Yo le susurre algo, con comas y puntos suspensivos, él inventó el juego. Compartíamos turnos y nos la pasábamos juntos, pero de lejos. Hasta que una ocasión broto la ansiedad. Tierna inquietud nerviosa causada por apostar de más.
Mi hogar es sencillo, confortable, se vive a gusto y con sueño. Pero no tiene jardín. Como diente de león, liviano y divertido me vino una idea. Dibuje mi pequeño reino y se lo mostré, envolví un futuro a su nombre y lo cubrí en un dulce. Él me miro, pregunto algo que malinterpreté. El regalo me quemaba el latir, le pedí discreción. Asintió, entonces entreví un chantaje y le pedí "también tu corazón" .
Yo era muy caprichosa, no sé si aún lo sea. Al escucharme se aparto, se rasco la cabeza, hizo muecas. No comprendía ¿no comprendía? ¿Quién no comprende que es dar el corazón?.. creí que la idea era de él, pero ya no sé. Tal vez si sabía y mintió. Pero me enfadé, no quise escucharlo. Con un gesto forme la línea que hasta ahora no traspasa. Mi hogar es una plataforma de teatro, le pedí comprara un boleto. Solo uno, una vez, entonces la puerta se abriría y yo podría salir. Yo no le pedí que se quedara conmigo, una vez fuera, diríamos adiós.
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