Capítulo 11: "La primera vez"
"Creo que la mayoría de seres humanos, tienen dentro de ellos la capacidad de cometer un asesinato"
🕷🕷🕷
"— A lo mejor está en los percheros del pasillo. — dijo Gabriela colocando su pequeña mano sobre mi hombro.
— No —Negué meneando la cabeza,provocando que las coletas me azotaran el rostro. —. Ya la he buscado ahí.
Era la hora del almuerzo y yo no encontraba la mochila con mi comida. La profesora nos estaba metiendo prisa para salir al patio de juegos. Gabriela me observó con sus enormes ojos verdes y me dedico una sonrisa comprensiva. Para tener cuatro años era mucho más madura que los demás,pensé.
— No llores. Compartiré mi comida contigo.
Sin quedarme otro remedio asentí sorbiendo mi nariz y seguí a Gaby hasta el exterior. A pesar de su amabilidad seguía sintiéndome culpable. Esa mochila me la había mandado la prima de mi madre de Austria. Tenía que cuidarla y sin embargo ya la había perdido el primer día.
Al poco tiempo de salir al patio comenzó la lluvia como consecuencia de pleno otoño. Volvimos al interior y Gaby y yo nos sentamos en los bancos junto a una ventana. Mi única amiga en aquella guardería partió su bocadillo por la mitad y me ofreció una parte. Paté...
Había odiado aquel estúpido sitio desde el primer día. Les había suplicado a mis padres que me dejaran en casa, asegurando que no me hacía falta ir a una guardería. Sin embargo no cedieron ante mi berrinche.
Comimos en silencio sentadas hasta que Gaby decidió hablar.
— Mi madre me ha comprado una muñeca nueva. — Me informó la niña observando las gotas de lluvia chocar contra la ventana. — Es muy bonita. ¿Tú tienes muñecas?
Negué con la cabeza y ella frunció el ceño interrogante. No me gustaba hablar. Nunca fui una niña parlanchina. Prefería escuchar.
— ¿Por qué?
Estaba apunto de explicarle que siempre les acaba rompiendo la cabeza al intentar cambiarlas de ropa, cuando algo llamó mi atención.
Roby, un niño de la clase de 5 años carente de los dientes de arriba sacudió mi mochila en el aire para después salir corriendo. Él siempre robaba mis cosas o me tiraba del pelo por diversión. Sin pensarlo y haciendo caso omiso de las advertencias de Gaby salí corriendo en su busca. Cuando finalmente lo alcancé fue demasiado tarde, había lanzado mi mochila al exterior a través de una ventana.
— ¡No! — Grité sintiendo las lágrimas arder en mis ojos.
El niño se sacudió las manos y pasó por mi lado haciendo una mueca de burla. Me limpié una lágrima que resbaló de mi ojo izquierdo con el dorso de la mano y volví al pasillo. Mamá me regañaría al saber que había ensuciado la mochila, así que seguí a Roby para exigirle que fuera a buscar mi mochila, cuando alguien se interpuso en mi camino.
Carla.
— ¡Deja en paz a mi novio! — rugió propinándome un empujón.
Traté de explicarle que lo único que quería era mi mochila de vuelta,sin embargo ella no me escuchó, se acercó a mí con una sonrisa diabólica para una niña de cinco años.
— Eres una tonta. Y ¿sabes que voy a hacer? Cavaré un gran agujero y enterraré a tu madre dentro.
Trató de volver a empujarme cuando alguien intervino,Gabi.
— ¡Déjala en paz! — Me defendió mi amiga.
— ¡Tu cállate machorra! —La insultó Carla refiriéndose a su peinado corto.
Sabía que debía evitar ese tipo de situaciones. Pero era demasiado tarde,podía sentir el enojo y la indignación juntarse dentro de mí hasta transformarse en ira. No debí hacer lo que hice a continuación, sin embargo sólo tenía cuatro años y estaba enfadada. Empuje a Carla sin medir la magnitud de mi fuerza. Ésta no tuvo tiempo para reaccionar y perdió el equilibrio cayendo de espaldas contra la enorme chimenea de piedra, golpeándose la cabeza.
Lo que ocurrió a continuación fue muy confuso. Los gritos escandalizados de la profesora, un burullo de niños a nuestro alrededor y Gabi mirándome con los ojos como platos asustada. Sin embargo yo no podía apartar la mirada del cuerpo inmóvil de Carla, su cabeza estaba sangrando y ella tenía los ojos cerrados.
Tiempo después llegó la ambulancia y mi madre.
— Señora Mindeer — La profesora nombró a mi madre por su apellido de casada. —. En esta institución no permitimos esta clase de comportamientos.
Podía escucharlo todo a través de la puerta. De esa forma me enteré que Carla estaría bien, solamente recibiría unos puntos y un par de días de baja.
Pero lo preocupante era la sensación de decepción. No me sentí aliviada por el hecho de que ella siguiera viva y eso me asustaba. Cuándo después en casa mi madre me preguntó decidí contarle la verdad. Y entonces por primera vez vi la decepción en sus ojos, mezclada con terror. Su hija de cuatro años había estado a punto de matar a otra niña y no se sentía culpable. Por el contrario ella no sabía el motivo, aquella niña había amenazado con quitarle la vida a su madre, y aunque solo fuera una amenaza sin sentido ni lógica. A esa edad eso era una declaración de guerra."
🕷🕷🕷
Abro los ojos de golpe con la respiración agitada y el corazón golpeándome con fuerza en el pecho.
— ¡Gracias a Dios!
