CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 10
—Señor, permítame explicarle... —pronunció Sky con cautela, dando un paso firme hacia el Comandante. Éste, sin embargo, alzó de nuevo su mano hacia él, sin permitirle decir más.
—El tiempo para las explicaciones ha terminado, cadete —indicó Cruger con dureza—. Es hora de ver adelante y corregir los errores. ¿No está de acuerdo?
—Y así será señor —respondió Sky con bastante seguridad—. Tiene razón, subestimamos a los ladrones, y faltó que mi equipo se coordinara mejor. Hablaré con ellos, y corregiré esto. La siguiente vez los detendremos, se lo garantizo.
Cruger asintió, lentamente. Sky hablaba con la firmeza y seguridad de un jefe de escuadrón, papel que evidentemente él mismo había tomado, y al parecer sus otros dos amigos habían aceptado indirectamente. Era admirable que fuera así, pero... Cruger no estaba tan seguro de estar de todo de acuerdo con la decisión.
Había algunos comentarios y conductas que había visto en él solamente ese día en su trato a sus compañeros, que levantaban un poco las alarmas del Comandante. Como, por ejemplo, en un inicio culpar del incidente a sus dos compañeros sin aceptar verdadera responsabilidad, o expresarse de manera despectiva hacia estos.
Podría estar sólo prejuzgando, basado únicamente en el par de conversaciones que había presenciado. Por ello quería tener esa pequeña plática con él, para intentar conocer un poco más su manera de pensar; algo que difícilmente las pruebas de la Dra. Manx podrían arrojar de manera directa.
De entrada, lo que acababa de decirle sobre acepar que subestimaron a sus oponentes y su compromiso para corregir los errores, eran buenos inicios. Pero aún no terminaba de espantar sus preocupaciones.
—Acompáñeme, cadete —le indicó, justo antes de comenzar a caminar con paso tranquilo hacia la puerta. Sky lo siguió de cerca con su mismo andar, y sus manos juntas tras su espalda—. Veo que se ha impuesto por su cuenta la tarea de ser líder del equipo —señaló Cruger una vez que estuvieron en el pasillo—. Ser un líder viene con el peso de la responsabilidad; no es un privilegio.
—Lo entiendo, señor —respondió Sky sin titubear—. Pero estoy dispuesto a cargar con ese peso. Mi meta es ser el mejor Red Ranger que este mundo haya conocido, y enardecer el nombre de la Súper Patrulla Delta, y el legado de los Power Rangers.
—Poderosas palabras, cadete —murmuró Cruger con solemnidad. Siguieron avanzando unos pasos más por el pasillo, sin ningún rumbo en específico—. ¿Por qué el Red Ranger? ¿No cree que pueda cumplir esos cometidos vistiendo algún otro color?
—Por supuesto que sí, señor. Pero...
Sky se detuvo, y Cruger lo hizo igual. El cadete agachó un poco la mirada, mientras intentaba darle una forma coherente a sus pensamientos. Siempre le resultaba un poco complicado cuando se trataba justo del tema que estaba por tratar. Pero tratándose de Comandante de la S.P.D. Terrestre en persona, debía procurar ser aún más cuidadoso con lo que decía, o cómo lo decía.
—Cómo debe saber, mi padre fue en vida el Ranger Rojo, sirviendo bajo la dirección del Comandante Collins en los Guardias de Plata.
—Lo sé —respondió Cruger con voz seria—. Su padre fue un gran Ranger, cadete. Sólo he oído cosas buenas de él. Si no había tenido oportunidad de decirlo antes, lamento lo que ocurrió.
—Gracias, señor —aceptó Sky, asintiendo—. Mi padre luchó firmemente por proteger este planeta hasta el final, y murió como un héroe. Cuando dije que deseaba enardecer el legado de los Power Rangers, fue principalmente por él. Mi padre es mi mayor inspiración.
Cruger no pudo más que admirar la determinación en sus palabras, y el coraje que resplandecía en sus ojos. Recordó aquella noche, la primera vez que Kat le presentó los expedientes de sus tres candidatos, y al comentar si Sky quería seguir los pasos de su padre, ella había comentado: "créame, es lo que él desea más que otra cosa." Era evidente que no exageraba.
Pudo apreciar entonces que debajo de esa apariencia un tanto exageradamente recatada y quizás demasiado orgullosa, ardía el verdadero corazón de alguien con una gran motivación y anhelo por sobresalir. Ambas cualidades podrían ser el motor que lo impulsaría a cumplir su cometido. Pero también podrían hacer que se estrellara de bruces, si no sabía cómo manejarlas de forma correcta.
