Smoke & Mirrors
Despedimos a nuestras madres en tal estado de shock que una mantita y una bebida caliente nos vendría bien.
Luego de que se pierden de vista, seguimos agitando la mano con una sonrisa forzada de participante de concurso de belleza.
―Ahora escúchenme bien insectos―dice el profesor Miranda apuntándonos―Si se salvaron esta vez fue gracias a que el alcalde quedó deslumbrado con la explosión de la feria.
¡Poderoso benefactor! Votaría por él si hubiera reelecciones y tuviera la mayoria de edad.
―¿Y qué tiene qué ver con nosotros?―pregunta Alex con las manos en los bolsillos.
―El tipo quiere que gane nuestra ciudad en ese estúpido concurso de maquetas de la convención, para que derroten a la Capital.
―Espere, ¿usted y el director están convencidos de que fuímos nosotros?―le digo.
―No hagan que me arrepienta. Si esta rencilla del alcalde con la capital va a darnos un presupuesto escolar desorbitante y una transmisión nueva para mi auto, que así sea.
―Como un soborno―dice Alex.
―Llámale cómo quieras, tienen dos semanas para prepararse. Es todo.
No creo que ninguno esperáramos esto. Y eso incluye al Profesor Miranda. Lo mejor es aceptar la propuesta y seguir el juego.
Con semejante sorpresa, va a ser inútil concentrarnos en clase. No tenemos cabeza para ecuaciones o conjugaciones o cualquier cosa que nos espere en la siguiente materia. Es una situación que amerita un respiro.
Así que vamos a la azotea a escondernos un rato... está bien a saltarnos una clase.
―¡Gracias, gracias Dios!―grito al viento―¡Ahora sé que existes!―salto de alegría y contengo las ganas de gritar: "¡Soy el rey del mundo!"―.Prometo que no voy a volver a ver esa página web obscena. Juro qué... ¿y a tí que te pasa, no te da gusto?
Alex se recuesta a lo largo de la corniza .
―No.
Me pongo a su lado y me inclino sobre su cara.
―¡Pero si nos salvamos!
―¿Y a qué precio? Ahora tenemos qué hacer otro mugroso volcán, aparte de ir a esa convención con los ñoños de la escuela―se tapa la cara y suelta un largo lamento.
¡Qué malagradecido! Esto amerita un zape. Le doy uno fuerte.
―¡Ey!
Tiene que agarrarse del borde para no caerse. Me sacudo la sensación de electricidad, pero vale la pena.
―¿Quieres que me mate?
―¿Quieres que nos expulsen? Una oportunidad así no se va a repetir.
―Como sea.
Se vuelve acomodar y busca en su bolsillos.
―Ahora sí que no hay escapatoria, me habría conformado con un seis―se queja.
Para qué negarlo, yo también. Es más un siete me vendría de perlas, ¿un ocho? es mucho pedir.
Alex saca un cigarrillo, lo enciende y empieza a fumar. Tiene la actitud de un presidiario que lo ha perdido todo.
―Conste que ya lo dejé―dice levantando el cigarro―.Se lo estoy cuidando a un amigo.
No entiendo la aclaración, pero bueno.
―Te creo...
―Dime si no es una ocasión para fumar.
―¿Tienes uno de sobra?
―No sabía que fumabas.
―Yo también lo estoy dejando y... claro que no sé cómo fumar, nada más quiero sostenerlo mientras humea, quiero verme melancólica, pero cool.
―Ven―dice, saca un cigarro, se incorpora y me lo entrega. Lo pongo en mis labios, aproximo mi cara a la suya y casi pegamos nuestra frente. Aún cuando imito la postura de cientos de películas no se ve natural en mi. Acerca el encendedor, cubriéndolo con la otra mano para que el viento no lo apague―.Tienes que jalarle―recomienda, mirándome a los ojos, pero no me sale, me lo quita, lo pone en sus labios a un lado del que se está fumando y lo enciende de inmediato―.Ya controla el vicio ¿no?
Ignoro su burla porque aunque sea pura pose me siento un poco sofisticada. Lo curioso es que ya en mi boca no me da asco sentir la humedad de su saliva en el filtro
Luego, trato de copiar cómo lo agarra, me muestra su mano y luego la gira para que vea bien.
―Tienes mucho estilo―digo observando con cuidado.
―Intenta el porte para damas.
Aunque hago lo mejor posible, mi imitación es bastante pobre. Me acodo en la corniza junto a él y dejo que el cigarro se consuma. Los patios están solos y afortunadamente no hay señales del conserje.
―Si le echáramos ganas al proyecto, le taparíamos la boca a Valeria, al profesor y a todos los demás―le digo.
―Sería perder el tiempo. Me da igual lo que piensen de mí.
Otra vez con lo mismo. Tiene razón pero...
―No es por lo que piensen de nosotros. Ya estoy cansada de perder, que todo me salga mal. Valeria es una bruja pero dijo la verdad. Arruino mis propósitos sin necesidad de ayuda, quizá es hora de esforzarme en algo.
―Te esforzaste en el sabotaje de nuestro equipo y mira...
―Me refiero a algo positivo.
―Un maldito volcán y una convención no te van a cambiar la vida. En 15 años no importará, no volverás a ver a estas personas, probablemente ni siquiera recuerdes esta conversación―dice con la mirada atenta en el humo que sube danzando hacia el cielo azul.
Aplasto el cigarro hasta apagarlo.
―¡Para ya! Si cambiamos la forma en que hacemos las cosas, por fuerza tiene que cambiar el resultado.
Alex se baja de la corniza.
―Sería tomarse muchas molestias y yo tengo muchos pendientes.
―Piénsalo, si sacamos diez, el profesor nos dejará en paz ¿no te gustaría darle otra buena noticia a tu mamá?
―Yo no soy un niño de mamá, tampoco un lambiscón. No tengo tiempo de jugar al volcancito, Chino me está pisando los talones.
Y Carmina besándote en los rincones.
Reconozco que cualquier trabajo extra curricular equivale a una caminata en una estación espacial en medio de una lluvia de meteoritos. En donde los meteoritos serían Chino o Carmina o cualquier dificultad nuestra.
―¿Quieres pasarte el verano en regularización en lugar de tener vacaciones?
―¡Eso no!
―Entonces sólo hay una solución, ahora sugiero que hagamos ese volcán como unos ganadores. Que parezca que el mundo se acaba cuando haga erupción ¿a que te gustaría?
Lo piensa por un rato. Se rasca la cabeza y al final se cruza de brazos y encoge de hombros.
―Tu ganas.
Casi puedo dar una pirueta en el aire.
―Pero cuando fracasemos va a doler más el golpe―me advierte.
―Ese concurso es nuestro ¿la chocamos de codos?―digo levantando mi brazo doblado.
De mala gana lo hace y baja el brazo rápido.
Me observa por un largo rato.
―¿Qué?―pregunto.
Sacude la cabeza y se da la vuelta hacia la escalera.
―No digas que no te lo advertí. Los problemas van a llegar.
Y sin que pueda escucharme murmuro:
―Déjamelo a mí, yo iré a los problemas primero.
♥ ♥ ♥ Continuará
¡Gracias por leer!
Gracias por sus votos y comentarios también ♥
Este capi se lo dediqué en su momento a mi amigocha AleAlejandra, ¡yay!
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