
07. Psicoanálisis
Me quedo observando la figura desparramada de SeHun en la cama de su cuarto, uno que huele a él por todos lados. Es un aroma dulzón a duraznos, y tal vez vainilla y kiwi, pero este último más leve... No obstante, me embriaga por completo. De alguna forma, su aroma coincide con su apariencia al dormir: etéreo, suave, dulce. Sus piernas largas y pálidas se enredan en las sábanas blancas, con la camiseta roja apenas levantada sobre su vientre abultado. Casi parece gracioso en su contextura delgada, como si se hubiera tragado un pequeño balón.
Sus pequeños labios rosados entreabiertos no deberían verse tan bien, pero lo hacen. El cabello desordenado debería darle aspecto de espantapájaros, pero el color azabache de este parece contrarrestarlo con su profundidad e incluso elegancia. Hasta su postura semi-contorsionada se ve bien. No se supone que SeHun se viera así de hermoso, pero una vez más, gloriosamente lo hace.
No era la primera vez que lo veo así, de todos modos. Algunas mañanas, él deja sonar y sonar su despertador, por lo que yo tengo que venir a despertarlo. Aunque no estoy ahí cuando él abre los ojos, porque nunca sé si puedo llegar a tener alguna clase de autocontrol si él me mira somnoliento y con las mejillas sonrojadas... como está haciendo ahora mismo.
Quizás me estoy aprovechando de que ni bien se despierta es más bien dócil y puedo tener una conversación normal con él.
—¿Te encuentras mejor? —Él ha vomitado dos veces en medio de la noche. Ni siquiera sé si lo recuerda.
Asiente y bosteza, retorciendo su cuerpo en la cama. Solo quiero inclinarme y besar cada centímetro de su piel.
—Sí, gracias. —Sonríe, pero poco a poco su expresión se desvanece—. Solo te causo problemas...
—No es así.
Él no dice nada y me da la espalda.
—Gracias por cuidar de mí, Alfa.
La palabra sale con un tono despectivo. Prácticamente está insinuando que cuido de él porque soy un Alfa y él tiene mi marca.
Sinceramente me enoja tanto que ya ni siquiera quiero hablar con él. Adiós a mi oportunidad de una conversación normal con SeHun.
—El desayuno estará en diez minutos —le digo, seco—. Cepilla tus dientes, que tu mal aliento llega hasta acá.
Él bufa y yo me doy la vuelta para salir de la habitación.
Odio que me haga reaccionar así.
No se supone que las cosas sean de esta manera. Morder a SeHun después de haberle prometido que no lo haría (maldita sea, era una de las condiciones que había puesto el Omega para venir a vivir conmigo) me había volado la cabeza. Aún no sé cómo actuar a su alrededor, obviando el hecho de que me odia y que me siento demasiado confundido.
Él tiene un bebé que es nuestro en su vientre, tiene mi marca, vive en mi casa, ahora mismo viste mi ropa, pero no es mío. Su corazón está demasiado lejos de mi alcance, y es demasiado increíble que yo siquiera esté pensando en esto. ¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué de repente me afecta tanto esta relación que tenemos? Siempre ha sido así —bueno, casi siempre— y probablemente nunca jamás de los jamases estemos destinados a llevarnos bien. No debería afectarme. No debe hacerlo.
Ahora, si tan solo mi estúpido corazón lo entendiera.
Creo que lo que más me ha confundido fue su arranque de necesidad por el celo. Fue solo eso, culpa de su celo. No debería haberme afectado la forma en que su cuerpo atrapó el mío con una necesidad desgarradora, o lo correcto que se sintió tenerlo en mis brazos a la mañana siguiente y acariciar su pancita abultada. El mero recuerdo jode mi mente y se me olvida que en el fondo debería odiarlo.
Claramente no lo odio. Es todo lo contrario. Pero siento que si lo digo en voz alta, mi lengua se convertirá en ácido, aunque haya pocas posibilidades de que eso realmente suceda.