—Admiro ese coraje y dedicación, cadete —declaró tras un rato—. Si usted se parece aunque sea un poco a su padre, la Tierra será afortunada de contar con usted como su protector.
—Gracias señor.
—Puede retirarse.
Sky se paró con firmeza, le ofreció el saludo al Comandante, y se dispuso a irse como él había ordenado. Cruger se giró hacia otro lado, en dirección al taller. Pero antes de avanzar un paso, se detuvo de nuevo.
Su charla en general había salido bien, pero había un último detalle que tenía que validar para dar sus dudas por zancadas.
—Cadete, una cosa más primero —pronunció Cruger en alto, llamando la atención de Sky. Éste se detuvo, y se giró una vez más hacia él—. Quería preguntarle: ¿cómo calificaría a sus otros dos compañeros de equipo? —inquirió Cruger sin muchas vueltas—. O mejor, permítame reformular la pregunta. Si nombrara Sydney como Red Ranger, ¿seguiría sus órdenes?
—¿Qué? —exclamó Sky como primer reflejo, seguido de una nada discreta risilla burlona—. Señor, es una chica.
Cruger lo observó fijamente en silencio, aguardando unos segundo para ver si acaso decía algo más para explicar mejor aquel extraño argumento. Sin embargo, él no lo hizo.
—Ya veo —masculló Cruger, un tanto dudoso—. ¿Y qué hay de Bridge?
En esa ocasión, Sky pareció pensárselo un rato antes de responder, aunque no mucho.
—Me agrada Bridge, pero seamos honestos. No tiene lo que se necesita para ser un líder.
Cruger asintió. Al menos era honesto y directo con lo que pensaba, eso no se lo podía negar.
—Agradezco su sinceridad, cadete. Eso sería todo. Reúnase con su equipo en el simulador.
Sky asintió, en apariencia bastante conforme, quizás sintiendo que había hecho las cosas bien y sorteada la situación de manera correcta. Y se retiró en dirección al simulador convencido de ello.
Sin embargo, una vez solo, Cruger se tomó un momento para reflexionar sobre todo lo que el cadete había dicho. A pesar de lo que Sky podría haber creído, aquellas preguntas no habían sido para realizar un juicio sobre las cualidades de liderazgo de sus dos compañeros; eran para poner a pruebas las del propio Sky.
Y no había salido precisamente bien parado.
— — — —
—¿Qué cosa dijo? —exclamó Kat, atónita y molesta por igual, asomándose desde debajo de una de los autos patrullas Delta Cruiser, con una llave de tuercas en una mano, y su rostro y ropas manchadas de grasa de motor.
—¿No tienes mecánicos a tu cargo que puedan encargarse de eso? —inquirió Cruger, estando de pie a lado del vehículo que Kat se encontraba reparando.
—No evites el tema, Doggie —le exigió Kat con dureza—. ¿Qué fue lo que te dijo exactamente?
El Comandante suspiró, sonando incluso un poco agotado.
Se encontraban en el área del taller, en dónde se reparaban los diferentes vehículos motorizados utilizados por los oficiales. Tarea que, al parecer, Kat realizaba de vez en cuando ella misma, aunque estuviera un poco por debajo de su puesto como jefa del área. En una ocasión le había dicho que le relajaba hacer ese tipo de cosas, pero... evidentemente no la relajaba lo suficiente en esos momentos.
—Sus palabras textuales fueron: "señor, es una chica" —murmuró el Comandante, repitiendo lo que acababa de mencionar hace un rato—. Sin más explicación adicional.
—¿Cómo se...? —exclamó Kat, anonadada. No completó la frase, y en su lugar soltó un quejido difícil de descifrar.
Los ojos de la Felisiana crisparon con aún más coraje que antes. Salió por completo del debajo del vehículo, se paró y caminó hacia la mesa repleta de herramientas y partes de motor, y tomó un trapo para limpiarse un poco la grasa de las manos.
—Siempre me pareció que era un poco cabeza hueca, pero nunca pensé que fuera de ese tipo de mentalidades tan retrogradas —mencionó la científica con marcado enojo acompañando cada una de sus palabras.
—Sinceramente, siento que no tuvo mala intención con el comentario —indicó Cruger, intentando de alguna forma defender al cadete.
Grave error.
—Oh, ¿en serio? —soltó Kat con tono irónico, volteándose a encararlo, blandiendo la llave de tuercas en su mano como si fuera un arma—. Menos mal que no tuvo malas intenciones. ¿Qué intenciones crees que tuvo entonces, Doggie?
