Capítulo IV - Otro tipo de beso
Los días corrían como agua entre los dedos, tan veloces como una carrera. Gumball se sentía abrumado, perdido en sus pensamientos acerca de Penny.
Darwin, con su calidez propia, lo aliviaba con besos que lo acurrucaban desde adentro.
Y así, entre ellos dos, habían creado una especie de rutina tímida y llena de secretos.
Era difícil mostrarse tal cual uno es cuando se tienen que lidiar con los padres y los hermanos.
No venían en un paquete sencillo de manejar.
Sus encuentros tenían que ser a hurtadillas, en cafeterías o en espacios donde nadie los conociera, aunque era difícil encontrar momentos para estar juntos sin levantar sospechas.
Estaban en la cafetería, juntos con los demás muchachos del colegio. Tobías llevaba su tono de presunción alto en el aire, y se atrevió a declarar que tener novia era lo máximo. Banana Joe se sumó a la charla con un suspiro.
"Yo también quisiera tener novia", dijo. Papita se emocionó y casi se imaginaba sosteniendo de la mano a su ser amado.
Pero de inmediato, Tobías se burló de ellos. "Abrazarse, tomarse de la mano, eso es de principiantes", los desacreditó.
"Lo emocionante son los besos. ¿Ustedes han besado alguna vez?" Gumball, a sabiendas de que daría material para la burla hacia sus amigos, rápidamente respondió que sí.
Darwin, por su parte, lo observaba con preocupación.
"Y yo que creí que esperarías a Penny..." dijo Tobías buscando provocar a Gumball.
La cara de Gumball cambió de golpe, siendo invadida por el enojo y el dolor.
Pero Tobías no se detuvo ahí. "Y no hablo de cualquier beso, hablo de los besos adultos", exclamó.
"Ohhhhh", exclamaron sus amigos en coro, con un tono de admiración hacia Tobías.
"¿Cómo son los besos adultos?", preguntó Darwin, inocentemente.
"¿Y tú cómo crees? ahí, Tobías sacó la lengua y comenzó a moverla de manera desagradable, haciendo lo posible por ser grosero e inmaduro.
Los muchachos no pudieron contener las carcajadas, mientras que Darwin se ruborizó ante la indirecta implicada en las palabras de Tobías, y Gumball se alejó con la mirada perdida en el horizonte.
Una vez más, Darwin pensó: "Oh no, otra vez"
...
Durante todo el día, Gumball estuvo en un estado de melancolía profunda, sumido en sus pensamientos y recuerdos de Penny.
Darwin se sentía impotente y no sabía cómo ayudar a su hermano a salir de ese agujero oscuro en el que estaba.
Además, la curiosidad de Darwin se había despertado por lo que había leído sobre los "besos adultos", y no podía dejar de pensar en ello. Pues no sabía que existía otra manera de besar.
Quizás si le diera a Gumball un beso diferente, uno que lo sorprendiera y lo emocionara, podría ayudarlo a superar sus sentimientos por Penny.
Al menos eso esperaba Darwin, pero todavía no estaba seguro de cómo abordar la situación.
Finalmente, llegaron a casa, y Gumball subió directamente a su habitación sin decir una palabra.
Darwin se acercó a su papá conejo, buscando un consejo sobre cómo hacer sentir mejor a alguien que estaba triste.
"Bueno, hijo, cuando estoy triste, tu mamá me hace mis comidas favoritas", respondió Richard, pensando en todas las veces en las que Nicole lo había consolado así. "Podrías hacer algo especial que a Gumball le guste mucho, podría ayudarlo a sentirse mejor".
Las palabras de su papá llenaron de esperanza a Darwin, quien se sintió inspirado para no rendirse con Gumball.
Salió corriendo en busca de algo que pudiera hacer para animar a su hermano.
Richard lo observó con una sonrisa en el rostro, sintiéndose orgulloso por haber dado un buen consejo.
"Sí, eres un buen padre", se dijo a sí mismo antes de volver a sumergirse en la televisión.
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