Extra
Vinicius suspiró, resignado a su destino. Sacó su teléfono y marcó el número de Neymar.
—Ney, necesito que elimines una foto… sí, esa foto… de todos los sitios, ahora mismo.
Gavi cruzó los brazos, observando a su Alfa con una mezcla de satisfacción y desconfianza. Vinicius colgó y miró a Gavi con una sonrisa forzada.
—Listo, mi cielo. La foto desaparecerá en unos minutos.
Gavi asintió, pero su expresión no se suavizó del todo.
—Más te vale, Vinicius. Y la próxima vez, piensa antes de dejar que te tomen fotos así.
Vinicius asintió, sabiendo que no tenía sentido discutir más. Justo en ese momento, Pedri apareció cojeando por el pasillo, con una expresión de dolor en su rostro.
—Gavi, estoy bien, solo fue un pequeño accidente…
Gavi se giró hacia Pedri, su preocupación evidente.
—¡Pedri! ¿Estás seguro? ¿Necesitas ir al médico?
Pedri negó con la cabeza, sonriendo débilmente.
—No, de verdad, estoy bien. Solo necesito descansar un poco.
Gavi suspiró, aliviado, y luego miró a Vinicius con una expresión que decía “esto no ha terminado”.
—Vamos, Pedri, te llevaré a descansar.
Vinicius los observó alejarse, sintiéndose un poco más aliviado, pero sabiendo que tendría que ser más cuidadoso en el futuro. Mientras tanto, Gavi se prometió a sí mismo que mantendría un ojo más atento en su Alfa, asegurándose de que no volviera a meterse en problemas.
Era un día de entrenamiento para los del Barça, y todo parecía tranquilo. Vinicius, que parecia próximo jugador de ahí, porque se la pasaba todo el tiempo con ellos, tenía una chispa traviesa en los ojos. Había encontrado una lata de espuma de afeitar en el vestuario y no pudo resistir la tentación de hacer una broma.
Esperó a que Gavi estuviera distraído, hablando con algunos compañeros de equipo. Con sigilo, se acercó por detrás y, con una sonrisa maliciosa, apretó la lata, cubriendo a Gavi con espuma de afeitar desde la cabeza hasta los pies.
Gavi se quedó congelado por un segundo, procesando lo que acababa de pasar. Luego, se giró lentamente, sus ojos llenos de furia y diversión al mismo tiempo.
—¡Vinicius! —gritó, sacudiéndose la espuma de la cara.
Vinicius soltó una carcajada y salió corriendo, sabiendo que Gavi no lo dejaría escapar tan fácilmente. Gavi, con una sonrisa decidida, comenzó a perseguirlo por todo el estadio.
—¡Vuelve aquí, Vinicius! ¡Vas a pagar por esto! —gritaba Gavi mientras corría tras él.
Vinicius zigzagueaba entre los asientos, saltaba por encima de las barreras y se deslizaba por los pasillos, riendo todo el tiempo. Los otros jugadores y el personal del estadio miraban la escena con diversión, animando a Gavi.
—¡Vamos, Gavi! ¡Atrápalo! —gritó Ronald.
Finalmente, después de varios minutos de persecución, Gavi logró acorralar a Vinicius en una esquina del vestuario. Ambos estaban jadeando y riendo.
—Te tengo —dijo Gavi, tratando de sonar amenazante pero sin poder ocultar su sonrisa.
Vinicius levantó las manos en señal de rendición, todavía riendo.
—Está bien, está bien, me rindo. Pero tienes que admitir que fue una buena broma.
Gavi negó con la cabeza, pero no pudo evitar reírse también.
—Sí, fue buena. Pero ahora, te toca limpiar todo esto.
Vinicius asintió, todavía sonriendo.
—Trato hecho. Pero la próxima vez, Gavi, ten cuidado. Nunca sabes cuándo podría atacar de nuevo.
Gavi le dio un suave golpe en el brazo y ambos se dirigieron a limpiar el desastre.
No sé qué hice acá, pero bueno, alguien me lo había pedido.
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