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7mo. El amor y el dolor de amarte.

aclaración: algunos pro hero no andan revelando su identidad por el mundo así como si nada ;; mencióndecosas+18 jiji.

El rencor y la sensación de que algo anda mal llevan albergados en su pecho desde que se conocen y, si se lo ponen a pensar, su cercanía existe en lo que parece ser toda una vida.

Pero el destino no se las puso tan fácil. Y los días y las noches que pasan lejos son abrumadoramente largos, y los pequeños momentos que tenían a solas eran más que arriesgados y tensos.

Nada parecía salirles bien desde entonces, cuando su privada verdad salió a la luz con el otro y ninguno supo cómo continuar. Añoran el pasado, cuando se desconocían. Cuando pretendían lo que deseaban ser para su chico y vivían en una jodida mentira.

Pero la incredulidad no dura mucho, la verdad siempre aparece y este es su infortunado ahora.

Katsuki ha tenido una cansada tarde de trabajo. Los villanos no le dieron tregua a nadie y las personas gritaron por doquier hasta quedarse afónicas, algunos gajes del oficio con los que aprendió a convivir. Necesitaron de varios pro heros para controlar una catástrofe de tal magnitud en la ciudad, concluyendo en una amarga victoria con la balanza apuntando hacia el bien.

Y él, llámenlo Ground Zero, Dynamight, o incluso Bakugō Katsuki que da igual; reposa más muerto que vivo en algún lugar de escena. Divaga sobre un escombro y sobre su propia existencia porque no le queda más que hacer en un momento así, no desea desfallecer.

Ha ganado este duelo, podría decirse que es satisfactorio, mas se siente derrotado. Se siente con el orgullo desdoblado y con un constante malhumor para ocultarlo.

Piensa en si sobrevivirá a la enorme herida que atraviesa su cuerpo o al resto de contusiones que lo rodean. Sigue respirando y sigue consciente solo porque es fuerte, ese es su milagro y es su martirio, y no desearía su propio fin. Y todo dolería como los mil infiernos de no ser por la morfina que recorre su interior.

«Hijo de puta, le dije que podía soportarlo...»

Katsuki ojea uno de sus costados. A unos metros de él, un robusto cuerpo descansa en iguales o peores condiciones que las suyas, con la vida pendiente de un hilo.

Se encuentra con un deshecho Red Riot.

Así que ambos descansan en silencio, con sus entrecortadas respiraciones sincronizadas y sus corazones apenas latiendo. Sería simple, esperar a una ambulancia, a la ayuda para dos héroes en apuros que ya cumplieron con su trabajo. Algo que pintaba normal en la vida de un mundo lleno de poderosas singularidades.

Si tan solo el pelirrojo no hubiera sido uno de los villanos participe en la catástrofe.

Por lo que están ambos reposando en la deriva de la vida. Meditando en cómo podrían hundirse mutuamente si así lo desearan, pero que lo único que los mantenía a flote en aquel cruel mundo era su relación.

Un noviazgo, si es que podían llamarlo así, desastroso y corrosivo.

Las cosas habían comenzado tiempo atrás y por error, ni Ground Zero sabía de la vida de ese bastardo ni ese bastardo tuvo ánimos de decirle. Se conocieron porque así lo quiso el destino y el destino es una perra empedernida en hacerlos sufrir.

Se adoran. Basta con saber que las cosas acabaron así por decisión propia para adivinar lo peor del asunto. Ambos saben que están mal, pero no pueden dejarse, ni ahora ni cuando se supo la verdad —en su primera y casi mortífera pelea— hace más de diez años.

—Esto... fue intenso —Se atreve a soltar el moreno, para sentir su propia existencia—. Mejoraste un montón desde...

—Claro que sí lo hice. Y cállate.

—Intenta callarme si puedes, Dyna —Escupe con sorna.

Bastardo hijo de...

Es obsesivo, mierda que sí, la manera en que ambos son fieles al otro y a sus principios: Zero trataría de atrapar a Red al igual que lo haría con cualquier otro puto villano y Red, aunque coqueto, no se dejaría tan fácil.

Sus riñas eran interminables, dolorosas y tensas. Sus besos eran dulces, largos y un tanto metálicos de sangre. Podrían estar juntos una noche y al día siguiente, deshacerse en una batalla mano a mano.

Era su cadena infinita.