—Creo que no me expliqué bien... —masculló el Comandante un poco nervioso, alzando sus dos manos frente a él en señal de paz.
Kat resopló con molestia, y se giró de nuevo hacia la mesa, lanzando de forma despectiva la llave contra el resto de las herramientas.
En sus predicciones mentales, Cruger había previsto que Kat reaccionara justo de esa forma, pero igual sintió que era pertinente que se lo contara. Después de todo, Sky era justo uno de sus candidatos, y aquel que ambos habían decidido tenía las mejores cualidades para tomar el liderazgo del nuevo equipo. Necesitaba conocer su opinión al respecto, por encima de la de cualquier otra persona.
—¿Sí sabe que la Red Ranger del Escuadrón A es Charlene Grayson no Charles Grayson? —inquirió Kat, con aparentemente más calma en su voz, pero no en su mirada.
—Me atrevería a suponer que no.
—¿Y Lauren Shiba? ¿Y Amelia Jones? Debería al menos estudiar un poco de historia, antes de hablar.
—Entiendo y comparto tu descontento —indicó Cruger con voz reconciliadora—. Ciertamente fue un comentario poco acertado, pero no es lo único que me preocupa. Adicional a eso, en tan sólo su primera misión, varias de las decisiones y actitudes tomadas por el cadete Tate dejan en evidencia posibles problemas en su trato hacia sus compañeros. Problemas que podrían indicar que no está listo para tomar el liderazgo de un escuadrón. ¿No detectaste de tu parte nada parecido durante el tiempo que los estuviste probando?
Kat se cruzó de brazos, y se apoyó hacia atrás contra la mesa de herramientas. Alzó su mirada al techo, y pareció cavilar un poco antes de responder, quizás haciendo memoria de incidentes pasados que ella hubiera detectado durante las pruebas. Y en realidad, no tuvo que pensarlo mucho.
—Mentiría si dijera que no noté en ocasiones cierta hostilidad entre ellos, y algunos comentarios por parte de Sky no tan agradables hacia sus compañeros. Pero nada que en esos momentos me causara preocupación. Son tres adultos jóvenes muy distintos entre sí; los roces y diferencias de opiniones son más que esperados.
—Quizás sólo sea eso —indicó Cruger—. Pero quizás no.
Ambos guardaron silencio, ambos digiriendo respectivamente la situación. E igual por su lado, Kat aprovechó esa pequeña pausa para intentar aplacar sus emociones, e intentar ver las osas con un poco más de cabeza fría. Soltó un largo suspiro una vez que se sintió lista, y se separó de la mesa adoptando una pose más firme.
—Escucha, conozco a Sky desde que era un niño —indicó la Dra. Manx—. No es mala persona, sólo es un poco... cerrado. Con las experiencias y las influencias correctas, estoy convencida de que podría cambiar rápidamente su forma de ser. Y dejando de lado sus no tan apropiadas opiniones, es el más capacitado de los tres para ser el Red Ranger. Bridge y Sydney son grandiosos oficiales de apoyo, pero ninguno tiene lo que se necesita para ser Red Ranger; al menos no en este momento. Pero no porque Sydney sea una chica, quiero dejar eso muy claro —recalcó con severidad.
—Lo entiendo totalmente —respondió Cruger, asintiendo.
—Sky es el que mejor ha salido en las pruebas prácticas y teóricas —prosiguió Kat—. Es listo, preparado, y tiene la motivación para hacerlo.
—Y si estuvieras formando otro Escuadrón A, la decisión sería así de sencilla —comentó Cruger, pensativo—. Pero nuestra intención es crear un Escuadrón B diferente. Y en mi opinión, eso no lo lograremos con alguien como el cadete Tate al mando de éste.
—Doggie —suspiró Kat, un tanto resignada—. Agradezco de verdad tu apoyo hasta ahora en mi idea de cambiar nuestro paradigma al elegir al Escuadrón B. Pero quizás sea hora de que seamos realistas, y aceptemos que tenemos que trabajar con lo que tenemos.
—Aún nos queda otras dos alternativas que debemos considerar, antes de rendirnos —indicó Cruger con inamovible seguridad.
Kat lo miró, intrigada.
—¿Otras dos alternativas? —repitió la científica en voz baja—. No te referirás a los dos chicos que estás buscando, ¿o sí? ¿Los hijos de Landors y Delgado?