Intentando tragar el nudo en mi garganta, lo observo desayunar. Mi sudadera negra le queda quizás demasiado bien para mi salud mental. Sus piernas largas y pálidas cuelgan por el taburete. Pensar que hace dos días él y yo estábamos discutiendo aquí mismo, y ahora todo esté en silencio casi sepulcral, me agobia un poco.
Tal vez no encontrar una forma de acceder a él es lo que me está frustrando, y no tiene nada que ver con su falta de interés en mí o en mi marca.
Gruño y como mi desayuno, intentando no volver a posar mis ojos en él, pero me es imposible. Joder. Ya no sé qué diablos hacer. SeHun es prácticamente una pared que no puedo derribar. El mayor obstáculo que jamás se me ha presentado. ¿Por qué me odia tanto? Si él fuera un poco más cálido conmigo, entonces quizás sería más fácil acercarme a él, pero solo parece querer dejar en claro lo mucho que me odia. Ahora que tiene mi marca en contra de su voluntad, debe odiarme aún más. Maldición. Con lo mucho que me gustaría poder demostrar un poco más de cariño hacia él, o abrazarlo como lo hice el otro día en la cocina... es horrible verlo de lejos y no poder darle una pizca de consuelo porque sé lo orgulloso que es y lo mucho que aborrecería cualquier acto de afecto mío.
Dos horas después, mi malestar aún no ha pasado. Debo mantener la mirada en el frente para no chocar. SeHun no me dirige la palabra más que para hablar de cosas completamente esenciales, desde hace dos días en los que le dije que pagaría sus deudas. Vamos rumbo a hacer eso mismo.
Sinceramente, no me molesta en lo más mínimo pagar esto. Pagaría lo que sea que él me pidiera. Lo que me resulta tan chocante es que sus padres lo hayan dejado financieramente solo de esta forma. ¿Qué rayos está mal con ellos? Quiero preguntarle a SeHun cuáles son las razones detrás, si es que las hay o si él supone algunas, pero de nuevo llegamos a esta situación asquerosa en la que no sé cómo rayos acercarme a él cuando SeHun me trata como si yo tuviera alguna enfermedad contagiosa.
Me duele, aunque en mi perra vida vaya a admitirlo ante él. De todos modos se burlaría de mí.
Nuestros pasos resuenan en el pasillo del banco. Él hace todos los trámites y yo transfiero el dinero. Ninguno dice nada más allá de lo necesario. Tener su cuerpo tan cerca mío, sentirlo tan tenso y con la guardia en alto, me altera un poco. Quiero calmarlo, decirle que todo estará bien, pero no digo nada. Cada vez siento que la frustración se acumula más y más dentro mío, y solo quiero golpear cosas. Joder con el instinto de Alfa. Que sea mi Omega me está volviendo loco.
—Gracias —murmura cuando volvemos a subirnos al auto.
Reprimo las ganas de acariciar su cabello y decirle que no es nada. Me gustaría darle besos en el rostro para borrar cada uno de los pensamientos que lo están atormentando... Un momento, ¿de dónde diablos vino ese pensamiento?
—Está bien, SeHun. Ya te he dicho que no es nada, y que no me debes...
—Lo sé, pero intentaré pagarte de algún modo. No sé si me acepten en un trabajo porque, bueno. —Se toma el vientre con una sonrisa triste—. Pero al menos intentaré colaborar en ca... —Detiene su habla, como si no supiera qué expresión usar—. En tu departamento.
Mis manos aprietan el volante hasta que se vuelven blancas. Él lo iba a decir, ¿no es así? ¿"Casa", como, de los dos?
Y, al darme cuenta que quizás me hubiera gustado escucharlo decir eso, pienso que tal vez estoy mucho más jodido de lo que pensaba.
***
—¡Que seas un Alfa no te da más derecho que yo...! —Los gritos al otro lado se vuelven un borrón de palabras hasta que vuelvo a conseguir escuchar por encima de la música a todo volúmen—. ¡...Me importa una mierda!
—¡Bien! —grita JongIn.
—¡Bien! —responde ChanYeol.
