "Ahí, yace el tipo repleto de calcio pero con mortal inanición a falta de sólido alimento, a pura leche, el ternero guacho..."

"Eso te pasa, por extremadamente goloso" diría mi querida Hana Teresa. Y tendré que darle la razón.

Así que, a pasos lentos, constantes y tratando de no temblar demasiado porque transpiraré y se me pegarán los huevos al condenado pantalón, me acerco hasta su encuentro.

Y me doy cuenta de que han advertido mi presencia, cuando me inunda un completo silencio alrededor.

Tres pares de ojos que se agrandan en todo su esplendor. Pero yo, solo puedo enfocarme en una sola dirección... Los hambrientos ojos negros de mi amor.

—Bebé, eres un condenado camión.

Esas palabras saliendo de los labios de mi querida madre, provocaron que mis nervios se disparan, en parte, ya que temía que me dijera que parecía una nenita, o preguntara en donde está el hombre que se escondió detrás de esas ropas.

Pero, nuevamente, ver los ojos llorosos de mi progenitor. Me dieron la suficiente valía para afirmar que a partir de aquí, todo estará mucho mejor.

Pero ingrata es mi sorpresa cuando mi tintado tatuado sale volando hacia el baño, diciendo que está sintiendo un malestar inmenso.

Y sin poder contener mis sonrisas cuando mi querida Hana Teresa se me acerca y con un fuerte abrazo me suelta: —Inmensa es la carpa que se le armó... Estás precioso mi amor.



































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