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Sábado, sábado...

Pero qué estúpida he sido. Aunque yo retenga a Alex, es tan fácil como que Carmina venga a buscarlo. Si Mahoma no va a la montaña...

―¿Qué están haciendo?―dice ella entrando como si fuera su casa.

―Llegaste temprano―responde Alex.

Le hace lugar quitando mis útiles de la silla y dejándolos caer al suelo.

Ella se acomoda como una especie de diosa de cabello despeinado pero con estilo. Si yo me peinara así parecería que una bomba me estalló en la cabeza.

―¿A qué jugaban?―dice mirándonos a los dos con una sonrisa pícara―¿Puedo jugar yo también?

―Trataba de adivinar que me está ocultando.

Carmina voltea a verme y enarca una ceja.

―¿Y en serio no te imaginas?

―Deberías intentar―dice Alex volviendo a su sitio―. Es una roca.

Los dos se echan a reír y yo los imito. Menudo par de imbéciles, quisiera apuñalarlos con mi lapiz ahora mismo.

―Qué aburrido, mejor vámonos, seguro que Alicia debe tener otros planes, como pasar la tarde en la biblioteca por ejemplo.

¡Eso ya cuenta como un ataque directo!

―Quiero que sepas―le digo―.Que “Alicia” tiene mucha presión por el proyecto escolar, nos estás interrumpiendo y tenemos ¡mucho trabajo!

Carmina tuerce la boca.

―Es cierto―dice Alex abatido―.El profesor Miranda nos va a mandar a...―hace una pausa y luego habla muy rápido―. Una cosa de la escuela, ¿quieres un vaso de agua?

―Es más que una simple cosa, vamos a una convención de ciencias nada menos―digo muy oronda, caray, entre Albert Einstein y yo ya no debe haber mucha diferencia.

―¿Túuuuuu?―dice Carmina antes de carcajearse―¿A una feria de ciencias?

Alex está furioso porque ignoré todos sus gestos para que no lo dijera, y porque Carmina no parece que vaya a dejar de reírse en un buen rato.

Pero qué zopenca, en serio ¿cómo es que Alex puede querer andar con alguien que se burla de él?

―Eso no nos hace unos matados―intervengo―.Fue un accidente que nos mandaran allá y si lo fuéramos ¿qué? Ser estudioso no es un delito.

Carmina se levanta a la cocina.

―Es algo que sólo una ñoña diría.

***
Carmina no se va a pesar de que la planeación que hacemos es de lo más tediosa. Mientras nosotros trabajamos, ella revolotea a nuestro alrededor, de Alex para ser precisa.

Como no somos máquinas, llega la hora de tomar un descanso y Alex decide que veamos una película. Casualmente yo traigo el DVD de Avengers que Clara me prestó. Es increíble, pero uno de los castigos más absurdos de mis padres por bajar de calificaciones fue prohibirme ver la película. Bien, ya que la fiebre del estreno se ha calmado, ya tengo permiso de verla. Pero los dos cretinos prefieren ver una de terror.

¡Ajá! No querrían ver una película de horror ellos dos solos si no tuvieran pensado pasársela abrazados “de miedo”.

Ya que no puedo evitar que Carmina se quede, al menos puedo impedir que tengan espacio para los arrumacos.

Chino entenderá que el trato especifica que pueden estar en el mismo sitio en tanto no se estén besuqueando. Así que mi tarea es bloquear los encuentros cercanos del tipo sensual.

Aparto mi lugar en el sillón ¡en el medio! Como todo buen mal tercio. Carmina se ve bastante desencantada de mi elección y Alex no dice nada. Debe olerse que voy a sermonearlo a la primera oportunidad de protesta.

De mala gana me entrega un tazón grande de palomitas. Al menos tengo una recompensa. Se sienta cada uno a mi lado y Alex se arrima hasta el descansabrazos, lo más lejos de mí que puede.

Está escrito que le he quitado todo lo romántico a la velada.

***

No me gustan nada las películas de horror. De hecho, tan sólo con que me cuenten alguna anécdota tengo pesadillas por una semana y no consigo olvidarla durante el día. Sin embargo, las cosas que he pasado últimamente, superan los sustos provocados por ese fantasma o demonio que atormenta a la familia protagonista.

Ocasionalmente, las manos de Carmina y Alex se encuentran en el tazón, lo cuál es en verdad terrorífico. Cuando ocurre la tercera vez, sé que tengo que tomar medidas y mi única idea es mirar a Alex de forma reprobatoria.

Un rato más tarde, y de verdad intrigada por la trama, me siento en el piso y como palomitas sin despegar la vista de la pantalla. Olvidándome por completo de esos dos, me la paso haciendo preguntas sobre si la siguiente víctima va a morir ya o todavía no.