Quizás, si alguno tuviera un poco de decisión, un poco más de confianza, terminaría con ese martirio, con ese duelo sentimental. Pero no tienen ni la fuerza ni la destreza física para hacerlo y siempre era lo mismo.

Hoy no cambiarían las cosas.

—¿Estás pensando en mí? —Vuelve a hablar su enemigo.

—Quisieras.

—Quizás yo sí estoy pensando en ti...

Un bufido sarcástico sale de los labios del rubio. Está muy drogado como para pensar con más claridad, pero está bien como para entender lo jodido de su situación. Y escupe un poco de sangre que no sabe de donde salió.

—Te mataré, imbécil, solo espera a que se cierre este agujero. ¡No! Solo espera a que se cierre la mitad, que iré a por ti —amenaza sin titubear.

—Ja, claro —El pelirrojo estira su mano al bolsillo de su pantalón; una punzada de dolor le saca un jadeo. De él, obtiene un control—. Cielo, bebé, escucho que vienen en nuestra dirección y- bueno. No quiero que me atrapen, ¿sabes? ¡Soy —tos— demasiado hermoso para volver a prisión!

Rueda los ojos—Solo eres un imbécil.

—La morfina hará más efecto pronto y es probable que olvides esto... Por lo que nos veremos pronto, Dyna- No, Bakugō. Nos veremos pronto —Reitera paulatino.

Y aprieta algún botón del aparato. Un puff y un extraño polvo que lo transportaría a quién sabe dónde lo envuelven. Estaría a salvo de la justicia... y de su chico.

Mientras Katsuki se queda mirando al cielo, cegado del enojo y del dolor. Su pecho molesta y sus ojos pican. Kirishima siempre se va así como si nada, dejándolo solo. Siempre es lo mismo, pero no llorará por ese bastardo.

—¡Allá, allá hay alguien más! —Oye a lo lejos. Y deja que sus parpados se cierren antes de siquiera caer en la inconsciencia.

Se encargaría de dejarle en claro que él es mejor que cualquier otro cuando se volvieran a ver... porque se volverían a encontrar, seguramente.

Y, si se lo pone a pensar, y lo hacía más de lo necesario, esa era la vida que le ha tocado junto con Red Riot. Y peor sería perderle, perderse.

Se deja arrastrar hasta un hospital. Este no es, ni de cerca, el fin.

💥💥💥

Es un choque de labios, sin cautela ni lentitud. Busca invadir la boca del otro solo por deseo y anhelo de sentirlo, pues estuvo a nada de no regresar, y lo añora más que a nadie.

Bakugō, sin embargo, no está feliz con esto. Su ceño fruncido y sus ánimos de separarse son obvios cuando la mejilla del pelirrojo es estampada por un puño, sacándole un fuerte quejido.

—¡Aléjate de mí, imbécil! —exclama, sobándose los nudillos.

—¡¿Y ahora que demonios he hecho?! —Eijirō lo mira atónito y con inocencia, sin entender la reacción de su chico.

«Desde mentirme en la puta cara hasta ser un villano de pacotilla que se desapareció por cuatro meses. Básicamente, todo.»

Pero no responde, sería exponer sus verdaderos sentires y ya han tenido cientos de veces esa conversación sin remedio. Se cruza de brazos y deja de mirarle por mantener la cabeza alzada y los ojos cerrados, ofendido.

—... ¿Es porque me desaparecí por mucho tiempo? —Un «No, ¿cómo crees? tsk» es su respuesta—. ¡No era mi intención, lo juro!

Mas no obtiene reacción alguna.

—¡Baku, agh! —Intenta acercarse, el otro se aleja dándole la espalda—. Te juro que quise venir antes, ¡me dejaste muy malherido como para hacerlo!

—¡Vete a la mierda, inútil bueno para nada! —Escupe con odio y redundanci—. Cuando voltee, quiero no ver tu estúpida cara en mi casa... ¡Ni siquiera entiendo cómo sigues burlando mi seguridad!

—Tengo mis trucos, ah —comenta y el otro gruñe en respuesta—. Baku, te extrañé...

—Vete.

El pelirrojo suspira rendido, buscando una oportunidad para convencer al rubio de darle atención. No ha sido fácil, ni su recuperación ni controlar las ganas que tenía de ir a verlo a pesar de todo, de conocer personalmente si Zero estaba vivo o no.

—Katsuki, vamos —Y logra tomarlo por la espalda, abrazándose aunque el otro se remueva con ánimos de salir—. Disfrutemos ahora que estamos juntos, por favor.

