Capítulo tres
Las horas pasan lentamente para ambas chicas, se sienten ansiosas, más que nada Yoko, quien mira a cada rato el reloj que lleva en su muñeca.
Muerde sus labios una y otra vez, mientras Chai le pregunta qué es lo que sucede, se nota muy nerviosa.
Es normal que eso sea así, porque vamos, puede que suceda lo que ella tanto ha deseado durante los últimos meses, le emociona todo.
Sigue sin poder creer que le haya mandado esos mensajes tan eróticos, aunque no se arrepiente, los audios de Faye dándole instrucciones y donde gemía, eran su perdición sin lugar a dudas.
—¿Se puede saber por qué estás tan nerviosa?
La castaña voltea a mirar a su amiga, quien susurra, ella mira a su profesora de matemáticas y suspira ya que está dándoles la espalda, no quiere que la echen nuevamente de la clase como sucedió el día anterior.
—Te contaré después, Chai, pero sin dudas va a ser increíble lo que está sucediendo—sonríe mostrando sus blancos dientes, suspira y decide prestar atención a la clase porque próximamente tiene el examen final y aunque entienda, necesita prestar atención.
Anota cada problema y la solución de éste a la perfección, poniendo notas de lo que tiene que saber y recordar para cuando el examen sea, sabe que su profesora siempre ha puesto ejercicios iguales a los que pone como ejemplos cuando da la explicación.
—Espero que no te metas en problemas.
La tailandesa ríe y niega, nah, no se metería en problemas.
Se metería entre las piernas de su profesora.
De la profesora más caliente de todo el colegio.
Se siente muy afortunada de poder hacerlo, sabe cuán profesional es Faye, pero bueno, pudo llamar su atención y por fin tendrá lo que tanto desea. Tener sexo con la mayor.
Faye le manda un mensaje a Yoko para encontrarse quince minutos después de que todos se hayan ido, su corazón golpea una y otra vez contra su pecho, está nerviosa porque sabe lo que harán en cuanto lleguen a su departamento.
Siente nuevamente sus bragas completamente mojadas de solamente imaginarse a Yoko debajo suyo con las piernas abiertas y ella comiéndola completamente, dándose el gusto de saborearla.
—¿Vamos? —la voz de la castaña la interrumpe y voltea a mirarla, asiente y agarra la mano de su alumna, caminan hasta su auto y se suben.
Yoko no dice nada en todo el viaje, prefiere guardar silencio, traga saliva una vez que el auto está aparcado, bajándose detrás de la dueña de la casa. Entran a la casa y cuando quiere hablar, la profesora la estampa contra la pared, besándola, ella gime en sus labios, enrolla sus piernas alrededor de la cintura de Malisorn y ésta agarra fuertemente sus muslos, Yoko acuna las mejillas de la profesora con sus manos.
Siendo completamente delicada con su toque.
Te voy a destrozar susurra Faye, mordiéndole el labio inferior, la contraria gime y asiente sonrojada.
Se siente una novata en este preciso momento.
—Hazlo, por favor,
Ella asiente y camina con pasos firmes hasta el sofá, donde deja caer suavemente el cuerpo de la menor, abre sus piernas y se coloca entre medio de ellas, ve la blusa de Yoko, comenzando a sacarla lentamente, quedándose completamente enamorada del bra que tiene puesto.
Es de encaje, lo único que cubre son sus pezones.
Gime despacio.
Desprende el brasier y lo tira por algún lugar de la habitación, lleva su boca hasta sus senos, donde comienza a chuparlo y moderlo, Yoko se agarra del cabello de Faye, quien sonríe y muerde fuerte.
Ella gime sonoramente, y para Faye es como la melodía más hermosa que ha escuchado.
Una vez que termina de jugar con un seno, se dirige a otro, donde hace lo mismo. Hace chupones en ambos senos y Yoko ama ver cómo se nota que es posesiva, las manos de la profesora se mueven a lo largo de sus hermosas piernas.
Se aleja y quita su remera donde deja ver sus senos, sí, no llevaba brasier, y la alumna gime al verlos, hermosos y grandes, quiere meterse uno en su boca y lamerlo completamente, pero Faye tiene otros planes.
La mayor abre sus piemas y quita sus bragas, la falda queda ahí porque quiere follarsela con la prenda puesta, quiere que sus senos revoten mientras se frotan una y otra vez.
—¿Estás lista, preciosa?
Yoko asiente mientras cierra los ojos, el cálido aliento de la profesora está en su zona más íntima y gime al sentir su lengua jugando con su vagina, los dedos de la menor están en su cabello de Faye, tirándolo mientras gime sin reparo alguno, la otra sonríe y lame a lo largo toda la hendidura de Yoko.
—A-ah, mete tus dedos— sonríe y asiente metiéndolos, dos dedos entran una. Y otra vez en la entrada de la castaña, quien gime sin sentir vergüenza alguna, tendría que ser pecado tener una lengua tan pecadora y más follarla asi.
Si es así con sus dedos y su lengua, no quiere imaginar cuando se froten.
Esa es la mejor parte.
—¿Te gusta?—la chica asiente frenéticamente, mordiendo su labio.
Faye se acerca y besa esos rojos labios hinchados, los saborea, muerde y pide acceso para que su lengua entre a la hermosa pero obscena boca de su alumna, esta acepta y sus lenguas juegan completamente.
La profesora se aleja y quita su ropa además de sus bragas, abre las piernas. De Lertprasert con algo de brusquedad, pero a la castaña no puede importarle menos.
Le encanta.
Faye se coloca entre medio de las piernas contrarias para así poder frotar sus vaginas. Una vez que el contacto se siente, gimen ambas, muerden sus labios y se miran a los ojos mientras esperan poder reponerse un poco.
Yoko es quien comienza a moverse, la frotación comienza y Faye agarra firmemente una de sus piernas, se mueven al compás de la otra mientras gimen y se siguen observando.
La frotación comienza hacerse más rápida, ambas sienten que su orgasmo está cerca, la menor es quien se corre rápido mientras que Faye sigue moviéndose, Yoko está sensible y gime agudamente al sentir esa exquisita frotación.
La profesora se corre y baja dos dedos metiéndolos dentro de la tailandesa para después llevarlo a su boca, gustando del sabor.
—Sabes riquísimo, princesa.
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