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Epílogo

Jennie camina desoladamente por la calle fumando un cigarrillo, son las cuatro de la mañana y no puede dormir, se siente tan malditamente culpable de haber dejado a Lisa.

Se ha dado cuenta de lo mucho que la quiere, nunca pensó que se daría cuenta de que se ha enamorado de ella cuando ya la ha perdido.

Se sienta en la vereda mientras ve algún que otro auto pasar, su corazón late de sobre manera al ver a una delgada y castaña chica caminar por la otra vereda, se levanta emocionada pero cuando se acerca se da cuenta que no es Lisa, sus ojos decaen, suspira y cruza la calle nuevamente.

—Te necesito de nuevo en mi vida.

Sabe que no será para nada fácil.

Lisa está muy herida por su culpa y, obvio, se ha comportado como una verdadera idiota.

Sí bien su empleo es importante, la castaña también lo es, ella pudo ser expulsada del colegio, pero la protegió, no dijo nada sobre ella, veló para que no perdiera su empleo.

Han pasado dos malditas semanas y Jennie sigue la misma rutina.

Salir a beber y tratar de olvidarla.

Baila sobre las mesas, se droga, bebe, está más allá de así, todo está fuera de sí pero a pesar de que tiene que estar pasándola bien y riendo no lo hace, algo anda mal.

—Mierda, te extraño —sus ojos se cristalizan, la extraña mucho, la quiere a su lado.

Al menos poder agarrar su mano, caminar a su lado, recostarse y observarla dormir como algunas veces ha hecho, ha llamado, pero en ningún momento le ha contestado.

Y sigue bebiendo porque no importa.

Sus amigas dicen que le dé tiempo, pero la pregunta es: ¿Cuánto?

Necesita verla, arreglar los problemas, besarla, decirle todo lo que siente, poder sentir su piel contra la suya, sentirla suya como lo sentía catorce días atrás.

Se propone algo.

La recuperará.

***

Las dos semanas que han pasado la tailandesa no la ha estado muy bien, todos la observan y señalan con el dedo, trata de que no le afecte, pero lo hace, duele tanto que siente ganas de llorar a cada rato.

Agradece que solamente va por los parciales finales porque si no no aguantaría.

Traga saliva al ver a Jennie a lo lejos, ésta le sonríe y Lisa siente deseos de llorar porque la verdad es que no quiere que le sonría, no quiere volver a despertar los sentimientos que hay en ella, se ha propuesto enterrarlos y dejarlos ahí definitivamente.

No quiere caer de nuevo.

No quiere sentirse un juguete nuevamente.

Se aleja mientras ve como la profesora modula su nombre.

Cierra los ojos y espera poder tener fuerzas porque ante Jennie se siente demasiado débil.

El parcial se le hace sencillo, se la ha pasado estudiando para poder olvidar todos los problemas, ni siquiera ha visto a Rosé a pesar de que ésta quiso ayudarla y darle apoyo moral. Se alejó de todo desde que la suspendieron, se siente sumamente sola, pero prefiere estar así, al menos por ahora.

No quiere pensar en más nada, tiene cosas más importantes para preocuparse.

Como que comenzaría a ser stripper a la noche en el bar.

Necesita el maldito dinero.

—Wow, has estudiado —sonríe la profesora al leer por arriba el parcial, Lisa asiente mientras sonríe a penas.

No se siente bien sonreír.

—Sí, me esforcé.

—Lo noto, Lalisa, bueno, ve y después te paso la nota por el correo como siempre —la menor asiente y se va del colegio no sin antes ver como nuevamente aquella pelimorada se acerca a Jennie, su corazón nuevamente se rompe, suspira tratando de no llorar.

No somos nada, se repite una y otra vez.

Duele, sin embargo.

***

—¿Qué haces aquí?

Rosé aparece en el bar que ella está, su ensayo ha salido completamente bien y al parecer tiene un cliente que lo ha visto.

Al menos su primera noche ganaría un buen dinero.

—Quise hablar contigo —su amiga dice, mientras la observa—. No tienes que hacerlo, tu madre ha conseguido un trabajo mejor —Lisa se encoge de hombros.

—No importa, tengo que ganar dinero para la universidad.

—Sé que es digno, pero Lisa, no tienes por qué, sabemos que muchos de aquí terminan en la prostitución —Lisa mira hacia otro lado—. ¿Acaso tú...?

—Sí, lo hice —suspira mientras muerde su labio fuertemente—. Hoy será mi primer cliente.

Rosé suspira.

—De verdad nunca pensé que diría esto, pero me estás decepcionando —niega con su cabeza—. La única razón por la cual lo haces es por despecho a lo que pasó con la profesora Kim, pero, ¿de qué vale? No vas a sentirte mejor con hacerlo, y te darás cuenta tú solita.

—Rosé, no necesito de tu sermón —rueda los ojos.

No quiere que nadie más le diga que está mal y que no.

Lo sabe, es consciente de lo que está por hacer.