En eso, una escena me hace brincar y gritar del susto, palomitas vuelan por todos lados y luego, me echo a reír.

―¡Casi me mata del susto!―digo entre risas y volteo a verlos.

Carmina, en definitiva no está feliz. Alex por su parte mueve la cabeza.

Regreso la vista a la pantalla para no perder detalle de la siguiente escena y siento mi boca seca.

―¿Me traes otra soda, bebé?―digo agitando mi lata.

―¿Cómo dices?―pregunta Carmina riéndose.

―Eh... ¿me traes otra soda?

―¡No!―grita ella, Alex está enojadísimo y no entiendo qué tiene de malo―. No fue lo que dijiste.

Intento recordarlo, pero como no lo hago me encojo de hombros y vuelvo mi vista a la película.

―Qué más da, quiero saber si el fantasma está en el ropero o no.

―Tú ven conmigo―dice Alex jalándome de la manga y arrastrándome a la cocina.

No veo el punto ya que sólo la barra nos separa de la estancia.

―Nunca vuelvas a decirme así enfrente de nadie―dice amenazándome con el dedo―.Y menos enfrente de Carmina.

Sólo un segundo después me doy cuenta y me tapo la boca.

―¡No sé por qué lo dije!

Carmina finge que mira la película pero desvía sus ojos hacia nosotros cada tanto.

―Si mi mamá me dice así es cosa suya, pero tu no deberías hacerlo y menos si es para avergonzarme delante de Carmina.

―¡Ya! No era mi intención, ni que quisiera destruírte. Además, se me hace que te preocupas mucho por parecer un tipo duro con ella.

―Soy un tipo duro.

―Eh...―digo con un ademán de más o menos,

―¡Por tu culpa me estoy ablandando! Carmina tiene razón, me estás contagiando tu ñoñez.

―Otra vez con eso―me quejo.

―¡Van a quedarse a platicar allí o qué! Ya mataron a otro y ustedes ni en cuenta.

Alex se cruza de brazos muy exasperado.

―Si fueras un tipo duro no estarías a su disposición cada vez que ella quiere. Nada más falta que truene los dedos para que hagas lo que dice.

―¡No es verdad!

―Sale con Chino y luego viene contigo porque te tiene seguro ¿Al menos te has preguntado si de verdad te gusta o es ella la que decidió convertirte en su repuesto?

Ahora sí lo hago enojar de verdad. Creo que debería empezar a correr.

―Anabel, no te concierne ni mi vida ni nada. Tú y yo no somos amigos para que me quieras aconsejar, estamos juntos por ese estúpido volcán. Así que no te metas.

Resulta que recibo el golpe de regreso y de verdad me duele. Intento amainar el absurdo nudo en la garganta

―Pues somos compañeros de equipo y eso es mucho más importante que ser amigos.

No sé porqué pero se me salen unas cuantas lágrimas.

―Significa que debemos ver por el bienestar del otro compañero por el bien del equipo. Y para eso hay que tener lealtad.

Alex se rasca la cabeza y mira para otro lado.

―Lo que quise decir es que...

―Mejor me voy―digo antes de ir al comedor de la sala.

Guardo mis cosas muy rápido, tratando de ignorarlos a los dos.

No sé en que estaba pensando, mi plan es muy estúpido. Con o sin mi presencia, ellos van a arreglárselas para verse.

―¿Cómo te vas a ir?―pregunta preocupado, parándose junto a mi.

―Clara va a venir― le miento.

En realidad ella estará en su casa castigada por conducir cuando no se ha recuperado totalmente, mis esperanzas eran que Alex me acompañara a la parada del autobús.

―Qué tengan buena tarde―le digo a los dos muy ofendida.

―¿Y ahora? ¿Qué mosca le picó a Alicia?―dice Carmina.

Camino a toda prisa tratando de recordar la parada de autobús que vi de camino acá.

Estoy tan ofuscada que no consigo orientarme y tomo un callejón cuyas bardas está todas pintarrajeadas y hay basura en las orillas.

Lo único que puedo pensar es que ya no puedo hacer nada más por intervenir. Lo mejor será trabajar sola en el proyecto y decirle a Chino que me retracto de nuestro acuerdo. Ya no me importa nada.

―¡Anabel! ¡Ana!

Giro la cabeza y veo a Alex corriendo tras de mí.

¡Ah, no! Sigo caminando con la única idea en mente de desafanarme de todo.

No soy rencorosa ni nada por el estilo, pero esta vez no me apetece dejarlo pasar. Bastante he soportado como para que se porte como un cretino.

―Párate―dice sofocado―¡No voy a ir correteándote todo el camino!