Cruger guardó silencio, sin intención aparente de responder.
—No estarás seriamente pensando que alguno de ellos sea el Red Ranger —inquirió Kat, cruzándose de brazos y clavándole encima una mirada de reproche.
El Comandante, sin embargo, pareció ignorar deliberadamente su cuestionamiento.
—Gracias por compartirme sus opiniones, Dra. Manx. Seguiremos hablando de esto.
Y de inmediato se dio la vuelta, y comenzó a caminar hacia la salida del taller.
—Comandante —pronunció Kat en alto llamándolo, pero él siguió caminando sin voltear a verla—. ¡Doggie!
El Comandante siguió de largo, hasta desaparecer detrás de las puertas automáticas.
Kat suspiró, la preocupación y la resignación mezcladas en ella.
—Espero en verdad que sepas lo que haces —susurró en voz baja, al tiempo que tomaba de nuevo su llave de tuercas, y se inclinaba sobre el cofre abierto del vehículo que estaba reparando.
— — — —
Al día siguiente, tras una noche de descanso y reflexión, Cruger y Kat se reunieron temprano en su oficina para discutir los siguientes pasos de su Escuadrón B. Lo ocurrido el día anterior no podía repetirse; necesitaban que sus nuevos Rangers tomarán lo más pronto posible sus nuevos papeles pues, en cuanto el Escuadrón A volviera de su entrenamiento intensivo con la Capitana Earhardt y tuvieran que irse al frente, les tocaría justo a ellos enfrentarse a lo que vendría.
Como la misma Kat le había dicho a los tres cadetes el día anterior, la decisión de qué hacer o no con ellos recaía totalmente en el Comandante. Ella sólo podía apoyar su decisión con datos duros, y claro con su opinión personal del asunto. Y fue justo esto lo que le proporcionó, y Cruger se lo agradeció.
Ninguno había sido consciente de en qué momento Kat se había convertido en su más valiosa y confiable consejera, pero tampoco ninguno se lo cuestionó. Pareció simplemente una evolución natural de su trabajo en equipo, y daba buenos resultados. Aunque a veces los llevara a tomar algunas decisiones un tanto arriesgadas, como todas las que estaban tomando con el Escuadrón B.
Y esa mañana, les tocaría tomar una más.
Tras platicarlo por más de una hora en privado, ambos llegaron al mismo consenso; uno más convencido que el otro, pero un consenso aun así. Por lo que una vez lo tuvieron decidido, los dos se dirigieron juntos hacia la Sala de Mando, en donde habían citado al Escuadrón B... hace como una hora, más o menos.
Bien, un poco de espera nos les haría daño.
—¿Estás segura de qué será lo mejor? —le preguntó Cruger en voz baja a su compañera mientras caminaban lado a lado por el pasillo.
—Como dijimos, no tenemos el suficiente tiempo para postergarlo más —recalcó Kat con seriedad—. Además, será un buen incentivo para ellos.
—Me hubiera gustado esperar a que terminarán con éxito su primera misión, antes de darles cualquier "incentivo" —indicó Cruger con dureza.
Kat sonrió. Incluso verlo un poco molesto resultaba divertido; en una justa medida, claro.
—Dales más crédito, Doggie —recalcó Kat con ánimo—. Pese a los problemas recientes, son buenos chicos.
Al llegar ante las puertas de la Sala de Mando, éstas se abrieron automáticas para ellos, y lo primero que los recibió fue el ruido y el ajetreo causado únicamente por tres de los individuos presentes en la habitación. Y, por supuesto, estos eran ni más ni menos que los tres miembros de su nuevo Escuadrón B.
Cruger y Kat se quedaron de pie en el umbral de la puerta, contemplando la escena ante ellos. No era fácil a simple vista interpretar qué estaba pasando, pero lo que parecía era a Syd estaba intentando golpear a Sky, o algo parecido, mientras Bridge estaba entre ambos intentando mantenerlos separados.
—Siempre escondiéndote, cómo era de esperarse de alguien cuyo poder es hacer escudos, —le gritó Syd con enojo a Sky, mientras intentaba zafarse de Bridge para alcanzarlo.
—Muy valiente con tu puño de acero, ¿no? —le respondió Sky con actitud altanera, con sus manos en su cintura y pecho en alto—. ¿Sin él qué eres?
—No lo necesito para romperte la cara —espetó Syd, aplicando más fuerza en su avance hacia él.
—Chicos, chicos —exclamó Bridge con voz angustiada, mientras seguía oponiendo fuerza contra Syd para retenerla, y evidentemente no lográndolo del todo—. Debo decir que estoy sintiendo muy malas energías en este momento.
