CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 08
El criminal, un alienígena grande de vestimenta de cuero negro y apariencia intimidante, corría despavorido por la zona industrial, con la pesada mercancía que acababa de robar en sus brazos.
—¡S.P.D.! ¡Detente! —gritó con fuerza uno de los tres cadetes que le pisaban los talones, instrucción que, por supuesto, el criminal ignoró.
El extraterrestre se movía de forma confiada entre los callejones y atajos, seguro de que era cuestión de tiempo el perderlos. Pero estaba subestimando a sus perseguidores, pues los tres cadetes también sabían qué hacer. Los tres corrían con gran agilidad detrás de él, esquivando obstáculos y abriéndose paso, seguros de que era cuestión de tiempo el alcanzarlo.
—¡Ustedes síganlo! ¡Yo me adelantaré! —gritó Sky con fuerza a sus dos compañeros. Y antes de que alguno de ellos dijera algo, saltó hacia una escalera de emergencia por la que pasaban, y la escaló con notoria facilidad.
Mientras sus dos compañeros seguían en la persecución por tierra, la intención de Sky era adelantarse por una ruta más elevada, y poder interceptar al fugitivo más adelante. Su estrategia fue efectiva. Logró tomar por sorpresa al criminal, cayendo desde un andén alto justo delante de él. Con un movimiento de su brazo, creó un escudo de energía frente a él contra el cual el criminal se estrelló de bruces, haciéndolo tambalear hacia atrás. Y antes de que siquiera le dieran la oportunidad de caer al suelo, Syd llegó desde atrás, propinándole un fuerte golpe con su puño de roca. El impacto del golpe fue tal que el cuerpo del criminal salió volando por los aires, y atravesó la puerta de un almacén, cayendo y rodando al interior de éste.
—¡Syd! —exclamó Sky con tono de regaño, mirando incrédulo a su compañera.
—¿Qué? —le respondió Syd, confundida. Echó un vistazo al gran agujero en la puerta de acero de la bodega, y luego miró de nuevo a Sky—. ¿Fue demasiado entusiasmo?
—A mí me pareció la cantidad adecuada de entusiasmo —añadió Bridge con su habitual voz calmada, parándose a lado de su compañera.
Sky sólo negó exasperado con la cabeza, y empuñó su arma láser. Señaló con su cabeza hacia la bodega, y avanzó con paso cauteloso hasta ésta. Sus dos compañeros lo siguieron, imitando su paso.
La bodega era oscura y silenciosa. Había barriles y cajas apiladas en todas las direcciones que miraran, pero no parecía que nadie se hubiera parado ahí en un buen tiempo. Los tres cadetes ingresaron con cautela, mirando atentos en cada dirección. No había a simple vista rastro de su fugitivo.
—Escóndete si quieres —pronunció Bridge al aire con elocuencia, al tiempo que se retiraba el guante negro de su mano derecha—. Pero no te resultará tan fácil.
El cadete extendió su mano al frente, y ante su mirada se dibujó el rastro de energía que el objetivo había dejado en el aire desde que atravesó la puerta, cayó al suelo, se alzó y corrió hacia detrás de unas cajas justo a su derecha. Con una pequeña inclinación de su cabeza, le indicó a Syd sutilmente el escondite. Ésta asintió, y tomó rápidamente de uno de los compartimientos de su cinturón en el cuál traía consigo un pedazo de acero; si el puño de piedra les había parecido demasiado, a ver que les parecía el puño de acero.
Syd se lanzó el frente con su puño derecho transformado en el duro material, propinó un fuerte golpe contra las cajas, haciéndolas todas añicos en un segundo, y dejando en evidencia al alienígena detrás de ellas. Éste se sobresaltó, y se lanzó de inmediato al ataque contra la joven cadete. Syd reaccionó, esquivando el ataque, tomando a su contrincante del brazo, y con un movimiento preciso lo mandó a volar por los aires directo hacia Sky. Éste, similar a como había hecho afuera, creó un escudo frente a él contra el cual el criminal chocó y rebotó, volando algunos metros de ellos.
—¡Estás arrestado! —espetó Sky en alto, apuntando al criminal en el suelo con su arma láser. Syd y Bridge sacaron también sus armas y lo apuntaron igual.
