Capítulo IX - Tonto
"¿Sabes?" dijo Darwin, un tanto frustrado. "He tratado de todo. He sido comprensivo, le he dado espacio y tiempo. Pero lo que más me molesta es que sigue pensando en su ex, ¡Que ni siquiera es su ex porque nunca salieron!" se quejó casi gritando, frunció el ceño y miró al suelo antes de suspirar.
Larry contuvo un suspiro mientras pasaba las compras de Darwin por el mostrador, su entonación casi musical.
"¿Y porque me lo cuentas a mí? Serán $5.99". Larry sonrió forzosamente mientras le cobraba.
"Eres bueno escuchando" insistió Darwin dándole un billete de $10
"Bueno. es política de la tienda escuchar las quejas de los clientes" le respondió Larry.
Darwin parecía haber olvidado momentáneamente su queja, pero la retomó en cuanto recibió su cambio.
"Como sea, lo único que piensa es en ella", murmuró con tristeza mientras agarraba sus cosas.
La fila que seguía detrás de él estaba impaciente y comenzaron a abuchear. Larry intentó calmarlos.
"¿Por qué te afecta tanto?", preguntó Larry. "¿Es que te gusta o algo así?
Las palabras de Larry hicieron que Darwin se detuviera en seco. Sus ojos se abrieron de golpe, su mente girando con esa posibilidad. ¿Le gustaba Gumball?¿Realmente le gustaba Gumball?
Aunque eran hermanos adoptivos, no estaban relacionados por sangre. Si le gustaba, esto explicaría todas las cosas extrañas que estaba sintiendo.
"Muévete, muchacho!" Gritó una anciana de mala gana que estaba detrás de Darwin, empujándolo con impaciencia. Eso lo sacó de sus pensamientos.
"Gracias por comprar aquí, vuelva pronto" fue lo último que oyó al salir de la tienda
Darwin salió de la tienda con la cabeza dando vueltas, masticando las palabras de Larry y tratando de desentrañar lo que sentía.
Había algo en Gumball que lo hacía sentir diferente, especial.
Y ahora, con esas palabras de Larry flotando en el aire, Darwin no podía sacudirse la idea de que tal vez, solo tal vez, estaba enamorado de su hermano adoptivo.
Darwin caminó por las calles de la ciudad con el corazón lleno de pensamientos confusos. Había comprado muchos dulces para animarse, pero terminó sentado en la acera junto a un vagabundo.
Pero, aun así, seguía compartiendo algunas de sus golosinas con el hombre indigente.
La gente que pasaba por allí, tal vez movida por la culpa, le lanzaba algunas monedas a Darwin, mientras el vagabundo se burlaba:
- "Consíguete tu calle, amigo."
Darwin se disculpó tímidamente y el vagabundo se burló de él.
"¿Qué te pasa, chico? Pareces más triste que yo"
El hombre parecía tener una sabiduría extraña, por lo que Darwin decidió preguntarle algo que rondaba su mente.
"Señor Vagabundo, ¿Cómo sabes si te gusta alguien?"
"Si te respondo, te irás de mi calle", respondió el hombre con severidad.
Darwin asintió.
"Supongo que te alegra estar cerca de ella, te diviertes y te preocupas por ella", dijo el vagabundo, con su mirada perdida en algún lugar del horizonte. "A veces es demasiado tarde".
Fue entonces cuando Darwin se dio cuenta, recordando todos los momentos que había compartido con su hermano Gumball, de que estaba enamorado de él.
"¿Y qué debo hacer?" preguntó Darwin desconcertado.
"Confesarte, antes de que sea demasiado tarde, como me pasó a mí", advirtió el hombre.
Darwin sabía que tendría que decirle a Gumball cómo se sentía o viviría sabiendo que lo está engañando. Sin embargo, temía que su relación se viera afectada si todo salía mal.
Pero antes de poder agradecerle al vagabundo por su consejo, notó algo extraño en su mirada. Se dio cuenta de que había huido con todas las monedas que le habían tirado a Darwin.
"¡Nunca me atraparán!", gritó el vagabundo mientras corría por las calles.
Darwin se quedó allí, solo con sus pensamientos y una caja de dulces vacía, buscando el valor para confesar sus sentimientos a Gumball antes de que fuera demasiado tarde.
...
Darwin regresó a casa tarde esa noche, encontrándose a Gumball esperándolo en las escaleras del porche con una expresión serena.
"Hey", saludó Gumball con tranquilidad.
"Hey", respondió Darwin en un tono desanimado. Ahora que había aclarado sus sentimientos por Gumball, no sabía cómo enfrentarlo.
"Bueno, ¿y qué pasó?" Preguntó Gumball, mostrándose confundido.
Darwin se sentía confundido él mismo. "Qué tonto", pensó. Él también era un tonto por no haber reconocido sus propios sentimientos antes. Pero no era el momento adecuado para decir nada aún.
"Solo... me sentía mal en ese momento", respondió Darwin, sentándose junto a Gumball.
"¿Estás seguro de que no pasa nada?" Preguntó Gumball, mostrándose cada vez más preocupado.
"Estoy seguro", respondió Darwin, sintiéndose más aliviado.
"Está bien, vámonos adentro", respondió Gumball, llevando a Darwin al interior de la casa.
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