Evidentemente dejarlos esperando juntos una hora había sido demasiado reto para su paciencia.
—Buenos chicos, ¿eh? —masculló Cruger, sarcástico. Kat se limitó a sólo sonreír, un tanto cohibida.
El Comandante dio un paso hacia el interior de la sala, y alzó su voz con fuerza para hacerse notar por encima de todo ese ajetreo.
—Veo que aprovecharon este tiempo para afianzar sus lazos de equipo.
Los tres cadetes reaccionaron con rapidez ante el estruendo de la voz del Comandante, separándose y adoptando la posición de firme, como si nada hubiera pasado.
—¡Sí, señor! —pronunciaron los tres en alto, pero no muy convencido en realidad.
Cruger los observó con dureza.
Kat carraspeó y avanzó para intervenir antes de que cualquiera dijera o hiciera algo para empeorar el humor de su Comandante.
—Cadetes, ¿nos acompañan a mi laboratorio? Hay algo de lo que necesitamos hablar.
Los tres se miraron entre ellos con notable incertidumbre en sus rostros. De seguro veían otra reprimenda en su futuro. Kat sonrió, sabiendo que la realidad era un poco distinta.
Los cinco caminaron juntos hacia el laboratorio, sin que nadie dijera nada. Ese silencio, por supuesto, no hizo más que aumentar la incertidumbre en las mentes de los cadetes.
Una vez llegaron al laboratorio y las puertas de éste se abrieron ante ellos, fueron recibidos por el fuerte estruendo de varias piezas mecánicas derribándose al suelo, seguidos por un grito agudo. Los cinco se quedaron quietos en la puerta, al principio sin identificar qué era lo que había ocurrido, hasta que visualizaron a Boom, de espaldas al suelo, con refacciones que habían caído sobre él desde una estantería.
—¡Boom! —exclamó Syd con preocupación. Rápidamente Sky, Bridge y ella se apresuraron hacia él, para liberarlo de su aplastamiento y ayudarlo a levantarse—. ¿Estás bien?
—¿Quién? ¿Yo? Claro —murmuró el asistente, tan aturdido y mareado que en realidad ni siquiera era del todo consciente de quién le estaba hablando.
—¿Qué sucedió? —preguntó Kat, confundida.
—Lo siento, jefa. Es difícil maniobrar a veces con esto —respondió, alzando justo después su brazo enyesado, lo que le provocó un pequeño respingo de dolor. Lo había traído así desde las pruebas del simulador del otro día, pero con algo de suerte se lo retirarían pronto.
Tras una rápida sacudida de su cabeza, pareció despejarse lo suficiente para lograr fijar su mirada en toda la multitud que lo rodeaba en ese momento. Y al instante pareció avergonzarse de que todos hubieran sido testigos de aquello.
—Ah, hola —pronunció nervioso, alzando su brazo sano a modo de saludo—. Wow, no estoy acostumbrado a ver a tanta gente aquí al mismo tiempo.
Kat suspiró por lo bajo. Se aproximó a su asistente ya de pie, y con las manos le acomodó con cuidado su atuendo.
—Estás bien —concluyó la Dra. Manx, un diagnóstico apresurado, considerando que no era doctora en medicina—. Boom, ¿puedes traerme los ya sabes qué? —le pidió con un tono de complicidad.
Boom la miró, tan confundido que pensó que quizás el golpe en la cabeza lo tenía aún algo afectado.
—¿Los ya sé qué? —masculló Boom en voz baja, al inicio claramente perdido. Pero tras unos segundos, la respuesta pareció revelarse sola en su cabeza—. ¡Ah! ¡Los yo ya sé qué! ¿Es el momento? —exclamó en alto, notablemente emocionado.
—Es el momento —indicó Kat con una sonrisita astuta.
Boom pareció recuperarse al instante de cualquier dolencia, y un brillo de desbordante excitación se apoderó de él. De inmediato se dirigió hacia un rincón del laboratorio, buscando rápidamente algo entre los estantes; o lo más rápido que hacerlo con un solo brazo le permitía.
—¿Es el momento de... qué, exactamente? —preguntó Bridge, bastante curioso por aquel extraño diálogo, al igual que sus dos compañeros.
—Cadetes, atención —pronunció Cruger en alto con su voz de mando. Los tres reaccionaron instintivamente, volviéndose a parar con sus espaldas rectas y sus manos juntas hacia atrás.