Un bufido triste escapa de la boca de Bakugō.

No disponían de muchos momentos para estar así y esto era parte de su rutina, donde dejaban sus trabajos y apariencias para ser ellos mismos. Para dejar de ser el respetado Ground Zero y el temido Red Riot y simplemente ser Katsuki y Eijirō.

Al final, el rubio decide ceder ante los besos y caricias de Kirishima. Es innegable, lo añora tanto como el pelirrojo a él.

Kirishima besa su cuello, espalda y heridas visibles; se lo nota preocupado por esto último, mas no dice nada al respecto.

Se arrastran hasta la habitación del rubio, en un manojo de suspiros y prendas despojadas. El lugar está presentable y preparado para momentos así, porque nunca se sabe cuando iban a volver a intimar.

Sea como fuere, son tan sutiles como una mosca volando en los oídos de alguien. El cuarto no tardó de llenarse entre jadeos y fuertes gemidos mientras la noche avanza sobre dos cuerpos anhelantes de algo más.

Sus fuertes peleas se dejan de lado y son dóciles con sus toqueteos. Katsuki decide ir arriba para más comodidad, pues Eijirō está menos descansado que él, y comienza a rozarse con el miembro del otro.

Varios minutos después, el pelirrojo tiene al rubio preparándose para la intromisión y el cuerpo caliente y duro. Lo toma por las caderas y el resto es un choque de pieles lento pero constante.

—Katsu, en serio en serio te amo —confiesa, en algún momento del vaivén, usando la verdad—. Quiero casarme contigo, quiero estar...

—Cállate —pide cohibido y rojo, agradeciendo las luces apagadas—. No digas nada y sigue.

Eijirou gruñe, acatando a la orden del rubio sin sutileza. Cambia de posición y ahora el que está arriba es él. Es suave, sin embargo, porque no desea dañarlo más físicamente. Duele el constante rechazo del otro.

Así como duele entender el por qué de su enojo.

La noche acaba en el momento en que ambos se sienten satisfechos y descontentos por el pasar el tiempo. No les quedaba mucho juntos, pero no dicen absolutamente nada para sentirse mejor.

Descansan acostados y pegados, algo jadeantes.

—¿Qué te he dicho de fumar en mi casa, imbécil? —el más pálido frunce el ceño.

—Vamooos Katsu, es solo una vez —hace ojitos de perro mojado.

Katsuki chasquea su lengua, porque él nunca escucha sus argumentos, y le hinca el abdomen con el dedo, consciente de las heridas del hombre.

—¡Aish, casi lo acabo, ya va!

—Ok.

En parte, es tranquilizante tener una discusión como una pareja "normal", nada que ver con sus riñas sobre robos o secuestros millonarios. Es tranquilizante sentirse como personas comunes y no como gente con super habilidades.

Katsuki se putea al oír un mensaje de contactos de trabajo, con el celular reposando sobre la cómoda. Se siente como un idiota que le deja todo servido en bandeja de plata a su enemigo, pero ambos son idiotas. Ambos acaban esperándose juntos.

—Te odio mucho —murmura, tomando el cigarro para darle una calada antes de apagarlo y pararse a buscar el aparato.

Kirishima suelta un bufido mezclado entre tristeza y gracia, sin tardar en perseguir al desnudo chico en su corto tramo. Ahora, es él tratando de quitarle el objeto en mano.

—Con que «Cellophane» tiene un ringtone personalizado, ¿eh? —Lee y escupe, celoso.

—Eres el menos indicado para decir algo, idiota. Cállate.

Tch —El pelirrojo rodea con sus brazos la fina cintura, arrimándose—. No te vas a librar tan fácil de mí, Ground Zero, porque yo te amo —contesta, siendo egoísta y rudo—. Y vas a ser mío siempre, lo quieras o no.

Un escalofrío y una fuerte sensación punzante invade al héroe. El moreno de dientes afilados lo ha mordido en el cuello antes de volver a la cama, dejando que responda su mensaje y aguardando con una sonrisa satisfecha.

Y está bien para Katsuki.

Porque amor es ciego, tóxico y, para su pesar, lo único que tenían.

- lamento mucho el atraso ;;; pero anyways, este es de mis os favs uwu espero traerles pronto el día tres y el final,,,
palabras totales: 2100.

adjunto vídeo q me semi inspiró para escribir esto

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