―Vete, no te pedí que me siguieras. Me las puedo arreglar muy bien sin tí.

Alex se apresura y consigue ponerse delante de mí. Le volteo la cara, le saco la vuelta y sigo caminando. Entorna los ojos y me vuelve a perseguir.

―Déjate de juegos Ana―dice colocándose enfrente de mí y hago lo mismo.

―No estoy jugando, vete por favor.

―La parada del autobús es para el otro lado―dice a espaldas mía.

Tenía que ser, me detengo debajo de un poste de luz.

―Yo tampoco quería ser tu compañera de equipo y para que lo sepas, nunca creí que fuéramos amigos.

Alex se acerca despacio sin interrumpirme.

―Hubiera preferido a Daniel mil veces en lugar de tí y por tu culpa estoy más histérica que de costumbre, ¡sabía que eras un patán!―digo encarándolo al fin.

Pero Alex no se ve molesto, sino triste.

―Y no sé porqué―continúo―me hace sentir tan mal lo qué me dijiste, ni siquiera fue un insulto.

Estoy demasiado sensible, porque los ojos me lagrimean ¿estará cerca mi día 28 del mes?

―¿Vas a quedarte ahí parado y calladote o qué?

―No... lo que pasa es que no sé cómo disculparme―dice metiendo las manos en los bolsillos.

―Entonces no finjas que quieres disculparte, no tienes que hacerlo, dejaste muy en claro lo que piensas.

Me dirijo hacia la dirección correcta y echo a andar, pero cuando cruzo junto a Alex y lo supero un par de pasos, jala la correa de mi morral deteniéndome.

―Te dije eso porque soy un imbécil―dice con un tono calmado.

Esa es una verdad que si me puedo quedar a escuchar.

―Pero tiene algo de cierto.

―¿Se supone que eso me va a consolar?

―Déjame que termine...la verdad es que no sé que eres. Me sacas de quicio tanto como me diviertes y has entrado tan rápido a mi vida que no he tenido tiempo de entender. Quizá pienses que yo puse tu mundo de cabeza pero tú hiciste lo mismo con el mío.

―¿Y eso qué significa?―digo danzando entre la frontera del cumplido y la ofensa.

―Que no eres sólo mi compañera, ni tampoco mi amiga tal cuál, pero no significa que me desagrade cuando andas cerca ¿me perdonas?―dice tironeando de la correa.

¡El infierno se ha congelado! Alex el patán me pide disculpas ¡A mí! Si es pronto o no, ya lo he perdonado. Lo que comprueba que no soy una rencorosa.

―Dí que si―insiste tironeándome.

―Estás perdonado, qué latoso.

Alex suelta la correa y se pone junto a mí.

―Todo bien entonces―dice contento.

Me limito a asentir aunque quiero decirle algo más.

―Yo también debería disculparme por irrumpir en tu casa y arruinar tu sábado con Carmina. Debí irme antes.

―Está bien, avanzamos mucho hoy ¿no? Además, me da la impresión de que ella se puso un poco celosa.

―¡Te lo dije!

Caminamos hacia la parada con un sol precioso ocultándose.

La vieja Ana estaría asustadísima de andar en este vecindario con Alex a estas horas.

―Y otra cosa, ya me convenciste de hacer bien el proyecto, quizá nos de un premio y pueda ahorrarme trabajar en el verano.

Me da mucha alegría escucharlo.

El autobús se aproxima a una cuadra.

―Entonces... gracias por insistir tanto con eso, es la primera vez que alguien me convence de hacer algo, ya sabes provechoso para mí.

¿Disculpas y luego gracias? El Alexverso se pone cada vez más extraño.

Antes de acercarme a la puerta del autobús me despido.

―Me da gusto habrte ayudado, bebé―le digo al oído y corro a subirme, apenas pongo el pie en el primer paldaño, Alex sujeta la correa nuevamente y me retiene.

Yo no puedo dejar de reír.

―¿Es que no tienes temor de Dios?―dice riendo―. Ya, sube rápido.

―¿Por qué?

Entorna los ojos.

―Te voy a acompañar a tu casa, no voy a dejar que te vayas sola, podrías vovlerte loca en el camino y raptar el autobús.

Todavía no lo creo.

Me dirijo a un asiento junto a la ventana y esta vez se sienta al lado mío.

―No estés tan feliz―dice poniéndose lo audífonos―.Me estás saliendo muy cara.

Concluye cruzándose de brazos y deslizándose en el asiento enfurruñado. A mí me hace gracia, y me pregunto cómo es posible que este sea el mismo Alex que yo creía un patán.

***

Espero disfrutes de este capitulo, gracias por tu voto y recuerda agregar la historia a tu lista de lectura.

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