Cruger y Kat se pararon uno al lado del otro delante de ellos, y los observaron fijamente.
El Comandante fue el primero en hablar, con voz firme y serena.
—Pese a sus no tan satisfactorios resultados del día de ayer, la supervivencia misma del planeta me exige acelerar de nuevo su proceso de enrolamiento, y autorizar que el Escuadrón B obtenga de inmediato algunas mejoras adicionales en su arsenal. Esto con el fin de cumplir de manera satisfactoria su misión actual, y las que vendrán después...
Mientras Cruger terminaba de hablar, Syd había alzado lentamente su mano por encima de su cabeza. Su rostro además era una bastante notable máscara de confusión.
—¿Sí, cadete Drew? —pronunció Cruger, cediéndole la palabra.
—¿Acaso dijo... la supervivencia del planeta? —pronunció Syd con vacilación.
—¿Cómo si el planeta pudiera... explotar? —añadió Bridge, moviendo sus manos imitando una explosión.
—Exactamente —respondió Cruger, con bastante más calma de la que podrían haber esperado.
Los tres se miraron entre sí con incertidumbre.
—¿Eso significa que ya no perseguiremos a esos ladrones callejeros? —preguntó Sky con curiosidad.
—Todo lo contrario —recalcó Cruger—. La supervivencia del planeta depende justamente de que atrapen a esos dos ladrones, hoy mismo.
Aquella extraña afirmación no ayudó a amortiguar la confusión de los cadetes; si acaso sólo sirvió sólo para acrecentarla. Los tres parecían querer preguntar más al respecto, pero Cruger los cortó antes de que siquiera lo intentarán.
—Pero dejemos las preguntas para el final —señaló tajante—. Dra. Manx.
Cruger dio un paso hacia un lado, cediéndole la palabra a la líder científica. Ésta le agradeció con un asentimiento, y se dirigió después hacia los tres cadetes.
—Sky, Syd, Bridge. Durante su tiempo en la Academia, han podido demostrar sus habilidades en cada una de los entrenamientos y pruebas que se les han impuesto. Sin embargo, como pudieron darse cuenta ustedes mismos el día de ayer, las cosas allá afuera no siempre son como en las simulaciones. Las cosas pueden fallar de maneras impredecibles, y es su responsabilidad estar lo mejor preparados para esas situaciones. Y en especial, deberán estarlo aún más con las cosas que están por ocurrir. Pero quiero que sepan que tanto el Comandante Cruger como yo, tenemos plena confianza en que podrán con todo lo que se les ponga enfrente de aquí en adelante. Dicho eso... Boom.
Kat se giró hacia su asistente, que aguardaba un tanto impaciente a un lado de ellos. Cargaba con una bandeja de metal, apoyada contra su cadera y sujetada con su mano sana, sobre la cual se encontraban cinco dispositivos de colores blanco, negro y rojo; pequeños y cuadrados, con las iniciales S.P.D. en ellos. En cuanto Kat se lo indicó, Boom se aproximó rápidamente hacia Sky, Syd y Bridge, y les extendió la bandeja. Tres de los cinco dispositivos tenían sus nombres, por lo que cada uno tomó el que le correspondía.
Los tres cadetes sujetaron su respectivo dispositivo entre sus manos, y admiraron con atención cada centímetro de ellos. Nunca habían visto uno de cerca, pero los tres supieron al instante lo que eran.
—¿Estos son...? —masculló Sky, atónito.
Kat asintió y le respondió:
—Sus Delta Morphers.
Las miradas de los tres se iluminaron de emoción.
—¿Eso quiere decir...? —masculló Bridge en voz baja.
—Felicidades —comentó Cruger, con apenas una pequeña pizca de alegría acompañando su usual voz seria—. Ya son, ahora oficialmente, Power Rangers de la Súper Patrulla Delta.
Notas de Autor:
Y llegamos a este momento legendario en el que Sky perdió su puesto de Red Ranger, por no medir adecuadamente sus palabras, jejeje. Adicional a lo que ya habíamos visto en la serie, complementamos lo ocurrido con un vistazo a las reacciones de Cruger y Kat, y por qué decidieron al final que Sky no debía ser el Red Ranger, aún. Y bueno, todo encaja con lo que hemos visto en lo que se basa su búsqueda del Escuadrón B hasta ahora. Y terminamos con el momento en el que nuestros primeros tres Rangers reciben al fin sus Morphers, y las emociones que esto trae consigo. Ahora sí toca irnos un poco más rápido y conocer al resto del equipo.
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