Capítulo II - Sospechas
En la acogedora cocina de la familia Watterson, los hermanos se sentían inquietos y llenos de misterio.
Mientras su madre, Nichole, había salido a trabajar y su padre, Richard, disfrutaba viendo la televisión.
Gumball y Darwin intercambiaban miradas sospechosas de vez en cuando, recordando lo que había ocurrido el día anterior. Anais, sin embargo, no se dejaba engañar por la astucia de sus hermanos.
La astuta Anais, reconociendo el extraño comportamiento de sus hermanos, decidió confrontarlos.
"¿Qué sucede con ustedes dos?" preguntó decidida rompiendo el silencio.
Los hermanos se miraron nuevamente, buscando una respuesta adecuada que pudiera disimular lo que ocultaban. Pero Anais era demasiado inteligente para caer en sus engaños.
"Nada, nada, ¿por qué lo preguntas?" respondieron rápidamente Gumball y Darwin, aunque con una contradicción en sus palabras.
Anais frunció el ceño, segura de que sus hermanos escondían algún secreto. Sabía que tarde o temprano lo descubriría.
"Algo me dice que hay más de lo que ustedes dicen" murmuró Anais, llena de sospecha.
La tensión en la habitación palpaba, hasta que el sonido del autobús escolar fue música para los oídos de los chicos que aprovecharon para escapar.
"Tenemos que irnos, hermanita" dijo Gumball mientras tomaba la mano de Darwin y se alejaban a prisa.
"Descubriré lo que ocultan" prometió Anais con una mirada resuelta sobre su burrita Deisy, lista para cualquier aventura.
...
Finalmente, en el autobús. Gumball suspiraba de alivio, mientras Darwin lo observaba con interés.
Darwin tenía una expresión algo preocupada en su rostro, como si fuera capaz de leer la mente de su amigo.
"Ella no puede enterarse" - dijo Gumball, dirigiendo su mirada hacia Darwin con firmeza, como si estuviera tomando una gran decisión.
"Por qué no?"- preguntó Darwin curioso, mirando por la ventana y contemplando las casas de sus vecinos con una expresión pensativa.
"Si ella se entera, lo contará todo a mamá, y no sabremos cómo explicarlo" explicó Gumball, con una mirada fija en su compañero de asiento.
"Podríamos decirle que es un tratamiento" propuso Darwin con un tono de voz triste al final de su oración.
"No lo entenderían" replicó Gumball rotundamente, con una convicción que dejó a Darwin sin más argumentos.
Finalmente, llegaron al colegio y bajaron del autobús, resuelto a mantener el secreto a salvo.
"Es nuestro secreto", susurró a Darwin antes de alejarse.
...
Gumball estaba sentado en la clase de la señorita Simian, pero no podía concentrarse.
En realidad, nunca lo hacía. Pero esta vez era diferente, su mente estaba inundada de pensamientos sobre Penny de nuevo. Y sentía que quería volver a llorar.
Darwin notó que algo andaba mal con su hermano y levantó su aleta en la clase de la señorita Simian.
"Señorita Simian, Gumball no se siente bien. Lo llevaré a la enfermería", dijo Darwin.
La señorita Simian solo los miró de reojo por interrumpir su clase, pero los dejó ir.
Así que, sin más preámbulos, Darwin agarró a Gumball y salieron de la clase, sintiendo las miradas de todos sus compañeros.
"¿Estás bien, Gumball? ¿Qué está pasando?" preguntó Darwin mientras caminaban hacia los baños.
"No puedo dejar de pensar en Penny. Es como si mi corazón estuviera roto y no pudiera arreglarse", dijo Gumball con la voz entrecortada. Darwin asintió comprensivamente.
"Estoy aquí para ti, hermano. Siempre lo estaré", dijo mientras abría la puerta del cubículo del baño y entrando juntos.
"Bien, aquí vamos", dijo Darwin mientras usaba sus dos aletas para tocar suavemente las mejillas de Gumball, cerrando sus ojos y acercando sus labios.
Los besos eran suaves y delicados, como si estuviera besando una ligera pluma. Eran cálidos, como si quisieran despejar la niebla que envolvía el corazón de Gumball.
Esto calmó a Gumball, quien puso sus manos con las de Darwin, perdiéndose en el beso sin pensar en nada más que en la sensación de sus labios.
Esa pequeña muestra de afecto calentó el corazón de Gumball, haciéndolo sentir amado y reconfortado por su hermano. Era como si Darwin supiera exactamente lo que necesitaba. Gumball se perdió en el beso, reflexionando sobre su vida y lo importante que era tener a alguien que se preocupara por él.
Al separarse, Darwin sonrió con dulzura y abrazó a su hermano. Gumball sintió un gran peso en su corazón por alguna razón.
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