Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 06

CAPÍTULO 06

Justo como Cruger y Charlie habían concordado durante su discusión en la Sala de Mando, las defensas del planeta debían ser fortalecidas en preparación para el posible arribo del ejército Troobiano. Por suerte, desde hace ya al menos medio año, la Dra. Manx había estado trabajando en un sistema de defensa, que detectaría y atacaría ante cualquier intrusión extraña en la órbita de la Tierra.

El sistema se componía de una serie de satélites artificiales colocados alrededor del planeta, como boyas en el mar, formando entre todos una red que prácticamente envolvía el planeta entero. Estas boyas contaban con sensores de proximidad muy sensibles ante la cercanía de cualquier objeto mayor a un asteroide pequeño, y estaban armados además con poderosas baterías antiaéreas que abrirían fuegos de láser destructor de gran potencia ante dicho objeto. Por último, cada una contaba con su propio escudo inhibidor para protegerlo de cualquier ataque, capaz de resistir al menos diez disparos directos.

Mucho antes de recibir la inminente amenaza, Kat ya había estado trabajando el colocar en órbita las boyas una a una, y en hacer diferentes pruebas de su efectividad con el apoyo del personal de defensa en las estaciones espaciales. Y ese día tocaba lanzar las últimas, para así completar la red completa. La premura de lo que ocurría en Merlandia los hizo apresurarse.

Sus aliados en NASADA se habían encargado esa mañana temprano de lanzar las boyas a la estratosfera, y ponerlas el órbita. De ahí en adelante, quedaba a responsabilidad de Kat, y su asistente Boom, desde su laboratorio en la base S.P.D. en Newtech el activar y colocar las boyas en su posición dentro de la red. Ambos estaban cada uno en una consola de control, en cuyos monitores se proyectaba una imagen del esférico de la Tierra, y una distribución con puntos de la posición de cada boya, así como un área en verde que marcaba el alcance de sus sensores.

—AR345, en línea —informó Kat en voz baja, justo cuando un nuevo punto verde se encendía en el gráfico del planeta, acompañado de una nueva área de alcance.

—AR346, en línea —añadió Boom poco después, obteniendo el mismo resultado.

—AR347, en línea —volvió a pronunciar la Dra. Manx.

—AR348... No me responde aún —masculló Boom, notablemente preocupado, pero un segundo después el punto verde en cuestión se encendió como luz de Navidad—. Ah, olvídenlo. Ya está en línea también.

Y así se iban yendo de uno en uno, conforme las boyas se iban colocando en su posición y activando, creando entre todas una gran área verde que lo cubría casi todo.

Acompañándolos físicamente en laboratorio se encontraba el Comandante Cruger, que observaba todo por encima de sus hombros con paciencia, pero también expectante. Pero Cruger no era el único observando el progreso de la delicada operación. Conectados en línea, con sus respectivas imágenes proyectadas en otro monitor dividido, se encontraban dos elementos importantes de la S.P.D. Terrestre, y directamente de la defensa orbital del planeta.

De un lado se encontraba la Capitana Taylor Earhardt, la jefa de los escuadrones de cazas espaciales de combate, apostada actualmente en la Estación Espacial Red Lion-III, junto con varios otros de sus pilotos. Y del otro lado estaba el Capitán Eric Myers, apostado en la Estación Green Dragon-I, encargado de dirigir y supervisar todas las maniobras en la órbita de la Tierra, y que entre sus responsabilidad próximas estaría precisamente el monitoreo de esta nueva red de defensa, una vez que estuviera terminada. Entre ambos, dirigían la primera línea de defensa terrestre contra cualquier amenaza que se aproximara desde el espacio. Dos papeles que cobraban principal relevancia en esa apremiante situación.

Tras casi una hora de trabajo, Kat y Boom lograron colocar y activar la última boya en órbita, sin ningún contratiempo. Meses de arduo trabajo en ese proyecto, al fin daban sus frutos.

—Bien, está hecho —pronunció Kat, suspirando aliviada. Se hizo hacia atrás, apoyando su espalda contra el respaldo, agotada—. Todas las boyas espaciales están ya en línea y orbitando el planeta. Sus baterías antiaéreas están calibradas y cargadas al máximo, listas para abrir fuego contra cualquier objeto desconocido que se aproxime al perímetro de la Tierra. Capitán Myers, ya debe ver los datos en su computadora.

Eric se giró en ese momento a su respectiva computadora, y todos pudieron ver cómo tecleaba y contemplaba pensativo el monitor de la misma. Sus ojos serios de mirada intensa analizaron con cuidado el mismo gráfico que Kat y Boom tenían delante de ellos.

