Una vuelta de tuerca
Como se trata de un asunto delicado, y como sigo pensando que algo puede salvarnos, sólo le comento a mis padres que el director quiere hablar con uno de los dos mañana.
Mi mamá brinca luego luego, pero yo finjo no saber qué es lo que quieren decirles. Estoy volviéndome una reina de la mentira. Incluso fuí yo la que le recomendé a Alex que no dijera en su casa nada de lo que pasó.
―Ya podrías formar tu propia pandilla―dice Clara por Skype antes de que me vaya a dormir.
Estoy metida en la cama y con la laptop en las piernas. Quizá sea la última vez que tenga oportunidad de usar internet. Si algo sale mal y me castigan, quedaré condenada al exilio online.
―¿Te quieres unir? Con la pata rota parecerás muy ruda.
―Ja-ja para que lo sepas me quitarán el yeso antes de lo previsto... eh...oye Ana, no te quería decir, pero ya me estás empezando a preocupar. Participar en una pelea de pandilleros no es cualquier cosa.
―Ahora tú eres la reina del drama. Mira, todo va a salir bien ¿si? No sé cómo...
―Se te está haciendo costumbre meterte en líos y sortearlos, pero la buena fortuna no te va a acompañar siempre. Ahora sí deberías alejarte de Alex y sus problemas.
Vaya, Vaya ¿quién tenía razón desde el principio?
Llego a la escuela muy puntual y como acordamos Alex ya está esperándome en el portón. Me da tanto gusto verlo que apresuro el paso.
―¡Buenos días, pájaro madrugador!
―¿Qué?
―Ash, quería decirte algo optimista antes de que nos cuelguen.
Alex sonríe a fuerzas. Y tiene lógica. Está lleno de moretes y raspaduras. Debe haber sido difícil inventar un pretexto en su casa.
―Mmm―es todo lo que dice.
Unos pocos alumnos cruzan por el portón pero nosotros seguimos parados con un silencio incómodo.
―Mira, lo pensé bien...―dice de pronto―.Voy a quedarme con la culpa de lo que pasó.
―Sería injusto, yo también tuve que ver con que Chino se enojara.
Mueve la cabeza.
―Y tú le pegaste porque se metía conmigo, igual que ayer. La única manera de que esto termine es que me castiguen a mí, el director no verá un problema en que te cambien de compañero de equipo. Todos lo entenderán.
Siento una pequeña opresión en el pecho.
―Ah...pero no estaría bien.
―Es la única solución para que te libres de un castigo y de paso de mí.
―¡No! Aceptaría si la culpa no fuera parte mía. Aunque seamos el peor de todos, somos un equipo y tenemos que cubrirnos las espaldas hasta el final.
Ahora su sonrisa es genuina.
―Tu podrías haber sido mi mano derecha en otro tiempo.
Y con esas palabras queda confirmado que ya soy material para una pandilla.
Oh, ¿es esa una mirada de complicidad? ¿quizá admiración? En cualquier caso, está durando demasiado.
Entonces la gélida voz del profesor Miranda nos interrumpe.
―Así que el par de problemáticos planea su coartada. Déjenme decirles que ninguno saldrá de esa oficina sin su merecido, haré que sus padres descubran quiénes son ustedes en realidad.
Ya que ha soltado su veneno sigue su camino.
Diablos, el switch del pánico se activa. Detesto que el profesor consiga ponerme nerviosa.
Nada me garantiza que podré salirme con la mía. Mis padres, maestros, Daniel... todos sabrán la verdad. Después de tantas mentiras ya nadie creerá en mi. Y podría ser que mi papá al fin voltee a verme y no para algo bueno.
Tomo aire y entro como autómata a la escuela.
―¿A dónde vas?―dice Alex que me persigue en mi loca carrera hacia mi refugio: los baños de mujeres.
Entro en uno de los cubículos y Alex se queda afuera. Me siento sobre la tapa del excusado y empiezo a mecerme.
¡Pero si amanecí tan feliz! ¡Tengo que recuperar mi optimismo!
―Ana, sal de ahí―dice la voz sofocada de Alex al otro lado de la puerta.
―¡Vete! ¡Necesito privacía!
―Qué privacía ni qué nada.
Lo escucho entrar. Subo los pies al retrete cuando veo su mano en la división de la puerta y el suelo del cubículo contiguo. Se está asomando a todos para ver donde estoy.
―Este es un asalto a mi intimidad, el baño de mujeres es la última frontera.
Abre mi puerta de golpe y trato de empujarla de vuelta.