Entonces la puerta se abre de un tirón, y yo doy un salto hacia atrás al tiempo que Kim JongIn sale del cuarto echando humo por las orejas, con el cuello rojo de la ira y probablemente unas ganas espantosas de asesinar a alguien. Tengo que correrme de su camino si no quiero ser su primera víctima.
El tipo ni siquiera me nota. Lo observo desaparecer por el final del pasillo, y termino carraspeando antes de entrar al cuarto de ChanYeol. Uh. Esto es... incómodo. Él parece entre enojado y deprimido. Decido acercarme a su lado y palmearle la espalda mientras me siento en la cama.
—Ya, ya —digo, sin saber muy bien qué más decir—. Está bien, no es necesario ponerse así.
ChanYeol se muerde el labio inferior, y cuando lo suelta, está sangrando. Suspiro y le froto la espalda un poco más hasta que la tensión se disipa de sus hombros, dejándose caer un poco hacia adelante entre sus piernas abiertas.
—Esto... esto es una mierda —murmura.
—¿Por qué peleaban?
—Solo unas idioteces de Alfa —gruñe.
Alzo las cejas, y él parece percatarse de lo que ha dicho porque se tensa de vuelta. Le froto los hombros para que capte que no me ha afectado, aunque sí me da curiosidad.
—¿Cuál fue el problema?
—JongIn tiene... algunos problemas de temperamento —dice, sus ojos buscando sus dedos enredados con nerviosismo—. Y yo no sé si puedo lidiar con eso. Es demasiado para mí.
—Quizás solo necesita golpearse con una pared para darse cuenta de lo que está haciendo mal —digo, aunque realmente no entiendo a qué se refiere.
Pero él parece comprender porque de repente su rostro se ilumina como si hubiera tenido la mejor idea del mundo. Termina echándose hacia atrás en la cama con una sonrisa satisfecha; no obstante, no se percata de su altura y su cabeza choca ruidosamente contra la pared, haciéndolo soltar un gemido de dolor y a mí una sonora carcajada.
—Eres tan idiota y torpe a veces —digo entre risas.
—¡Te odio! —exclama golpeándome el brazo juguetonamente. Al final terminamos calmándonos y vuelve a sentarse a mi lado, aunque esta vez me está mirando seriamente—. ¿Por qué estás aquí? ¿No deberías estar con SeHun? Prácticamente no te despegabas de él durante este último tiempo.
Suspiro y niego con la cabeza, sintiéndome de repente afligido.
—Vine porque realmente necesito hablar contigo, ChanYeol —murmuro—. Eres mi mejor amigo y tienes que escuchar mis mierdas, ¿sabes?
—No firmé para esto en el contrato. —Su tono es burlón, pero como ve que no me río, vuelve a poner su expresión más seria—. A ver, cuéntale al tío ChanYeol.
Ruedo los ojos y me echo hacia la izquierda sobre la cama, reposando mi cabeza en la almohada. ChanYeol se sienta contra la pared y me mira, dejando que yo ponga mis pies sobre sus rodillas.
—Escupe —dice al ver que me quedo callado.
—SeHun tuvo un celo hace unos días y nosotros tuvimos sexo —digo, él alza las cejas sorprendido—. Fue... muy intenso. Se sintió muy bien. Y a la mañana siguiente, nosotros... ya sabes, tuvimos nuestro momento. Conectamos. Eso fue jodidamente increíble, creo que no hay palabras para decir lo genial que fue tener esa sintonía, como si... —Me interrumpo, ¿a dónde diablos quería llegar?—. En fin. Lo malo de todo esto es que, primero, la condición de que él viviera conmigo era no marcarlo, y yo le di una marca temporal. —Cierro los ojos, incapaz de ver su reacción, no quiero que piense nada de mí, no necesito ser juzgado en este instante—. Él realmente me odia, ChanYeol. Incluso me preguntó si había algo de lo que yo me arrepentía y le dije que sí, pero ni siquiera me dejó terminar y se fue enojado. Sinceramente su actitud me molestó tanto que ni siquiera quise explicarle lo que sucedía. Ahora creo que me odia todavía más.