Erza aparece a mi lado con expresión aliviada. Me doy cuenta de que me encuentro en una cama, sin embargo no reconozco la habitación. Es completamente blanca, con dos puertas de madera, un escritorio y un armario. Por un momento me paralizo pensando que estoy en un hospital.
— ¿Dónde estoy? — Le pregunto a Erza incorporándome.
Ella me dedica una sonrisa algo forzada.
— A salvo. —Comenta evadiendo mi pregunta. —¿Cómo estás?
Y es cuando todo vuelve. Siento mi piel erizarse al recordar lo ocurrido. El tipo que entró en casa, su...sangre...
— Mierda. ¿Qué he hecho? —Inquiero tratando de salir de la cama, pero ella me detiene.
— Sh... —Me acalla. —No pasa nada. Quédate en la cama.
— No. No puedo. —Trago en seco. —Porfavor no...
La puerta abriéndose me interrumpe, y el rostro que me encuentro me hace quedarme sin aliento.
— ¿Qué hace él aquí? —Inquiero sin apartar la vista de Casian.
Éste alza una ceja y se acerca.
— Estás en mi casa. Así que tranquilita.
Me quedo confundida procesando la información por un momento.
— ¿Qué coño hago aquí? — esta vez miro a Erza. —. Venga. Ni de coña. Quiero irme a casa.
Erza me detiene.
— Aquí estás segura. No vas a volver a casa hasta que te recuperes.
— ¿Que me recupere de qué exactamente? No tengo un resfriado, Erza.
Busco rastro de alguna herida en mi cuerpo, pero estoy intacta.
— Erza. —Pronuncio su nombre con lentitud. —¿Me quieres contar que mierda pasa aquí?
— No grites, yo sí tengo vecinos, reina. —Interviene Casian.
— ¡Tú vete a la mierda! — Lo señalo con el dedo y vuelvo la mirada a mi amiga. —Voy a volver a casa.
— Me da a mi que no. — Casian cruza los brazos sobre el pecho.
— Jude, confía en mí. — La rubia me mira suplicante. — Volveré esta noche.
Erza me dedica una sonrisa genuina, sin embargo yo ya me estoy poniendo en pie.
— ¿Me vas a dejar aquí como a un perro?
— Aquí vas a estar bien... —Insiste.
— Voy a estar bien en mi casa, aparte tengo que trabajar.
— No te preocupes por eso. —Niega.
— Erza, he dicho que voy a volver a casa. — Le dedico una mirada desafiante.
— Y yo te digo que te vas a quedar aquí. Vas a estar bien atendida.
La miro incrédula. No me puede hacer esto. ¿Me va a dejar en casa de un desconocido?¿Por qué?
— Erza no me jodas...
— Lo siento. Es por tu bien. —Susurra y puedo ver su labio inferior temblar.
— ¿Por qué aquí?
— Te lo explicaré cuando estés mejor. —Se acerca y deposita un beso en mi pelo. — Taisky.
Y con eso se aleja hacia la puerta dejándome a solas con... eso.
— Bueeno. —Casian descruza los brazos. — ¿Tienes hambre?
Pongo los ojos en blanco y me dejo caer de espaldas sobre la cama ignorándolo.
— ¿Siempre eres tan asquerosa? — Inquiere bufando.
Casian se va también al cabo de unos minutos y lo agradezco. Lo que menos me apetece es pasar tiempo con alguien.
Aunque pensándolo bien ¿Por qué me dejaría Erza en casa de un tío al que apenas conoce? No es propio de ella. A menos, que sí que lo conoce. No sé cuanto tiepo pasa exactamente hasta que Casian vuelve a entrar, con dos bolsas de papel.
— No sé cocinar, así que vas a cenar hamburguesas. — Dice con una sonrisa, cerrando la puerta de un puntapié.
Opto por no contestar. Simplemente me doy media vuelta en la cama dándole la espalda. Siento su mirada sobre mí y giro la cabeza viendo como desenvuelve una hamburguesa y le da un mordisco.
— ¿Te puedes ir?
— ¿De mi propia habitación? Claro, hombre —Habla encogiéndose de hombros.
Me da un empujón nada cuidadoso y se mete en la cama junto a mí.
— ¿Es en serio? — Inquiero bajándome de la cama.
Me escuece el costado derecho y trato de reprimir el dolor.
— Ni que fuera la primera vez. No te olvides de nuestra siesta en el sofá del estudio —Sonríe colocando los brazos detrás de la cabeza. —. Mira, tienes dos opciones. Tumbarte a mi lado. —Señala la cama junto a él con la cabeza. —O sentarte en el suelo. Y te aviso que no pasó la aspiradora con frecuencia.
— No me voy a tumbar a tu lado. —Aclaro caminando hacia la puerta.
— ¿Quién ha dicho nada de tumbarse? . — Aporta con sarcasmo.
— ¿Por qué me han traído a tu casa? —pregunto frenando antes de abrir la puerta.
— Porque no puedes ir a un hospital. Y aquí vas a tener atención médica.
Me observa con una mezcla entre falso desdén y diversión.
— ¿Aten... —Empiezo.
La puerta se abre por sorpresa y me da un golpe en la frente.
— ¿Cómo está mi paciente? — Inquiere Shanne entrando con una sonrisa y una bata blanca.
— No me jodas. —Bufo tapándome la cara,de repente mareada.
N.A:
¡Hola desequilibrados mentales!
Siento si hay alguna falta ortográfica. Pronto corregiré todos los capítulos hasta la fecha.
Nada que decir. Espero que disfrutéis del capítulo y me dejéis vuestra opinión en los comentarios.
Nos leemos.
La reacción de algunas al ver el título del Capítulo 9.😏😏🙄
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