―No seas absurda―forcejea―.Llegamos muy lejos como para que vuelvas a ponerte histérica. Y para que sepas, yo no creo en el mito sagrado del baño de mujeres.
Suelto la puerta y Alex casi se cae de boca, me pego a la pared para que no se vaya encima de mí.
―Entonces pásale, estás en tu casa.
Alex se recompone y como me rehúso a salir, apenas podemos movernos por el espacio.
―Lo que haya dicho el profesor no cambia lo que va a pasar.
―¡Se las va a cobrar todas! Va a hacernos ver tan mal, que nos mandarán al reformatorio junto con Chino.
―Él quiere asustarnos. Dejó muy claro que haría que el resto del semestre fuera una tortura. Va a querer tenernos cerca para atormentarnos.
―¿Y no te parece igual de malo?
La puerta principal se abre y se escuchan pasos.
―No puedo creer que sea cierto lo de la pelea de ayer―dice Vanesa y viene acompañada.
Alex reacciona cerrando la puerta de nuestro cubículo y salta al excusado, y yo salto como ninja deteniéndome con pies y manos de las paredes a pocos centímetros de su espalda. Espero que las chicas no se tarden, porque no quiero sufrir una descarga eléctrica de cuerpo completo.
―Tu viste las fotos―dice Valeria lavándose las manos―.Esos dos son unos fracasados sin remedio.
―Maldita―mascullo y Alex me chista a discreción.
―Valeria, por favor, ellos...
―Sabotearon la feria de ciencias porque sabían que iban a reprobar, así que prefirieron hundirnos a todos.
―¿Tú crees? Creo que su volcán era el mejor, incluso me pareció oír al profesor Miranda que no le quedaría otra que ponerles diez.
―Bah, como sea. hagan lo que hagan todo les sale mal, y si no, ellos solitos se encargan de perder.
―Eres muy mala―dice Vanesa dirigiéndose a la salida junto con Valeria.
―Prefiero ser mala que una fracasada sin futuro―y ríe de forma malévola.
Estoy resoplando como un toro. Con mi nueva y salvaje actitud me encantaría taclearla.
―Deja de respirarme en el cuello―masculla Alex.
―Entonces ya quítate.
Me empiezan a temblar las manos y piernas por el esfuerzo y Alex sale del cubículo justo antes de que me caiga. }
Vamos a clase pero no cruzamos palabra. En el salón sólo nos preguntamos cosas de las actividades, la mayoría tienen como respuesta si o no. Por mi parte voy contando los minutos para las diez de la mañana, la hora de la cita con nuestros verdugos.
―Anabel―reparta estos cuestionarios―dice el profesor Miranda con una sonrisa de satisfacción.
Increíble, todavía no nos castigan y ya me trae de su mandadera.
Los entrego en la mano de cada compañero. Vanesa me da las gracias con un tono compasivo. Ella todavía me tiene fe. Después de darle su cuestionario a Valeria la empujo con la cadera y se le cae al suelo.
―¡Ey!
―Perdóname, no te vi―le digo y voy hacia Daniel.
Mis manos no tiemblan cuando llego a su lugar, aún cuando su sonrisa podría terminar de derretir los polos. Ten cuidado calentamiento global, este chico está que arde.
Y mi mamá también. Pero no en un sentido sexy, muchas gracias.
A las diez en punto aguarda echando humo afuera de la oficina del director.
―¿Todavía no sabes para qué me llamaron?―me dice.
―Ni idea―le respondo encogiéndome de hombros.
A continuación entra Alex, mira a mi mamá y luego a mí. Luego mamá nos mira a los dos y luego yo miro a mamá y a Alex.
―Mamá, este es Alex, mi compañero de equipo.
―Mu... mucho gusto―dice ella con la mano en el pecho.
Como decía, no es que viva en una zona residencial y que nuestro círculo de conocidos sea de la alta sociedad. Pero creo que Alex causa una primera mala impresión a cualquiera, sobre todo porque tiene que mirar hacia abajo para verla.
―El gusto es mío mamá Anabel, digo señora Anabel...
Le doy un codazo y por suerte le pego en el codo, el único lugar en el que no nos damos toques. Alex protesta entre dientes y le tiende la mano. Supongo que hace lo que puede.
La puerta se abre y entra una mujer muy bajita.
―Muy buenos días―nos sonríe―.Tu debes ser Ana ¿verdad?
Enarco una ceja y escudriño las facciones de Alex, pero pone cara de palo.
Nuestras mamás proceden ahora a saludarse y presentarse.