Lo tenían sometido... o eso pensaron, pues al momento de incorporarse de nuevo, extendió sus brazos hacia ellos, y rayos de energía rojiza surgieron en su dirección. Los tres cadetes se movieron con rapidez, saltando y esquivando los rayos, mientras cortaban la distancia que los separaba del objetivo y disparaban contra éste, haciéndolo retroceder.
Una vez que estuvieron demasiado cerca para poder seguirles disparando, el extraterrestre comenzó con una ofensiva de cuerpo a cuerpo, lanzando golpes y patadas contundentes contra sus oponentes. Sus movimientos eran rápidos y letales, y se defendió bien considerando que eran tres contra uno. Sin embargo, los tres cadetes lucieron sus mejores movimientos, no sólo esquivando sus golpes, sino que contraatacando con notoria coordinación.
El combate culminó luego de que con un ataque conjunto Syd y Bridge destantearan al objetivo, y por último Sky lo derribara con un disparo directo en su hombro derecho que lo mandó a volar hacia atrás, estrellándolo contra una columna, y de ahí directo al piso, inmóvil.
Los tres cadetes se pararon uno al lado del otro, y observaron orgullosos su triunfo.
—Aquí Sky Tate —informó el cadete por su comunicador—. Sospechoso aprehendido. Misión cumplida.
Justo después de aquel anuncio, una quinta figura hizo acto de presencia, caminando con paso tranquilo desde el exterior, ingresando a la bodega por el mismo agujero que por el cual el criminal había atravesado. En cuanto notaron su presencia, los tres cadetes se pararon firmes, con sus manos tras sus espaldas y barbillas en alto.
—Bien hecho, cadetes —les felicitó la Dra. Manx con tono jovial, de pie delante del agujero abierto. En sus manos cargaba su tableta electrónica, en la cual hacia anotaciones con sus dedos al tiempo que hablaba—. Han progresado bastante en sus últimas pruebas.
—Gracias, señora —respondió Sky con voz solmene, aunque incapaz de ocultar del todo su sonrisa un tanto vanidosa.
—Pero me temo que volvieron a olvidar un detalle —comentó Kat justo después, soltando un pequeño suspiro.
Aquello desconcertó a los tres cadetes.
—No, no lo creo —comentó Syd, un poco a la defensiva—. Tenemos al criminal.
—Tenemos el botín —añadió Bridge, señalando la gran caja negra tirada en el suelo, que el fugitivo había soltado al ser arrojado hacia el interior de la bodega.
—Y ningún civil resultó involucrado en el incidente —recalcó Syd con firmeza.
—¿Seguros que tienen al criminal? —cuestionó Kat con seriedad. Los tres abrieron la boca para responder, pero ninguno lo hizo—. Boom —indicó Kat en alto, y en cuanto lo dijo el extraterrestre caído se puso de pie de un salto, tomando por sorpresa a los tres cadetes.
El criminal soltó un fuerte gruñido, y salió corriendo con gran rapidez en dirección al agujero de la bodega con la clara intención de escapar.
—Simulador fuera —pronunció Kat en alto, y de un parpadeo a otro todo el escenario a su alrededor cambió.
La bodega oscura y solitaria se convirtió en aquel espacio blanco del simulador de combates, y el agujero en el muro se convirtió en un muro real y completo, contra el cual el extraterrestre se estrelló de lleno, cayendo hacia atrás. Y en cuanto su espalda tocó el suelo, su apariencia también cambió, de un extraterrestre intimidante, a la imagen un tanto más mundana de Boom, el asistente de Kat, envuelto en el traje negro de simulación.
—Auh... —exclamó el asistente desde el suelo, de momento al parecer incapaz de moverse.
—El sospechoso no está aprehendido hasta que está esposado e inmovilizado —señaló Kat, mirando con un poco de dureza a cada uno—. Mientras no sea así, sigue siendo un peligro latente.
—Claro, eso —susurró Bridge, asintiendo—. Siempre se nos olvida esa última parte.
—Le aseguro que no volverá a pasar —declaró Sky con firmeza, pero aun siendo notable que se avergonzaba por el error.
—Descuiden, fuera de eso lo hicieron muy bien —comentó Kat, con un tono mucho más optimista, mientras revisaba los datos en su tableta—. Su coordinación como equipo igualmente ha mejorado. Han sabido muy bien cómo utilizar sus poderes en conjunto.