—Es asombroso —murmuró el capitán con apenas sólo una pequeña pizca de emoción—. Pero aquí veo que aún no logramos que sea una red que lo cubra todo por completo. Los datos muestran todavía varias zonas ciegas en los sensores de las boyas, cambiantes conforme éstas van orbitando el planeta.

Cruger, Kat y Boom se giraron a ver el diagrama en el monitor de su lado. Tenías que estar muy atento, si no pasaba desapercibido, pero tenía razón. Conforme las boyas se movían alrededor del planeta, sus zonas de alcance iban cambiando, sobreponiéndose entre sí. Y seguido se asomaban entre una zona verde y otra pequeñas zonas rojas de forma indefinida. Esas áreas rojas eran, en efecto, "zonas ciegas", que los sensores de ninguna boya alcanzaban a cubrir. Duraban apenas unos cuanto segundos cada vez, y eran pequeñas en comparación con toda las zonas verdes; claro, si las veías en una perspectiva planetaria, pues en realidad estábamos hablando de áreas de varios kilómetros; a veces más, a veces menos.

—Estamos conscientes de eso —respondió Kat con seriedad—. La órbita de un planeta como la Tierra sigue siendo un área demasiado extensa por cubrir. Pero aún con esas zonas ciegas, las boyas detectarán sin problema cualquier crucero de batalla o flota de naves a gran escala que se acerque.

—Sin embargo, una sola nave enemiga pequeña, o un sólo monstruo enviado por teletransportación, tiene posibilidades de traspasarlo —sentenció Eric con algo de brusquedad.

Kat suspiró. No estaba molesta por los cuestionamientos en realidad, pues objetivamente le parecían bastante válidos. Pero su perfeccionismo intrínseco igualmente le jugaba chueco. Contemplar esas zonas rojas en el diagrama era como un recordatorio de que, a pesar de todo su esfuerzo, no había logrado un resultado con un margen cero de error.

—Es una posibilidad —musitó con cierto pesar—, pero dentro de los parámetros esperados. Podríamos intentar mitigar estas zonas ciegas con la incorporación de más boyas. Sin embargo, los simulacros muestran que aumentando la cantidad, aunque sea en una más, corremos el riesgo de que choquen entre sí durante su traslación, o sus señales interfieran entre sí. Al menos hasta que diseñamos un sistema más preciso, éste es el mejor resultado que podemos obtener.

—Tendrá que bastar de momento —declaró el Comandante Cruger con firmeza—. Servirán como medio de persuasión para darnos más tiempo. De esta forma, Grumm tendrá que pensarlo dos veces antes de enviar toda su flota contra la Tierra, a riesgo de perder más de la mitad de sus unidades antes de siquiera llegar a la atmosfera.

—Y para la otra mitad, tengo a doce mil de mis pilotos de combate apostados en las diferentes estaciones espaciales —exclamó la Capitana Earhardt con notable seguridad—. Todos están listos para subir a sus cazas al primer llamado de alerta, derribar a esos Troobianos, y repeler lo que nos lancen encima.

—Me encanta ese espíritu de lucha tuyo —musitó el Capitán Myers, esbozando una de sus inusuales sonrisas. El comentario claramente incomodó un poco a la Capitana Earhardt, pero se forzó a mantener la compostura—. De acuerdo, tenemos nuestras defensas afinadas y listas —añadió Eric, cruzándose de brazos—. Pero al final, llegado el momento de la verdad, todos sabemos que nuestra mejor arma serán tus Rangers, Cruger. Y no me siento muy cómodo de que esa tarea se le vaya a encargar a un grupo de novatos.

Kat y Cruger intercambiaron una mirada rápida. Ambos esperaban de antemano que el Capitán Myers tocara ese tema; y a ninguno le sorprendía tampoco que compartiera de cierta forma la misma opinión que la Oficial Grayson, con respecto a que el Escuadrón A debería estar ahí en la Tierra, encargándose de repeler la inminente invasión, y no peleando en otro lugar que no le correspondía.

Pero el Capitán Myers no podía ser del todo objetivo al respecto. Después de todo, Kat sabía muy bien que él veía al Escuadrón A casi como si fueran sus hijos, a los que él seleccionó y entrenó personalmente para crear el Escuadrón Ranger más fuerte. Y, ciertamente, lo logró.

