➡️Cap.23🔙
—Y-yo... Debo decirte algo.
Viciado juego de palabras que mientras salen desde sus labios, en lo único en lo que puedo pensar es en tirarme a la pileta como paracaidista de alto riesgo.
Y es que ¿cómo mierda quiere que me detenga de no lanzarme hacia sus labios? Si la bendita reacción que obtiene de mi cuerpo es entregarme hacia adelante, caer hacia el vacío infinito sin medir las malditas consecuencias de mis actos.
Es que toda acción trae aparejado una reacción con una fuerza de igual magnitud y sentido, pero en contraria dirección. Así que ¿Quién soy yo para oponerme a lo que dicta la tercera ley de Newton?
¡Alabado sea el Señor que me permitió estar en este momento justo!
—J-Jimin... yo... —dice JungKook a dos centímetros de mis rostro y no resisto...
Me lanzo sin retorno. Y no figurativo sino literal, me lanzó hacia sus aterciopelados labios, dejando caer mi cuerpo encima suyo mientras tomo su cabeza entre mis manos, enredando con mis dedos sus cabellos y percibiendo como el sexi y frío piercing de su boca me trastoca la cabeza; tanto la de arriba como la de abajo.
Porque ¡Dios mía! Mi pelvis cobra vida a lo jinete de carrera de caballos encima de su prominente cadera. Y mientras él lucha por sostenerme y no dejar que me caiga o que me pegue, yo lucho por ponerlo aún más duro, si es que se puede.
—B-bebé... —larga entrecortado cuando apenas me separo de su rostro solo para dedicarme a succionar de sus gloriosos labios. Pecaminosa lengua que se mueve con maestría, recorriendo cada húmeda porción de su boca mientras él ñ, intenta meter bocado ante cada acometida mía.
Y no dejo que diga más nada. No necesito explicaciones más que sentirlo dentro mío en cuerpo y alma y así, perecer tranquilo, cuando por fin tome conciencia de mis exacerbados arrebatos.
Su mano, su codiciosa mano recorre con ímpetu cada porción al alcance de su toque. Dejando de ser tan cuidadoso y volviéndose un salvaje ante cada gemido que me extrae al apretar mi trasero y beberse mis quejidos con su boca.
—¡Maldición bebé! —anuncia ronco y exasperado. Lanzando su cuerpo hacia adelante y aprisionando su grandioso pectoral contra mi sensible pecho mientras el bendito ángulo permite que mi agujero boquee como pez afuera del agua al sentir su húmeda dureza traspasar la fina tela de sus molestos pantaloncillos.
—Te n-necesito —lanzo ahogando un gemido sobre que succiona con destreza la nívea piel de mi cuello y balancea mi cadera sobre su condenada dureza —. Sí... Así, sigue así.
—Eres... tan caliente —suelta a medida que atrapa mi mentón con sus dientes y succiona la zona como si fuera una deliciosa paleta.
Y mientras mis manos se dedican a adorarlo como el pecado reencarnado, acariciando y rasguñando todo a su paso, sus dedos aprietan sin un ápice de duda las exuberantes carnes de mis expuestas nalgas para su completo manoseo.
—Te necesito —suelto menesteroso de su trozo como si fuera el estandarte de mi vida mientras aprieto en un firme agarre, su prominente dureza.
¡Y maldita sea! Que se agua la boca cuando mi mano adopta su forma y replico en mi cabeza lo que se debe sentir al tener semejante espécimen hurgando en mis profundidades de mi soma.
Luego, sus labios arrasan con todo a su paso, barriendo cada duda o pena que he tenido por años y dejando atrás los recuerdos de aquel ser pálido y flacucho. Aquel ser que sufrió como un desgraciado al estar completamente enamorado y darse cuenta de que era un imposible realmente posible. Y gustando de mi ansioso tacto por demás entusiasmado, si es que así fuera posible.
Entonces, me percato del asunto. Algo en toda esta ecuación está fallando. Algo que se está gestando o que esta descontrolado y que posiblemente hará que golpee mi frente contra un muro nuevamente...
Y mientras su roce, su aroma y su entrega me hace sondear entre planetas, reacciono.
—¡Espera! —me alejo de sus labios como fuego que me quema mientras él, agitado de pies a cabeza, nervioso me observa.
—Tú —trato de incorporar aire y mantener mi calentura al borde de la locura —, y-yo... —y ya no sé ni qué decir, solo sé que si no hablo ahora luego será muy tarde.
Así que bajando de sus piernas y sentándome a un costado mientras acomodo mi prenda y me peino mi desordenado cabello, le suelto inspirando valor para no dejar pasar más el tiempo: —Tú no sabes, pero yo...