—Son grandiosos, chicos —añadió Boom desde el suelo, alzando un brazo con el pulgar levantado, pero soltando justo después un largo quejido de dolor por el movimiento.
—¿Estás bien...? —masculló Syd, preocupada.
—Seguro, ¿por qué lo dices? —respondió Boom, hablando casi como si estuviera a punto de llorar.
—Compartiré hoy estos últimos resultados con el Comandante —informó Kat, una vez terminó de revisar los datos, alzando su mirada de nuevo hacia los tres cadetes—. Creo que estará igual de complacido que yo. Por hoy será todo, vayan a descansar.
—Ah, Kat —pronunció Bridge de pronto, alzando una mano para hacerse notar.
—Es Dra. Manx —le corrigió Sky con severidad.
—Eso lo sé —exclamó Bridge defensivo—. Kat, tengo una duda. O más bien tenemos una duda.
—Lo que sea que vayas a decir, no me metas —susurró Sky, exasperado.
—¿Cuál es tu duda, Bridge? —preguntó Kat, ciertamente curiosa por escuchar qué era lo que estaba por decir.
—Sabemos que hay un Escuadrón A, y que nosotros somos el Escuadrón B. Aunque no es que haya algo de malo con ser un Escuadrón B, o C o Escuadrón D... ¿Hay un Escuadrón E?
Alzó en ese momento su vista el techo, al parecer meditando profundamente en esa cuestión. Kat lo observó paciente esperando que terminara su pregunta, pero pareció bastante absorto en sus pensamientos como para hacerlo.
Syd suspiró resignada, y dio un paso al frente para hablar en su lugar.
—Lo que Bridge trata de decir es: ya llevamos bastante tiempo haciendo todas estas pruebas. ¿Cuándo nos darán esos lindos trajes de colores y las asombrosas armas?
Kar parpadeó un par de veces, un tanto destanteada por la abrupta pregunta, y en especial por la forma tal irregular de hacerla.
—No se trata del traje, ni de las armas —declaró Sky con dureza, casi sonando como si estuviera regañando a sus compañeros (y quizás era así)—. Sino de ayudar y proteger a las personas. Y mantener la tradición y el honor de ser un Power Ranger —pronunció a continuación con la solemnidad propia de un discurso ante el público—. ¿No es así, doctora?
—Pero bien que también quieres tu traje rojo, ¿no? —masculló Syd por lo bajo con tono burlón—. No finjas que no, que te vi ensayando frente al espejo tu pose de transformación y todo. ¿Cómo era?
Syd comenzó a extender sus brazos de forma exagerada hacia el frente, imitando los movimientos que supuestamente había visto hacer a Sky. Las mejillas del cadete se encendieron por la pena.
—Eso es decisión del Comandante Cruger, no mía —intervino Kat rápidamente, antes de que aquello se desviara en otra dirección—. Pero no se preocupen; será más pronto de lo que creen...
Aquellas palabras no sonaban de hecho muy alentadoras.
Kat agachó la cabeza de nuevo a su tableta, distrayéndose con ésta.
—Por lo pronto, retírense —volvió a ordenar, ahora con mayor firmeza.
Los tres cadetes se pararon firmes y le ofrecieron el saludo, pese a que no era necesario ya que no era una oficial, pero igual agradecía el gesto. Los tres se retiraron uno detrás del otro por la salida del simulador, mientras Kat los contemplaba de reojo.
Esperaba que mantuvieran ese entusiasmo por recibir sus "lindos trajes de colores y asombrosas armas" cuando entendieran la repercusión completa de la obligación que estaba por recaer en ellos. Hasta ahora sólo sabían que serían el equipo de reserva para apoyar al Escuadrón A; no sabían que éste estaba por ausentarse de la Tierra por un tiempo indefinido, y que eso los convertiría automáticamente en los defensores de primera línea de cualquier amenaza, incluida la inminente llegada del ejército Troobiano.
Se los dirían, por supuesto, pero no aún. No querían agobiarlos cuando aún ni siquiera tenían su Escuadrón completo. Algunos como Sky de seguro tomarían la noticia de buena manera, pero era difícil predecir cómo reaccionarían los otros dos.
Pero ya se preocuparían por cruzar ese puente cuando llegara el momento.
—Tú también lo hiciste bien, Boom —comentó con más optimismo, girándose hacia su asistente, aún tirado en el suelo. Le ofreció una mano para ayudarlo a levantarse.