—Le aseguro, capitán Myers —intervino Cruger sin vacilación—, que el equipo que hemos seleccionado estará más que capacitado para tomar las labores del Escuadrón A, y defender la Tierra de cualquier enemigo que se atreva a amenazarla.

Kat lo miró de reojo, intentando ser lo más disimulada posible. Le sorprendía la notable convicción con la que afirmaba aquello, pero no podía evitar preguntarse si en verdad pensaba así, o sólo disimulaba bastante bien.

—Llámenme desconfiado, pero lo creeré hasta que lo vea yo mismo —declaró Eric, algo insistente—. Debería ir allá abajo y poner a esos cinco cadetes a prueba yo mismo. Así todos estaríamos más tranquilos.

Kat no pudo evitar tensarse un poco al escuchar aquella propuesta, en especial al oír cómo se refería a los "cinco" cadetes. De nuevo, el Comandante Cruger pareció bastante calmado, y respondió a la sugerencia con notorio temple.

—De momento nos es mucho más útil supervisando todo allá arriba en la estación espacial, capitán. No sabemos cuándo el enemigo podría llegar, y hay que estar preparados. Además, le aseguro que la Dra. Manx ya tiene bien cubierta esa tarea.

—Sí, Ric —intervino Taylor en ese momento con voz burlona—. Por una vez deja que los demás hagan su trabajo, y tú enfócate en el tuyo, ¿quieres?

Ahora le tocó al Capitán Myers, siempre firme y seguro de sí mismo, ponerse nervioso. Pareció titubear un poco ante el repentino comentario de la Capitana Earhardt, y carraspeó intentando disimular su reacción. Kat había visto de primera mano que sólo ella era capaz de causar tal reacción en él, o de persuadirlo de alguna idea en la que se aferraba. Una grandiosa habilidad, sin duda.

—Está bien, está bien —musitó Eric, con voz resignada—. Después de todo, si la Dra. Manx está involucrada, no tengo nada que temer. Sé que elegirá a los mejores candidatos, justo como lo hicimos en su momento con el Escuadrón A.

Kat sonrió ligeramente al escuchar tal comentario, disimulando lo mejor posible el nudo que se le había formado en el estómago. Ella sabía bien de dónde venía esa aparente confianza; si el Capitán Myers era de cierta forma el padre del Escuadrón A, ella sería su madre. Había participado activamente también en la selección de sus candidatos, y por supuesto en la serie de pruebas que exhibieron todas sus sobresalientes habilidades. Algo muy parecido a lo que estaba haciendo en ese momento, aunque ahora se enfocaba en otras cosas diferentes a aquel entonces.

Pero claro, eso era algo que no iba a explicarle; no en ese momento, al menos. Estaba segura de que no aprobaría su enfoque, y eso sólo complicaría más las cosas.

—Yo también le puedo asegurar, Capitán Myers, que el Escuadrón B será más que capaz de cumplir su papel —recalcó Kat, secundando lo que Cruger había dicho hace un momento, pero sin intenciones de entrar más a detalle.

—¿Alguna noticia de Merlandia? —preguntó Taylor, visiblemente consternada.

—Ninguna novedad de momento —indicó Anubis con seriedad—. El combate continúa, y las tropas Troobianas no dan ningún tipo de consideración. Pero siguen resistiendo.

—Tú ya combatiste con Grumm antes, Cruger —señaló Eric—. ¿A qué tipo de enemigo nos enfrentamos?

Kat se preocupó un poco. Ya había visto antes como aquel tema afectaba al Comandante. Sin embargo, en esa ocasión en Siriano se limitó a sólo agachar un poco la mirada, pensando unos segundos en la pregunta, antes de responderla.

—Grumm es despiadado, un ser sin la menor consideración por la vida. Es cruel, mezquino y, lo más importante, muy astuto y paciente. Si no puede atacarnos con todo lo que tiene de una vez, no tendrá problema en sitiarnos, y enviar a sus soldados uno por uno, si así lo requiere.

—A mí me suena como el loco usual de la semana —comentó Eric un poco despreocupado, incluso divertido.

—¿Y en verdad crees que dirigirá él mismo el ataque a la Tierra? —cuestionó Taylor, un poco escéptica al parecer.

—No tengo dudas al respecto —respondió Cruger—. Él vendrá aquí. Tiene asuntos que arreglar conmigo, y yo con él.

—Sólo no convirtamos esto en un conflicto personal —señaló el Capitán Myers con dureza—. Defender la Tierra es nuestra prioridad. Y si el jefe en persona viene para acá, sólo será la oportunidad perfecta para acabar con estos imbéciles de una buena vez, empezando por la cabeza.