—Lo peor es que tú mamá me mandó aquí —los ojos de la más baja se cristalizan.

—¿Mi mamá sabe todo?

—Ella te escuchó anoche — saca su celular y lee el mensaje que le ha llegado.

—Oh...

No sabe qué decir.

—Me voy, espero que al menos te cuides.

Ve a la rubia irse y cae en su silla, se observa al espejo y se da cuenta de cuán idiota está siendo.

No puede hacerlo.

No, no quiere, cierra sus ojos y las lágrimas caen.

Se quita el maquillaje y sale, renuncia porque es verdad, lo hace por despecho, no quiere ser así, no quiere comportarse de esa manera, no quiere desnudarse enfrente de alguien más.

Una vez que sale del local camina por las frías calles de Seúl, mira a las parejas agarradas de las manos y sonriéndose mutuamente, mientras que ella se siente solitaria, tal y como se sentía mucho tiempo atrás.

Jennie había logrado completar ese vacío tan grande que tenía pero lo volvió a vaciar sin darse cuenta.

—¿Qué haces por aquí, princesa? —la voz de ella, sus ojos se cierran y sus manos se aferran a su tapado marrón el cual cubre su cuerpo casi desnudo, se siente desprotegida, completamente.

—No me digas así, por favor —suena como súplica, y es así.

—No puedo no decirte así.

—Estás siendo tan egoísta conmigo —su voz se quiebra al decirlo, no puede venir y decirle apodos lindos después de todo lo que ha sucedido.

No, no es así.

—Lo sé, y no sabes cuánto lo siento por haber sido así pero a veces actuamos como cobardes.

—¿De qué hablas?

Lisa voltea a verla, en ningún momento se sintió capaz de voltear pero al escuchar esas palabras lo hace.

—Necesitamos hablar, por favor —ella niega, no puede, no es capaz de hablar, no ahora.

—No.

—Lalisa... Princesa —intenta acercarse, pero esta niega.

—No.

Y se va alejando de ahí, con los ojos cristalizados a más no poder, todo está nublado y no se da cuenta que hay una baldosa fuera de lugar, tropieza y cae, golpeándose la cabeza.

No sin antes escuchar la voz de su profesora completamente preocupada.

***

Despierta poco después sintiendo un fuerte dolor en su nuca, abre los ojos lentamente y siente que su nuca está mojada, se sorprende de ver a Jennie sentada al borde de la cama con sus manos en su rostro.

—¿Qué hago aquí? —su voz sale suave, la mayor voltea a mirarla y corre abrazarla.

—¿Estás bien?

Asiente a penas.

—¿Por qué eres así conmigo? —habla confundida.

—¿Así de cariñosa? —asiente, no entiende, de verdad que no entiende.

—Hace días ni siquiera me volteabas a mirar, enfrente de la directora quedaste callada a pesar de todo, y decías que no éramos nada. ¿Por qué ayudarme y querer hablar conmigo a toda costa?

Es directa, ni siquiera titubea.

—Porque me he dado cuenta de que te amo, demasiado —su voz se quiebra, nunca pensó que se enamoraría y aquí está.

Los ojos de la castaña se cristalizan nuevamente.

—¿Qué dices?

—Te amo —repite.

—No digas algo que después seguramente te arrepientas —Jennie niega y se acerca más si es posible, acaricia su mejilla izquierda, observándola con total ternura en sus ojos gatunos.

—Te amo, créeme —suspira—. Nunca pensé que lo hiciera, pero lo hago como nunca lo he hecho, el saber que te había perdido me ha vuelto loca los últimos días. Quería estar contigo pero también sabía que no podía. Tenía miedo, sí, no quería ser despedida pero después me di cuenta de, ¿qué me vale eso si no tengo a la mujer que amo a mi lado? No vale la pena, Lalisa. No te tendría a mi lado, no podría admirarte como lo he hecho sin darme cuenta el tiempo que hemos estado juntas, nunca pensé que me enamoraría de ti, pero lo hice tan profundamente que mi corazón en éste momento se saldrá de mi pecho, escucha —lleva una de sus manos a donde se encuentra su corazón.

Lisa abre los ojos sorprendida, es verdad, está muy acelerado.

—Eso sucede únicamente cuando te tengo cerca —continua ,y la mira con lágrimas en sus ojos—. Renuncié, no me importa perder un empleo, puedo encontrar otro, pero no podré encontrar a otra Lalisa que sea mi hermosa princesa, no podré encontrar a otra mujer que me haga sentir cómo me haces sentir tú cada vez que me miras con tus redondos ojitos y me sonríes, me sonríes a mí, únicamente a mí —la menor también se encuentra llorando en éste momento, nunca pensó que Jennie se le declararía.

—¿Qué hay de esa chica que te estaba abrazando ayer?

Está celosa y algo confundida aún.

—No es nadie —Lisa enarca una ceja.

—¿Te acostaste con ella?

Kim frunce el ceño, negando rápidamente.