—Gracias... —masculló Boom, al tiempo que tomaba la mano de Kat y se alzaba con su ayuda. Al instante, soltó un fuerte alarido de dolor, y de nuevo parecía estar a punto de llorar.
—¿Qué le pasó a tu brazo? —preguntó Kat, preocupada.
—¿Qué? ¿Esto? No es... —Hizo en ese momento el intento de levantarlo, y fue evidente al instante que no fue buena idea—. Aaaah...
—Ve con el Dr. Felix para que te revise eso, ¿quieres? Yo debo hablar con el Comandante.
—Lo que usted diga, je... Aaaah...
Kat negó con la cabeza, y contuvo una pequeña risilla. Se dirigió entonces también hacia la salida del simulador.
Su intención era en efecto encontrarse con el Comandante Cruger en la Sala de Mando, pero le comunicaron que él no se encontraba ahí.
— — — —
El ambiente en la oficina privada del Comandante se percibía pesada y sombría, efecto inmediato de la devastadora noticia que acababan de darle. Y aunque era un experto en mantener la calma incluso en las situaciones más complicadas, la incertidumbre y el miedo hacían un pequeño nido en su pecho, amenazando con quedarse un largo tiempo si no las obligaba a irse. Y es que en cuanto el Comandante Adam Park, cuya imagen aún se proyectaba en la gran pantalla de la pared, le dio la noticia, a su mente reverberaron las imágenes y las emociones de Sirirus. Sus ciudades destruidas, sus amigos caídos, las calles cubiertas de muerte y destrucción.
Y aun así, aunque fuera como un planeta fantasma, Sirirus aún existía...
Merlandia ya no más.
—¿El planeta entero? —susurró en voz baja, alzando al fin su vista de nuevo al frente.
—Me temo que sí —respondió Adam en la pantalla, notándose también bastante afectado. Y no era de sorprenderse, pues en sus manos había recaído la protección de Merlandia, y estaba demás decir que había fracasado. Vestía su uniforme negro de Comandante, similar al de Anubis; su cabello negro perfectamente peinado, y su barba de candado bien recortada—. Nuestra inteligencia no tenía idea de que la nave insignia de los Troobianos tuviera tal poder de fuego.
—La Terror Espacial —masculló Cruger por lo bajo, su puño derecho apretándose con fuerza como símbolo de la ira que lo invadía. Nunca olvidaría la sombra de aquella enorme nave, cuando se posó justo sobre su ciudad natal la primera vez—. De haber tenido un arma de tal poder en Sirius, estoy seguro que la hubiera utilizado. Debe haberla implementado en estos años de alguna forma.
—No lo entiendo —exclamó el Comandante Park con frustración—. Ya habían ganado y obtenido lo que querían. ¿Por qué destruir el planeta?
—Entender lo que la mente retorcida de Grumm piensa es inútil —espetó Cruger con ira—. Quizás lo hizo para borrar cualquier rastro de sus verdaderas intenciones con esta invasión. O quizás simplemente para demostrarnos que podía hacerlo; que para él no significa nada destruir un planeta entero, si así lo quiere.
Ambos comandantes guardaron silencio, cada uno intentando digerir y procesar todo esto a su manera. No era la primera vez que les tocaba cargar entre ambos la caída de un planeta caído a las manos de los Troobianos. El Comandante Park había sido un aliado importante de Cruger durante la defensa de Sirius. Ambos sabían lo doloroso que esto era para el otro, pero también sabían que no podían quedarse mucho tiempo dejándose tragar por el desconsuelo.
—¿A dónde se dirigen ahora? —inquirió Cruger con severidad—. ¿Cuál es su próximo objetivo?
—Entre el caos de la destrucción, perdimos el rastro de la Terror Espacial —explicó el Comandante Park—. Así que desconocemos a dónde Grumm se dirija ahora.
A lado de la imagen del Comandante Park, apareció un recuadro con un mapa espacial, que marcaba con varios puntos rojos el trayecto de diferentes cuerpos moviéndose, y las coordenadas de estos.
—Sin embargo, detectamos una enorme parte de su flota moviéndose desde el sistema de Merlandia, en dirección a la Nebulosa Hélix. Como dije, la Terror Espacial no parece ser una de ellas. Debe haberle encomendado este próximo ataque a uno de sus generales
—Entonces aún cabe la posibilidad de que se dirija para acá —sentenció Cruger con alarma en su voz.
