Capítulo cuatro
Tienen sexo por las siguientes horas, ninguna siente sus piernas, Lisa no siente ni siquiera su zona intima, ha tenido muchos orgasmos.
Mira la hora en su celular y son las cinco de la mañana, suspira porque dentro de poco tendría que ir al colegio.
—Hey, tenemos que bañarnos y comer algo —habla la mayor desde la cama, solamente está tapada con una sábana, fumando. Lisa frunce el ceño.
—Sí —suspira—. No sabía que fumabas.
La otra sonríe.
—Desde que tengo tu edad lo hago, no es algo de lo que me enorgullece, pero bueno —se encoge de hombros y da otra calada al cigarrillo, lo apaga, para después tirar del cuerpo de la menor, besando sus labios.
—Estoy completamente marcada por ti, mírame —Jennie otra vez sonríe y suspira.
—Hace poco no te quejabas, además te gusta, princesa —la tailandesa asiente, sonrojándose.
—Bueno, sí, pero, ¿qué le digo a mi madre cuando vea los chupones?
Jennie se encoge de hombros, mientras se levanta desnuda para entrar al baño.
—No sé, podrías decirle que follas con tu profesora, no creo que entre en crisis.
Lisa rueda los ojos.
—De seguro lo haga —ríe, bromeando.
—Sabes que si lo haces podría perder mi trabajo —la sonrisa en el rostro de la menor se va, no puede creer que Jennie crea que ella cuente lo que han hecho.
—No le diré a nadie si es lo que te preocupa realmente —agarra su ropa y comienza a ponérsela.
—¿A dónde vas?
—A mi casa.
Kim camina hasta ella.
—No quería sonar grosera pero es la realidad, Lalisa.
—Lo sé, no permitiría que pierdas tu empleo —suspira, para después sonreír—. Será nuestro secreto.
La profesora sonríe y la abraza, Lisa abre los ojos sorprendida, le devuelve el abrazo, besa su mejilla y vuelve a hablar.
—Entra a bañarte así después iré yo.
Nota cómo las púpilas de la mayor se dilatan y únicamente puede pensar en dos cosas.
—Báñate conmigo.
—Me duele todo, y sé que si entro contigo, será por sexo —la profesora niega, mientras tira de la menor, ésta suspira resignada, caminando a su par.
—No sucederá nada.
Ninguna lo cree pero, Lisa la sigue.
***
Salen de la ducha con una toalla envuelta en sus cuerpos, además de la que tienen en su cabello.
—Sabía que terminaría en sexo —rueda los ojos.
—Lo siento, no me contuve —responde Jennie.
La castaña deja caer su toalla y se encoge de hombros.
—Tendrás que prestarme ropa interior y una remera —dice, mirándola a los ojos.
Sentía que observaba a un gato, en verdad que los ojos de su maestra eran preciosamente sexys.
Se quedan mirando por unos segundos hasta que la mayor asiente y camina hasta su armario, le entrega una camisa.
—¿Por qué esto? Dame una remera de manga corta no una camisa. ¿Acaso quieres cubrir todo mi cuerpo? —Jennie arquea una ceja.
—Sí, por eso te la doy, no quiero que nadie observe tus senos, provocadora serial.
Lisa ríe sonoramente por el apodo.
—Oh bueno, ninfómana compulsiva, de acuerdo, la usaré.
—Qué lindo apodo, me encantó —sonríe mostrando sus pequeños dientes.
Lisa piensa que se ve tierna.
Jen le entrega la camisa y ella se la coloca, no sin antes colocarse el bracier que también le da, las bragas son de color blanco al igual que el bracier que viene a juego. La camisa es negra y se pregunta si Jennie ama el color negro.
Prácticamente tiene toda ropa negra.
—Veo que amas el negro —murmura, riendo. Camina hasta detrás de ella y coloca sus manos alrededor de la cintura de la mayor.
—Es mi color favorito, y me gusta más como me queda el negro que el resto de los colores.
—Apostaría que otros colores te quedarían hermosos —sonríe—. Como el blanco.
—No lo creo, princesa —Lisa hace que voltee.
—El blanco te quedaría hermoso.
Jen la queda observando y preguntándose por qué Lisa es tan hermosa.
***
Ambas llegan por separado a la clase, primero llega Jennie como de costumbre y después entra Lisa, a pesar de que fingen desinterés por la otra, Rosé nota algo raro en ellas.
Se notan más felices, radiantes.
Suspira.
La sonrisa de Lisa la delata completamente.
—Te la tiraste —susurra la rubia cuando Jennie comienza a pasar la lista.
—No sé de qué hablas —se hace la desentendida.
—No te hagas, te la tiraste, maldita caliente —Lisa ríe y se encoge de hombros.
—Puede que sí, puede que no —suspira y le presta atención a Jennie cuando comienza a dar la clase, aunque no puede sacar de su mente lo que sucedió horas atrás, vaya mujer.
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