—¿Qué? No, por supuesto que no, con quien he tenido sexo los últimos meses es contigo, tontita.

—¿Enserio?

Jennie asiente mordiéndose el labio.

—¿Por qué demoraste tanto en decirme todo esto? —sube al regazo de la profesora y esconde su rostro en su cuello.

—No había descubierto mis sentimientos hacia ti —Lisa muerde su labio.

—Ahora los sabes —dice sonriente, mirándola a los ojos.

—Sí, te amo, princesa.

—Yo también.

Y se besan porque joder, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que se han besado que quema, el beso arde, sus labios parecen dos imanes que se unen rápidamente, por atracción.

Una vez que se separan dejan sus frentes pegadas mientras se observan a los ojos sonrientes.

***

Son las seis de la tarde y ellas siguen acostadas abrazadas, únicamente han compartido besos perezosos.

Jennie tiene una duda y quiere saber.

—¿Es verdad que ibas a tener sexo con alguien por dinero?

Lisa levanta la mirada y la observa

—Sí, es verdad —cierra los ojos no sintiéndose feliz por eso—. Me arrepentí después de hablar con Rosé, no me sentía cómoda ya de por sí —muerde su labio.

—Bendita sea Roseanne, no podría soportarlo.

La castaña comienza a reír.

—¿Celosa, profesora Kim?

Jennie se coloca encima del cuerpo de Lisa y besa sus labios, saboreándola una y otra vez.

—Sí, señorita Manoban, demasiado, no quiero que nadie toque el cuerpo de mi princesa, nadie.

Los besos descienden por el delicado cuerpo de la chica.

—¿Ahora somos novias? —pregunta la menor y ve cómo Jennie para con sus besos, al parecer no era el momento.

Se asusta por un momento.

—Pensé que ya había quedado claro —la mira seriamente—. Eres mía y yo soy tuya, bebé, somos más que novias, nos pertenecemos y espero que sea así siempre.

—Siempre, mommy —susurra sobre sus labios.

—Extrañé tanto que me dijeras así —la otra sonríe y vuelve a besarla.

—Te diré así siempre, de ahora en adelante.

—Quiero hacerte el amor, maldición.

Lisa ríe por lo cursi que suena eso y las manos de la mayor recorren su cuerpo de arriba hacia abajo, dejando sus huellas en doquier, sus labios y dienten chupan y muerden también dejando marcas que saben que se irán en mucho tiempo.

Aman marcarla.

Lisa hace lo mismo mientras se desnudan poco a poco.

Jennie abre las piernas de su princesa y baja lentamente, provocando que para la estudiante el tiempo que demora se convierta en una verdadera tortura.

Su lengua la penetra de sorpresa provocando que arquee su espalda y gima agudamente, la surcoreana sonríe y mete un dedo mientras que su lengua entra y sale, Manoban tira de su cabello castaño, se deja llevar.

Se aleja y comienza a penetrarla con dos dedos, sacándolos y poniéndolos nuevamente sin cesar.

Lisa es un desastre gimiendo y Jennie siente su zona íntima completamente húmeda por solo ver cómo su chica está así, viéndose tan destrozada y por su culpa.

—Quiero chuparte, mommy —susurra ida en su propio placer.

Ella gime y asiente.

La tailandesa queda recostada a lo largo de la cama mientras que Jennie se coloca al contrario de ella, dejando su vagina donde está su boca, Lisa comienza a chupar el clítoris de su mommy sin cesar mientras que la otra mete tres dedos de golpe dentro de la menor, quien gime en la vagina contraía, Kim gime y cierra los ojos.

—Chupa bien, bebé —asiente y chupa sin detenerse.

—Mommy, y-ya casi... —arrastra sus palabras.

Jennie se aleja rápidamente y se baja de la cama abriendo las piernas de su bebé, viendo como su entre pierna está completamente empapada por su boca, muerde su labio y le indica que las abra más, se sube a la cama y lleva su lengua dando un gran lengüetazo.

—Córrete para mommy.

Sí, profesora, mommy —se corre siendo un completo desastre, su zona íntima se siente más que húmeda mientras que Jennie se viene viéndola arquearse y gemir su nombre.

Se sube al cuerpo de la menor y la besa.

—Esa es mi princesa.

—¿Lo hice bien? —susurra muy cansada, apenas responde a los besos, Jennie asiente y se acuesta a su costado, abre la cama y la coloca por debajo de las sábanas, corre su flequillo de su cara y la observa.

—Muy bien, mi amor —la coloca sobre su pecho mientras la abraza.

Lisa se duerme, mientras Jen la observa dormir y agradece por tenerla en su vida.

—Nunca te dejaré ir, princesa —sonríe y se deja llevar por el morfeo, no sin antes sonreír al escuchar un balbuceo.

—Te amo, mommy —se acerca más a ella, ella sonríe con los ojos llorosos, se siente muy afortunada.

—Yo también princesa.

Su historia recién está comenzando y lo saben.

Ahora sí, fin definitivo, gracias
por todo el apoyo.

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