—Si es así, no podemos dejar que este monstruo se acerque a la Tierra.
—Me encargaré de que no suceda; lo juro.
Adam asintió, aparentemente satisfecho con la ferviente promesa de su camarada. Como terrícola, Cruger estaba seguro que lo que más deseaba era estar ahí en la Tierra para defenderla, así como él mismo quiso estarlo en Sirius. Lo único que Cruger podía hacer por su viejo amigo era proteger y luchar por salvar su mundo, así como él luchó a su lado para intentar salvar al suyo.
La puerta de la oficina se abrió en ese momento. Cruger se giró a mirar sólo un momento hacia ella, notando la figura de la Dra. Manx caminando hacia él. En otras circunstancias, verla y charlar con ella sería una de las mejores partes de su día, pero en ese momento ni siquiera eso podía apagar completo la ira y la frustración de su pecho. Kat debió notar el ambiente pesado que inundaba la habitación, pues apenas dio unos pasos, la sonrisa optimista que traía se desvaneció, y miró curiosa desde una distancia segura al Comandante, y a la persona con la que hablaba.
Cruger asintió una vez, indicándole con ese sólo gesto que en un momento la atendería. Primero debía terminar esa llamada.
—Se me ha asignado dirigir la fuerza conjunta que está formando el Comandante Supremo —informó Adam—. Pensamos desplegar a los Escuadrones Rangers que estamos reuniendo hacia Hélix, e interceptar a su flota, aprovechando que se ha separado de la Terror Espacial. Sé que ya hablaste de esto con Birdy, pero dada la situación, es inevitable que requiramos el apoyo de tu Escuadrón lo antes posible.
—Estamos en eso —respondió Cruger con firmeza—. El Escuadrón A ya está informado, y partirá para reunirse con ustedes pronto.
—Birdy me informó que has formado un Escuadrón B para encargarse de la protección de la Tierra en su ausencia. Si Grumm en verdad se dirige para allá, ¿estos nuevos Rangers podrán...?
—La Tierra estará en buenas manos —le aseguró Cruger con total seguridad—. Tienes mi palabra.
Adam asintió, conforme de nuevo con su comentario, pero evidentemente no del todo seguro. Nada en esa situación tan apremiante podía inspirar seguridad a nadie.
La transmisión se cortó un poco después. Cruger dejó escapar un largo suspiro de cansancio, y Kat tomó en ese momento la libertad de seguir avanzando hasta su encuentro.
—¿Comandante? ¿Qué sucede? —preguntó, preocupada.
—Kat —pronunció Cruger en voz baja, alzando lentamente su mirada hacia ella. La doctora sabía que si la llamaba por su nombre de pila olvidando las formalidades, se trataba de algo muy bueno... o muy malo—. Merlandia fue destruido —le soltó sin menor dilatación.
—¡¿Qué?! —exclamó Kat, atónita. Sus brazos cayeron como piedra a los lados de su cuerpo, y casi soltó su tableta—. No. ¿Cómo es que pasó? Creí que el último reporte decía que estaban logrando que el enemigo retrocediera.
—Al parecer sólo fue lo que Grumm quería que pensáramos. Hace unas horas lanzó un ataque sorpresa masivo, y arrasó con la resistencia, incluyendo al Escuadrón S.P.D. que estaba apoyándolos. Luego utilizó un arma de gran poder disparada desde su nave, y voló el planeta en pedazos.
—No puede ser —susurró Kat, aún incapaz de salir de su impresión—. Merlandia era un planeta relativamente pequeño, pero aun así destruirlo con un solo disparo... ¿De dónde obtuvo un arma de tal poder?
—No lo sabemos —declaró Cruger, negando con la cabeza—. Pero es evidente que los últimos años los ha pasado mejorando cada vez más su armamento y sus tropas.
—¿Y la evacuación de los civiles? ¿Pudieron sacarlos a todos antes de...?
La mirada de Cruger se ensombreció aún más, y Kat supo la respuesta antes de que siquiera dijera una palabra.
—El Comandante Park dice que lograron sacar del planeta aproximadamente al 40% de la población de las ciudades principales. De momento están a salvo en asilo temporal en colonias espaciales de la Alianza Galáctica. Pero las vidas que se perdieron, son innumerables.
Las piernas de Kat se movieron solas, aproximándose hacia el sillón frente a la pantalla, y permitiéndose sentarse en él.
—¿Cómo pudo Grumm hacer esto? ¿Para qué? —cuestionó, totalmente confundida—. ¿Cuál es la finalidad de invadir y conquistar un planeta sólo para destruirlo? Y si acaso su meta siempre fue destruirlo, ¿por qué no lo hizo en un inicio si tenía tal poder? En lugar de pasar días combatiendo.
—Es lo que el Comando Central aún intenta descifrar —indicó Cruger—. Pero quizás tengamos una pista al respecto.
Cruger avanzó hacia su escritorio, y tras teclear rápidamente unos comandos, en la pantalla del muro se proyectó una imagen del planeta Merlandia, teniendo marcados seis puntos del planeta con círculos azules. Kat se paró de su asiento y avanzó hacia el monitor para verlo de más cerca, mientras Cruger explicaba qué era lo que veía exactamente.
—Según los reportes de los escuadrones de defensa, y las imágenes satelitales que lograron captarse durante estos días de combate, Grumm hizo que sus tropas pusieran principal atención en algunos puntos específicos del planeta, que no se encontraban cerca de las ciudades principales. Al no ser puntos civiles de gran importancia, la resistencia los pasó por alto y concentró sus fuerzas en proteger otras zonas. Sin embargo, al menos tres de estos puntos fueron identificados como yacimientos naturales de sceutine.
—Sceutine —repitió Kat en voz baja—. Es uno de los metales más fuertes y resistentes del universo. Merlandia es uno de los planetas más ricos en... —calló de golpe, casi como si algo le doliera, y tuvo que corregirse a sí misma—. Era uno de los planetas más ricos en sceutine. ¿Acaso extrajo el mineral del planeta?
—No tenemos ninguna prueba al respecto —señaló Cruger—. Y ya que destruyó el planeta, no hay forma tampoco de verificarlo.
—¿Fue por eso? —cuestionó Kat, alarmada—. ¿Para evitar que lo descubriéramos?
—Es sólo una de las tantas teorías. Pero si fuera así, ¿qué cree que pudiera hacer Grumm con tanto sceutine?
Kat se tomó un momento para reflexionar en las diferentes opciones en las que se pudiera usar dicho metal. Por suerte, o quizás no en realidad, dichas opciones eran de hecho limitadas.
—Es un metal muy resiste, prácticamente indestructible con el tratamiento adecuado. Pero es muy difícil y costoso de manejar y moldear, y por eso no se suele usar para muchas cosas. Pero es muy útil para estructuras de gran tamaño y no muy complejas, pero que requieren gran resistencia; como vigas o varillas de edificios y puentes. Pero dudo que Grumm haya saqueado y destruido un planeta sólo para construir casas.
—Es seguro que no —concordó Cruger—. Pero ahora será difícil descubrirlo con certeza.
Dicho eso, presionó una tecla más de su computadora, y la imagen de Merlandia desapareció del monitor. Aquello trajo consigo una sensación de malestar para ambos.
—El Escuadrón A deberá partir dentro de poco —prosiguió Cruger—. Ya no podremos postergarlo más. Por lo tanto, tenemos que activar a la brevedad a nuestro Escuadrón B.
—Está hecho, señor —recalcó Kat con firmeza—. Nuestros tres candidatos han superado con éxito todas nuestras series de pruebas. Están listos.
Cruger asintió.
—Deberán estarlo.
Notas de Autor:
Este capítulo está claramente inspirado en el Episodio 1 de la Serie, Beginnings, Part I, pero algunos sucesos y diálogos son diferentes como ya les había comentado que sería. Introducimos oficialmente a Sky, Syd y Bridge a la historia, así como la destrucción de Merlandia que es justo como comienza la serie.
Adicionalmente, tenemos un cameo legendario más, Adam Park, el segundo Black Ranger de Mighty Morphin y el Green Ranger de Zeo. En esta ocasión su papel como Comandante no está del todo sacado de la manga, pues como vimos en el especial Once & Always él ya estuvo de alguna forma involucrado en esto desde antes. E igualmente en ese mismo especial se menciona su presencia en Sirius y el enfrentamiento con el Imperio Troobiano. Aunque el diálogo que hace mención a estas dos cosas no es muy detallado al respecto, decidí interpretarlo de esta forma como lo plasmo aquí.
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