—¿Solo eso? ¿No crees que estás exagerando un poco?
—Es que... diablos, tú no comprendes porque eres un Beta. Sin ofender —me apresuro a añadir—. La marca es algo muy especial, ChanYeol. Nos conectó. Ahora mismo puedo sentirlo, aunque no tenga alguna forma de comunicarme con él, siento como si nuestros corazones estuvieran cerca. Es una mierda muy extraña. Y todo es tan jodidamente raro, porque hasta hace poco aborrecía a SeHun y ahora... ahora... ahora ni siquiera aguanto que él me odie. Es mi Omega y me odia. Pero no debería ser así. Esto no debería afectarme.
—¿Quién dice que no debería afectarte? Eres una persona con sentimientos, después de todo.
—Es que... ChanYeol, joder. ¡Es Oh SeHun! —digo como si eso bastara como una explicación medio decente.
—Ya te dije que tienes tan arraigada en tu mente esta imagen maliciosa de SeHun cuando él realmente no es así, BaekHyun. Es su mecanismo de defensa. Es el mismo que tienes tú. En eso son bastante parecidos. —Hace una pausa, pensativo, y lo siento removerse en la cama—. Los dos se ponen agresivos y a la defensiva con el otro, para no enseñar sus verdaderos sentimientos.
—Yo no me pongo a la defensiva.
—Sí que lo haces. Te encierras en ti mismo y no ves más allá del odio que tienes hacia él. —Me mira de forma acusatoria—. Sabes que en el fondo es así. Te permitiste conocer a SeHun más de lo que deseabas y has visto su lado vulnerable, incluso aunque fuera inconscientemente, y ahora tu mecanismo de defensa ha dejado de funcionar porque la horrenda imagen de SeHun que tenías ya no puede engañarte más.
—Esto no es divertido —murmuro, sintiendo un nudo muy grande en la garganta—. No me hagas un perfil psicológico o una de esas mierdas.
—Ahí vas —bufa—. ¿Ves lo que te digo? Ni siquiera puedes aceptar que tengo razón. No estoy diciendo tonterías. SeHun es igual que tú al momento de aceptar las cosas. Ambos se ponen a la defensiva. Él huye o deja que su ego rebote contra las paredes para defenderse de los demás, y tú entras en la negación total. Si quieren que las cosas progresen entre ustedes, o al menos puedan hablar, deberían bajar la guardia un poco y dejar que sus verdaderos yo salgan a flote.
—¿Y cuáles sería el verdadero yo de SeHun? —pregunto con voz ronca—. Tú lo conoces...
ChanYeol se queda callado por un momento.
—SeHun es un Omega muy solitario y con pocos amigos que debido a su naturaleza ha sido despreciado por su familia. También huye de todas las situaciones que se le van de las manos. Tiende a escapar siempre de ellas, y eso a veces gana por sobre su orgullo. Es increíble cómo su sistema de autodefensa le gana la mayoría de las veces.
—Pero él no huyó de mí —murmuro—. Es decir, sí lo ha hecho muchas veces, pero... él vino a vivir conmigo después de todo...
Las dudas me abordan en ese instante. ¿Por qué... por qué SeHun se ha quedado? ¿Por qué no huyó de mí después de que dijo la verdad? Podría haberse negado a todo lo que ofrecí, pero de todos modos terminó cediendo.
—Es más que seguro que él tiene una razón para quedarse —dice ChanYeol luego de una eternidad de silencio—. Ahora solo queda que lo descubras.
—Esto no ayuda en nada, ¿sabes? Eres el peor.
—Solo te estoy ayudando a que te des cuenta de algo muy importante, pero eres tan lento a veces...
Algo muy importante. ¿Qué será eso?
***
La lluvia me atrapa cuando estoy regresando a casa. Me coloco la capucha y apresuro el paso para llegar a casa antes de que se ponga peor, pero inconscientemente detengo el paso delante de un negocio donde venden cosas para bebés.
Como un idiota, me quedo observando la vidriera, mientras algunas imágenes juegan con mi mente: SeHun inclinado en una cuna jugando con un bebé, SeHun y yo aplaudiendo a un niño de un par de meses que está en una sillita extraña con juegos, ni siquiera sé cómo se llaman esas mierdas.
¿En serio voy a ser padre de un niño en unos meses? ¿Tendré que aprenderme los nombres de todos estos aparatos? ¿Cambiar pañales? ¿Darle de comer? Es... es tan extraño. Aunque ni siquiera quiero pensar en el futuro en este momento, porque eso me lleva a otras preguntas, como ¿qué va a pasar entre SeHun y yo? ¿Cómo será cuando el bebé crezca y nosotros...?
Necesito dejar de pensar en esto, pero no puedo. El futuro es difuso cuando se trata de SeHun y yo. No sé qué es lo que le sucede a mi corazón cuando pienso en el Omega y no lo quiero averiguar. Es Oh SeHun, no se supone que me sienta de esta forma por él.
Es gruñón, sarcástico, siempre anda a la defensiva, busca herir con palabras a los demás, y es tan terco como orgulloso que a veces me dan ganas de estrangularlo. Siempre quiere tener la razón. Es muy tozudo y mal predispuesto. ¿Por qué habría de sentir algo por él?
No es como si mis labios parecieran hechos para besar su piel o su cuerpo esbelto y delgado fuera una obra de arte. Tampoco es como si sus labios fueran el dulce más delicioso y suave, o si su sonrisa fuera la más hermosa de todas con dos faroles en forma de medialunas en sus ojos. Mucho menos es como si me encantaran sus pestañas negras y dulces rozando sus pómulos, o lo suave que se ve su cabello, o lo lindo que es cuando hace pucheros, o la forma en que se ve su pancita abultada. Ni siquiera se trata acerca de lo increíblemente bebé que puede ser a veces o que sus caprichos sean de algún modo tiernos, o lo dócil y tierno que es por las mañanas; y muchísimo menos el hecho de que me gusta molestarlo para ver su ceño y labios fruncidos porque se ve tan bonito enfurruñado. Además su culo es muy redondo y gordo... no me gusta para nada.
Nada de eso. No me gusta SeHun.
Ajá.
Intento convencerme durante todo el camino hasta el apartamento que Oh SeHun no me gusta y que definitivamente no vamos a tener nada jamás, incluso cuando ahora llevo en un brazo varios objetos para la cuna del bebé y en la otra una bolsa de sus dulces favoritos.
¿A quién mierda quiero engañar? Quiero que SeHun deje de odiarme. Quiero que sea mío. Quiero ponerle una marca permanente. Quiero criar al bebé con él. Quiero darle besos de buenos días en los labios. Quiero hacerle el amor cada noche. Quiero ser la razón por la que sonría. Quiero cuidar de él. Quiero perderme en él.
Quizás ChanYeol tiene razón y debería bajar mis defensas ante él un poco más, dejar de repudiar tanto el demostrarle lo que siento...
—Estoy en casa —anuncio cuando abro la puerta, pero no recibo respuesta.
A esta hora SeHun debería estar aquí, pero tal vez aún no ha vuelto. Ni siquiera sabía que había salido, pero sus llaves no están, ni sus zapatillas, así que es obvio que se fue.
Me decido por guardar los dulces en la cocina y coloco los juguetes para el bebé sobre la mesa, para que los vea cuando llegue. Después, me pongo a hacer la cena, pero termino comiendo solo porque no vuelve.
Y cuando despierto al día siguiente en el sofá —me había quedado dormido esperándolo—, él tampoco ha regresado y su aroma cada vez se desvanece más de los alrededores, señal de que no ha pasado por aquí en muchas horas ya.
Un nudo se instala en la boca de mi estómago cuando me doy cuenta de que tampoco ha respondido mis mensajes de texto, todos ellos con "¿vendrás a casa?", "¿dónde estás?". La última vez que revisó su mensajería, fue a las tres de la tarde del día anterior.
¿Debería preocuparme? Porque si no debo hacerlo, ya es tarde: estoy a punto de entrar en una crisis.
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