19. Experimento
¿Debería intentarlo de nuevo?
«Tú tienes la fuerza para controlar tus miedos, no puedes permitir que ellos te controlen a ti».
Solo es una prueba. Si cierro los ojos no podré verlos y quizá me arme de valor.
—¿Realmente puedo? — le cuestioné, asegurándome de que no lo había dicho solo por decirlo.
—Sí. ¿Qué te gustaría tocar?
Cerré los ojos, presionándolos con toda la fuerza que podía. Ellos no están sobre él. Anoche pude hacerlo, ¿por qué no podría hacerlo de nuevo hoy?
Agarré su mano, aún con los ojos cerrados. Lo estoy haciendo. Pude tocarlo por segunda vez. Esta vez su mano estaba fría, pero la suavidad es muy parecida a las mías. Sus dedos son largos y de anchura son pequeños.
En todas las ocasiones, donde intentaba tocar a alguien, terminaba vomitando y con temblores involuntarios, pero con él no me ocurre lo mismo. Tal vez se debe a que permanezco con los ojos cerrados.
—De todas las partes de mi cuerpo que pudiste haber tocado, ¿por qué escogiste las manos? — percibí en su tono que algo le sucedía.
—¿Te incomoda? — pasé mi dedo índice en el centro de su palma.
—Eso da cosquilla — lo oí reír.
—¿Por qué contigo es tan diferente? ¿Tienes una idea de cuántos años han pasado desde la última vez que pude tocar y abrazar a mis padres? ¿Por qué no puedo tocarlos a ellos, pero a ti sí? ¿Por qué no me produces asco o ansiedad?
—Vamos por parte. ¿De verdad no sientes nada de eso conmigo? ¿Y qué hay de esas veces que me rociaste esa cosa encima?
—Te acercas mucho y me pones nervioso.
—Ahora estoy muy cerca. ¿No sientes ganas de apartarme o de lavar tus manos?
—No.
—No se vale que tengas los ojos cerrados. ¿Cómo sabré si dices la verdad?
Abrí los ojos despacio, encontrándome frente a frente con él.
—¿Puedo intentar tocarte? Si sientes ganas de empujarme y salir corriendo, puedes hacerlo.
No sé si esté preparado para eso. Es vergonzoso la forma en que me mira.
—No pienso propasarme contigo, si ese es tu temor.
—No estoy muy seguro de eso.
Su mano sostuvo la mía y no sentí ganas de apartarlo. Lo hizo de una manera tan delicada y gentil que simplemente me dejé llevar. ¿Por qué mi corazón late de esta manera? ¿Por qué mi cuerpo reacciona, mandando corrientes eléctricas por todas partes y sofocándome? Debo hablar con Efraín, él tiene que saber esto.
—Tu mano es tan grande y tus dedos tienen las medidas perfectas.
—¿Para qué?
—Lo siento, estoy divagando — sonrió ladeado.
¿A qué se refiere? ¿Por qué me deja con la duda?
—Intenta no lavarte las manos, como mínimo por una hora. Te creo capaz de soportar mucho más. Estas manos son muy lindas y perfectas como para que las lastimes con tanto químico y alcohol — descansó su mejilla en el dorso de mi mano por un corto segundo y se apartó rápidamente.
Su mejilla es más suave que su mano.
—Estoy consciente de que esto será un proceso largo, pero quisiera acompañarte. ¿Puedo?
—Si tú quieres, claro que sí.
—Entonces me retiro a mi escritorio.
—E-espera un momento…
—¿Sucede algo?
—M-me gusta tu cintura.
—¿Y ese comentario qué? Pensé que habías decidido detener el experimento.
—Mi papá solía sujetar a mi madre por la cintura; por alguna razón, sentía ganas de saber lo que se siente. Sé que no eres una mujer y…
Levantó el saco por ambos extremos, dejando visible su camisa blanca por dentro de ese ajustado pantalón y, con ello, obviamente sus caderas.
—Acércate — pidió.
—¿Seguro? ¿No sería muy raro eso para ti? Somos hombres.
—Ya me he acostumbrado a tus rarezas. Nada podría sorprenderme, créeme.
Recuerdo que mi papá lo hacía por la espalda, por esa misma razón recreé ese escenario como lo recordaba. Hacerlo de frente sí sería demasiado vergonzoso. Me lamenté de manera inmediata. Había omitido un detalle; y es que por algo el pantalón le queda ajustado. Descansé las manos tímidamente a ambos extremos de su cintura. Ese abultado trasero sobresalía como dos montañas juntas. A pesar de mantener cierto espacio entre su cuerpo y el mío, fue él quien se atrevió a echarse hacia atrás, haciendo fricción a través de su pantalón y el mío en esa parte que, por tercera vez en el día volvió a levantarse como antena satelital.
Quedé congelado, sin saber qué hacer. Cualquier movimiento, por más mínimo que fuese, se sentía claramente ahí. El pantalón me incomodaba. Siempre he elegido dos tallas más grandes para estar cómodo, pero hoy pareciera que esas tallas se encogieron. Era una sensación extraña, jamás había sentido esto.
—Es una buena estrategia. No pensé que tendrías un lado tan atrevido, Tommy.
¿“Tommy”? Se me puso la piel de gallina. Ese escalofrío recorrió toda mi espalda.
¿Por qué su voz se oye tan distinta? ¿Podría ser que esto le provoca esta misma sensación en esa parte? ¿Él también siente calor? ¿Qué me está pasando? ¿Qué hago?
Y ni pensar en Alexa, esa desgraciada estaba lejos de mí y, aunque le preguntara, probablemente no me diría nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro