Prólogo
Bajo el crepitar de las antorchas se cerraron las pesadas puertas de madera de aquella oscura sala de estar.
— Bueno, ¿para qué nos necesitabas, Hirsch? Espero que no me hagas perder el tiempo —mencionó con impaciencia un lobo de pelaje albino, ojos verdes y cabello corto desordenado con un fleco que cubría parcialmente su ojo derecho. Aparentaba 20 años, y en ambos brazos, arriba de los codos, tenía unos tatuajes de líneas anchas que rodeaban su piel.
— Mucho cuidado con la forma en que te diriges a mi, Nathan. Recuerda que el rey aquí soy yo —sentenció el mayor de los demonios presentes, Hirsch, quien parecía tener 26 años y tenía la apariencia de un híbrido de erizo con piel pálida, púas blancas grisáceas con escamas rojas y naranjas, y ojos naranjas con pupilas de reptil.
— Si si, ya lo sé. Dinos lo que necesitas, no quiero seguir en la misma habitación que este sujeto —señaló con la cabeza a quien estaba a su lado.
El susodicho, de nombre Matthew, era un lince de pelaje negro con manchas blancas, cabello corto peinado hacia arriba y ojos almendrados. En su cuello tenía un tatuaje de una pluma blanca, y aparentaba 21 años.
Al escuchar al lobo con ese tono despectivo, empezó a gruñirle con molestia, pero pronto volvió a su silencio cuando Hirsch se lo ordenó con un gesto sutil.
— Dejen de comportarse como niñitos. No los traje aquí para que se pelearan, sino para encomendarles una misión muy importante que no puedo confiarle a nadie más.
Tanto Matthew como Nathan se pusieron muy serios y lo escucharon con atención.
— Saben que el motivo por el que los hice renacer hace siglos fue para deshacerme de esos molestos cazadores. En otras épocas, eran mortales ignorantes y patéticos que no podrían haberse acercado a la nobleza ni a la realeza del Inframundo. Pero en estos tiempos modernos se han vuelto un completo dolor de cabeza, cuentan con esa "tecnología" y un arsenal más efectivo contra nosotros.
Entre las sombras, una presencia femenina se manifestó y solo dejaba ver sus ojos, que eran literalmente dos orbes dorados.
— Ah, perfecta hora, Arzu —el híbrido notó el momento en que la chica había aparecido, y se volvió a dirigir al lince y al lobo—. Al ir al castillo de los Sallow por motivos diplomáticos, su compañera pudo darse cuenta de la baja importante de sus guerreros y plebeyos; lo impactante fue que la responsabilidad de eso no fue de ninguna otra Casa real, sino de los mortales.
— ¿Está queriendo decir que los mortales están ganando poder, señor? —preguntó Matthew con mucha seriedad.
— Mm, relativamente. Ya es de su conocimiento que la Casa Sallow maneja el frente principal de ataque, tienen guerreros y gladiadores de todas clases. Hace unas semanas, uno de sus más fuertes soldados fue asesinado por una facción de cazadores que ya han matado otras criaturas sobrenaturales.
Nathan apretó los puños— Quiere decir que ya son potenciales amenazas para la nobleza y la realeza, ¿no?
— Exactamente. Y como mis queridos pares nobiliarios ya no enviarán más de sus guerreros, ahí es donde entramos nosotros.
Arzu, quien estaba atrás de ellos, dio un paso sin dejar aún que las antorchas la iluminaran— La reina de la Casa Sallow solicitó que actuáramos de inmediato contra esos cazadores, antes de que intenten algo peor, como invadir el Inframundo y atacar a las familias reales.
Hirsch bajó unos escalones pequeños, y una vez estuvo más cerca, los 3 se arrodillaron.
— Después de todo, somos el frente de ataque especial. Ustedes 3 son mis creaciones perfectas, por tanto, como su rey les ordeno que defiendan el honor de la Casa Chadburn y se encarguen de esta misión en nuestro nombre —mandó seriamente—. Nathan, Matthew, ustedes irán en una emboscada en contra de esa facción de cazadores y su líder. Arzu, te encargarás de vigilar las demás puertas del Inframundo, de modo que ningún mortal las descubra ni entre por ellas. Usen el método que quieran, no se contengan en atacar. ¿Ha quedado claro?
— Si, señor —los 3 mantuvieron la misma postura y la cabeza agachada hasta que el híbrido se marchó de la sala.
Después de planear entre los 3 sobre lo que harían respecto a la misión, se sentían mucho más confiados sobre esta. Ya habían luchado antes, no sería diferente esta vez... ¿O si?
Esta última pregunta rondaba la cabeza de Nathan. Su instinto ya empezaba a advertirle, incluso el ente demoníaco que lo poseía se inquietó por ese mal presentimiento, producto de su habilidad de precognición.
¿Acaso sus planes se iban a arruinar?
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