—Yo no lo diría de esa forma, pero estoy de acuerdo —añadió la Capitana Earhardt con convicción—. Si derrotamos a Grumm aquí en la Tierra, podría significar la salvación para el resto del Universo.

—Cuento con que así sea —replicó Cruger, asintiendo—. Si todos trabajamos juntos, este campo de batalla será el final de esta guerra.

—Que así sea —apoyó Eric, y unos segundos después cortó la comunicación. Y tras una despedida más apropiada, Taylor hizo lo mismo, y las imágenes de los dos capitanes desaparecieron del monitor.

Terminada la llamada, y con ella la complicada tarea de esa mañana, el Comandante y la científica en jefe se tomaron un momento para digerirlo todo y repasarlo en sus cabezas. Las defensas terrestres ya estaban listas, y las cabecillas principales estaban todos en la misma línea. La situación no era perfecta; nunca cerca del margen cero de error. Aun así, se sentían optimistas. Todo iba bien, y cabía la posibilidad de que en verdad tuvieran éxito... Bueno, excepto por un detalle que aún les faltaba.

Tras unos agradables segundos de silencio, ambos escucharon de pronto como Boom soltaba una repentina risilla divertida. Ambos salieron de sus cavilaciones, y se giraron a mirarlo al mismo tiempo.

—Es gracioso —soltó el asistente de forma repentina.

—¿Qué de toda esta situación te resulta graciosa, Boom? —cuestionó Cruger con algo de severidad, lo que le indicó a Boom de inmediato que, quizás, había reaccionado un poco fuera del lugar.

—No, bueno, sólo decía... Que el Capitán Myers dijo eso de querer venir a probar él mismo a los nuevos "cinco" Rangers. Es gracioso porque, en realidad, sólo tenemos tres.

Volvió a reír de la misma forma que antes, y observó a los dos líderes, esperando que alguno de ellos lo acompañara. No obstante, lo único que recibió de ellos fue un par de miradas frías, muy lejos de reflejar diversión en ellas.

—O quizás no tan gracioso, en realidad —musitó Boom en voz baja, un tanto apenado. Se giró hacia otro lado, simulando que veía algo interesante en uno de los monitores, con tal de rehuir de esas miradas tan penetrantes.

Aunque no compartía su sentido del humor, Kat reconocía que Boom había justo señalado el punto más importante de su lista por hacer que aún no habían resuelto del todo: aún no tenían como tal un Escuadrón B formado.

—Supongo que el tema de cuántos candidatos tenemos en estos momentos para el Escuadrón B, no se ha compartido con el resto de la organización, ¿o sí? —murmuró Kat, mirando a Cruger con una expresión inquisitiva.

—No es necesario que conozcan esos detalles —respondió Cruger de inmediato, aunque no con la seguridad que uno esperaría viniendo de él—. Como dije, trabajamos en eso, y es lo que necesitan saber. Y ya que hablamos de eso, ¿cuáles fueron los resultados de las últimas pruebas?

—Oh, grandiosos —exclamó Boom con gran emoción, antes de que Kat tuviera oportunidad de responder. Se giró de nuevo hacia ellos, dejando en evidencia que estaba atento a su conversación, y no tanto en el monitor—. Sky y los otros son geniales, los mejores. Siempre que los ponemos en una simulación de combate, casi ningún civil resulta herido.

—¿Casi? —masculló Cruger con ligera preocupación.

Antes de que Boom dijera algo más que pudiera ser perjudicial, Kat se apresuró a intervenir.

—Los resultados son buenos —indicó con seguridad, y le extendió de inmediato su tableta al comandante—. Mírelos usted mismo. Velocidad de reacción, uso de maniobras de combate, rescate de civiles... todo está en orden.

Cruger tomó la tableta, e hizo una revisión rápida de las últimas pruebas realizadas a los tres candidatos. Su rostro se mantuvo inmutable, hasta que terminó.

—Buenos resultados, pero no ideales —indicó con seriedad, regresándole la tableta a su dueña—. No como los del Escuadrón A. Pero eso era de esperarse, ¿no es cierto?

—No hay ningún indicativo de alarma en sus resultados, se lo puedo asegurar —se defendió Kat, pero sin llegar a ser agresiva—. Estoy convencida de que lo único que a estos chicos les hace falta, es experiencia en el campo. Y una vez que se les asignen misiones, comenzarán a ganarla rápidamente.

—Opino lo mismo —respondió Cruger, asintiendo—. Pero también les hace falta otra cosa: dos compañeros. ¿Alguna novedad con ese tema?