—Yo ya sé... —suelta con tranquila voz mientras acaricia con suma delicadeza mis manos.
Entonces, lo observo frunciendo mi seño. Lo que él sabe es que lo quiero tener bien adentro, pero de ahí a saber del ayer, hay un pequeño y -a la vez- gigante paso.
—¡Pero no hablo de follar como si no hubiera un mañana o como si fuéramos unos malditos conejos en celo! ¡Hablo de mí! —suelto exasperado y con un marcado puchero que provoca que me alce como un pequeño niño necesitado de mimos y me siente sobre sus piernas a upa mientras no deja de sonreir.
—¿Te he dicho que tus morritos me generan ternura? Y no es para que me pegues o grites en la cara lo idiota que soy, es que eres realmente bonito cuando haces pucheritos como un...
—Dices: tierno bebito o pollito, y te pateo en las bolas —le suelto serio, encabronado y mirando directamente a sus ojos.
—Entonces, me reservo el final de mi dicho —anuncia con una media sonrisa que derrite los glaciares del planeta mientras se acerca paulatinamente hasta mis labios, sin desviar su mirada del intenso mar de mis estremecidos ojos.
Segundos en donde podría jurar que puedo dejar de respirar para vivir ensoñado, cuando sus aterciopelados labios se deslizan sobre los míos como si fuera su designio el situarse ensimismados.
—Sé quién eres, bebé —anuncia como si nada y entre medio de cariñosos besos y abundantes caricias.
—¿Q-qué? —cuestiono totalmente sorprendido.
—Que sé quién eres. Vale, de entrada no sabía que eras tú, Pero luego del pasar de las horas y de la recurrencia de verte, no me caben dudas —dice besando nuevamente mis pasmados labios. Y en cuanto se percata de mi porte de piedra, se detiene y se aleja lentamente —¿Bebé? —cuestiona.
—¿P-por qué? —pregunto con el último vestigio de valía dentro de mi cuerpo —¿Por qué Jungkook? ¿Por qué ahora sí? —cuestiono dolido aunque sé muy bien que lo pasado, pisado. Aunque pareciera que sigue haciendo mella muy adentro de mi cuerpo.
—Mira —dice acariciando mi rostro suavemente —, realmente lo siento, nunca fue mi intención hacerte mal o provocarte sufrimiento... Es solo que... En ese momento, era todo tan confuso, todo tan repentino. Y me sentí un maldito cobarde al haberme dado cuenta de primera mano y muy tarde, que desde que te confesaste fue como si algo hubiera despertado dentro mío. Cómo si me hubieran quitado las malditas vendas de mis ojos y todo aquello que se percibía errado desde pequeño hubiera tenido una razón, un porqué, un sentido...
Lo observo con mis ojos repletos en lágrimas que no aguantan su curso queriendo salir mientras digo: —No hay nada más feo que darse cuenta que tu mundo perfecto no era tan perfecto al fin y al cabo, ¿no?
—Primero, no llores —me dice secando cada camino de mis lágrimas —. Y déjame decirte lo equivocado que estás, bebé. Porque, aunque eres el primer hombre con el que comparto siquiera un beso, tú, me diste la fuerza necesaria para asumir que soy bi. Y aunque no lo grite a los cuatro vientos porque tarde pude darle forma a lo que que pasaba por mi mente, fue todo gracias a ti. A tu valentía y fortaleza. Así que lo único que siempre estuvo mal en mi mundo, fue que tú sufrieras tanta discriminación a causa de ello. Por eso, lo siento. Realmente lo siento.
Y me pierdo en cada suave caricia que le otorga a mi cuerpo mientras mis ojos acuosos lo miran con expectación y suma ternura... Saber que gracias a mí, pudo descubrirse, cambia el final de la historia. No más reproches. Nuestro mundo, también, puede ser en colores.
—Me alegro mucho por ti Jungkook. Y no quiero más reproches ni perdones; aunque ¿por qué no me dijiste antes que te habías dado cuenta de que era aquel flacucho rubio, pálido y débil?
—Para mí, nunca fuiste así, aunque verte tan cambiado me dió motivo para sospechar que tu "yo" del pasado; no era de tu total agrado. Así que me dije: tiempo al tiempo Jungkook...
—Y ¿valió la pena? —pregunto dubitativo y sonrojado de pies a cabeza.
—Cada maldito segundo...
Ah!!! Gritos de perra loca!!! Me mataba de amor JK con sus acciones. Así que con sus palabras, me terminó de enterrar y enamorar aún más😍
Gracias por leer, comentar y votar 🥰
Los amito mucho♥️
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