―Siempre está con Ana esto, Ana lo otro―continúa.
Alex se pega en la frente.
―Ya era hora de que tuviera una amiguita de la escuela.
Por la expresión de mi madre puedo deducir que le da un poco de pena haberse asustado tanto con Alex, en tanto que la madre de él parece encantada conmigo.
Ellas se sientan en una fila de bancas y nosotros en la de enfrente. Las vemos platicar. A veces bajan la voz y luego ríen. Con los brazos cruzados y un puchero las observamos, después de todo somos los futuros regañados.
―¿Qué le dijiste a tú mamá de mi?―susurro.
―Que estabas loca.
―El director ya puede atenderlos―dice su secretaria.
Alex y yo nos levantamos al mismo tiempo. Ya puedo escuchar la marcha fúnebre.
Justo a tiempo el profesor Miranda se detiene frente a la puerta, y desde afuera de las oficinas nos mira a través del cristal. Parece un comensal maníaco escogiendo a un par de langostas en un tanque. Su celular suena cuando toma la manija y en lugar de entrar, se queda a responder.
Delante del amplio escritorio del director, vamos acomodándonos. Nuestras madres se quedan de pie y podemos sentirlas muy cerca del respaldo de nuestros asientos. Es tan fácil que nos estrangulen desde esa posición.
―Me da mucha pena molestarlas en sus actividades señoras. Pero esto es algo muy importante que tenemos que hablar.
Conforme me hundo en el asiento, la piel falsa del tapiz produce sonidos de flatulencias.
―Para eso estamos señor director―dice la mamá de Alex―.Queremos saber qué es lo que pasa con nuestros hijos.
El director asiente muy serio y yo contengo las ganas de morderme las uñas, Alex en cambio está desparramado como acostumbra.
―Bueno, el asunto es que nos preocupa mucho lo ocurrido en la feria y con la pelea de ayer... esta clase de cosas...
―¿Pelea?―chilla mi mamá―¿Anabel qué pasó?
Oh madre, espera a que sepas que me colgué de la espalda de un pandillero y le mordí la oreja...
―Y por eso es que...
El Profesor Miranda abre la puerta de par en par.
―Señor Director podría venir un momento por favor.
―Tendrá que esperar, pásele para que hablemos con estas madres de familia.
―Es urgente señor, tiene que ver con el presupuesto de fin de año.
Como un rayo el Director se levanta.
―Me disculpan―dice y sale de la oficina.
Y en ese lapso mamá se va sobre mí.
―Anabel ¿de qué pelea está hablando? ¡Por el amor de Dios!
Antes de que le conteste, el Profesor Miranda y el Director entran.
―¿En qué estaba? Ah, si―dice acomodándose la corbata―. Lo de la feria y la pelea es algo de lo que estamos muy apenados.
Alex y yo volteamos a vernos.
―¿Apenados?―pregunta él.
―Si, un par de excelentes estudiantes deberían estar rodeados de un ambiente seguro y lo que pasó ayer no se repetirá.
Esta tiene que ser la Dimensión Desconocida.
―Mil disculpas señoras, en realidad queríamos decírselos personalmente y también... Profesor Miranda, adelante.
―Queríamos que supieran que sus hijos irán a la Convención de estudiantes destacados del Estado―dice el profesor con júbilo.
―¿Que qué?―exclamamos.
―Su maqueta fue la mejor, así que representarán a esta escuela―concluye el director.
―¡Esa son muy buenas noticias!―dice mamá―.Debiste contarnos.
―Tienen ustedes unos hijos muy modestos―comenta el Profesor Miranda.
Parece que Alex se le va a desprender la mandíbula.
―Bueno, pero yo todavía quiero una explicación de lo que pasó en esa pelea―insiste mi madre.
―Deberíamos aceptar las disculpas y ya―le sugiere la mamá de Alex, imagino que distingue los enredos de Alex a kilómetros.
Desde luego que la Señora Anabel no se iba a quedar tan campante y por lo tanto, tuvimos que ver al Director inventando todo tipo de historias por cerca de 20 minutos, en las cuales somos unos inocentes corderitos.
Lo que sea que ocurra, debe ser algo bueno para que él se tome tremenda molestia, y para que el Profesor Miranda nos quiera tan de repente.
♥ ♥ ♥
Gracias por leer, por dejarme su voto y comentarme qué les parece la historia.
Oh, pero qué feitos estaban mis primeros dibujos en digital! Ja ja, pero echando a perder se aprende así que no tengan miedo de practicar muchachas!! ♥
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