I
–Mañana, mañana será mejor.
Palabras que siempre me decías y a las que hasta el momento no había descubierto su significado, hasta que te das cuenta de que el futuro, el destino o cualquiera que sea la fuerza externa que nos lleva a tomar nuestras decisiones tiene un plan para cada uno de nosotros. Cada sonrisa a tu lado fue todo para mí, aunque este perdido y sin saber a qué dirección correr, apesar de dejar este mundo tan solo quiero llevarme todo lo que eres para mí Johanne.
Hace ya un tiempo atrás
Tan solo puedo recordar que por algún momento creí que había logrado mi cometido, veía tantas luces borrosas que pensaba que realmente ya había muerto, todas esas pastillas que había tomado hicieron la reacción perfecta para alejarme de este mundo vacío y todo estaba perfecto hasta que pude observar que era la luz del salón de urgencias, me habían encontrado en mal estado en mi departamento y me trajeron inmediatamente hasta el hospital central, lograron salvarme la vida. No se cómo había fallado mi plan, todo estaba detalladamente elaborado para poder acabado con mi existencia y apesar de no haber logrado lo que me había propuesto si me sentía adolorido todo el cuerpo.
– Buenos días, señorito Ramírez ¿ Como se siente ?– decía con una sonrisa algo falsa la enfermera que daba su ronda matutina al cubículo luego de dormir algo.
– Me siento vivo, ese es el problema– dije con voz de enfado.
Y en lo que la enfermera se retiraba en la puerta por donde se retiraba apareció ella, mi alma gemela y no me refiero a mi pareja, sino esa persona que aún siente algo por mi. Johanee era esa persona que nunca dejó de estar para mí y cuando lo perdí todo, ella dejó su vida, para ser mi todo, más que una amiga se había convertido en la madre que hace algunos años yo había perdido. Su cuerpo se sostuvo sobre el marco de esa puerta, sus brazos tumbados totalmente, sus pies la sostenían por inercia y su mirada fijamente hacia mi con lágrimas en los ojos, se debatía entre quedarse allí mirándome o sentarse a mi lado y hablar todo eso que se hacía un nudo en su garganta.
– ¿Mario que pensabas ? Dime pensaste antes de hacer esa estupidez en mi, que mierda tienes en la cabeza, mírame cuando hablo contigo, te convertiste en mi vida...– mientras seguía intentando hablar las lágrimas se lo impedían.
– Disculpa, soy una bomba de tiempo y en cualquier momento puedo herirte.
– Necesito que te mantengas vivo por mí Mario,porfavor– dijo mirándome fijamente.
Nuestra historia es como una de aquellas que salen en las telenovelas que le gustan a la abuelitas, aunque no lo parezca yo tenía una familia, éramos como esas revistas en las que aparecen la mamá, el padre y hasta una mascota, éramos felices, ciertamente no éramos perfectos pero vivíamos con armonía, hasta que un día en el mercado un señor llegó a robar y mi padre por defendernos fue el objeto a derribar por su revolver y acto seguido mi madre y varios más que estaban allí aquel fatídico día. Fui un milagro, ya que soy el único que sobrevivió aquel día, ese hombre me había quitado todo lo que tenía, era un niño en cuatro paredes tapizadas y fue cuando apareció Johanne, quien era mi vecina y apesar de que solo era unos tres años mayor que yo, ella y su familia se dedicó a cuidarme desde ese día y enseñarme todo lo que se hoy en día, con el paso del tiempo fuimos creciendo y nos hicimos hombres y mujeres de bien, ella me ayudó a combatir mis debilidades, fue como si santa, mi protectora, éramos el dúo perfecto, ella era mi Don Quijote y yo sus molinos.
Pero a medida que iba creciendo y apesar de que su familia se dedicó en cuerpo y alma en convertirme en uno más de la familia, si fui razón de varios dolores de cabeza y algunos malos entendidos, desarrolle un síndrome ansioso con el paso de los años, añadiendo una depresión que me llevaba hacer locuras, tanto así que sus padres decidieron en un momento en verme como un caso incorregible, pero ella no, ella aún creía en mi. Antes de que nos dieran el alta médica y luego de ya haber pasado por el susto que había ocasionado me explicaron que poco después de haberme quedado inconsciente en mi habitación, ella llegó a mi departamento y al ver que yo no respondía a sus llamados tumbó la puerta y fue cuando llamo rápido a las personas que estaban cerca para que la ayudarán a meterme en su coche. Realmente no tenía cara para mirarla, la enfermera me llevo hasta la salida del hospital en una silla de ruedas, allá fuera estaba ella ya esperándome y fui caminando con los ojos fijos mirando el suelo, en el viaje hacia casa hizo una parada para comprar algo para comer, ella pidió algo que no lastimara mi garganta, los dos estábamos callados y solo la música de la radio nos acompañaba en ese carro.
– ¿ Tanto así quieres acabar con tu vida Mario?– no pude responder nada a esa pregunta que me había hecho.
– Si yo te pido que te mantengas aquí, conmigo, con vida ¿ Lo harías ?
La mire y con lágrimas que bañaban mi rostro le sonreí y le dije que lo intentaría, si estaba más tiempo aquí con ella sería porque ella me lo pedía, ella respiro con tranquilidad y siguió el viaje, todo cambiaría apartir de ese día, ahora ella sería mi guardia de seguridad, mi protectora sería mi ángel de la guarda, había evolucionado a una nueva especie. Los días a continuación serían la constante confirmación de lo que había acabado de aceptar, aquel no había sido mi día final y sin duda alguna faltaría mucho para eso, aún estoy vivo y todo por ti Johanne.
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