La boca de Kat se torció un poco como reacción inmediata a ese comentario, casi como si le provocara algún tipo de dolor.

—Tengo una lista con los mejores cadetes que cumplen con los requisitos mínimos, pero...

No completó su frase, pero el Comandante pudo hacerse una idea con facilidad.

—Pero ninguno la convence, ¿no es cierto?

Kat negó con la cabeza, lentamente.

—Pero ya no tenemos tiempo para ponernos exigentes, ¿o sí? Tendremos que elegir a dos de ellos a la brevedad.

—Quizás tenga una segunda alternativa —declaró Cruger repentinamente, tomándola por sorpresa—. Si le interesa escucharla.

—Claro que sí —respondió Kat de inmediato—. ¿De qué se trata?

—Es un poco delicado. ¿Me acompaña a mi oficina para que pueda explicárselo?

—Por supuesto.

Con eso acordado, ambos se dirigieron juntos hacia afuera del laboratorio, para dirigirse a la oficina privada del comandante. A medio camino a la puerta, sin embargo, detectaron que no eran los únicos dos, y que de hecho Boom se les había sumado en su caminata.

—Sólo la Dra. Manx, Boom —indicó Cruger con severidad, deteniéndose un momento para virarse hacia el asistente.

—Ah, sí, eso tiene mucho más sentido —señaló Boom, nervioso, dando rápidamente dos pasos hacia atrás—. Bien, entonces yo me quedaré aquí a... vigilar el fuerte. Y ver que las boyas sigan en línea.

Puso sus manos en su cintura, y se giró hacia el monitor con el diagrama del planeta, y los satélites de defensa. Contempló fijamente la imagen, asintiendo conforme.

—Sí, siguen ahí —indicó, señalando hacia el monitor con orgullo.

Cruger y Kat se miraron el uno al otro, y fue evidente que ambos contuvieron una pequeña risa al mismo tiempo.

—No tardo, Boom —pronunció en Kat en alto mientras se retiraban.

Notas del Autor:

Aquí como podrán haber adivinado, al introducir este sistema de defensa diseñado por Kat, se intentó dar una pequeña justificación adicional a por qué Grumm no ataca la Tierra con todas sus tropas desde el inicio, como evidentemente describen ha hecho con otros planetas (incluido Sirius). En la serie justifican diciendo que fue porque Grumm quería obtener uno a uno los materiales que necesitaba, pero igual hay veces en las que ese motivo parecía contradecirse un poco. Así que, en este escenario imaginemos que, adicional a su plan final, fue también porque no le convenía al inicio por esto que comentamos anteriormente.

Adicionalmente, dos caras conocidas hacen acto de presencia en este capítulo: Eric Myers, el Quantum Ranger de Time Force; y Taylor Earhardt, la Yellow Rangers de Wild Force. Ambos aparecen aquí como capitanes de la S.P.D. Sus historias completas en esta línea temporal entre la última vez que los vimos y este punto, no creo que podamos abarcarlas mucho aquí (si me animo quizás eso lo veamos en otra historia más enfocada en ellos). Pero para ponerlos un poco en contexto, resumámoslo así:

Eric, como segundo al mando de la Guardia de Plata, pasó a ser un oficial de la S.P.D. cuando ésta se estableció en la Tierra. Poco después tomó el puesto de instructor y entrenador de los cadetes en la Academia, y actualmente se dedica a dirigir las maniobras de defensa en la órbita terrestre. Pudo haber tomado el lugar de Wes como Comandante tras su retiro, pero los asuntos administrativos y burocráticos no le interesan, así que lo rechazó incluso antes de que incluso se lo pidieran.

Taylor volvió a la Fuerza Área, como se muestra al final de Wild Force. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Wes y Eric la reclutaran para que se uniera a la Guardia de Plata, en específico para un programa de pilotos de cazas espaciales para la defensa planetaria, algo que de inmediato captó su interés, convirtiéndose además en una de los mejores pilotos del programa. Cuando la S.P.D. se instaló oficialmente, Taylor quedó a cargo de dirigir y entrenar a los nuevos reclutas para la fuerza área especial terrestre, puesto que aún ostenta hasta la fecha.

Todo esto que acabo de decir, por supuesto, es totalmente sacado de mi imaginación. Y si alguno se pregunta si acaso algo más pasó entre Eric y Taylor luego de que los vimos juntos en aquel Crossover entre Time Force y Wild Force, pues... es una buena pregunta. Veamos si llegamos a responderla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro